nos dimos el gusto pero......

Me llamo Raul. Tengo 47 años y estoy casado con Esther, 45 años, 1.60m , pelo largo castaño y 55 kgs. Por el otro esta Juan Jose, 50 años, casado con Sandra, 48 años, gordita pero fuerte.
Con J J siempre pensábamos que debíamos hacer para encontrarle sentido a nuestra vida sexual. Tal vez por tener muchos años de casados, Yo 25 y el 26 años. ya no nos atraían tanto nuestras mujeres. Hablando mucho encontramos una forma de calentarnos. El tema era que teníamos que lograr que nuestras esposas aceptaran coger de a 4. No un intercambio sino estar juntos y que cada pareja viera lo que hacia la otra. Por mas que lo sugeríamos , ellas se hacían las ella desentendidas. Les prometimos un monton de cosas pero nada. Una noche en que nos habíamos reunido a cenar, Juan abrió una botella de vino añejo a Esther y lo mismo hizo Juan Jose, la tomamos y luego otra. Esta vez le empezamos a servir a las mujeres y nosotros no tomabamos. Cuando la tercer botella estaba casi al final, ambas mujeres estaban borrachas. Se reian y sus faldas se subían sin que ellas hicieran nada para cubrirse. Esther dejaba ver sus bragas y poco le faltaba a Sandra para lo mismo. Empece a acaricar a Esther y lo mismo hizo Juan con Sandra. Al rato Esther estaba en ropa interior y Sandra solo en tanga. Juan se monto en ella y corriéndole su ropa interior de costado la monto. Yo me puse a mil. La desnude a Esther sin que pusiera resistencia, solo se reia. Juan miraba a Esther desnuda mientras bombeaba sobre Sandra. Yo empece a hacer lo mismo. En un momento uan dejo a Sandra y acercándose a nosotros le mostro su pene a Esther. Esta lo tomo con la mano y empezó a masturbarlo. El lo acerco mas a su boca. Mire a Sandra y la vi acostada boca arriba , totalmente desnuda. Ni lo pensé, deje a Esther y me puse sobre Sandra. En un segundo la penetre. En 4 o 5 movimientos me descargue adentro de ella. Mire a donde estaba Juan Jose con Esther y vi que ella le estaba lamiendo y chupando su pene. Juan grito y se descargo en su boca. Nos quedamos acostados reponiéndonos. Al rato las vestimos ya que ambas se habían quedado dormidas. A la mañana cuando despertaron , según nos dijeron, no se acordaba de nada en cambio nosotros de solo pensarlo se nos para.