Penetrada por ambos, quede bien mojada

Seré breve, en esos días mi esposo contrato a unos albañiles para remodelar la sala de la casa. Tengo treinta y cinco años, soy casada desde hace algunos años y tengo un niño; no diré que era yo una santa porque en mi juventud fui bien loca con los chicos y tuve diversas experiencias sexuales. Pero al convertirme en mujer casada me volví decente, ningún otro hombre que no fuera mi esposo me tocaba como mujer y sólo él me hacía el amor pero bien dicen que las antiguas costumbres nunca se van y al conocer a Gilberto mis más sucios deseos de mujer volvieron a salir a la luz.
Aquella tarde de junio en la que estos dos señores me hicieron su puta gratis fue la mejor de mi vida y es una experiencia para nunca olvidar. En fin… Estos señores, unos cuatro trabajadores entre ellos Gilberto un hombre con algunos años más que yo, atractivo y bien dotado, en esos días se estaban encargando de remodelar nuestra sala, cambiar la pintura y el tapiz. Primeramente me comportaba seria con ellos, yo me encargaba de instruirlos e incluso de darle de comer al final de sus labores del día, aunque al parecer sin querer ya empezaba a coquetear levemente con Gilberto, nos dábamos miraditas uno al otro, pero no dejaba de respetarme aun, quizá por temor a mi esposo que aparenta una imagen de pocos amigos.
Todo inicio a darse aun más por un accidente, resulta que ese día que estaba instruyéndolos, mi hijo se colgó de mi blusa ocasionando que se rompiera y no tenia sostén por lo que mis senos quedaron a la vista de ellos. Yo como loca me tape con mis manos y corrí a mi recamara, ellos demostraron seriedad pero vi sus miradas morbosas que todos me daban, en especial Gilberto. Siguieron pasando los días, creo que cada momento era más inevitable no ser obvia en mirarnos con deseo.
Esa tarde del once de junio, regrese de hacer unas compras. Tenía yo una camisa azul rayada, una falda corta negra que daba a mis rodillas y unas sandalias cafés. Mi esposo a diario regresa hasta cerca las ocho de la noche y eran apenas las seis de la tarde, ya se habían retirado casi todos pero quedaba Gilberto y otro hombre que no vi al entrar. Se encontraba tomando un vaso de whisky de mi esposo, al verlo me pidió disculpas por el atrevimiento pero le dije que no se preocupara, siento que ya estaba influenciado por el licor; entonces el me dijo con mucha confianza y sin pensar que habría problemas ¿Señora, le puedo decir algo pero por favor no se moleste? ¡Si, dime! Le contesté. ¡Usted tiene unos pechos bien sabrosos señora! Yo me sonroje al escuchar esto pero no me causo molestia alguna y sólo le contesté con un ¡Gracias! Mientras me acomode coquetamente el cabello. Intentaba evadir su mirada pero no pude, por unos segundos nuestras miradas se cruzaron, nos quedamos viendo uno al otro, vi como me desnuda con la mirada. Entonces fue en ese momento cuando se acerco lentamente a mí, casi podía contar sus pasos, mi corazón palpitaba fuertemente y mis manos se sudaban al saber lo que estaba por ocurrir entre ambos.
Gilberto me tomo de la cintura, con mucha pasión beso mis labios, su aliento alcohólico me excito mucho más. Mientras me besaba sentí sus manos bajo mi falda, tocando suavemente mis muslos y buscando mi intimidad. Momentos después, quito uno a uno los botones de mi camisa hasta quitármela totalmente junto con mi sostén. Como loco me besaba mis senos, luego por sorpresa tomo el vaso de whisky y me lo vacio en mis pechos, el inicio a beberse el licor de mis pechos. Me estaba volviendo loca de placer. El subió mi falda, bajo mis pantis hasta quitármelos totalmente, separo mis muslos e introdujo sus dedos en mi panochita bien húmeda.
Al fin llego el momento, escupió en mi vagina. Se bajo su pantalón liberando su miembro ya bien duro, lo puso en mi entrada y lentamente sentí como se fue metiendo en mi vagina aquel pedazo de carne que me estaba dando un indescriptible placer. Gilberto era un amante perfecto, iba a la velocidad ideal, su miembro entraba y salía haciéndome gritar como loca, sentía que ya estaba por estallar de placer. Pero Gilberto retiro su miembro de dentro de mí y me lo dio a chupar pero antes que me dijo que cerrara los ojos. No imagine lo que estaba por venir, mientras le hacía oral a Gilberto sentí como alguien más separo mis piernas y clarito sentí como otro miembro acababa de entrar en mi vagina, al abrir los ojos pude ver que era uno de sus amigos. No podía hacer nada ya pues en esos momentos ya estaba dentro de mí, este otro iba más a prisa que Gilberto, no demoro muchos minutos y se vació dentro mi vagina. Y me la saco, instantes después Gilberto se vino en mi cara llenándome el rostro de semen. No podía creerlo pero para esos momentos tenia la vagina y la cara llenas de semen y de hombres distintos, me sentía como una puta en verdad pero ¡ojo! No estaba arrepentida de nada, por el contrario me sentía complacida. Tan luego se fueron me bañe totalmente y nunca mi esposo se entero de lo ocurrido, esto paso hace unos pocos meses.