Orgía en la sacristía. ( CON fotos)

Debo confesar que mi gusto por la penetración anal y el placer de ser amamantado con vergas y su leche espesa y caliente, viene desde que fui iniciado por el cura que me llevaba a su dormitorio y me sentaba en sus rodillas. Me acunaba en su pecho, mientras su mano recorría mis nalgas suaves y albas que iban volviéndose rosadas a medida que el calor de las tocaciones se hacía más y más inquietante. Sentía la respiración agitada del cura y su aliento teñido del aroma del tabaco rubio que fumaba y que aspiraba a veces con fruición y no poco deleite.

Mi cuerpo, en esas ocasiones se tensaba y era una cuerda violín dispuesto a ser utilizado en un ritual que imaginaba exacerbado por las conversaciones sobre sexo en los baños de la escuela.
-Te va a chupar el culo.
-Te va a meter un dedo.... Y después dos dedos...
Y tú te vas a calentar y tu culo se va a abrir...
¿No me dolerá cuando me meta la pichula?
Bueno, algo de dolor, pero se pasa...Y después te da un gustito como ganas de cagar y mear al mismo tiempo.

Las conversaciones eran interrumpidas por la insistente llamada de la campana.
Pero solo fueron eso: conversaciones y deseos, porque el cura nunca hizo nada más y me dejó con la insatisfacción y la curiosidad mezcladas. Con el tiempo, empecé a tener sexo real. Primero con mujeres que me resultaron bastante satisfactorias. Sin embargo, sentía que había algo más que la excitación y el orgasmo en que descargaba mi semen dentro o fuera del cuerpo de la mujer o del condón. La tensión sexual cedía y parecía desvanecerse. Un dejo de insatisfacción se asomaba.

De ahí que cuando me junté con mi amigo de la infancia con el que compartimos el haber sido monaguillos a beber una cerveza (en realidad fueron varias) y me contó que había conocido a dos curas que eran definitivamente homosexuales, aunque no pedófilos, me entusiasmó la idea de llegar a conseguir lo que se me había negado antes.

Él ya había estado con los susodichos y había tenido sexo con ambos en un trío que se me antjó ardiente...
Estaba ya muy caliente, así que lo conminé a que concretáramos algo esa misma noche. Mi amigo llamó a uno de ellos y el resultado fue más que satisfactorio; esa noche iban a tener un trío con el hermano que trabajaba en otro convento y que había venido de visita. Cuando supieron que habría dos personas más involucradas, se pusieron muy cachondos y exigieron que nos trasladáramos allá cuanto antes.

Pasamos por una botillería y adquirimos varias botellas de licor, ron, vodka, tequila, whisky, y bebidas cola.

Cuando nos abrieron la puerta del convento, sentimos el suave olor del incienso mezclado con el inconfundible aroma de la cannabis. Mi nivel de calentura empezó a subir. Sentí que una mano se introducía en mi culo y me di vuelta. Cerré los ojos y abría la boca para recibir un beso como nunca había sentido antes. La lengua del cura se desplazaba como un animalillo que intentaba atrapar... Bajé la mano hasta la bragueta del cura y pude palpar algo muy grande. Lo mejor que pude, abrí el cierre y le dejé salir. Ya no pude resistir y me dirigí a mamar esa verga deliciosa que ya dejaba escurrir los primeros líquidos. El cura, extasiado y sorprendido con mi mamada, me sobajeaba el culo y toqueteaba mi rajita con sus dedos ásperos y enormes; eso me pone a mil. Seguí hasta que me cogió la cabeza y me separó de la verga, para decirme que quedaba mucha noche y que no quería empezar tan luego...

En otra parte, un poco oscura, Pascual se besaba con el otro cura y mantenían un juego de manos y caricias que denotaba complicidad y que ya estaban listos para desatar la lujuria en la orgía.

Mi pareja se dirigió a ellos y les dijo que pasáramos a la sacristía donde nos esperaba el hermano. Yo sabía por los rumores que circulaban en el pueblo que se gastaba una enorme verga, comparable con la de un equino y que no eran pocas las mujeres que la habían probado se habían vuelto adictas. Así que el santo varón trabajaba más con su polla que con la azada que le acompañaba en su labor de agricultor.

Nos recibió con una amplia sonrisa y el torso desnudo. Lucía un bronceado magnífico, producto del arduo trabajo que desarrollaba en la finca del convento. Además de agricultor era caballerizo y se corría la voz de que las únicas que soportaban su verga, eran las yeguas que eran propiedad de la iglesia.

El cura que morreaba con mi amigo nos ofreció unas copas llenas del dulce vino de la ofrenda y nos dijo que era para romper el hielo. Por mi parte, con ka mamada y la vista del hermano, ya no tenía hielo que romper. Lo que quería era que me rompieran el orto de una vez por todas...

La chimenea estaba prendida y empezamos a desvestirnos a medida que subía la temperatura del ambiente y la de nuestros cuerpos alentada por las calenturientas mentes que se aprontaban a enfrascarse en la más increíble orgía gay de la historia del pueblo.

Pascual ya había enculado a su pareje que le mamaba la verga al cura que me había abierto la puerta y el morbo. El hermano sacó su verga y empezó a masturbarse lentamente. De morcillona pasó a erguida...Ni corto ni perezoso me fui a rendirle honores con mi boca y tuve que conformarme con lamerla, porque no cabía en mi boca... Pensé en cómo haría para recibirla en el culo...

No tuve que esperar mucho para resolver el enigma. En vistas de que ya estaba lo suficientemente mojada con saliva, el hermano me hizo ponerme en cuatro y apuntó la cabeza de su enorme verga a la abertura de mi culo. Hombre rudo y acostumbrado al pesado trabajo, no tuvo muchos miramientos ni esperó dilatarme, solo quería alojar en mi estrecho culo a esa boa descomunal. Un desgarro antecedió al alarido que salió de mis entrañas heridas. Todo quedó suspendido por un segundo... Con un ronco aullido el hermano caballuno empezó su tarea de follar el primer culo que encontró dispuesto... Y ese para mi fortuna y desdicha fue el mío.

Los detalles y lo que ocurrió después pueden imaginarlo. Llevo una semana dándome baños de asiento y usando parches chinos para detener el sangrado que me ocasionó tan salvaje, pero deliciosa penetración...
Si hay comentarios, continuaré, si no, pasaré a otra de mis historias de homosexual satisfecho y ardiente.



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