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Por querer hacerme la coqueta…

Relato enviado por : narrador el 16/03/2013. Lecturas: 16497

etiquetas relato Por querer hacerme la coqueta…   No consentido .
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Resumen

Hace varios años, por andar queriéndome hacer la coqueta, terminé siendo pero que te bien cogida, por cuatro chicos.



Relato

Yo me había ido del pueblo hacía ya varios años, para estudiar en la ciudad, pero durante mis últimas vacaciones de verano, decidí por lo menos pasar varios días en casa de abuela, antes de irme a terminar un post grado en otro país.
No es que me sintiera superior o mejor que las demás personas del pueblo, pero para esos momentos, que yo supiera, era la única persona que estudiaba en la universidad. Por lo que apenas llegué comencé a sentirme sumamente aburrida, y si bien es cierto que compartí con mi abuela, y mis tías, ya al tercer día estaba desesperada por regresar a la casa de mis padres.

A diferencia de donde vivo y estudio desde hace varios años, en el pueblo donde viven mi abuela y mis tías, a las únicas que conozco son a ellas tres, y para colmo se acuestan tan temprano como las gallinas, apenas comienza anochecer, y yo que no tenía nada que hacer, esperé a que todas ellas se durmieran para escaparme por la ventana del cuarto, a dar un paseo sola, a la luz de la luna, mientras me fumaba uno de mis cigarrillitos artesanales. En el camino, me di cuenta de que no había nada abierto, excepto un pequeño barcito, al que después de agarrar una buena nota, que me atreví a entrar. Apenas entré los pocos clientes que había dentro, clavaron sus ojos en mí, una de las razones fue que era la única mujer dentro del bar, y la otra razón es como andaba vestida, con una muy pequeña y corta minifalda, además de mi blusa negra, semitransparente, que sin mucho esfuerzo, cualquier persona podían darse cuenta de que se me veían los pezones y las tetas, ya que no estaba usando sostén en esos momentos.

Yo inocentemente pedí una cerveza como acostumbro hacerlo en donde yo vivo, y como acostumbro de inmediato pagué. Ya al poco rato estaba rodeada por cuatro muchachos de mi edad aproximadamente, a los que les pareció muy raro, que una chica como yo aparte de que anduviera sola, les hubiera brindado una ronda de cervezas a todos ellos.

La cosa es que seguimos bebiendo gran parte de la noche, y entre chistes de doble sentido, y uno que otro discreto agarrón de nalgas, a los que no les presté mucha atención, ya estaba por retirarme a la casa de mi abuela a dormir. Cuando me puse a pensar como sería pasar el resto de la noche acostada con alguno de ellos. Sin hacer comentario alguno, mentalmente los fui observando, y hasta llegué a imaginarme como sería eso. Pero como ninguno de ellos me propuso nada, y hasta se me ocurrió inventar un cuento, para ver si alguno se captaba el mensaje. Ya que aunque no lo crean me daba mucha vergüenza ser yo, quien se lo propusiera a cualquiera de los cuatro. No fueran a pensar, que yo era una loca ninfómana, que estaba en busca de un macho, que la calmara.

Puede ser que por lo mucho que bebí, se me ocurrió divertirme un poco. Así que cuando pude, yo tomé la palabra y tras invitar otra ronda de cerveza a los que estaban acompañándome en la barra, comencé a contarles un cuento que me inventé en ese mismo instante, sobre una chica al finalizar una fiesta, que tras agarrar tremenda borrachera, comenzó a bailar y a quitarse toda la ropa, y una vez que lo hizo, entre sus compañeros de clases, la violaron, la sodomizaron y obligaron a que mamase sus vergas, todo a un mismo tiempo.

A medida que yo iba relatando la falsa historia, observé como todos y cada uno no me quitaban los ojos de encima, y a medida que yo les iba contando lo sucedido supuestamente a las chicas, yo les iba diciendo la manera más seductora que pude, como ella y sus compañeros de clase iban actuando, lo que le decían sus compañeros a ella, por lo que me di cuenta que a más de uno comenzaba a excitarse.

Además en ocasiones fui bastante explicita tanto verbal, como físicamente, ya que lo único que me faltó fue quitarme toda la ropa, al irles describiendo lo que le sucedido a esa chica. Con decirles que en una de esas, poniéndome de pie y colocándome de espaldas a todos ellos, separé mis piernas, y me incliné hacia adelante lo más que pude, apoyándome contra una de las paredes del bar, para demostrarles como habían obligado a ella a ponerse contra una pared. En consecuencia creo que todos, sin mucho esfuerzo se pudieron dar cuenta de que mis pantis eran de color negro, tipo tanga.

En otro momento, mientras me encontraba sentada, y ya estaba por terminar de contar el cuento con toda intención, dejé mis piernas abiertas, mientras que despreocupa y distraídamente con uno de mis dedos, jalaba mis pantis que se encontraban enterrada dentro de mí coño, y desde luego que la atención de todo el grupo se fijó en mi coño. Pero viendo que ninguno de los cuatro chicos, decía o hacia algo, decidí marcharme a dormir. Ya serían como la una o dos de la madrugada, cuando terminé de contar ese pervertido cuento. De inmediato me puse de pie, y moviendo picara y sensualmente mis caderas me despedí de todos ellos.

Ya llevaba como unos cuantos minutos caminando por el retirado camino de tierra que me llevaba rumbo a la casa de mi abuela, cuando tuve la sensación de que alguien me estaba siguiendo. Cosa que en lugar de asustarme, como que me hizo sentir excitada. Pensé que quizás alguno de ellos, había reunido el valor de proponerme que me acostase con él y me había seguido con la intención de aprovecharse de mí. Tomando en cuenta de que estaba medio borracha, y caminando sola por ese solitario camino vecinal, sin más luz que la de la luna, y eso cuando no era ocultada por una gran nube. De momento me pareció escuchar varios ruidos, tras los matorrales, pero me hice la que no me había dado cuenta de que alguien me seguía, y justo en ese instante, después de prender otro tabaquito, de los que tanto me gustan, se me han pegado unas tremendas ganas de mear, quizás a consecuencia de las muchas cervezas que me había bebido. Por lo que de la manera más despreocupada, a mitad del camino, me detuve, me bajé y quité las pantis, y mientras terminaba de fumar la pequeña chicharrita que tenía entre mis dedos, me puse a orinar tranquilamente, mientras de manera despreocupada miraba la brillante luna en el cielo.

No bien había terminado de orinar y de fumar, cuando de en medio de la oscuridad, sentí que alguien saltaba sobre mí, de inmediato pensé, que se trataba de los mismos chicos que en el bar, habían estado compartiendo conmigo. Tapándome la boca para que no gritase, y sujetándome por todas partes prácticamente me han llevado cargada hasta una camioneta en la que tras taparme la cara con un hediondo y sucio trapo, me obligaron a subir y luego me tiraron al piso, colocando uno de ellos una de sus botas sobre mis nalgas, para evitar que me fuera a parar, diciéndome. Si gritas o te pones bruta te tajeo la cara y las nalgas, eso bastó para que yo me quedase callada.

La camioneta anduvo por el camino de tierra por poco tiempo, luego seguramente entró a la carretera de asfalto, y al poco rato se debió internar en un monte y de momento se detuvo, y de la misma manera que me metieron dentro del cajón de la camioneta, me sacaron. No fue hasta que me dejaron sobre un piso, que le escuché decir a uno de ellos, al momento de arrancarme el trapo que cubría mi cara. Quítate toda la ropa. Aunque estaba bien borracha, y con tremenda nota encima, sabía de sobra que aunque no es que estuviera dispuesta a dejar que me violasen, sé por experiencia que si no les hacía caso de todas maneras, a la fuerza, los cuatro harían conmigo lo que se les antojase, además de cortarme la cara y las nalgas como ya me habían amenazado. Por lo que obedientemente no ofrecí resistencia alguna, y de inmediato comencé a soltar los botones de mi blusa, pero aun y así casi de inmediato el chico que me amenazaba con la afilada navaja, me ha arrancado la falda, apenas me quité yo misma la blusa. Dejándome de golpe completamente desnuda, frente a todos ellos.

Pero al ver ellos, que yo no ofrecía resistencia, y que se veía que yo cargaba tremenda nota, además de una gran borrachera. A pesar de que me habían arrancado toda la ropa, los tipos que me estaban sujetando, como que entendieron que conmigo no hacía falta utilizar la fuerza, por lo que me soltaron. Yo a pesar de estar sumamente asustada, por otra parte estaba deseosa de mantener sexo bien duro y salvaje, pero no como para provocar que me llegasen a golpear o a desfigurar mi cara y mis nalgas, por lo que a medida que los cuatro, comenzaron a bajarse los pantalones yo haciéndome la tonta, les preguntaba en un tono de voz bien seductor ¿Y por qué se están quitando los pantalones?, ¿Me van violar a mi solita todos ustedes?, y así seguí diciéndoles cosa que lejos de calmarlos, los excitaba muchísimo más.

Uno de ellos cargaba dos botellas de ron entre sus manos, y sin más ni más me la ha puesto en la boca obligándome a que bebiera, pero como fue de manera tan brusca, gran parte del ron se regó por todo mi cuerpo. Casi de inmediato él y sus compañeros me rodearon, y comenzaron a agarrarme las tetas, las nalgas, mi vientre, y desde luego que también me agarraron descaradamente todo mi coño. Y entre agarrones y apretones, par de ellos comenzaron a lamer todo mi cuerpo, incluso hasta bajo mis axilas, y hasta bien adentro de mi coño, mientras el chico que cargaba las botellas, continuaba bañándome de ron.

Yo por mi parte al principio que casi me orinaba del susto, pero cuando comencé a sentir sus cálidas manos, y lenguas por todas partes, me fui relajando, y voluntariamente me di otro trago de ron, al tiempo que separaba mis piernas para sentir como con sus dedos, y luego la boca de uno de ellos, exploraban mi coño. Lentamente yo misma me fui recostando sobre el suelo, mientras los cuatro continuaban acariciando, lamiéndome, y tocándome por todas partes, e introduciendo sus dedos en cada agujero de mi cuerpo. Hasta que el de la navaja, luego de tirarla a un lado, agarrando su verga entre una de sus manos la dirigió directo a mi coño.

A partir de ese instante, entre los cuatro, hicieron y deshicieron conmigo lo que les dio la gana. No bien el primero de ellos me tenía bien clavada su verga dentro de mi coño, y yo movía mis caderas, buscando sentir más y más dentro de mí coño toda su verga, sus amigos, continuaban acariciando y agarrándome por todas partes, incluso uno de ellos separó mis nalgas y por un buen rato me estuvo lamiendo el culo, hasta que decidió penetrarme con su verga. Yo no dejaba de gemir por todo el placer que sentía, y de decirles que me dieran más y más duro.

Cuando no era que en algún momento le mamaba su verga a uno de los cuatro, con mis dedos jugueteaba y masturbaba a alguno de ellos. Durante el resto de la noche y gran parte de la madrugada, seguimos teniendo sexo de manera desenfrenada, en repetidas ocasiones, alguno de los cuatro, me ha dado tremenda mamada de coño, mientras que yo gritaba de placer como una loca. Hasta que ellos cuatro y yo nos quedamos rendidos unos sobre otros.

Al despertarme tenía un poco de dolor de cabeza, además que también me dolía un poco mi culo, por el sin número de veces que me dieron por él, todo mi cuerpo apestaba a sudor, semen, y saliva. Ellos al igual que yo se fueron despertando, el condenado sol entraba por una ventana y fue que me di cuenta que estaba en una vieja casona cerca de la casa de mi abuela. Toda mi ropa estaba hecha un asco, entre llena de tierra, polvo, y la leche de algunos de ellos cuatro. Pero aun y así me puse la falda, y la tranparente blusa, aunque no encontré mis pantis. Sin decirles nada, ni despedirme de ninguno de los cuatro, tras recoger la navaja y llevármela conmigo, me encaminé a la casa de mi abuela, a la que entré a mi habitación por la misma ventana que salí. Ya en la casa, entré al baño y me di una buena ducha, y de inmediato así como me encontraba me volví a meter a la cama. Ni mis tías ni mi abuela, por suerte se dieron cuenta de mi escapada.

Pero al siguiente día cuando tomé el bus de regreso a la ciudad, me senté al lado de una persona, dormía con una toalla sobre su cara, ya a medio camino se despertó y resultó ser el chico de la navaja, quien al verme, puso cara de susto, quizás pensando que le iba a denunciar, pero cuando sonriendo le entregué su navaja al mismo tiempo que le dije. En otra ocasión, me gustaría repetir aquel encuentro contigo y tus amigos, su rostro cambió, en el trayecto digamos que nos hicimos novios, y actualmente es mi esposo, a quien ocasionalmente le agrada compartirme con sus mejores amigos, cuando vamos de visita al pueblo…

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Comentarios enviados para este relato
FABIAN CANAYA (23 de June de 2013 a las 20:50) dice: bien caleinte y trolaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

pitofeliz (2 de April de 2013 a las 23:35) dice: me gusto mucho este relato enhorabuena

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:02) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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