Perdí la virginidad del culo y me encantó...

Gary es mi nombre. Esta historia me ocurrió hace algunos años.
En colegio era popular con las chicas, admito que soy de buen parecer y me encantaba el deporte.
Mi primera experiencia sexual fue con una porrista del equipo de basket, Liliana, que linda estaba, reconozco que mamé buenas tetas y penetré una concha rica varias veces.
Con el tiempo conocí otras mujeres que también llevé a la cama; pero nada se compara con mis experiencias homosexuales.
En el equipo había un muchacho también bien parecido, Rosmar; muchas chicas querían estar con él, pero al tipo no se lo veía con mujeres en ningún momento.
Yo le decía que por qué no se agarraba a alguna de las que lo buscaban y él sólo argumentaba no tener tiempo para mujeres y estar dedicado al estudio y entrenamiento.
Yo sabía muy bien que se podía dar tiempo a las relaciones estudiando y entrenando, pero Rosmar escondía algo.
En fin, yo comencé a sospechar de él desde que nos vestíamos en el vestidor luego de entrenar; Rosmar siempre se quedaba hasta el último, ahora sé que lo hacía para vernos a todos cambiar de ropa. Mis sospechas aumentaron cuando en las duchas lo sorprendí observándome con mucha atención.
-“¿Qué pasa viejo. Por qué no te duchas y dejas de mirarme?”.-Le dije.
-“Pucha disculpa, es que pensaba que estaba vacío este bañero”.-Respondió.
-“Pues como que no está vacío. Puedes ir a otro”.-Le dije con tono más fuerte.
Este cruce de palabras lo hice con mi miembro al aire y frente a él. No sentía vergüenza ni nada, pues no sospechaba de él aún con certeza.
Esa noche era cumpleaños del capitán del equipo, Andrés. Nos fuimos a su casa y sirvieron algunos tragos; ya que el entrenador sabía de la fiesta y nos “recomendó” no tomar mucho.
El pacto fue no ir con chicas, debíamos ir sólo los del equipo.
La estábamos pasando bomba, entre nosotros habían muy buenos tocadores de guitarra. Cantamos, escuchamos música, reímos y en fin… buenísimo.
Nos tomamos unos tragos y Rosmar me pidió hablar conmigo en privado.
Salimos al patio.
-“Quería pedirte disculpas por lo de ahora en los baños. La verdad no debí quedarme a verte”.-Me dijo.
-“No te preocupes, cualquiera se equivoca. Más bien entremos porque hace algo de frío”.-Le respondí en plan de quedar bien.
-“Es que no es sólo eso. Tengo que confesarte algo que te imploro no digas a nadie”.-Continuó Rosmar.
-“Bien, no contaré a nadie si eres breve”.-Le dije a modo de terminar rápido y volver con los demás.
-“Gary, mmmmm, mira… es que yo….”
-“Apúrate. Si no me puedes decir ahora, charlamos otro día”.
-“Gary, soy gay y estoy enamorado de ti”.
No supe cómo reaccionar.
-“Pelotudo, no son horas de hacer bromas de ese tamaño, jajajajaajaja. Por poco y te lo creo. De una vez entraremos”.-Le dije.
-“No Gary, no es broma. Me gustan los hombres, y me gustas tú”.
-“Ok, te creo. Y no diré a nadie nada si prometes mantener tu distancia; a mí solo me importa ser tu amigo, allá tú lo que hagas con tu vida personal”.-Le respondí, tratando de ocultar mi nerviosismo.
No esperé a que me diga algo más y me metí a la fiesta. Rosmar no me siguió, ya se había ido a su casa.
Esa noche no dormí pensando en él, honestamente tampoco me causaba mucha ira la idea. Rosmar era simpático y por alguna razón me gustaba que un gay así se vea atraído por mí.
La noche siguiente estuve con Claudia, una chica con buen culo. Le propuse sexo anal y aceptó con la condición de usar un lubricante. Le di por el culo hasta hacerla gemir fuerte. Por alguna razón vino Rosmar a mi mente, me lo imaginé de cuatro como estaba Claudia, sintiendo una verga dura como la mía en el culo.
A la noche siguiente también me vi con Claudia y le volví a dar por el culo; y a la tercera noche lo mismo.
-“Oye, te estás haciendo goloso de darme por atrás. Debes saber que duele. La siguiente ya no te lo permito”.-Me dijo Claudia la tercera noche.
Para la siguiente noche busqué a Pamela, ella aceptó tirar, pero no me dejó darle por el culo. La verdad no disfruté mucho metiéndosela por la concha.
Estaba empezando a obsesionarme con el sexo anal. Las chicas que conseguía llevarme a la cama no se dejaban fácilmente por el culo. Luego de Claudia, sólo hubo una más que me lo permitió; Patricia.
Una de esas noches llamé a una dama de compañía, de esas que hacen el servicio a domicilio. Luego que se percatara que aún era menor de edad me dijo que me costaría más caro.
Cuando le dije si podía darle por el culo, se negó y me dijo que ese servicio no hacía.
En vano intenté metérsela por la concha, ni siquiera alcancé una erección total; sólo perdí mi plata.
Estaba tan emputado y obsesionado que no se por qué llamé a Rosmar. Le dije que si podía ir un rato a mi casa, que necesitaba hablar con él.
No me preguntó para qué y simplemente aceptó.
Llegó a mi casa a la media hora, lo hice pasar.
-“Hola, ¿estás sólo?”.-Me dijo.
-“Si pues, como siempre mis papás de viaje. Mi hermana mayor viene en el día pero”.-Le respondí.
-“¿Qué necesitabas decirme?”.
-“Era sobre lo de la noche del cumpleaños de Andrés. Sobre la charla”.
-“Bueno, si quieres reprocharme el que me haya ido….”
-“No, no. Sólo que me quedé pensando en ti”.-Le dije, dejándolo sorprendido.
-“¿A qué te refieres?. Seguramente pensando en cómo hacerme quedar mal o cómo vengarte por mi confesión”.
-“No, no. Rosmar, hace días estoy enloqueciendo pensando en cómo sería hacérselo a un hombre”.
Rosmar se quedó boquiabierto, y sólo atinó a decir:
-“¿Cómo dices?”.
-“Como oyes, quiero saber qué se siente hacerle el amor a otro hombre”.
Rosmar no dijo nada más. Se quitó el saco se acercó a mí, me miró a los ojos y comenzó a desabrocharme el cinturón, siguiendo con la cremallera. No se por qué se lo permití.
De pronto me bajó el pantalón y tocó mi pene por encima del calzoncillo. Yo seguí sin hacer nada. Me bajó el pantalón y me deslizó el calzoncillo. Tomó mi pene y lo comenzó a acariciar. De pronto no se cómo se lo metió a la boca y me empezó a hace runa mamada deliciocísima, mejor que las que me habían hecho chicas “monumentales”.
-“Detente Rosmar, no quiero eyacular aún, yo quiero otra cosa”.-Le dije.
En eso Rosmar, soltó mi pene, se sacó el pantalón, se bajó el calzoncillo de espaldas a mí y se agachó apoyándose en el sillón de la sala.
Cuando vi su culo, mi erección se afirmó y no contuve el deseo de perforarlo.
Me acerqué.
-“Espera, unta esto en tu pene”.-Me dijo Rosmar pasándome una vaselina.
Luego él se untó en el ano.
-“Ahora, si. Hazme el amor”.-Me dijo.
Con firmeza puse mi verga erecta en la entrada de su culo y se lo metí.
Empecé a meter y sacar, vaya definitivamente estaba mejor que los culos de mujeres que había sentido, Rosmar me apretaba rico, no pude contenerme y descargué varios chorros de leche. Él me dijo que los sintió.
Fue un orgasmo tan profundo que me dejó atontado.
-“¿Qué te pareció?”.-Me dijo Rosmar.
-“Fantástico”.-Le respondí.
Esa noche no pasó nada más, Rosmar se fue y me quedé pensando de nuevo en él.
Esa noche me llamó.
-“¿Cómo te sientes luego de tu primer contacto homo?”.
-“La verdad se sintió rico”.
-“¿Cuándo lo repetimos?”.
-“Mmmmmm, no se. ¿Cuándo puedes?”.
-“¿Te parece mañana después del entrenamiento?”.
“Está bien”.
Al día siguiente en el entrenamiento, no me concentré bien, pensando en Rosmar.
Cuando terminamos nos fuimos a los vestidores. Todos se fueron rápido. Nos quedamos con él.
Se acercó, me bajó el short y me hizo una mamada de ricaaaaaaaa. Definitivamente mejor que una mujer.
Esa noche fue a mi casa y le volví a llenar el culo con semen.
Fue después de eso que me propuso.
-“¿No has pensado en sentir como yo?”.
No le dije nada. Pero se me entró a la cabeza el cómo se sentiría tener una verga en el culo. Según Rosmar, es incomparable y se tiene orgasmos que no se alcanzan usando el pene.
A la noche siguiente me decidí, me iba a dejar culear con Rosmar. Le dije por teléfono que estaba listo.
Me sorprendió cuando llegó con un “amigo”, Daniel. Rosmar me explicó que él sólo recibía, que no podía darme, pero que si aceptaba a Daniel, con él podía perder la virginidad del culo.
Al principio no me parecía. Sin embargo ellos empezaron a hacerlo en mi delante; Daniel se empezó a tirar a Rosmar con condón, quien luego le empezó a mamar la verga. En eso me ofreció su culo y yo con la erección que tenía, no me quedó más que irle por detrás a Rosmar y se la clavé entera. Estaba extasiado. En eso vi a Daniel ponerse otro condón; ponerse tras de mí y empezar a acariciarme el borde del orificio anal.
Lo hizo tan expertamente que empecé a excitarme el doble. De una me metió un dedo y terminé llenando a Rosmar de semen que voté de nuevo “por litros”. De pronto despacio Daniel me hizo inclinar y sentí su pene en la entrada de mi culo.
-“No temas mi amor. Ahora conocerás el cielo”.-Me dijo Rosmar.
Yo, que sentía algo de miedo me dejé llevar, me incliné más y poco a poco sentí cómo la verga de Daniel atravesaba mi culo.
Primero algo de dolor, que fue pasando y se volvió en un placer indescriptible. Ahí empezó a meterme y sacarme y yo lo sentía. Poco a poco recordé las caras de algunas mujeres que me tiré y sentía que era injusto que ellas hayan conocido un placer que yo no iba a sentir nunca con mi pene. Entré en éxtasis, tuve mi primer orgasmo anal, luego el segundo y el tercero; entonces supe que Daniel eyaculó en el condón.
Bueno, ahí empecé una vida desenfrenada de sexo y lujuria. No dejé de tirar con mujeres; les seguí dando por la concha y por el culo. En fin vaciaba mi semen en vaginas, culos de mujer, culos de hombre y pues también recibía en el mío.
Me volví bisexual, tenía siempre parejas mujeres para guardar las apariencias. Pero en la cama disfrutaba al máximo. Un día compartí la cama con dos mujeres, otro con dos hombres y otro con hombre y mujer. Pues decidí que era afortunado en conocer todas las formas de orgasmo que como hombre puedo sentir.