Parecía estar en trance, sostenía la puerta cerrada con sus manos para que no nos interrumpiesen, sus recules hacia atrás se hicieron más y más fuertes, pero lo cierto es que por más que empujara estaba toda adentro, no tenía más para ofrecer.
Recuerdo que Keyla se puso tan frenética que hasta hacia abrir y cerrar la puerta con sus embates, provocando un rítmico ‘tan, tan, tan…’ de la chapa golpeando contra el marco, el sonido hería los oídos y el imaginarme la situación de las demás chica fuera me hicieron hervir, le dije a ella...
Relato
NUNCA PODRAS AMARME
Muchas veces el mundo gira más rápido de lo deseado y la vida se esfuma como una triste película, como un drama.
Había tenido muchas mujeres en la cama, algunas novias pasajeras, pero un solo amor, un amor imposible, un amor de casi cinco años...
Todo empezó cuando pisé por primera vez la facultad de medicina, fue todo un cambio para mí, una nueva forma de estudiar, nuevas responsabilidades, nuevos compañeros…
Nuevos compañeros…
Ferchu, así lo apodaban, y Keyla nos hicimos rápidamente amigos, como suele suceder, por afinidades, por puras casualidades, por habernos sentado juntos, por vivir relativamente cerca unos de otros, como sea, grandes amigos.
Conforme fue pasando el tiempo nos fuimos conociendo, compartimos actividades, visitamos nuestras casas, horas de estudio, problemas, alegrías, frustraciones…
Ferchu era un rubio bastante musculoso, extrovertido, un tanto fanfarrón, único hijo, un tanto malcriado. Era un chico de hacer siempre lo que quería, tenía un coche que su padre le había obsequiado y de quien era evidente que heredaba su forma de ser.
Era el típico chico facultativo que se llevaba el mundo por delante, ese que desafiaba a profesores y quien se pusiese delante, ese tonto por el cual suspiraban todas las chicas, el modelo masculino…
Por su parte, Keyla era la menor de cuatro hermanas, de una familia inmigrante griega, me contaron que su nombre quería decir ‘bella’ y realmente hacía honor a su nombre, tenía unos largos cabellos pelirrojos, ojos oscuros, cara redonda y tez blanca, de altura normal, de cuerpo normal, tirando a delgada, cada cosa en su lugar. Keyla respiraba tranquilidad, siempre serena, de voz pausada, casi imperceptible, era un amor, su dulzura, su femineidad, parecía como si el mismo Dios la hubiera creado con sus manos…
Y yo, Miguel, el tercero en discordia, alto, de cabellos largos, castaños y enrulados, uso lentes de aumento por un problema en mi vista, soy atlético, delgado, me considero un tipo bien parecido, ojos verdes, solo que mi carácter no me ayuda demasiado, suelo ser introvertido y hasta tímido lo que alguna vez me jugó en contra con el sexo opuesto. Vivo solo con mis padres ya que mi hermana mayor hace un tiempo formó su familia.
En fin, éramos los tres muy buenos amigos, lo que empezó con un compañerismo de facultad se transformó en una amistad que trascendió los límites de la misma, nos encontrábamos para ir a pasar un día al aire libre, para salir a comer, para ir a un centro comercial, al cine y no sé, hasta para ir a bailar.
El problema fue que con el paso del tiempo, lentamente, sin saber cómo Keyla se fue transformando en más que una buena amiga, me enamoré sin darme cuenta de esa pelirroja de pecas frondosas, en silencio, sin decir nada, respiraba por ella, sufría por ella, disfrutaba por ella…
Pero debía mantener mi amor en silencio, porque ella no tenía ojos para mí, ella estaba enamorada de Ferchu, de echo estaban noviando formalmente, cosa que a mí no me hacía gracia…
Y Ferchu? Ferchu solo se amaba a sí mismo, si bien él estaba a gusto con la relación, para él era solo un pasatiempo, nunca la amó, y en toda chica veía una oportunidad…
Y en esos años esa fue mi desesperante situación, ver como el la lastimaba, una y otra vez, saben cuántas veces la abracé solo para contenerla? cuando ella desahogaba sus lágrimas entre mis brazos, cuantas historias que tuve que callar, su dolor era mi dolor, y yo sin poder decir nada…
Porque Ferchu en definitiva era mi amigo, y con la amistad no se juega, con bronca entre mis labios escuchaba sus aventuras amorosas, como engañaba a Keyla, sin remordimientos.
Ferchu era un egocéntrico que jamás había sufrido, y creo no mentir si aseguro que ponía a su novia a la altura de Sara, su perra.
No imaginan cuantos maltratos y humillaciones presencié, cuantas discusiones, cuantas promesas, cuantas mentiras…
Keyla hasta soportaba que el la humillara en público, delante de todos los compañeros, delante de los profesores, él era muy hábil, sabía bien cómo manejar las piolas de titiritero, como pasar de víctima a victimario, hasta como dar vueltas las casas para que ella terminara pidiéndole perdón a el!
En fin, al ser tan introvertido jamás tuve el valor suficiente para enfrentarlo en una charla de café y hacerle ver cómo eran en verdad las cosas, y tampoco tuve el valor para sembrar discordia en ella esperando que lo dejara, a pesar de lo mucho que la amaba.
Saben lo que era para mí verlos abrazados, verlo a él deslizar sus sucias manos por ese cuerpo angelical, ver como se besaban, ver como ella se derretía antes sus caricias…
Y algo peor, saben lo que es imaginarlos haciendo el amor? lo que hacían en la intimidad, donde ponían sus bocas? sus manos?
Era el peor momento de la situación, Keyla estaba saturada y ya no soportaba nada, estaba al límite de rebalsar el vaso, hastiada de mentiras y engaños, él no se detendría, no cambiaría, nunca cambiaría y yo seguía siendo un triste espectador de lujo.
Esa noche de viernes recuerdo que las cosas ya habían comenzado mal, Keyla estaba hermosa, con una minifalda exageradamente corta que resaltaba sus piernas perfectas, casualmente su corta falda fue el motivo de una acalorada discusión con Ferchu, lo curioso fue que él se la había regalado tiempo atrás…
Salimos sin rumbo fijo y a la madrugada terminamos en un boliche bailable, estaba tomando un trago, presenciando como ellos discutían acaloradamente, el final era evidente, había ‘otras’ de por medio.
Ella le dio una cachetada, y casi corriendo lo dejó solo, Ferchu y yo nos miramos, a él no le importaba, fui desesperado tras ella, que casi corriendo se metió en el baño de mujeres, lo mío fue inconsciente, sin darme cuenta, sin pensarlo, me mandé decidido…
Normalmente las chicas hubieran armado un escándalo al ver un hombre en su baño, pero creí percibir un dejo de compasión por la situación, Keyla estaba desencajada, con el alma partida, llorando como una niña frente al espejo, llegué tras ella, solo la abracé, ella giró sobre sí misma y me abrazo con fuerzas, levanté su rostro, el rímel negro había corrido por sus mejillas, como un río lleva una mancha de petróleo, me miró a los ojos, levantó mis lentes por sobre mi cabeza para mírame directamente, sin nada de por medio, creo que en ese instante ella percibió cuan perdidamente enamorado estaba por ella, cuanto me había ignorado por estar enceguecida con ese amor que la estaba matando en vida…
Se estiró un poco, lo suficiente para llegar con sus labios a los míos, sus besos sabrosos calentaron mi alma, su lengua invadió mi boca, respondí con un dejo de timidez, pero ella me abrazó con fuerza y su respiración agitada invadió mis sentidos, la tomé fuerte por la cintura y parecía estar viviendo un sueño del que no quería despertarme, sentí su calor de mujer como nunca imaginé sentirlo, acaricié sus cabellos pelirrojos, la besé como a nadie había besado, me estremecí con sus caricias, sentí el calor de sus pechos apretados contra el mío.
A pesar que había demasiadas chicas entrando y saliendo, me sentía solo con ella, por suerte a las demás parecía no importarles nuestra situación, algunas eran indiferentes, otras miraban y se sorprendían, pero ninguna daba demasiada importancia.
No tardé nada en que mi pija se agrandara y se endureciera bajo mi pantalón, obviamente ella lo notó, la sentí refregar su sexo contra el mío, sus besos me embriagaban, giramos, me apoyé contra el mármol de los lavatorios, no quería abusarme pero mis manos se perdieron en sus glúteos, ella gemía excitada, comenzó a acariciar con su mano la tela del jean bajo la cual mi verga permanecía rígida, como si un demonio la hubiera poseído en ese instante se arrodilló a mis pies, aflojó el cinto, bajó la cremallera, buscó bajo mi calzoncillo y sacó mi miembro que parecía reventar, solo cerré los ojos y me dejé llevar…
La manos tibias de Keyla acariciaron mi tronco dulcemente, llevando atrás mi prepucio hasta descubrir mi glande, para luego volver y ocultarlo, y otra vez atrás, otra vez adelante, haciéndome desear, sentí la humedad se su aliento como una brisa tibia de primavera, llevé una mano a sus cabellos solo para acariciarlos, al fin los labios de mi amor imposible se posaron en la punta de mi pija para ir empujando dulcemente, como comiéndola milímetro a milímetro, la sentí deslizarlo en su interior, besarlo, lamerlo, volver a besarlo, estaba perdido, rendido a sus deseos.
Mi niña alternaba todas las combinaciones posibles, manos, dedos, besos, caricias, labios, boca, lengua, aspiraba cerrándolo entre sus labios, parecía querer arrancármelo, sentía mi cabeza desnuda siendo saboreada por su lengua, me lo recorría como tirabuzón, le metía bien adentro…
De pronto abrí los ojos y recapacité sobre la situación, éramos el centro de atracción de varias jóvenes de nuestra edad que solo eran testigo de lujo de lo que estaba ocurriendo, algunas se horrorizaban, otras nos ignoraban, otras miraban engolosinadas y las más osadas reían picarescamente como aguardando su turno, me puse mal, me avergoncé, no por mí, sino por lo puta que parecía Keyla, quien seguía mamando como si solo hubiéramos estado nosotros dos en el lugar.
La tomé del brazo interrumpiendo la chupada, en ese momento ella también se dio cuenta que estamos en público, me tomó de la mano y me llevó hacia el fondo, buscó un cubicle vacío y me metió en uno, casi no había lugar para los dos, el inodoro molestaba, cerró la puerta para tener un poco de intimidad, pero la cerradura estaba rota, quedamos parados uno contra otro, giró dándome la espalda, levantó la pequeña minifalda hasta la cintura, sacó cola y me dijo:
- Cogeme, cogeme toda…
Se afirmó contra la puerta, ante mis ojos su colorado cabello cubriendo su espalada, su generoso trasero casi desnudo, sus piernas separadas sobre esos finos y largos tacos, una diminuta tanga blanca de no más de un centímetro de ancho se perdía entre sus cachetes, escarbé con mi dedo mayor, la enganché y la corrí hacia la derecha, había llegado el momento…
Acaricié con mi verga toda su generosa y jugosa concha, una y otra vez, la hice desear más de la cuenta, empujó hacia atrás buscando la penetración, rogó, no podía resistirlo.
Al fin apunté y la introduje, como un sable llegando a su corazón, se deslizó profundo en su almíbar de placer, se contrajo por instinto, la tomé con fuerza por sus blancas caderas y me moví en su interior, poco a poco se fue soltando y acompañando mis movimientos, más y más bruscos, más profundos, pareció tomar el control empujando su culo más y más atrás, al punto de casi hacerme perder el equilibrio y tener que apoyarme sobre la pared del fondo, gritaba
Parecía estar en trance, sostenía la puerta cerrada con sus manos para que no nos interrumpiesen, sus recules hacia atrás se hicieron más y más fuertes, pero lo cierto es que por más que empujara estaba toda adentro, no tenía más para ofrecer.
Recuerdo que Keyla se puso tan frenética que hasta hacia abrir y cerrar la puerta con sus embates, provocando un rítmico ‘tan, tan, tan…’ de la chapa golpeando contra el marco, el sonido hería los oídos y el imaginarme la situación de las demás chica fuera me hicieron hervir, le dije a ella
- Ahí viene, ahí viene!
Entonces ella paró en seco y mi verga salió de su raja, visiblemente agitada me dijo
- Pará! pará!... ponete un preservativo…
- Qué? De donde querés que saque un preservativo ahora?
- Diablos… Ferchu siempre tiene alguno encima…
Esas palabras me dolieron, las dijo en el momento más inoportuno, ella se dio cuenta de su error, casi de inmediato dijo
- Perdón, perdón… soy una tonta… no importa… voy a regalarte algo que él siempre me pidió y siempre le negué, pero promete hacerlo despacito… es virgen…
No podía creer que me fuera a regalar lo que estaba imaginando, pero entonces noté como escupía su mano una y otra vez para lubricar su culito, mi pija que había perdido un poco de erección reaccionó de inmediato, fue ella quien la tomó y la apoyo con dulzura para decirme
- Despacito, despacito… solo al cabecita… solo la cabecita…
Keyla comenzó a recular lentamente, fui un caballero, casi no me moví dejando que ella manejara los tiempos, lentamente mi pija se fue abriendo paso en la puerta de su esfínter, no podía creerlo, ella probaba y lo retiraba, volvía a lubricar, volvía a probar, no quería frustrarla, debía vencer sus temores…
Al fin su apretado anillito se acomodó a mi glande, cuando estuvo cómoda empezó a moverse rítmicamente, con tiempo, con paciencia, apenas mi cabeza en su entrada, tenía ganas de enterrársela toda pero no hubiera sido justo.
No hico falta, el diablo se apoderó de ella, y fue ella misma quien a medida que vencía sus miedos volvía a aumentar su velocidad, su empuje, casi sin darnos cuenta habíamos vuelto a la situación original, la tenía toda dentro de su culo, apretando todo mi sexo, gritaba más que antes
- Dios!... Dios! Ahora si! ahora si!!!!
Esta vez no pude retenerlo, me contraje, ella lo percibió y aumento el ritmo, como una locomotora, yendo y viniendo, casi arranco los cerámicos del lugar, mi esperma brotó en el interior de esa mujer, ella no paró un segundo, mi leche provocó que gritara más fuerte y solo paró cuando mi verga comenzó a perder la erección.
Nos desacoplamos, ella acomodó nuevamente la delgada tanga entre sus cachetes y bajaba su pollera mientras yo guardaba mi instrumento, parecía una locura, mis jugos habían quedados retenidos en su interior…
Salimos airosos del lugar, me causó gracia unas chicas que aplaudieron y una hasta se animó a silbar… Nos enjuagamos el rostro y nos preguntamos qué sería de la vida de nuestro amigo, pero al salir lo encontramos muy acaramelado con una morena…
Fui muy feliz, esa noche, cada uno terminó en su casa y dormí como un santo.
El Sábado por la tarde la llamé para encontrarnos en un bar, necesitaba hablar con ella, tenía tantas cosas por decirle, tantas ilusiones, tantos proyectos, fui a su encuentro con una sonrisa pintada en los labios, de oreja a oreja, el corazón parecía saltarse de mi boca, pero mis ilusiones cambiaron al encontrarla, su rostro estaba desencajado, triste, partido, entonces comprendí la situación…
Éramos dos almas en pena, ella seguía perdida por Ferchu de la misma manera en que yo estaba perdido por ella, Keyla acarició mi rostro y con sus ojos llenos de lágrimas agradeció lo buen tipo que era y todo lo que hacía por ella, pero…
- Lo se… dije resignado… NUNCA PODRAS AMARME…
Me alejé de ellos, si no podía tenerla debía olvidarla, alejarme de quien me hacía mal, pasaron algunos años, sé que Ferchu aún sigue ‘probando’ mujeres, Keyla probó una par de relaciones que fracasaron, y yo… yo la sigo amando…
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...Hermanito, ya no sigas. No sabes lo que haces”.-Me decía llorando Astrid.
Yo, cegado me dije a mí mismo que si ya había llegado hasta ahí, no podía irme sin meterle el polvo...
Relato erótico enviado por charly_bo el 11 de June de 2012 a las 00:00:02 - Relato porno leído 247199 veces
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dulces.placeres
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:59) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:27) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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