No vuelvo a beber, con mis compañeros de trabajo…

Desde hace ya muchos años, trabajo como secretaria en una dependencia de gobierno, en la que por evitarme problemas, siempre había rechazado cualquier invitación a beber. Además como soy la única mujer del grupo, todos me trataban con mucho respeto y consideración, además como ya les indiqué no soy una jovencita. 

Pero recientemente, mi marido se vio envuelto en un problema de manejo de fondos públicos, y terminó detenido, mientras se le celebraba el juicio. En realidad el muy pendejo, lo único que hizo fue ir a cambiar unos cuantos cheques que su jefe le entregó. Desde luego que él le dio todo el dinero a su jefe, pero como a las dos semanas, llegó el auditor, acompañado de un par de policías y preso lo pusieron.

Bueno eso me tenía a mi desconsolada, deprimida y sumamente triste, ya que sabía que Mario era incapaz de apropiarse de unos cheques ajenos. Pero mientras él estuvo detenido, y el juicio finalmente llegó a su fin, quedando mi marido en libertad, tras prestar todas las declaraciones que tuvo que dar.  

Bueno en esos momentos en que él estuvo detenido, me sentí sumamente sola, y por casualidad, en mi oficina celebraron el cumpleaños de nuestro Director. Yo en principio no pensaba asistir, pero la verdad sea dicha, me olvidé que le iban hacer una especie de fiesta en la oficina, y cuando a la hora de salir ya me disponía a retirarme, el mismo Director en persona me pidió que los acompañase, aunque tan solo fuera por un corto rato. Por lo que no me quedó más remedio que aceptar.   

Como ya dije tengo un serio problema con la bebida, bastó apenas me sirvieran mi primer Cuba Libre, para que yo continuara bebe que bebe sin detenerme. Claro que eso tiene en mi consecuencia inmediata, y una es que pierdo rápidamente el control de mis acciones, me vuelvo sumamente habladora, y hago comentarios que considero graciosos, pero desde luego son fuera de lugar. Pero por si fuera poco, sin dejar de beber, comienzo a sentirme sumamente acalorada, y es cuando todo se me complica.  

Por suerte el Director ya se había marchado, ya que en esos  momentos yo estaba con varios de mis compañeros de trabajo, contando y escuchando chistes de doble sentido. Ya en esos momentos sentía tanto calor, que en varias ocasiones dije a manera de broma, que yo sentía tanto calor, que si no fuera porque ellos estaban ahí, ya me hubiera quitado toda la ropa. 

Al principio unos cuantos se rieron, por mis ocurrencias, pero de momento uno de mis compañeros de trabajo, tras escucharme decir eso por tercera o cuarta vez, me dijo frente a todos. Pero Rosa eso es falta de confianza, lo que todos queremos es que tú te sientas bien, y si se te antoja quitarte la ropa, para sentirte más fresca, quítatela que ninguno de nosotros va a decirte nada por eso.

Lo cierto es que a pesar de lo mucho que había bebido, supe de inmediato, lo que me iba a suceder si caía en la trampa que mi compañero de trabajo me estaba poniendo. Y lo peor de todo es que, me puse de pie, riéndome como una verdadera tonta, y se lo dije a todos. Ustedes lo que quieren es que yo me quite la ropa, para verme desnuda, y luego comenzar a tocarme y besarme por todas partes, y decirme lo buena que estoy, hasta que ya yo no pueda más, y abra las piernas, para que los deje hacerme lo que se les antoje entre todos, verdad…

Lo cierto es que, ninguno dijo nada, ni tan siquiera esta boca es mía, se quedaron en silencio, algunos hasta pienso yo, que se sintieron sumamente avergonzados. Fue cuando dándome otro gran trago, pero a pico de botella, me volví a sentar bruscamente, por lo que derramé un poco de ron sobre mi blusa y falda.

Al yo ver que se me había derramado el ron encima de mi ropa, de inmediato dejé la botella sobre uno de los escritorios, y sin pensarlo mucho me quité tanto la blusa como mi falda frente a todos ellos. Para mí fue de lo más normal lo que estaba haciendo, ya que apenas me quité la falda y la blusa, me dirigí al baño y los metí en agua, para que se fueran a manchar con el ron. Luego regresé a donde mis compañeros de trabajo, que al verme en pantis y sostén, comenzaron a decirme entre las muchas cosas lindas que me dijeron, que yo tenía un tremendo cuerpo.  

Bueno de eso, a que yo misma me quitase el sostén para dejarles ver mis tetas, y al poco rato dejar que uno de ellos me bajase las pantis, para que viera mi peludo coño, pasó muy poco rato. Y entre risas, caricias, y besos, de momento me encontré siendo penetrada por dos de ellos al mismo tiempo. Uno me estaba enterrando su verga por el culo mientras que otro de mis compañeros de trabajo me clavaba su gruesa verga por el coño de manera bien salvaje. No bien ellos dos ya me estaban penetrando, cuando un tercero, el chico nuevo sacó su verga y de inmediato sin tan siquiera él insinuármelo, me dediqué a mamársela.  

Esa noche estaban conmigo a parte del supervisor, que yo pensé que el tipo era medio maricón, cinco empleados más, y a todos y cada uno de ellos los dejé que hicieran conmigo lo que les vino en gana. Así que por espacio de casi hora y media, me tuvieron dando verga, por el culo, el coño, y mi boca. La cosa es que cuando  todos ellos terminaron conmigo, me han dejado tal y como me encontraba, tirada sobre la alfombra de la oficina. 

Al despertar al siguiente día, tristemente me acordé de todo, pero lo cierto es que en gran parte lo disfruté, y hasta me sirvió para olvidar aunque sea momentáneamente el problema por el que pasaba mi marido. El siguiente lunes cuando me presenté a trabajar, me hice la pendeja, la que no me acordaba de nada de lo que había pasado en el cumpleaños del Director. 

Ninguno de mis compañeros de trabajo ni tan siquiera me insinuaron nada en absoluto, hasta que volvió a llegar el día viernes, que entre todos con la excusa de compartir un rato, antes de que nos fuéramos todos a casa, me invitaron y que a cenar…

Si fuimos a cenar, y esa noche después de que yo discretamente procuré beberme una sola cerveza, terminamos en mi casa, yo sola con cuatro hombres. Se pueden imaginar que cosas hicimos, me acuerdo que después de haberme bebido casi como unas ocho o diez cervezas, no sé cómo se las arreglaron para que los invitase a mi propia casa, donde apenas llegue, seguí bebiendo, y mientras bailaba sola, me fui quitando toda la ropa, a medida que ellos me acariciaban por todas partes, hasta quedar del todo desnuda.

Después de eso, en lugar de acostarme con dos o tres a la vez, lo fui haciendo con todos pero uno a la vez, entraba a mi habitación, y tras cerrar la puerta hacíamos lo que se nos antojase en ese momento a cualquiera de los dos. Eso si cada vez que terminaba con alguno, entraba al baño para asearme, y dejar que me vieran mientras me lavaba el coño, o el culo. 

A la siguiente semana trataron de volver hacerme lo mismo, pero ya para ese momento a Mario lo habían sacado de la cárcel. Aunque no se crean que no pasó nada, celebrando que a mi marido lo habían dejado en libertad, en el bar en el que él yo fuimos a celebrar, nos dimos una clase de borrachera, que a él aparte de que le robaron la cartera, tres tipos le han dado por el culo, mientras que yo, voluntariamente me acosté con otros cinco, a los que deje que me hicieran de todo.

Claro que Mario supuestamente, no recuerda lo que hicieron, pero yo que no olvido nada de lo que hago cuando estoy borracha, me acuerdo tan claramente como si lo estuviera viendo, como él movía sus nalgas a medida que alguno de esos tres tipos se lo clavaban, y mamaba sus vergas como si se fuera a acabar el mundo. Pero por aquello de no hacerlo sentir mal, no le dicho nada.