Perdi mi virginidad en manos de mi cuñado

Hola mi nombre es Emilia, tengo 19 años y aunque muchos no lo crean aún estoy virgen, mi familia es muy religiosa y mi abuela mis tías y por supuesto mi madre siempre me dicen que debo cuidarme de los hombres que lo único que desean es satisfacerse de sus pasiones en nosotras las mujeres…, con estos consejos y la atención, además del celo en mi cuidado, por ser mujer soltera no me permiten llegar tarde etc. por lo he llegado hasta esta edad sin conocer machos en mi cuerpo virgen y puro.
Por estos días llega mi hermana Edith, quien fue becada a estudiar el idioma inglés en Australia y allí conoció a un regio hombre que en un dos por tres la desvirgo, embarazó y apurados se casaron, hoy viene a presentar a su semental a la familia y ellos nuevamente viajarían a ese país donde se radicaran. Mi hermana viene con un embarazo de siete meses y costo que le dieran la autorización a viajar en avión con esa barriga, lo logro y hoy conoceré a mi cuñado.
Fue una fiesta su llegada y se programo un encuentro con toda la familia para este sábado por que ellos viajan de regreso el lunes de amanecida.
Alan mi cuñado es un imponente rubio y corpulento macho que acaparó varios suspiros de mis primas y tías, pero era casado decían…, a mi me agradó bastante y poco hablaba por que solo hablaba inglés y algo de español, se comunicaba conmigo mas por señas, en el baile me abrazaba y me comprimía contra su cuerpo y me decía en su ingles que era hermosa y mas bonita que mi hermana, a mi eso me cohibía y me sonrojaba, además de hacerme cosquillas en mi vientre por que era hermoso. Bailamos varios baile y al final de la noche casi al amanecer me acariciaba y regaloneaba en sus brazos y yo estaba sedienta de que me besara, pero era el esposo de mi hermana.
Me tomo de la mano y comenzamos alejarnos de todos buscando un lugar en el interior de la casa, pude notar las miradas morbosas de mis amigas y de mis tías al verme yéndome con Alan a descansar según ellas, subimos al segundo piso. Buscó una recamara alejada del ruido, al entrar en la recamara me sentía bien nerviosa y asustada, estaba temblando de nervios y mis manos me sudaban, el inicio besándome mi cuerpo y luego en mi boca tiernamente, sus labios se fundían con los míos, el me tocaba mis nalgas sobre mi vestido, luego comenzó a tocarme mis piernas, subiéndome mis ropas mis bragas bajo mi vestido. Aunque tenían bragas pude sentir sus manos de hombre calientes acariciando mi vagina bien rico, poco a poco comencé a mojarme, el estaba haciendo todo lo posible por excitarme al máximo, me tocaba mis pezones, mis nalgas todo mi cuerpo y me besaba como nunca nadie me había besado, esa noche entre sus brazos por primera vez me estaba sintiendo mujer, mujer ardiente. Yo estaba de pie contra la pared, Alan subió la falda de mi vestido lentamente, el se fue deleitando viendo mis muslos, con mucha delicadeza fue deslizando mis bragas por mis muslos hasta que me los quito totalmente ¡No espera! Le dije, ¡Tranquila, se que eres virgen, te prometo que no te lastimare, si te sientes incomoda sólo dime y aquí lo dejamos, ¡OK! Estas palabras me llenaron de confianza. El tiernamente me acariciaba mi vagina, intentaba separar mis labios vaginales como si quisiera verme dentro, yo estaba ya bien excitada, poco a poco el me besaba mi vagina, me sentía en el cielo al sentir su lengua recorrer mi vagina, era algo que nunca había sentido y me encantaba sentirlo, me hizo venir dos veces en ese instante, ¡Que rico sabes! Me dijo muy dulcemente, el se puso de pie, bajo sus pantalones liberando su miembro, por un instante pensé en chupárselo pero me retracte, así que sólo se lo masturbe poquito, era la primera vez que tenía un miembro de hombre en mis manos, le acaricie su glande con delicadeza, fue en ese instante que no sé ni cómo se me salió la frase y le dije casi suplicándole ¡Hazme el amor! El me tomo y me acostó en la cama con mis piernas de par en par abiertas, vi en ese momento como se puso el preservativo, se subió a la cama y por unos minutos estuvo solamente frotando su miembro en mi vagina, tratando de conseguir la mayor lubricación posible, el mojo con saliva mi vagina y muy poco a poco inicio a empujar, ese gigantesco pene despacio, sentí como mis labios vaginales le iban abriendo paso a ese pene que me estaba desflorando, gracias al lubricante natural del condón fue resbalando poco a poco dentro de mi vulva, al principio no me dolió pero cuando dio por fin toco con mi himen si sentí morir, tuve que apretar mis dientes para no gritar, pero cuando por fin me desgarro un dolor fuerte me golpeo y grite un poco, mis uñas se clavaron en sus espalda, mordía una de sus manos adolorida por mi desfloración Alan se quedo quieto dentro de mí, me beso y me dijo ¡Tranquila ya esta! Y lo eyecto hacia mi interior su pene, sentí que me partía. Por un instante me la saco y pude ver como su pene estaba embarrado de un poco de sangre, se lo limpio con su pañuelo y nuevamente volvió a penetrarme, aunque por segunda vez me dolió pero ya muy poco el lentamente inicio a metérmela y sacármela, el dolor se había ido, era puro placer, ahora estaba gritando pero de gozo, amaba sentir como el pene de este gringo entraba y salía de mi rajita ya no virgen, pero como me satisfacía y me deleitaba con ese grotesco pene en mis entrañas. Mi cuñado me había desflorado.
Mis caderas parecían tener vida propia, como danzaban, se revolvían descaradamente se agitaban, alzaba estas para sentir mas profundo sus embutidas estaba desinhibida entregándome a mi cuñado, quien gruñía metiéndome hasta el fondo su pene en mi vientre, lo sentía hasta mi estómago, gemía y sollozaba ardiente y solicitaba mas…, dame más…
De pronto siento al macho agarrotarse, y con un gran gruñido, clava hasta lo mas profundo su pene en mi matriz, sentía en mi vientre que por primera vez era eyectado un líquido caliente en mis entrañas, eso hizo que mis orgasmos llegaran a acompañar los meneos locos del macho acompañándolo en nuestra orgía carnal. Luego quietud y nuestra respiración alterada era lo único que se escuchaba. Por primera vez me habían saciado y atiborrada de leche mi matriz.
Apenas podía caminar cuando volvimos a la fiesta, me senté en una silla y ahí estuve a lo menos por más de diez minutos ante que uno de mis primos me sacara a bailar, al hacerlo casi no sentía mis piernas.
Al otro día mi hermana y el profanador de mi matriz se fueron al aeropuerto para embarcarse en el avión que los regresaba a aquellas lejanas tierras, y este cuñado retorcido se llevaba mi virginidad.