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Pero que culpa tengo yo de tener un coño caliente… ( CON fotos)

Relato enviado por : Narrador el 07/01/2015. Lecturas: 11556

etiquetas relato Pero que culpa tengo yo de tener un coño caliente… ( CON fotos)   Confesiones .
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Resumen
Esas más o menos, fueron las palabras que le dije a mi marido, me recriminó lo puta que yo era…


Relato

En los muchos años que Gerardo, y yo llevamos de casados, ambos supimos que ninguno de los dos éramos precisamente uno santos. Por lo que me extraño mucho que me saliera con eso, cuando me encontró desnuda, autosatisfaciéndome en el sofá de nuestra sala. Yo la verdad es que pensé, que él ya se había ido a trabajar. Por lo que cuando salí de la ducha, a medida que me sacaba, comencé a sentir esa calentura dentro de mí.

Es algo que desde que me conozco siempre he sentido, y después de mucho tiempo aprendí, o descubrí que es la manera en que me ataca la ansiedad. Y la única manera que tengo de manejarla es esa, aunque por lo general, en lugar de hacerlo con mis propios dedos, busco alguna verga disponible, para calmarme. No se crean que soy una loca ninfómana, no que va nada que ver con eso. Lo que resulta es que según mi analista, como de jovencita en el internado, cuando estudiaba con las monjas, fue la manera en que me acostumbré a manejar la ansiedad que me producían los exámenes, o el estar en determinadas clases.

Por lo que cuando comenzaba a sentir esa fuerte calentura dentro de mi coño, salía corriendo ya fuera al dormitorio, o para el baño, donde comenzaba darme dedo, hasta que disfrutaba de un orgasmo. Lo que en ocasiones era tan, y tan fuertes mis ataque de ansiedad que debía repetir la dosis, en ocasiones hasta cuatro veces corridas. Razón por la cual, más de una de mis compañeras de clase, me encontró tirada en mi cama, con mis piernas bien abiertas, y dándome dedo, yo sola. Fue así como de darme dedo yo sola, pasé a compartir de forma más intima con algunas de mi compañeras de dormitorio, todo esto sin que las monjas se enterasen, desde luego, ya que sino de seguro me hubieran expulsado del internado.

Al salir del internado, no pasaron 24 horas, que estando en casa de mis padres, sentí ese fuerte ataque de ansiedad, yo la verdad es que ni idea tenía de por qué me sentía así, hasta que recordé, que por primera vez desde que salí del internado, estaría en una fiesta con todos mis parientes, y familiares. Y bueno para esos momentos, tenía un primo que me volvía loca. No bien puse los pies en el salón que él se encontraba, que de inmediato comencé a sentir ese ardiente calor dentro de mi coño. Discretamente me dirigí al baño, no una sino en varias ocasiones, para autosatisfacerme, y bajar la ansiedad que bailar con él me estaba produciendo. Fui un total como de tres, o cuatro veces en menos de una hora.

Pero aun esa ardiente calentura, no se me quitaba del todo. Yo estaba tan, y tan ansiosa que en una de esas hasta olvidé, volver a ponerme las pantis, y lavarme las manos. Por lo que cuando volví a bailar con mi primo, apenas coloqué mi mano izquierda sobre su hombro, seguramente él sintió el aroma, que emanaba de mis dedos. De manera discreta, a medida que fuimos bailando, me llevó fuera del salón, y antes de que yo fuera a protestar, me ha plantado un beso con todo y lengua. Bueno esa noche perdí la poca virginidad que mis dedos, o mis amigas me habían dejado en el internado.

Claro que lo de mi primo y yo no duró mucho realmente, y no por él sino por mí. Ya que durante mi primera entrevista de empleos, cuando el propietario de la fábrica, el que hoy es mi esposo comenzó a entrevistarme, me sentí tan ansiosa, que no me di cuenta de que a medida que él me entrevistaba, yo sentada frente a él, aunque de manera discreta, llevé mi mano derecha hasta mi coño. Por lo que a medida que fui respondiendo sus preguntas, a la vez, me fui apretando mi clítoris, la cosa que para él fue tan evidente, que nada más bastó que se pusiera de pie, y colocase sus manos sobre mis hombros y nuca, para que yo, echa todo un manojo de excitación, lo dejé que me fuera quitando la ropa sin yo decir nada ni oponer resistencia.

Ya me había dejado mis tetas al aire, cuando sacó su verga, y parándose de frente a mí, nada más me bastó el vérsela bien parada para que yo prácticamente, de manera voluntaria me dedicase a mamársela. Hasta que el mismo Gerardo, sacando su gran verga de mi boca, me dijo que me detuviera. Luego ambos nos dirigimos al sofá rojo, que tiene en su despacho, y terminándome de quitar el resto de mi ropa, sentí como su verga, sabrosamente penetraba mi mojada y caliente vulva. Yo creo que los gritos, chillidos, y gemidos de placer los debieron escuchar por toda la planta de la fábrica. Ya que después que comencé a trabajar, supe que a mis espaldas, sus empleados me decían la gritona.

Por un tiempo salí con varios hombres, en ocasiones hasta con dos al mismo tiempo, y debido a mi condición, también terminé acostándome con una que otra mujer. Y en una de esas salidas, me encontré a Gerardo, acompañado por un fino, y delicado jovencito, que más bien parecía ser una chica que un chico. Luego me enteré que era su acompañante, con el que según las malas lenguas, ambos intercambiaban de lugar. Lo que en una ocasión en que salí con Gerardo, me aceptó que era cierto.

Bueno, ya yo llevaba un año trabajando con él, cuando conocí a la que era su esposa, de la cual después se divorció, por mutuo acuerdo y consentimiento, al ella no poder soportar que su esposo, también se acostase con otras mujeres, e incluso con aquel jovencito. Unos meses después, cuando me propuso matrimonio, lo primero que hicimos los dos fue el sincerarnos mutuamente. Aunque yo no le conté todo lo relacionado a mi ansiedad, pero si le dije que me había acostado, por lo menos para esos momentos, con varios de los obreros de su fábrica, lo que a Gerardo pareció no importarle mucho realmente, como a mi tampoco me importó mucho el que de manera ocasional se dejase penetrar o penetrase aquel chico tan lindo.

Pero regresando a la discusión que ambos tuvimos esa tarde, a medida que fuimos hablando, él se fue desnudando, y comenzó a preguntarme donde exactamente era que yo sentía esa tremenda calentura dentro de mi coño. A medida que se le fui enseñando, donde era, él comenzó acariciar mi coño, momento que yo aproveché para sacar alguno de los juguetes que acostumbro a usar cuando estoy sola, y me dan esos tremendos ataque de ansiedad. Después de darme una rica mamada de coño, cuando le dije que aun me sentía sumamente ansiosa, mi esposo comenzó a ir introduciendo sus dedos dentro de mi coño, separó los labios de mi vagina, y con sus dedos acarició mi clítoris de manera magistral. Yo a todas estas, deseaba que él continuase explorando toda mi vulva, y prácticamente entre gritos, y gemidos de placer, le pedía que no se detuviera.

Gerardo Continuó su exploración llegándome a introducir, lentamente todos los dedos de su mano derecha, haciendo que yo disfrutase de múltiples orgasmos. Pero no conforme yo con eso, apenas él extrajo su mano de mi coño, yo viciosamente enterré mi mano Izquierda dentro de mí vulva, desplazando mis dedos por todo el interior de mi mojada y caliente vagina. Para disfrutar nuevamente de otro sin número de orgasmos. Gerardo no conforme con verme así, agarró uno de mis juguetes favoritos, un especulo, y tras introducírmelo dentro de mi vulva se dedicó a irlo expandiendo al máximo. Al mismo tiempo que jugueteaba a sádicamente con mi clítoris.

Bueno después de eso, ambos terminamos tirados en la alfombra de la sala, manteniendo un magnifico sexo. Tanto Gerardo como yo, sabemos que ni él, ni yo dejaremos de hacer lo que hacemos, y tanto nos gusta. Ahora es posible que dentro de poco, invitemos a comer a nuestra casa, a su joven amiguito.



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 19:56) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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