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Pagando nuestra deuda…

Relato enviado por : Narrador el 02/02/2013. Lecturas: 15410

etiquetas relato Pagando nuestra deuda…   Infidelidades .
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Resumen
Eso mismo fue lo que me dijo mi esposo, cuando sorprendida lo encontré parado en la puerta, al yo salir del apartamento de nuestro acreedor, y le pregunté ¿Qué estaba haciendo ahí? Eduardo, mi esposo, al terminar de responderme, de inmediato me hizo la misma pregunta. A lo que yo, ni idea tenía, que decirle. Ya que no le iba a decir, que me estaba acostando con Hernán, para que nos diera un mayor plazo.


Relato


Fue Hernán quien a escuchar a mi esposo en la puerta, de inmediato salió a mí rescate, diciéndole a mi esposo. Yo llamé a Elena para decirle, que un conocido mío que tiene una fábrica, que necesita operadoras. Pero como yo ignoraba que Elena ya tiene un empleo, y para colmo es durante en el mismo horario del trabajo de ella, lamentablemente o por suerte no lo puede tomar.

Eduardo se le quedó viendo, y le preguntó algo extrañado a Hernán ¿Como que por suerte, no lo puede tomar? Hernán agarrándolo por el brazo y llevándoselo a parte le dijo en voz baja, que casi yo no alcanzaba a escucharlo. La fábrica es la de Montes, y tú conoces como es ese tipo de aprovechado, y falta de respeto con las mujeres.
Apenas Eduardo escuchó la explicación de Hernán, se quedó de lo más tranquilo, sin sospechar que minutos antes, Hernán y yo nos estuvimos revolcábamos en su sofá.

Hernán lo invitó a pasar y de inmediato, Eduardo sacó un gran fajo de dinero diciéndole, orgullosamente. Aquí tienes todo lo que te debemos, incluyendo los intereses hasta el día de hoy. Hernán ni tan siquiera contó el gran fajo de billetes, fue a su cuarto, y al regresar nos entregó las letras que le habíamos firmado, por el préstamo que nos había dado.

Yo mientras tanto yo estaba sorprendida, ya que Eduardo en ningún momento me comentó que ya habíamos alcanzado a reunir ese dinero, le pregunté ¿De dónde lo había sacado? Mostrándome un recibo de la lotería me dijo, nos pegamos el primer premio, mi amor, así que adiós, a trabajar de mesero todas las noches, después de salir de la oficina, y también adiós a seguir siendo guardia de seguridad durante las madrugadas. Eso en gran medida salvó nuestro matrimonio, porque yo para serles franca, ya estaba pensando en pedirle el divorcio a Eduardo. No por lo de la deuda, realmente. Sino más bien por la poca o ninguna atención que me prestaba, desde que comenzó a trabajar en esos otros dos empleos.

Lo que en gran medida contribuyó, a que pasara lo que pasó entre Hernán y yo. No quiero que piensen que digo eso, para disculpar mi infidelidad, pero en principio realmente mi idea era la de hablar con Hernán, para conseguir que nos diera una mayores facilidades de pago, sin recargarnos los intereses. Ya que tras mucho pensarlo, sin decírselo a Eduardo tomé la decisión de hablar con Hernán, única y exclusivamente con esa idea.

Así que me tomé e atrevimiento de irlo a ver a su apartamento, sin llamarlo por teléfono, ya que pensé que de hablarle frente a frente, tendría mayores oportunidades, de que no me fuera a decir que no. Así que antes de salir de la oficina, me arreglé lo mejor que pude, y de esa manera me presenté en su apartamento.

Tras tocar el timbre a los pocos segundos, Hernán abrió la puerta, se encontraba completamente mojado, con una corta toalla alrededor de su cintura, por lo visto y recién terminaba de salir de la ducha. Al verme, de inmediato se disculpó conmigo, por abrirme la puerta en esas condiciones, pero según él, pensó que se trataba del encargado del edificio, que le había dicho, que más tarde le subía un paquete, que le había dejado el cartero. Yo un poco avergonzada, le dije que no se preocupase, que sí lo prefería, yo podía esperar a que él se vistiera.

Pero Hernán insistió en que yo entrase. Ya dentro no podía quitarle los ojos de encima, ya que el amigo de mi esposo, por lo que yo podía ver, definitivamente cuidaba muy bien su cuerpo. Seguramente hacía ejercicios, mantenía una buena dieta, y además quizás bebía muy poco alcohol. Sumado a eso, justo cuando así y todo lo mojado que se encontraba, cuando me dijo que se iba a poner su ropa, yo le dije que lo mío realmente era cosa de poco tiempo. Que por mí no se molestase en vestirse de inmediato, pero en cambio, si por favor me escuchaba primero, se lo iba agradecer mucho.

De inmediato, a pedido de Hernán, tomé asiento en una de las poltronas de la sala, mientras que él tomó asiento, justo frente a mí en un gran sofá rojo. Y cuando me preguntó, ¿qué era lo que me había traído? De inmediato le dije, que era para solicitarle que si podía extendernos los plazos de pagos, pero sin aumentar los interese. En esos momentos en que yo le decía eso, Hernán como que se le olvidó que no cargaba pantalones, y cruzó una de sus piernas sobre la otra, dejando un gran espacio sin ser cubierto plenamente por la pequeña toalla que llevaba en la cintura.

Por lo que sin dificultad alguna pude ver sin mucho esfuerzo, gran parte de su miembro y testículos. Pero a pesar de encontrarse en completo estado de reposo, desde mi punto de vista, me dio la impresión que aun y así debía ser mucho más grande, largo y grueso que el de mi esposo Eduardo. Aunque yo procuré en todo momento mantener mi vista fija en su rostro, inevitablemente terminaba fijando la atención de mis ojos en su cosa.
Hernán tras escucharme atentamente, y bajando su pierna, me dijo.

La verdad es que ustedes son buena paga, y en cosas como esas realmente si los puedo ayudar. Pero a medida que él fue bajando su pierna, yo creo que no tan solo mi vista, sino que mi rostro también fueron descendiendo, hasta que la pequeña toalla impidió que siguiera fijándome en su miembro. Hernán se debió dar cuenta de eso, pero se hizo en parte el desentendido, pero al ponerse de pie, para despedirse y acompañarme a la puerta, la pequeña toalla que tenía ajustada a su cintura, se quedó pillada entre los cojines del sofá rojo, y al terminar de ponerse de pie, se encontraba completamente desnudo.

De inmediato al tiempo que torpemente trataba de soltar la toalla, de entre los cojines, más tiempo permanecía desnudo ante mis ojos. Hasta que finalmente, mientras me pedía todas las disculpas habidas y por haber, por lo sucedido. Yo me le acerqué y en señal de agradecimiento, le di un beso en la mejilla, para de inmediato, comentarle. No te mortifiques Hernán, ten por seguro, que no eres el primer hombre desnudo que veo a parte de mi esposo, y si Dios quiere, espero que tampoco seas el último. Además si me lo permites decir, tienes un muy buen y lindo cuerpo.

Hernán se sonrió, y justo al dar el primer paso para acompañarme a la puerta, la pequeña toalla nuevamente se volvió a desprender de su cintura, quedando de nuevo completamente desnudo ante mí y a una distancia, menor de unos veinte o veinticinco centímetros. Quizás fue la poca o ninguna atención que Eduardo mi esposo últimamente me prestaba, y que ya llevaba un buen tiempo, soñando despierta con tener relaciones.

Que al darme cuenta nuevamente que Hernán se encontraba completamente desnudo frente a mí, viéndolo fijamente a sus oscuros ojos marrones, de momento sin pensarlo realmente se me ocurrió decirle y preguntarle. Bueno te gradezco mucho el favor que nos haces, pero ahora dime ¿Cómo quisieras que te agradezca el haberme escuchado? Hernán se me quedó viendo, con cierta malicia en sus ojos, y me dijo. Realmente no es necesario que me lo agradezca de forma alguna, pero si tú insistes en mostrarme tu agradecimiento, escoge tú la manera de hacérmelo.

Lo primero que hice en ese instante fue bajar la vista, y quedarme viendo por un corto momento, su miembro que ya había comenzado a ponerse erecto, sin necesidad de agarrárselo él mismo, al ver su miembro, como cosa extremadamente rara, de golpe me provocó ponerme a mamárselo. Por lo que, solté mi cartera, dejándola sobre la butaca que se encontraba tras de mí, y de inmediato, al tiempo que fui recogiendo la corta y ajustada falda que estaba usando ese día, me comencé a agachar, hasta que su miembro quedó frente a mi boca.

Aunque a mi esposo jamás le he mamado su miembro, a pesar del sin número de veces que me lo ha pedido, al tener el miembro de Hernán a tan pocos centímetros de mi boca, suavemente y sin prisa, levanté mi mano derecha, y con ella agarré su verga, la que tras manosearla ligeramente, ya se encontraba completamente erecta.
Sin perder tiempo, mi lengua comencé a pasarla de forma suave y muy lentamente sobre su colorado glande.

En mi vida había hecho algo semejante a ningún hombre, pero en esos instantes, simplemente me dejé llevar, y al poco rato de estar lamiendo detenidamente el glande de Hernán, continué pasando suavemente, mi lengua a lo largo de todo su grueso y venoso tallo, así como también por gran parte de sus testículos.
En cierto momento al levantar mis ojos, y ver su rostro, me di cuenta de que él estaba disfrutando mucho lo que yo le estaba haciendo con mi lengua y labios a su miembro, por lo que decidí seguir avanzando un poco más, introduciendo su verga dentro de mi boca, al principio me limité a chupar y mamar su glande, pero a medida que lo iba haciendo, su verga iba penetrando más y más adentro de mi boca.

Aunque la posición en que al principio me encontraba, era algo incomoda, me las arreglé para poco a poco irme sentando, entre las piernas de él. Sin mucho esfuerzo de su parte, su miembro entraba y salía de entre mis labios, una y otra vez. Al tiempo que tras yo misma quitarme las pantis que tenía puestas, separé mis piernas lo más que pude, y ante sus ojos comencé a darme dedo sobre mi inflamado y sensible clítoris.
Así que a medida que le mamaba la verga a Hernán, yo misma me autosatisfacía deliciosamente, sin vergüenza alguna, como si fuera algo que a diario estuviera acostumbrada hacer.

Hasta que Hernán colocó sus manos sobre mi cabello, pero en lugar de acelerar sus movimientos, retiró su parada y caliente verga de mi boca, y rápidamente agarrándome por debajo de mis brazos, me levantó del piso, y me recostó sobre el sofá rojo, en el que él previamente había estado sentado.

El tener de pie frente a mí a Hernán completamente desnudo con su erecto miembro, sujetado entre una de sus manos, mientras que yo con mis piernas bien abiertas, y mi falda recogida sobre mi cintura, y sin pantis.

Deseaba intensamente que me penetrase, poco a poco él se fue reclinando sobre mi cuerpo, y fui sintiendo como sabrosamente ese grueso, largo y bien grande pedazo de carne, se iba abriendo paso dentro de mi vulva.
Una vez que sentí todo su miembro dentro de mí, con mis propias piernas y brazos, me sujeté con fuerza a su cuerpo, al mismo tiempo que comencé a menear mis caderas con una furia salvaje increíble. Yo sabría de sobra, que le estaba siendo infiel a mi esposo, y lejos de sentirme mal en algún momento por eso, lo mejor de todo era que yo lo estaba disfrutando tanto, o más como la misma relación sexual que mantenía con Hernán.

El sentir sus gruesas y firmes manos acariciando mis nalgas, sujetándome con fuerza, por mis caderas y cintura, contra su cuerpo era algo que nunca ni tan siquiera soñé en mi vida que lo iba a disfrutar tanto. El placer que sentía cada vez que la gruesa verga de Hernán penetraba más y más dentro de mí, hizo en mí estallar una serie de múltiples orgasmos como nunca antes los había disfrutado.

Mientras que manera arrebatada, Hernán en cierto momento desabotonó, y no sé cómo lo hizo, toda mi blusa, dejando al alcance de sus manos mis tetas, las que sabrosamente, luego de bajarme el sostén, se dedicó a chupar y mordisquear mis aureolas y pezones. Arrancándome profundos y largos gritos, gemidos y hasta lágrimas del placer que tan hábilmente me provocó.

Pero como todo lo bueno finalmente se termina, tanto él como yo disfrutamos de un éxtasis increíblemente salvaje. Fue tan y tan ardiente nuestro encuentro, que ambos quedamos sumamente agotados, y por un buen rato él se manutuvo sobre mí en el sofá. Cuando finalmente nos levantamos, yo de inmediato entré al baño y me dediqué a lavar mi coño, expulsando todo su semen, mientras que Hernán se daba una refrescante ducha. Cuando él terminó, yo permanecía sentada en el bidet, refrescándome un poco. Hernán se quedó viendo, como yo aún permanecía sentada, con mis piernas bien abiertas, dirigiendo el refrescante chorro de agua a mi caliente coño.

Fue entonces cuando sin decirme nada, tan desnudo y mojado como salió de la ducha, se arrodilló frente a mí, y colocando sus manos sobre mis rodillas, mantuvo mis piernas separadas, y dirigió su boca a mi mojado y ya limpio coño. En cosa de segundos, Hernán se dedicó a mamar mi coño divinamente, introducía sabrosamente su lengua presionándola de manera repetida contra mi clítoris una y otra vez, a tal grado que en cosa de pocos minutos hizo que yo disfrutase nuevamente de otro delicioso y placentero orgasmo.

Apenas retiró su cara de mi coño, Hernán se lavó su cara y enjuagó la boca en el lavamanos, mientras que yo permanecí sentada en el bidet, recuperando todas mis fuerzas, me sentía como si él con su boca hubiera absorbido todas mis fuerzas. Después de eso al rato fue que me pude levantar de bidet, y comenzar arreglar mi ropa, ajustarme la falda, cerrar mi blusa, y peinar todo cabello. Lo único que me faltaba eran mis pantis, que en el desespero de nuestra relación, ni idea tenía yo a donde fueron a parar.

Al salir del baño, ya él se encontraba vestido, nos dinos un suave beso, y tras despedirme, me dirigí a la puerta de su apartamento, fue cuando al abrirla, me encontré de frente con Eduardo mi esposo, el resto se los mencioné al principio. Lo único que no les dije fue, que finalmente encontré mis pantis, estaban entre el sofá y un revistero, a penas y me dio tiempo de darles con la punta del zapato, y esconderlas completamente, bajo el sofá rojo de Hernán.

Eventualmente en otra ocasión pasé a buscarlas, y tan solo les diré que mientras que yo ese día me encontraba con mi cara pegada sobre la alfombra, revisando bajo el sofá, Hernán divinamente se dedicó a ir enterrando por mi apretado culito su tremenda verga. Cosa que ni tan siquiera mi esposo, ha tratado de hacerme, porque sabe que no se lo permitiría, pero en el caso de Hernán, es otra cosa, ya que al mismo tiempo, me ha dado una buena agarrada por el coño. Pero eso si puedo se los cuento en otra ocasión….

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Comentarios enviados para este relato
Monica Beu Ribe (9 de February de 2013 a las 06:07) dice: Vaya que estupendo relato. Me deja completamente extasiada y lista para aplicarme a lo mio. Besos y gracias por escribir asi.

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:29) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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