Después de varios embarazos, y de mi sedentario trabajo de oficina, un día mientras mi esposo Eusebio, me tenía tendida en nuestra cama, completamente desnuda, y con mis piernas bien abiertas, penetrándome de manera brusca con su miembro. Cuando me dijo en un tono de voz, que me sonó algo burlón de su parte. Mi gordita sabrosa, eso como que bastó para que me diera cuenta de que, yo tenía unos cuantos kilos de más. Y de que además, ya Eusebio y yo no manteníamos tantas relaciones, como antes. Por lo que haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad, comencé una dieta para perder peso…
Relato
La verdad es que la dieta era bien simple, alimentarme básicamente no tan solo de productos vegetarianos, sino que en la medida que puedo los consumo crudos. Pero aun, y así aunque había perdido no tan solo algo de peso, sino que también de tallas, seguí estando aun un poco gordita. Pero por su parte, mi marido como que volvió a interesarse más en mí, ya que si me descuidaba, hasta en el medio de la sala, era capaz de hacer que llegásemos a tener sexo. Por lo que siguiendo el consejo de varias amigas, me inscribí en un gimnasio, para hacer ejercicios, y quemar un mayor número de calorías.
Ya como a las dos semanas, comencé nuevamente a ver los resultados, mientras más ejercicios realizaba, más sudaba, y más peso perdía. Ya llevaba como tres meses asistiendo regularmente al gimnasio, y mi esposo aprovechando cualquier momento para llevarme a la cama, cuando me di cuenta de que de momento había dejado de perder peso, por más ejercicios que hiciera.
Lo que realmente más me frustro, fue que además conmigo asiste una amiga mía, que más o menos, tenía el mismo problema mío. Solo que en el caso de ella, a diferencia mía, continuó bajando de peso. Lo que me llamó la atención, ya que manteníamos la misma rutina.
Así que estando en las duchas, le pregunté qué otras cosas estaba haciendo aparte de la dieta, y los ejercicios. Fue cuando Mariana, de manera bien sería me comentó, te lo diré, pero júrame y prométeme, que no se lo dirás a nadie. Yo desde luego le respondí que sí, que no se preocupase, que no se lo diría a nadie. De momento se puso roja como un tomate, y me dijo. Me estoy acostando, con la mayor cantidad de hombres que puedo.
Yo la verdad, al principio no le podía creer. Pero cuando continuó diciéndome, el sin número de calorías que ella quemaba cada vez que tenía sexo, y que le gustaba más hacer eso que el estar levantando pesas, como que le vi sentido a sus palabras, aunque pensado, que yo que nunca llegaría a tales extremos. Así que mientras nos duchábamos me comentó además, que la gran mayoría de los chicos que asisten al gimnasio, nada más basta con ponerle atención a la más mínima insinuación que le hacían para que ellos, tomasen la iniciativa.
Lo cierto es que no podía creer lo que mi amiga me decía, hasta que lo vi con mis propios ojos, cuando ella al siguiente día, mientras hacía un ejercicio con una barra de pesas, vi como tras de ella se colocó un chico, y de manera como si la estuviera ayudando, rozó las nalgas de mi amiga, con su miembro. Ella volteó a verlo, se dijeron algo, y de inmediato vi como ambos muy sonreídos, se dirigían a los vestidores. Yo que por naturaleza soy algo curiosa, no pude aguantar la curiosidad, y al poco rato me fui tras ellos. Bueno al no encontrarlos en los vestidores, los busqué por todos lados, ya estaba por darme vencida, cuando escuché como de la covacha de limpieza, salían unos profundos gemidos, y la inconfundible chillona voz de mi amiga que decía una y otra vez, dame más, dame más, papito dame más duro…
Yo desde luego cuando dejé de escucharlos, supe que habían terminado, y rápidamente regresé a la sala de pesas, y al poco rato, vi a mi amiga, toda sudada, con una sonrisa de puta feliz, que arreglándose las tetas dentro de su trusa de hacer ejercicios, se dirigía al baño de damas, me imaginé que para asearse. Al regresar me dijo, con su cara bien fresca, ahora solo me hace falta, ir a la sauna, a ver a quien me encuentro.
Yo la verdad no lo podía creer, y volví a decirme a mi misma que jamás haría algo como eso. No tan solo porque amaba mucho a mi esposo, sino que me parecía algo de lo más vulgar. Pero al pararme sobre la balanza para pesarme, y ver con frustración que mi peso seguía siendo el mismo. Como que, no sé, creo que comencé a contemplar esa opción, pero nada más para perder peso. Por lo general siempre cuando voy al gimnasio visto con ropa adecuada para hacer ejercicios, pero me di cuenta de que mi amiga, y otro par de tipas, apenas y se ponían esas pequeñas trusas, sin más nada. Y aunque yo carga una de esas, por lo general las usaba con mis pantalones, y camiseta de licra, además de mis pantis, y un sostén.
Ese día con la excusa de que había llegado tarde, nada más me puse la trusa, sin más nada abajo. Y como todos los días, me dediqué hacer mis ejercicios. Ya estaba por terminar mi rutina de pesas, cuando un tipo, al que apenas y había visto en una que otra ocasión se me acercó, y me preguntó si le permitía que me corriera, ya que los movimientos que estaba haciendo, no eran los apropiados. Yo inocentemente le respondí que si, y de inmediato se colocó tras de mí, agarrando la pesa que yo sujetaba con mi mano, y pegando su cuerpo al mío, diciéndome.
Fíjese señora, que si agarra la barra de la pesa de esta forma, y la sube de esta manera, va a sentir que el ejercicio es mucho más efectivo. Y al tiempo que fue diciendo y asiendo eso, en efecto, pude sentir, no tan solo que el ejercicio era mucho más efectivo, sino que también sentí, aun por encima de la tela de nuestras trusas, algo así como su duro miembro, entre mis nalgas y mi coño.
De inmediato me preguntó con cierto toque de picardía, ¿lo comprendió señora? A lo que yo con una seductora sonrisa le respondí, si gustas me puedes llamar Jacqueline, o Yaqui. Fue cuando él me dijo, bueno Yaqui, si quieres te puedo seguir orientando a solas, para que no nos distraigan. Yo sin dejar de sonreírle, le pregunté de inmediato ¿Dónde? A lo que él solo me respondió sígueme. Y tal como él lo dijo lo seguí, aunque en mi mente me decía a mí misma, como te vas atrever hacer semejante cosa, y que por perder peso.
Fue cuando en mi mente también reconocí, que lo quería hacer, por satisfacer mi propia curiosidad de si podía, o no serle infiel a Eusebio. Además de que como ya saben, lo prohibido, es lo que más atrae. Yo seguía mi acompañante no hasta la covacha de limpieza, sino hasta la última sala de masajes. Donde apenas entramos, y él cerró la puerta. Me tomó entre sus fuertes brazos, y dándome un soberano beso de lengua me dejó completamente desarmada.
Al mismo tiempo que me fue besando enterrándome toda su lengua dentro de mi boca, me cargó hasta la mesa donde dan los masajes, y una vez que me recostó sobre ella, él mismo con sus grandes manazas me quitó mi trusa de hacer ejercicios, dejándome casi, total y completamente desnuda ante él, nada más me quedé con mis zapatillas de goma y mis medias tobilleras puestas. De inmediato vi como él se quitó la camiseta, y se bajó los pantalones cortos de licra que llevaba puestos, y emergió una gruesa y larga verga, como nunca antes había visto yo una.
Sin perder el tiempo me tomó por las caderas, y arrimando su colorado glande a mi vulva, me penetró de manera ricamente bestial. Mi amante se encontraba de pie, mientras que yo con mis piernas bien abiertas, disfrutaba al máximo de todo lo que me estaba haciendo. Sudando como una yegua, seguí rediciendo los fuertes embates de aquella tremenda verga y de su dueño. Gimiendo de felicidad, y pidiéndole que me diera más y más duro.
Esa tarde no hubo cosa que él no me hiciera, con decirles que hasta por el culo me dio, de manera salvaje. Yo disfruté de un sin número de múltiples orgasmos como hacía mucho tiempo no los disfrutaba, con mi marido. Al salir del cuarto de masajes, nos dimos un beso, y quedamos en vernos en otra ocasión. Al regresar a la sala de pesas, me encontré a Mariana mi amiga, que al verme me dijo en un tono serio, lo mejor que puedes hacer ahora es chuparte un limón. Yo me le quedé viendo sin comprender, del porque de su recomendación, y cuando se lo pregunté, riéndose me dijo, a ver si se te borra la sonrisa de puta feliz que tienes en la cara.
En esa misma semana descubrí que en la sauna, una la puede pasar muy bien si estás bien acompañada, sobre todo si es por dos o más hombres, como me sucedió a mí. Ese día después de hacer mis regulares ejercicios de pesas, y cardiovasculares, decidí entrar a la sauna. Solo que antes pasé por mi vestidor, me quité la trusa, y solamente envuelta en mi pequeña toalla, entré a la sauna. Al principio estaba completamente sola, por lo que pensando que no entraría más nadie debido a la hora, me la quité y la use como respaldo para mi cabeza. Ya me estaba quedando dormida, en medio de aquel calor, cuando sentí de momento que alguien me observaba.
Al abrir los ojos, me encontré, no con uno, sino con tres hombres que me miraban lujuriosamente. Mi primera reacción quizás fue el de ocultar mi completa desnudes, pero de momento como que el solo pensar que podía llegar a tener sexo con los tres a la vez, hizo que en lugar de taparme, separase mis piernas, y les dijera, mientras me sentaba. Se ven muy lindos con esas toallitas en sus cinturas, pero creo que mejor se verían sin ellas.
La verdad es que creo que eso solo bastó para que los tres me cayesen encima, cuando vine a ver, mientras uno me enterraba su verga por el coño, el segundo me penetró por el culo, y el tercero, alojó su parada verga dentro de mi boca. Yo perdí la noción del tiempo, de las veces que entre ellos cambiaron de lugar, y del sin número de veces que les mamé sus vergas. Lo que si se es que al salir del sauna, y después de asearme en las duchas, al irme a pesar me llevé la agradable sorpresa de que ya estaba en mi peso deseado.
Por otra parte, ya Eusebio no me ha vuelto a decir gordita, y cada vez que se nos presenta la ocasión ya sea en la cama, en el baño, en la sala, y hasta en el patio o la cocina tenemos un sabroso, y divertido sexo.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513553 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 299793 veces
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Comentarios enviados para este relato
Narrador
(3 de December de 2014 a las 14:55) dice:
Solo te diré que si decides traspasar la linea de la aventura, es que seas muy discreta, digo fuera del gym. Acuerdate que, ojos que no ven corazón que no siente. Por lo demás sigué el sentido común, aunque en ocasiones es el menos común de todos los sentidos.
En cuanto a la Experiencia te diré, que no te confies, en esta situación que narré, Eusebio me conoce muy bien, y sabe que si estando fuera de casa, me pica, yo busco la manera de rascarme. Como yo se que cuando a él se le sube, el busca la manera de bajarselo. Sin que eso nos afecte como pareja. pedagogo
(28 de November de 2014 a las 14:56) dice:
HOLA.....ESTUVE LEYENDO DETENIDAMENETE TU RELATO Y LA VERDAD ME GUSTO, YO TAMBIÉN ASISTO A UN GYM Y DESCARADAMENTE ME HACEN PROPUESTAS, NO LAS HE ACEPTADO, TENGO MI ESPOSO Y MADRE DE 2 HIJOS. SOY DE CALI COLOMBIA Y ME ENCANTARÍA DIALOGAR MÁS CON TIGO AL RESPECTO, NO LO HE PENSADO HACER, PERO ME GUSTARÍA SABER OTRAS COSITAS MAS, ACERCA DE TU EXPERIENCIA. POR FAVOR RESPONDEME. GRACIAS. katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:09) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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