Por bocón, le comieron el culo a mi mujer. Con fotos

Así que mientras que yo cargaba las cajas de la mudanza, ellas dos se dedicaron a chismear. Pero por suerte llegó otra de las chismosas del edificio, recordándole a mi esposa, que las dos iban a ir de compras.  

Una vez que Ester se fue, a los pocos minutos terminé de cargar cajas. Por lo que para mi sorpresa, la nueva vecina que se llama María, me buscó conversación, realmente al principio solo hablamos, ella de su ex, y yo de mi mujer, fue cuando mi nueva vecina me invitó, a que fuera a cenar yo solo a su apartamento, esa misma noche, para agradecerme el favor.

Al principio le dije que lo lamentaba mucho, pero que de seguro mi mujer, que es un ogro de celosa, no lo vería con buenos ojos. Fue cuando María, de manera picara, me comentó que ella tenía unas pastillitas, que aparte de poner a dormir a quien se la tomaba, casi de manera inmediata, o sea después de unos quince o veinte minutos. También tenía el efecto, de que pasara lo que pasara,  esa persona seguiría durmiendo por lo menos unas seis u ocho horas seguidas, pero si alguien la llegase a despertar, la persona que se tomó las pastillas, actuaría como si estuviera tremendamente borracha, para después de un rato volverse a quedar dormida, sin recordar mucho lo que le haya podido suceder.

Al principio no pensé, ni tan siquiera en usarlas, pero al ver como María me miraba, de una manera que definitivamente no podía decirle que no, así que me arriesgué a que mi esposa tomase las pastillas, sin que se diera cuenta. Esa noche tras moler las pastillas, y dárselas en un jugo, vi como en efecto, después de casi media hora, Ester cayó como un tronco en la cama.

Así que yo salí de casa, y visité a mi vecina, quien me recibió, con apenas una translucida bata semitransparente, realmente ni comimos, el resto de la noche comenzamos por besarnos y acariciarnos mutuamente, mientras bebíamos, y finalmente terminamos en su cama. Al siguiente día mi esposa se levantó como si nada, así que cada vez que mi vecina me invitaba a su casa, yo ponía a dormir a mi mujer, bien temprano.

Lo malo de todo eso, es que me puse algo bocón, con mis amigos, y que les conté todas las barbaridades que mi vecina María, y yo hacíamos en su cama, en la sala, sobre la mesa del comedor, así como hasta en el balcón y en su ducha. Fue cuando uno de ellos, el Flaco, de manera indiscreta me preguntó, y como haces si pierdes las llaves de tu apartamento, y no puedes entrar. Yo de estúpido le respondí.

Primero jamás he perdido mis llaves, y en el supuesto negado que eso llegase a ocurrir, cuando voy donde al vecina, no le paso la llave a la puerta de casa. Y segundo por lo general el ventanal del balcón siempre lo dejo abierto, y desde el pasillo basta dar un solo paso y ya estaría en el balcón de casa.

En ese momento debí sospechar algo raro, pero yo seguí llenándome la boca contando lo bien que la pasábamos en la cama María y yo, hablándoles de sus tremendas tetas, así de cómo yo sentía que su caliente y húmedo coño, agarraba mi verga, y de lo bien que sabía culear y mamar. Casualmente en ese momento pasó ella, usando unos apretados pantaloncitos cortos, moviendo sus nalgas de manera bien provocativa, y nada más me basto el verla, para saber que me esperaba esa noche, y de pendejo se lo comenté a mis amigos.

Esa noche le di las pastillitas a mi mujer, y tras supuestamente esperarla en la cama, a que ella se acostase, no pasaron creo que ni quince minutos, cuando mi esposa tras terminar de darse una ducha y ponerse su pijama de dormir, se sentó en el borde la cama, quedó completamente dormida. Momento que yo aproveché, tras acostarla, para ir nuevamente donde mi vecina. La verdad es que María, y yo no hay cosa que ya no hayamos hecho. Y esa noche no fue la excepción.

Pero en la madrugada al regresar a casa, si noté algo raro. Mi mujer aunque estaba más dormida que un tronco, me di cuenta de que contrario a como yo la había dejado, o sea recostada boca arriba, y con su pijama de dormir puesta. Ester estaba sin el pantalón de su pijama de dormir, acostada boca abajo, y con las nalgas al aire. Eso me hizo pensar que algo raro había pasado. A la mañana siguiente al despertarse Ester, después de que salió de baño, me dijo algo molesta. Anoche ni el culo me respetaste.

Yo no supe que decirle, aparte de darle la razón, ya que quien más podía ser si no yo, por lo menos para ella. Eso me dejó bien cabezón, y al siguiente día, después de que volví a darle las pastillas a mi esposa, fui al apartamento de María, le comenté lo sucedido, y fue ella, la que me dijo. Seguramente, tu mujer tiene un amante, y hasta ahora es que te has dado cuenta. Realmente eso me pareció algo completamente imposible, así que de inmediato regresé a mi apartamento.  

Pero en lugar de usar la puerta principal para entrar, decidí hacerlo por el balcón, procurando no hacer ruido alguno. Lentamente me acerqué a nuestra habitación, y fue cuando comencé a escuchar la voz del Flaco, diciéndole a mi mujer, que tenía un culo divino, mientras que ella le respondía como si estuviera bien borracha, si papito y es todo tuyo. Yo estuve a punto de entrar a la habitación, y de un solo golpe caerles a patadas a los dos. Pero algo hizo que me asomara, en lugar de entrar como un salvaje.

En efecto el Flaco se encontraba clavándose por el culo a mi mujer, pero esta estaba tan, y tan borracha o drogada, que seguramente, ni cuenta se daba realmente de lo que sucedía. Justo en esos momentos sentí algo raro, una especie de placer morboso, por lo que me quedé viendo, sin decir palabra, ni denunciar mi presencia. El Flaco continuaba clavándose por el culo a mi mujer, mientras que le agarraba con fuerza el coño con una de sus manos, mientras que Ester en medio de su condición apenas, y se le entendía las barbaridades que decía creyendo que era yo quien la tenía bien calzada, además de eso, el ver como la muy puta de mi mujer, movía salvajemente su culo. Me excitó tanto que estuve a punto de hacerme una paja, escondido tras la puerta. Hasta que de momento el condenado Flaco se vino, dentro del culo de mi esposa.

Luego al terminar de clavarse a mi mujer, vi al Flaco ponerse rápidamente sus pantalones, y los zapatos, para salir bien rápido de nuestra habitación, pasando frente a mí, sin él tan siquiera darse cuenta de que yo estaba escondido tras la puerta observándolos. María por su parte se volvió a quedar bien dormida, con el culo al aire, pero con una sonrisa de de puta satisfecha en su rostro.  

Yo esperé a que el Flaco se marchase, y volviendo sobre mis pasos, regresé donde María. A la que por lo excitado que me encontraba, lo primero que hice fue clavármela también por el culo. En las siguientes noches, bien pude cerrar la puerta de mi apartamento con llave al salir, y dejar el ventanal del balcón cerrado. Pero fue el morboso placer de ver que le estaban comiendo el culo a mi mujer, lo que no me permitió hacer eso.