Somos un matrimonio de los que se dicen bien que provocan envidia, mantenemos una compenetración y complicidad en todos los aspectos de la convivencia. En infinidad de ocasiones, a la hora
Relato
Somos un matrimonio de los que se dicen bien que provocan envidia, mantenemos una compenetración y complicidad en todos los aspectos de la convivencia. En infinidad de ocasiones, a la hora de hacer el amor, nos hemos excitado mutuamente contándonos nuestras fantasías sexuales. Mantenemos esa clase de relación en la que seguimos sorprendiéndonos el uno al otro y encontramos cosas nuevas a pesar de qué ya hace 15 años compartimos nuestras vidas y tenemos dos hijos.
El pasado verano, durante el cálido mes de Agosto, salimos una noche a cenar y a tomar unas copas. El calor era insoportable, yo llevaba un vestido muy ligero que se me pegaba al cuerpo como una segunda piel, durante la cena le comenté a Nacho (mi marido) que no soportaba la ropa interior y me la saqué con algo de disimulo y bastante picardía. Automáticamente esto de ver la tanga entre mis dedos en medio del restaurante le produjo una erección descomunal, yo me reía divertida y ajena al ambiente que nos rodeaba, mientras a Nacho le encantaba y le sorprendía verme tan lanzada, lo cierto es que suelo ser mas bien formalita en público. En un momento dado me levanté para acudir al servicio, antes de volver a la mesa me miré en el espejo para retocarme el maquillaje y ví a una mujer seductora con un ceñido vestido que marcaba los pezones y dejaba adivinar una hermosa silueta con un pequeño triángulo oscuro que era mi pubis. Lo cierto es que me encantó mi imagen.
Nos dirigíamos al coche con la intención de trasladarnos a una conocida zona de copas y ya por la calle nos íbamos metiendo mano el uno al otro. Nacho me acariciaba el culo por encima del vestido y metía su lengua en mi boca, ya a la altura de nuestro coche me empujó contra la pared, bajó un tirante de mi vestido y sin ningún tipo de pudor mordisqueó mi pezón, yo me sentí a punto de chorrear y le pedí que me follara en el coche. El me propuso trasladarnos a una zona algo menos concurrida, en ese momento de intimidad entre nosotros se nos acercó una parejita pidiéndonos que los lleváramos hasta una playa cercana ya que habían acampado allí con unos amigos y habían perdido el autobús que iba a esa zona.
Lo cierto es qué tenían un aspecto bastante desangelado y fueron tan educados que eso me conmovió, ya en el coche los cuatro, ellos comentaron que los dos tenían 23 años, yo le dije que tenía 36 y Nacho 39, Andrés y Paula son dos jóvenes que por debajo de su aspecto de hyppies desaliñados tienen unos cuerpos muy bien formados, ella es elástica, con una preciosa cintura y unos pechos que apuntan al cielo. Andrés es como un ángel con peinado jamaicano, su piel es bronceada y sus músculos están tallados a golpes de olas, le encanta practicar el surf.
Andrés nos invitó a fumar marihuana, yo le dije que nunca la había probado, cosa qué le divirtió mucho. Me dijo: ¡Eva (es mi nombre), pásate atrás y te enseñó a liar!. Yo no me corté y me pasé al asiento trasero, Paula ocupó mi sitio. Andrés hizo su porro y me invitó a encenderlo, lo puso en mi boca después de humedecer mis labios con su lengua, mientras yo empezaba a inhalar el humo el decidió descubrir que no llevaba bragas. Sus dedos se movían vertiginosamente en mi vagina, después de dar él un par de caladas, le pasó el porro a Paula. Por un instante nos miramos a los ojos y leyó en los míos la palabra "deseo", subió mi vestido y me penetró con sus dedos mientras bajaba de mi boca a mis pechos, decía que le volvía loco mis pezones, yo bajé sus pantalones y le grité que metiera su polla en mi boca, lo hizo, sin demora, grande y cálida, era como sentir entre mis labios acero recubierto de piel.
Mientras, cuando mire hacia afuera vi a Nacho y a Paula comiéndose con deseo. Ellos se unían con ganas. Estábamos en su playa y ni siquiera me habia dado cuenta. Nacho abría sus piernas, saboreando ella su sexo, mientras jadeaba de gusto. Ambos buscaron una manta y pude observar como ella se subía sobre el, y sin mirarme disfrutaban aislados de lo que ocurría en aquel asiento trasero de nuestro coche. Vi a Paula que cogía a Nacho de la mano y los dos se acercaron al coche, nos miraban follar mientras se masturbaban el uno al otro, ni os podéis imaginar como me excitó eso. Paula abrió la puerta del coche y entre las dos le hicimos una mamada a Andrés hasta que descargó entre nuestros labios una cálida corrida que repartimos en un beso lésbico, excitante... Nacho cogió entre sus manos el bonito culo de Paula y metió su lengua dentro facilitando la posterior penetración, Andrés y yo le comimos sus tetas, ella me gritó que me quería comer el coño y yo muy complacida abrí mis piernas, abierta a su lengua y a su mano, la cual metió en mi vagina hasta que notó que me corría de gusto. Nacho se corrió dentro de su culo, en un orgasmo fantástico.
Después de esta experiencia tan novedosa para mí y mi marido, ellos nos comentaron que nos habían visto antes de meternos en el coche y qué los habíamos puesto muy cachondos, así que después de todo no fue casualidad sino que nos eligieron. Hemos mantenido el contacto con esta pareja, para ellos el sexo es un regalo de la vida, y seguimos pasándolo genial con ellos. Hemos descubierto infinidad de posibilidades que ofrece este tipo de relación y vamos a seguir disfrutándolas.....mientras dure.
yo le metia la verga en el culo una otra ves mientras ella le mamaba la verga ami compadre como una puta desesperada por momentos ella dejaba de mamarle la verga ami compadre por que el ya estaba a punto de venirse para luego mamarle el queso humedo y rojo de mi esposa
Relato erótico enviado por Anonymous el 24 de February de 2010 a las 00:07:43 - Relato porno leído 144247 veces