Por desconfiada…

Mi mayor defecto era o es, que no confió plenamente en mi esposo, siempre me la pasaba sospechando, que ocasionalmente me era infiel, aunque la verdad sea dicha, nunca me dio verdaderos motivos para creer que eso fuera cierto. Pero aun y así, aunque no se lo decía, cada vez que me decía que iba hacer algo fuera de casa, en ocasiones lo seguía sin que se diera cuenta, para al fin y al cabo comprobar, que como de costumbre, me estaba diciendo la verdad.

Pero a principios del año pasado, a pesar de que él trabaja en una oficina del gobierno, y yo en otra, nuestros ingresos se hacían sal y agua, por lo que me dijo que gracias a un compañero de su trabajo, había conseguido un puesto de guardia de seguridad, de martes a sábado en el turno de once de la noche a siete de la mañana. Cuando le pregunté a qué hora dormiría, me dijo que al salir de la oficina dormiría unas cinco horas en casa. Pero además me dijo, que eso era mientras nos poníamos al día, con las deudas.
Yo desde luego que le dije que estaba de acuerdo, pero a los pocos días, la idea de que me pudiera estar siendo infiel, con el cuento de estar trabajando de guardia de seguridad, no me dejaba dormir tranquila. Así que cuando le tocó trabajar el primer sábado de noche, apenas salió de casa, decidí seguirlo, me quité mi bata de dormir y como tenía prisa, ni tan siquiera me puse las pantaletas, ni el sostén, agarré un vestido rojo que nunca usaba, porque me quedaba algo corto y apretado, me solté el cabello, me puse los primeros zapatos que vi, y me le fui detrás. Al fin y al cabo el lugar donde estaba prestando servicio, quedaba a unos cuantos bloques de nuestro apartamento. En el estacionamiento de una compañía de camiones, donde el puesto de vigilancia quedaba en la entrada, sin que mi marido se diera cuenta, le di alcance aunque manteniendo cierta distancia. Ya mi esposo, se encontraba recibiendo el puesto del guardia anterior, que apenas pudo se marchó.

De inmediato mi marido, tras cerrar el portó de la reja con llave, tomó asiento y después de sacar un libro se dedicó a leer, estaba tan concentrado en la lectura, como de costumbre, que ni se dio cuenta que le pasé caminando por la acera de enfrente. En ese mismo momento me dije a mi misma lo tonta y estúpida que era por ser tan desconfiada, pero pensé en continuar caminando un par de calles más, para que él no se fuera a dar cuenta, si regresaba de inmediato.

Ya estaba por regresarme, cuando me encontré de frente con un par de hombres mal encarados, al verlos de inmediato di la vuelta, para encontrarme con otros tres que me cerraban el paso. En cosa de segundos, uno de ellos me tapó la boca, mientras que entre todos los otros me agarraron, y a la fuerza me hicieron entrar en una de las habitaciones, de la casa frente a la que me secuestraron, dentro había un viejo sofá, y muchas cajas de cerveza, y como no había luz eléctrica, tenían encendidas por toda la habitación un sin número de velas. Yo estaba aterrada, muerta de miedo, pero a pesar de eso tuve el suficiente entendimiento, para escuchar lo que me dijo el que parecía ser el jefe del grupo, mientras sus compañeros y él se tomaban cerveza. Ése tipo sacó una navaja, y antes de quitarme la mano de la boca, con un fuerte aliento a cerveza, me dijo. Mira putita, tienes dos opciones, o lo hacemos por las buenas y todos pasamos un buen rato y nos divertimos. O lo hacemos a la mala, y te aseguro que lo vas a lamentar mucho. Así que ya sabes, nada de gritar, ni de tratar de salir corriendo, o de ponerte a pelear. En ese instante acercó la navaja a mi cara y continuó diciéndome, bien cerca de mi cara. Porque de todas maneras te lo vamos a meter, y te voy a dejar la cara, las nalgas, y tus tetas como un crucigrama.

Lo siguiente que me dijo fue, ¿entendiste? Y de inmediato retiró su mano de mi boca. Aunque estaba muerta de miedo, comprendí que me tenían en sus manos, así que sin ver a ninguno a la cara, le respondí que sí. Lo siguiente que me dijo fue. Bueno ya que nos estamos en tendiendo, para que te relajes un poco y pongas de tu parte, que te parece si te tomas unas cervezas mientras que te conocemos mejor. Quizás fue el miedo que tenía, que apenas me entregaron una lata de cerveza me la tomé toda de un solo viaje, casi sin respirar, sin importarme que no estuviera fría, apenas me la bebí toda me dieron otra, y casi de inmediato también la tercera, estaba tan asustada que me olvidé que soy muy mala bebedora, ya que casi de inmediato comencé a sentir los efectos del alcohol. No es que se me olvide lo que hago, no lo que me sucede es que me pongo tonta, me rio de cualquier cosa, y cuando bebo demasiado, mi esposo se aprovecha para ponerme a mamar su verga y hasta para darme por el culo, sin que yo le diga que no.

Apenas terminé de tomarme la tercera lata de cerveza, el jefe del grupo, me hizo sentar a su lado en el viejo sofá, y en tono de broma me dijo, bueno ahora que somos buenos amigos, dime cuál es tu nombre, cuando le dije que Luz, continuó tuteándome, y haciéndome preguntas intimas, al tiempo que sus manos me comenzaron acariciar, sin que yo me opusiera. Una de las cosas que me preguntó y yo le respondí de inmediato, fue que cosas eran las que más me gustaba que me hicieran, y como una tonta le dije, que me besaran por el cuello y las tetas. Y a medida que comenzó a desabrochar la parte superior de mi vestido, y mis tetas quedaron completamente al aire, lo siguiente que me preguntó mientras me comenzó a besar y chupar por el cuello y mis tetas, sin que yo ofreciera ninguna resistencia, al principio por miedo a que me golpeasen o cortasen, pero poco a poco y a medida que me seguía besando y acariciando, sin vergüenza alguna, me preguntó si yo tenía alguna fantasía sexual, y riéndome como una estúpida le dije que sí, que algo que jamás había hecho era tener sexo con dos hombres a la vez. Mientras que yo continuaba hablando de lo que me gustaba que me hicieran, continuó desabotonando el resto de mi ajustado vestido, y cuando terminó él y sus amigos se dieron cuenta de que no estaba usando ropa intima. Uno de los tipos comentó, miren como que Luz ya sabía a lo que venía. Fue cuando les dije, es no me había dado tiempo de ponerme nada abajo por estar siguiendo a mi esposo. Y sin que me lo preguntasen les hablé de la desconfianza que le tenía a mi marido, poco me faltó decirles que era guardia de seguridad y que trabajaba bien cerca.

Pero a medida que yo hablaba como una verdadera tonta, él jefe continuó besándome por todo mi cuello y tetas, y comenzó acariciar de manera descarada mi desnudo coño, frente a sus compañeros, mientras que yo comencé a sentirme tremendamente excitada, pensando en medio de mi borrachera, que como de todas manera me iban a violar, lo mejor era que lo disfrutase. Por lo que a medida que el jefe del grupo continuaba acariciando mi coño, introduciendo sus dedos apretando mi clítoris, yo sin que él me lo dijera, le bajé la cremallera del pantalón y extraje su erecto miembro. Al principio tímidamente se lo comencé a manosear, pero al cabo de unos pocos segundos, él retiró su mano de mi húmedo coño y señalándome con sus labios su propia verga, me dio a entender sin palabras que deseaba que se lo mamase. Yo terminé de quitarme el vestido, lo colgué de un clavo en la pared, de inmediato me incliné sobre su verga, y escuché silbidos y las adulaciones que decían el resto de sus compañeros sobre mis blancas nalgas.

Sin demora alguna me dediqué primero a lamer su colorado glande, y poco a poco me lo comencé a meter dentro de mi boca, y a medida que iba cabeceando su verga entraba más y más a dentro de mi garganta, hasta que llegué al punto que ya no podía metérmela más adentro, sin llegar a vomitar. Uno de sus amigos, comenzó a tocarme las nalgas, pero el jefe le ordenó que se detuviese, que esperase a que él y yo terminásemos. Por lo que sacando su verga de mi boca, me indicó que me recostase sobre el sofá y con mis piernas bien abiertas así lo hice, mientras lo observaba como se iba bajando sus pantalones hasta las rodillas, y comenzó a dirigir su tremendo plátano, hacía mi caliente coño. A medida que me fue penetrando, sentí un placer casi morboso por ser penetrada por él frente a todos sus amigos. Los que no dejaba de decirme lo puta que yo era, mientras que yo movía con fuerzas mis caderas, restregando todo mi coño contra su peludo y caliente cuerpo. Así estuvimos por un buen rato, él metiendo y sacando casi por completo toda su verga de mi cuerpo, mientras que yo no paraba de moverme, hasta que disfruté de un inusual y húmedo orgasmo, y él se vino completamente dentro de mi coño. A pesar de las protestas de varios de sus compañeros.

Aunque yo quedé exhausta, pero tremendamente satisfecha y con ganas de continuar. Uno de los tipos dijo, ahora nada más le queda el culo y la boca, yo no entendía a que se refería, hasta que escuché a otro decirle al jefe, coño hombre, te hubieras venido fuera, ahora no hay quien se lo meta por el coño. Yo como deseaba continuar, les dije denme un poco de agua y verán que me lavo bien rápido. Todos se vieron, se rieron y uno de ellos me dijo, mira putita aquí en estas ruinas, no hay agua, al tiempo que destapaba una cerveza, en ese instante se me ocurrió lavarme el coño con cerveza, lo que yo no sabía en esos momentos y me enteré meses después, es que cuando me lavé el coño, como con tres latas de cerveza, mi cuerpo no se dé que forma o manera absorbió más alcohol. Por lo que aunque no seguí tomando, me puse más borracha todavía de lo que estaba.

Al terminar de lavar todo mi coño con la cerveza frente a todos ellos, me paré y con mis piernas bien abiertas, agarrando mi coño con ambas manos les pregunté, sin vergüenza ni pudor alguno ¿quién es el próximo? De inmediato dos de los tipos se pusieron de pie, y hasta estuvieron a punto de irse a las manos, cuando el jefe les dijo, ahora ustedes dos, le van hacer realidad una fantasía de Luz. Yo que me estaba deseosa de seguir con la juerga, no le entendí. Él sacó una moneda de su bolsillo, y preguntó a uno de ellos dos, cara o sello, no sé que respondió, pero de inmediato voló la moneda y el jefe les dijo tú por el coño y tú si quieres le das por el culo. Ambos sonrieron mientras se bajaban sus pantalones, pero uno de ellos se antojó que antes de clavarme su verga quería que se lo mamase, y entre los dos me han puesto a mamar por un corto rato alternándome entre uno y otro. De inmediato uno de ellos, acostándose sobre el viejo y destartalado sofá, me atrajo hacia él y me penetró por el coño, y a los pocos segundos sentí como su compañero, tras separar mis nalgas y con algo de dolor me penetró por el culo. Yo estaba comportándome como toda una loca, gritando de placer, a medida que ellos dos continuaban penetrándome por delante y por detrás. De momento un tercero, colocó su verga frente a mi cara, y no se me ocurrió otra cosa que ponérmela a mamar.

Al que se la estaba mamando, se lo chupe de manera tan y tan fuerte, que al poco rato, se vino dentro de mi boca, tragándome gran parte de su leche sin querer. Mientras que los otros dos continuaron por un largo rato, dándome por el coño y el culo al mismo tiempo, arrancándome profundos y largos gemidos de placer, hasta que se vinieron uno dentro de mi culo y el otro dentro de mi coño por completo. Yo quedé bien molida, pero enormemente satisfecha, tanto que cuando le pregunté al quinto que era lo que deseaba que le hiciera, me di cuenta de que a medida que sus compañeros me lo estaban metiendo, él se comenzó a masturbar, y terminándose de venirse me regó su leche en mi cara, mientras observaba como sus compañeros me cogían. Después de todo eso, el jefe me agarró por un brazo, y sacándome al patio trasero, me dijo, en esa ponchera hay algo de agua, si puedes lávate para que te vistas, y te marches.

Medio me lavé la cara, y el coño, y como pude me puse mi vestido, el jefe se despidió de mi diciéndome, ya sabes Luz cuando quieras mis amigos y yo te esperamos por aquí, para violarte otra vez, mientras que yo riendo por lo que él había dicho, me dirigí a la calle, acompañada por dos de ellos. Al poco rato pasé caminando casi cayéndome, frente al puesto de mi marido, quien continuaba leyendo su libro, y ni cuenta se dio que yo caminaba por la acera de enfrente. Apenas llegué a casa, como a eso de las cuatro de la madrugada, me entró un complejo de puta arrepentida, preguntándome a mi misma como había sido capaz de serle infiel al pobre de mi marido, que eso era bueno que me pasara por ser tan desconfiada. Como pude me di un buen baño con agua caliente, fue cuando me di cuenta del montón de moretones o chupadas que tenía por todo mi cuello y tetas, asustada hasta me puse hielo para que se disimulasen, del susto hasta la borrachera se me fue, por lo que mientras me ponía el hielo mi vestido rojo, lo metí en agua con jabón.

Cuando terminé de bañarme y de arreglarme lo mejor que pude, me acosté. Ya a eso de las siete y media de la mañana sentí que mi esposo llegaba, y les juró que estuve a punto de contarle todo, pero me dio un miedo tremendo a que no comprendiera lo que me había sucedido, así que me quedé callada, de momento apenas él se quitó toda la ropa, sentí que comenzaba a agarrarme las nalgas, por lo general le digo que no moleste, pero en ese momento simplemente abrí mis piernas, y lo dejé que me lo metiera.

Todavía hay días en que siento algo de desconfianza cuando mi esposo se va a trabajar. Pero tan solo el acordarme lo que me sucedió esa noche, se me quita ese sentimiento, pero en su lugar me han dado unas fuertes ganas de volverme a encontrar con todos esos tipos. Por lo que apenas sale mi marido, salgo a caminar hasta aquella destartalada casa, la verdad es que no me he vuelto a encontrar a ninguno de ellos, pero me he levantado a unos dos o tres clientes mientras me encuentro caminando…