Todo empezó al segundo día de estar solas y aisladas de nuestros afectos, recuerdo que estábamos en la playa, Pam explotaba sus atributos con una pequeñísima cola less en animal print que dejaba sus impresionantes nalgas al desnudo mientras yo me mantenía fiel al color rojo, usaba una tan pequeña como la de ella, solo que para ser honesta no me quedaba como a ella le quedaba.
Relato
PAMELA
Cuando mi marido me exigió dejar de frecuentar a mi amiga de la adolescencia fue un golpe muy duro de digerir para mí, es que él nunca soportó su condición de bisexualidad y darme a elegir entre ella y el fue ponerme entre la espada y la pared.
Pasados a mis treinta años hoy la recuerdo y la extraño, me siento en deuda con ella, más aún porque mi esposo no sabe una parte de nuestra historia…
Apenas habíamos pasado los veinte años, salíamos de la adolescencia y queríamos conquistar el mundo, todos me conocen como la colo, porque uso el cabello súper cortito y teñido de un rojo furioso, de ojos celeste y piel blanca, petisa, un metro cincuenta y cinco de estatura, linda cola, lindas piernas, pero lo mejor es que la naturaleza me dotó con dos pechos enormes por el cual suspiran los hombres, al punto de no conseguir sostenes para las mismas y que me trajera dolores de columna en más de una oportunidad. Por el otro lado, Pamela es una chica hermosa, de cabellos rubios y grandes ojos verdes y más de un metro setenta de estatura, sus pechos son pequeños pero a ella la naturaleza la bendijo con un trasero fuera de serie, de esos de películas pornográficas.
Nosotras nos habíamos conocido en los estudios secundarios y rápidamente nos hicimos amigas y confidentes, nos gustaba fotografiarnos en poses provocativas explotando nuestros atributos.
En un momento, nuestras vidas iban a separarse irremediablemente por esas cosas de la vida, así que decidimos hacer un viaje juntas, solo nosotras dos, la idea era divertirnos, pasarla bien y disfrutar de todos los hombres que fuera posible.
Así fue que Pam y la colo viajaban solas a un lugar paradisíaco de centro América, un lugar que parecía sacado de las películas, con arena fina y blanca, con palmeras llegando a la playa y agua transparente y cálida.
Hasta ese momento solo machos habían pasado por nuestras vidas y nunca imaginé como terminaría ese viaje…
Todo empezó al segundo día de estar solas y aisladas de nuestros afectos, recuerdo que estábamos en la playa, Pam explotaba sus atributos con una pequeñísima cola less en animal print que dejaba sus impresionantes nalgas al desnudo mientras yo me mantenía fiel al color rojo, usaba una tan pequeña como la de ella, solo que para ser honesta no me quedaba como a ella le quedaba.
Por la tarde, el sol quemaba demasiado, así que fui a refrescarme a una ducha playera, a metros de donde estábamos. El agua refrescante corría por mi piel, y ahí empezó todo, el sostén me apretaba demasiado y mis pechos estaban molestos en ellos, tuve una loca idea, por qué no hacer topless? algo que nunca haría en Argentina y si no lo hacía ahora tal vez no lo hiciera nunca.
Fue así que liberé mis pechos y me sentí prácticamente desnuda en el Caribe.
Descubrí a Pamela mirándome fijamente, sus ojos no escapaban de mis pechos, al punto que llegó a incomodarme
- Hey! Que pasa? te gustan?
Pero ella no contestó, manteniendo un gesto adusto siguió tomando sol. La tarde terminó así, entre zambullidas y tragos perdí el rubor por haber desnudado mis pechos, sintiéndome libre.
Volvimos al hotel, Pam estaba callada, como encerrada en sus pensamientos, trataba sin éxito de entablar cualquier conversación pero solo respondía con monosílabos cortantes.
Ya en el cuarto ella fue a tomar una ducha, salió envuelta en una toalla y luego fui yo. Mi sorpresa fue salir y verla completamente desnuda sobre la cama, mirándome fijamente me dijo:
- Vení colo, sentate acá
Me sentía rara y nerviosa, no sabía que juego me proponía, pero haciéndole caso me senté al borde de la cama, dándole la espalda.
Un escalofrío corrió por mi cuerpo cuando sentí su aliento en mi nuca y comenzó a darme pequeños besos, sus brazos me rodearon y sus manos acariciaron mi vientre, el contacto de piel de mujer a mujer me estremeció, me descolocó, Pam comenzó a rozar sus pechos en mi espalda, a la vez que ahora recorría los míos con las yemas de sus dedos, suave, dulce, pero sin tocar mis pezones. Los pequeños besos que me daba con sus gruesos labios me estremecía, una de sus manos bajó hasta mi pubis depilado para apenas acariciarlo.
Mi respiración se fue haciendo lenta, pausada, inspiraba demasiado aire, no sé por qué no la detuve, solo cerré mis ojos y la dejé hacer, sentí mi vagina mojarse, no podía creerlo, torció hacia atrás mi cara con la otra mano, pronto sus suaves labios fueron cambiando de lugar, pasaron por mi mejilla, estaba sonrojada, llegaron a la comisura de mis labios, saqué mi lengua buscando la suya, pronto se encontraron, giré sobre mi misma para enfrentarla, nuestras miradas se cruzaron, el silencio inundaba el cuarto, sobraban las palabras, no me pregunten por qué, fue por instinto, fue por reflejo, me abalancé sobre ella haciéndola poner de espaldas, fundiéndonos en un mar de besos y caricias, mis pechos se pegaron a los de ella, piel contra piel, mama contra mama, pezón contra pezón, jugamos como niñas, perdidas, entregadas a la lujuria.
Pamela siempre había admirado mis pechos, me había confesado su sana envidia por ellos, avancé unos centímetros de manera que quedaran al alcance de su boca, comenzó a lamerlos, mientras balbuceaba
- Colo, que hermosas tetas que tenés, son gloriosas….
Pero sus palabras eran acalladas cuando yo presionaba mi cuerpo sobre ella, haciendo que su rostro literalmente se perdiera entre ellas, al punto de asfixiarla, pero ella las degustaba como si fueran un sabroso postre, una, la otra, sentía sus aliento en mis pezones, la puntita de su lengua jugaba con ellos y la electricidad corría hasta mi clítoris, Pamela daba sin pedir nada a cambio, sus manos habían llegado a mis glúteos y mas allá también, introduciendo un par de dedos en mi vagina que a esa altura chorreaba jugos de amor, crucé mis piernas entre las de ella haciendo que mi pubis y el suyo quedaran pegados, como dos gatas en celo empezamos a gemir, las paredes del cuarto eran testigo de lo que pasaba, estaba locamente perdida por esa situación jamás sospechada por mí, confundida, impotente, entregada a los brazos de otra mujer…
Pamela entonces fue al costado de la cama y trajo consigo un vibrador de importantes dimensiones que tenía oculto hasta ese momento, me hizo poner en cuatro patas, se colocó detrás de mí y lentamente lo fue introduciendo en mi vagina, vibrando bien lento, bien despacio, pareció como si mi argolla se hubiera colmado de golpe con miles de inquietas hormigas, el juguete me fue llenando de a poco hasta colmar mi capacidad, me tocaba los pechos y gemía de placer, mi amiga comenzó a moverlo en mi interior, sacando y empujando una y otra vez, me hacía gritar, su lengua se había centrado en mi ano, con su dulzura característica me lo bordeaba en círculos desde afuera hacia adentro, llegando al centro y empujando una y otra vez, mi anillo marrón que tantas vergas se había comido cedía lentamente ante los avances persistentes de mi amiga, Pam era una puta que me estaba enloqueciendo, lo suficientemente lento para cocinarme a fuego lento, mi sexo ardía, la deseaba en mi culo, en mis tetas, en mi concha, en mi boca…
A la fuerza la hice detener, me acosté boca a arriba y le ordené:
Mientras decía esto abría bien mis piernas, mi concha totalmente depilada se abrió ante ella, caliente y jugosa, mis pechos se elevaban como dos enormes montañas atrayendo la mirada de mi amiga, ella sin dudar enterró su cabeza entre mis piernas y la sentí recorrer mis labios, mi hueco, mi pubis hasta centrarse en mi botoncito de amor, jugó con él en círculos, desde arriba, desde abajo, suave, enérgico, empezó a darle continuidad el movimiento, volvió a enterrar el enorme juguete en mi concha, ahora con la furia de una tormenta, la locura nos devoraba, tomé su cabeza con ambas manos y la presioné en lo profundo de mi sexo, jadeaba, mi orgasmo llegaba, me contraía toda, cerré los ojos mordiéndome los labios….
- Si! puta!!! ayyyy!!! ayyyy!!! Te gusta mi conchita? chupá!!! ayyyy!!!
Así tuve mi primer orgasmo en labios de otra mujer, fue interminable, y uno nuevo llegaba cuando el anterior no había terminado, y otro y otro más, me faltaba la respiración y comencé a sentirme mareada, la obligué a despegarse de mi…
Pam vino a mi lado, mientras yo recuperaba el aliento ella lamía dulcemente mis tetas, con la paz del principio, había sacado el enorme consolador de mi concha y ahora lo tenía en la de ella, gozando en silencio…
- Qué queres que haga? Como queres que te complazca?
Pamela fue nuevamente al costado de la cama, entendí que previamente había preparado todo, tomó un arnés con una enorme poronga de juguete, temerosamente ancha y regordeta, me invitó a calzármela para que se la pusiera toda.
Se puso entonces en cuatro patas, con una mano empujaba el juguete que yo había disfrutado unos hacía unos instantes, en lo profundo de su argolla, con la otra untaba su esfínter con un gel lubricante
- Amiga, quiero que me lo des por el culo…
Solo pidió eso, yo sabía que ella tenía una perversa inclinación al sexo anal, nunca me lo había ocultado, así que me coloque a su espalda como un macho lo hubiera hecho, su esfínter mostraba signos de maltratos anteriores, todo roto y desfigurado se habría ante mis ojos, apoyé en él la punta de mi juguete a pesar de tener más de cinco centímetros de diámetro, su ano ofreció poca resistencia, un par de intentos bastaron para que se introdujera casi por completo.
Raramente sentí una rara satisfacción ocupando el lugar masculino tras mi amiga, la tomé por su pequeña cintura y sus perfectos glúteos estuvieron ante mis ojos, comencé a dársela por el culo con fuerza mientras ella jugaba en el otro agujero y se masturbaba, Pamela gritaba sin parar, yo gozaba con su placer, ella se retorcía y gozaba como perra, apenas balbuceaba:
- Dale amiga, dale, ayyy!!! rompeme todo … ayy!!!! Ayyy!!! todo el culo… ayyy!!!
A sus sonidos dentro del cuarto solo se sumaba el del consolador vibrando en su concha, sentí mojarme nuevamente con la situación, explotó en miles de orgasmos…
Habíamos terminado, saqué el enorme aparato de su trasero, no dejó de llamarme la atención el enorme tamaño del cráter que le había dejado, me excitó vérselo así abierto, y otro tanto quedaba abierta su concha luego que ella retirara al intruso de turno. No hubo palabras entre nosotras, nos recostamos de lado, frente a frente, nos dábamos dulces caricias en nuestros cabellos mientras nuestras miradas se cruzaban, fijas, una contra otra, los ojos de Pamela eran un mar de tranquilidad en los cuales me veía reflejada, no quería abandonarlos, ella me hizo colocar boca arriba para luego perder su cabeza entre mis pechos, para acariciarlos hasta que ambas nos quedamos dormidas.
Nunca hablamos del tema, no hubo planteos, ni futuros, ni nada, solo diré que en ese encuentro no planeado nació un desenfreno de pasión y locura que nos arrastró durante los días que siguieron, en una actitud lésbica en las que nos matamos de placer en cada rincón que nos fue posible, al punto de olvidarnos de los hombres que habíamos ido buscar…
A nuestro regreso las cosas volvieron a la normalidad, en realidad a la normalidad del común de la gente, tiempo después la vida nos llevaría por distintos caminos, lo último que supe es que Pam había entrado a trabajar en una estación de servicios donde usaba unas calzas blancas que marcaban sus atributos y enloquecía a los hombres, yo seguí mi vida, como verán, mi marido no sabe toda mi historia….
Si eres mayor de edad me gustaría saber tu opinión sobre este relato, escríbeme con título ‘PAMELA’ a dulces.placeres@live.com
Ese viernes fue el mejor de todos, porque desde entonces nunca me separo de mi amiga Lorena Con la que mas de una vez, y desde entonces nos hemos enloquecido de placer juntas!!!!
Relato erótico enviado por Anonymous el 07 de February de 2009 a las 22:46:05 - Relato porno leído 304524 veces
Mi nombre es Antonia, pero mis amigas me llaman tan solo Ant, cuando llegué a casa de Valeria mi amiga, me encontraba llorosa, triste y bien deprimida ya que me novio, momentos antes, sin más ni más, me dijo que terminaba conmigo, y que no lo buscase más. No me dio razones, y simplemente se montó en su motora y se marchó. Dejándome toda confundida y sin saber qué hacer, fue que me di cuenta que me encontraba cerca de la casa de Valeria, y me llegué hasta su casa, buscando consuelo, pero al tocar la puerta, salió su madre la señora Estela, únicamente cubierta con una pequeña toalla de baño alrededor de su cuerpo, pero nada más al verme, sonriendo me dijo, que Valeria había salido con su padre y regresaba a la noche. Fue cuando sintiéndome más sola y abandonada, estallé en llanto, Estela al verme en esas condiciones, de inmediato me hizo entrar a su casa.
Relato erótico enviado por Narrador el 24 de October de 2009 a las 11:09:24 - Relato porno leído 127159 veces
Acariciándonos nuestras piernas hasta que ya estábamos lo suficiente calientes nos quitamos nuestros calzones y comenzamos a mamarnos nuestras vaginas y a besarnos.
Relato erótico enviado por Anonymous el 22 de July de 2009 a las 23:49:21 - Relato porno leído 110301 veces