Esa mañana me dispuse a salir a la calle para beber con mis cuates, pero al ver que mi hermana estaba en pura bata sentada en cuclillas y sin braga, según lavando las parrillas de la estufa con los muslos abiertos al máximo, y enseñándome los pelos los labios y el clítoris de su cocho, pues de sobra sabía que yo la estaba viendo por entre la persiana de mi cuarto, y ella bien cachonda frente a mi ventana a escasos 2 metros... me quedé bien lela, pero por lo pronto ya no salí a tomar, y me puse a pensar de cómo llegarle a mi hermana, para que me aflojara el culo.
Relato
Mi hermana 4 años menor que yo, a sus 17 años tenía ancas de potranca, y era de la cuadra la más correteable de todas las hembras, ya que sin ser fea, a falta de ser la más guapa sin embargo sí era la más buenota, tetas medianas y mediana cintura con unas nalgas de 93 centímetros "rope record" y una piernas de lo más llamativas.
Los vaqueros y vestidos la ceñían sensual y seductura, y para cuando caí en el vicio del pomo y las chelas, ella salía a buscarme por las esquinas con prendas muy chiquitas, y enseguida notaba que mis cuates los vagos la desnudaban y devoraban con los ojos enrojecidos, y hasta llegaron a decirme que ella tenía las nalgas bien paraditas, que tenía un culo muy bonito, o al chile, que tenía unas pinches nalgotas, y a las risas de aprobación y sus preguntas indiscretas, yo les decía que la había visto varias veces encuerada, bañándose, y ante la envidia de ellos yo me daba delirios de grandeza con el deseado culo de mi hermanita.
Un claro día, yo estaba medio borracho en la esquina, en compañía de 5 ó 6 malandros cuando vi sus rostros de admiración y lujuria, y al voltear vi a mi hermana parada en la contra esquina con la mano en alto llamándome, ella traía puesto un chiqui vestido holgado de color negro con flores de distintos tonos, la tela le resbalaba por su cuerpazo insinuándolo... me atravesé la calle y llegué hasta ella, me dijo que nos fuéramos a la casa y yo le obedecí abrazándola del talle, a lo que ella respondió.
-No me aprietes tanto porque se me subé el vestido y me van a ver los chones los vagos.
-¿Apoco traes? Bromeando
-Pues apoco no payaso.
-A ver si es cierto ¿cuáles traes? ¿De qué color?
-Pues tú que dices que no traigo, adivina.
Como yo ya sabía qué calzones usaba con determinados chiqui vestidos, antes de llegar a la calle donde vivimos le señalé.
-Has de traer el azul rey con encaje blanco en la orilla.
-Noo, andas frío.
-Entonces el negro con rayitas (azules, negras y rojas)
-Noo, sigues frío... ¡aunque que bien conoces mis pantys!
-Ah, ya sé, entonces traes el de encaje lila.
-Noo, andas perdido, lo que necesitas es dormir, para ver si en tu juicio le atinas.
-Bueno, me doy manita, pero dime de qué color son ¿sí?
-Si me prometes que ya no te vas a salir te digo.
-Te lo prometo ¿cuán calzoncito traes manita?
-Un azul.
Y sin darle tiempo a más recordé un bikini azul cielo que traía dibujado un "diablito" en la parte de su conejito.
-Ah sí, el bikini azul transparente que trae un cornudo en tu panochita.
-Ese mero.
Llegamos a la puerta que abrimos y nos metimos, ella me llevó a mi cuarto y ahí trató de que me acostara, pero yo estaba muy interesado en otra cosa.
-Manita, te quiero
-Yo también te quiero.
-Pero yo te quiero como mujer, dejáme verte tus calzoncitos ¿sí manita?
-¡Ay! Cómo crees.
Y empezaron los pequeños forcejeos, mientras ella se hacía que no quería, y yo le acariciaba los muslos y trataba de levantarle el vestidito, hasta que la tumbé en la cama y logré quitarle la braguita sudadita, pero para mala suerte oímos la puerta de la calle dando entrada a nuestra madre, mi hermana salió corriendo de mi cuarto, y yo me quedé con su bikini en la mano de perdida haciéndome una chaqueta. Y en mi próximo relato les terminaré de contar de cómo fue que me quité del vicio.