el tipo es un viejo, un poco mas bajito que yo, calvo, canoso y regordete su aroma a perfume barato me llena la nariz
Relato
Es un día como cualquier otro de verano, con una tormenta casi a punto de caer, salgo del gym con una de mis amigas, quizá me recuerden por un relato anterior, me llamo Paola y después de saber que mi marido es gay y que me perdió en una apuesta trato de rehacer mi vida de la mejor manera posible, es miércoles y para colmo de males el auto de mi amiga tiene una falla, como tengo un compromiso precisamente con mi marido mi amiga me aconseja que tome el metro o un taxi ya que el me va a esperar en una estación, pero como el tráfico esta espantoso decido tomar el metro, es la primera vez que subo a este transporte asi que desconozco que hacer, preguntando llego a la estación, bajo las escaleras, compro el boleto y por fin llego al anden y espero.
Mientras espero, veo como poco a poco va llegado más y más gente y al notarlo me pongo hasta el enfrente para entrar primero o al menos ganar un lugar, pero mi intento fue en vano ya que cuando llegó el tren y se detuvo fue solo cuestión de segundos para que se desatara el caos, personas entrando y saliendo por todas partes y como no se que hacer la gente me empuja casi cargándome quedando de espadas en el cristal de la puerta, la gente sigue empujando tratando de entrar y un señor azota las palmas de sus manos en el cristal de la puerta haciendo muchos esfuerzos por no aplastar su cuerpo contra el mío quedando casi cara a cara con el.
Me encuentro completamente apanicada sin saber que hacer, no me puedo mover hacia ningún lado las manos del señor me lo impiden y aunque quisiera hacia donde me muevo?, al fin la gente se acomoda como puede y el metro empieza a avanzar lentamente, el tipo es un viejo, un poco mas bajito que yo, calvo, canoso y regordete su aroma a perfume barato me llena la nariz entonces es cuando noto que no quita la vista de mi escote y no es el único, varios machos miran de reojo de vez en vez hacia mi joven y firme busto, hasta este momento recuerdo que voy solo con mis leggins deportivos que marcan perfectamente cada curva de mi cuerpo por delante y por detrás, mis tenis y un top deportivo que hace conjunto con los leggins, mi cuerpo es menudito pero con medidas casi perfectas, además mis pezones son unos traidores, al primer contacto con algo se erectan por completo y hoy no seria la excepción, imposibilitada para ocultarlos decido intentar hacerme a un lado en la siguiente estación ya que bajó un poco de gente, sin embargo una nueva vorágine de personas entra y el señor ahora ya no resiste, sus manos se doblan y coloca sus codos para impedir aplastarme pero no impide que su cuerpo se embarre en el mío, su panza se restriega en mi estómago quiero aventarlo o reclamarle pero con el movimiento del vagón comienzo a sentirme estimulada, después de casi tres meses sin tener sexo mi cuerpo y mi lívido comienza a ceder ante lo inusual de la situación, no me muevo quiero saber hasta donde llega el anciano, me mira como disculpándose por lo que sucede y yo lo tranquilizo brindándole una sonrisita, pasa una estación mas y en la tercera noto que con mas confianza empieza a relajar su cuerpo en el mío y algo duro empieza a rosar mi entrepierna, y cada vez crece mas hasta el punto que parece que quiere romper la tela del pantalón y de mis leggins y llegar a su objetivo, el movimiento del vagón hace que empecemos a friccionarnos hasta tal punto que casi lo tengo atrapado en mi entrepierna, ha de estar bien dotado el viejito, me digo a mi misma, deduciéndolo por el tamaño de su barriga y aun así lo tengo llegando casi a la mitad de mi cuerpo por entre mis muslos, pero no todo lo bueno dura, en la siguiente estación el vagón casi se vació y el se apartó de forma brusca como asustado, saliendo del tren perdiéndose entre la gente.
Tomándolo de la mejor forma posible dejo pasar el hecho y me dispongo a salir para ver a mi marido, un torrencial aguacero esta a la salida, mi marido me sugiere que regresemos a su oficina por su auto, temblorosa y con frio no me queda mas que aceptar, como es la terminal de nuevo subir es un triunfo, quedo atrapada en el ultimo rincon del vagón, no hay asiento por lo que me sujeto del único pasamanos que hay una señora esta frente a mi con varias cajas de cartón largas donde me apoyo para ir un poco más cómoda, empiezo a frotarme los brazos como puedo para darme calor cuando noto que a unos metros esta el señor con el que venia anteriormente, con su impermeable de plástico, igual y por la tormenta decidió regresarse me imagino, dejo de temblar ya que su mirada se cruza con la mía, como puede y por su edad logra abrirse paso hasta donde estoy, no digo nada instintivamente y llena de morbo y con mi lívido a tope me volteo de espaldas haciendo un hueco entre las cajas y yo donde el logra acomodarse, en realidad quería sentirlo detrás de mi, rodeados por la multitud el solo atina a estar detrás de mi sin ir más allá, el tren esta detenido, levanto un poco la cadera para incentivarlo y nada, de repente las luces se apagan por un momento lo que el aprovecha para restregarse en mi, el se disculpa yo volteo el cuello para verlo levantando un poco mas mi cadera aceptando el rose, el hace el amago de retirarse pero yo saco otro poco mi colita de manera que no se pierda el contacto. El se dio cuenta de que había complicidad, y se quedo quieto manteniendo el contacto. aún así no iba a mas, la gente volteaba de vez en vez a mirarnos, como que algo andaba mal para ellos y con el tren detenido se prestaba para que nos estuvieran morboseando igual, sin embargo estaba sucediendo algo inesperado, mi marido empezó a acercarse, el viejo se quiso apartar pero yo lo detuve apretándolo con mi cuerpo hacia las cajas, en realidad no esperaba que mi esposo reaccionara como lo estaba haciendo, el es alto y fornido y colocándose de frente a nosotros extendió los brazos tomándose de los tubos superiores del vagón y tapándonos con su gabardina como protegiéndose de la gente que empezaba a empujarse porque el tren estaba poniéndose en marcha, el anciano confundido me miró a lo que yo volteando el cuello tomé su mano y la coloqué en mi cintura, quitando el hule del impermeable me atrajo hacia el dejando su pene en medio de mi colita, sintiendo como va creciendo y haciéndose duro poco a poco, baja su arrugada mano y la posa en mi cadera, dejándola ahí un momento, al ver que no digo nada la desliza hacia abajo recorriendo con su palma mi nalga, quiere bajarme el leggin, lo sujeto con una mano y deja de insistir, mi marido no nos quitaba el ojo me mira y me sonríe, me volteo de frente al viejo levanto los dos brazos sujetándome a la barra superior, el hombre no quita los ojos de mis pechos, con el apretón de cuerpos mis tetas están aplastadas y amenazan con asomarse por el escote, de hecho la aureola de mis pezones asoman un poco.
EL reacciona, toma mi mano derecha y la coloca directamente encima de su paquete.
Yo lo aprieto noto como crece en mi mano a través del pantalón, tembloroso abre su cremallera toma mi mano de nuevo y la encamina a su interior. agarro el tronco de su pene, siento la excitación del viejo en su respiración, empiezo a darle apretones masturbándolo con disimulo... se acerca abrazándome jadeando en mi oreja calentándome muchísimo! con ese deseo de agacharme y metérmela en la boca, no puedo mas, cobijada de los mirones a la sombra de mi esposo y con un vendedor ambulante con su sonido a todo volumen aprieto su enorme verga y lo empiezo a besar de la forma como una mujer besa a su hombre, masturbándolo con frenesí, sintiendo como sus deliciosos chorros de semen salen disparados a mis leggins uno tras otro palpitando en mi manita.....
Ya vamos a llegar amor, me dice mi esposo, asi que nos separamos amorosamente, acomodo mis leggins y el sus pantalones y su impermeable.....
Una quinceañera caliente, logra lo que tanto ansía: descubrir que el sexo va mas allá de meterse tímidamente un dedito. Su portero le dará una dulce lección.
Relato erótico enviado por euterpe el 11 de October de 2004 a las 10:03:00 - Relato porno leído 196069 veces