De haber sido soltera o ser acompañada por mi esposo, habría ido a Taxco con un mini vestido ligero o mini falda de mezcla sin panty, y con algun top, pero sola no podía viajar así enseñando la panocha a cualquiera, por lo que me vestí sensual pero no provocativa: "calza negra de licra gruesa para lucir mis pantorrillas y mis medios muslos lampiños, sin tanga, y una playera negra de tirantes y algodón hasta media cadera para enaltecer mis nalgas"...
Relato
A las 5 a.m. de aquel domingo, nos estábamos bañando mi marido y yo, antes que nada le mamé la verga como siempre, desde los adorables huevos hasta la primorosa cabeza, pero no me quiso culear porque quería ir con muchas energías al entrenamiento. Yo me hice la enojada e hice
algún mohín de disgusto y alzando los hombros le di la espalda parando el culo... entonces, él me dijo: "no mamacita no te enojes, si tu eres la reina y siempre hacempos lo que tú quieres". Al tiempo que me acariciaba la espalda y me hablaba tierno al oído... yo seguí haciéndome la molesta hasta que él se hincó y me empezó a hurgar el fundillo primero con los dedos y luego con la lengua hasta que condideró oportuno cojerme, yo únicamente me empiné apoyándome a la taza del W.C.
para recibir los 17 Cm de Yany y el golpeteo de sus pelotas, ese fue mi rico desayuno.
Saliendo del baño, mi esposo se puso un juego de pants color verde, tomó medio jugo y se fue a los entrenamientos. Yo me arreglé un poco frente al tocador; un poco de rímel y una ligera sombra a mis atractivos ojos café oscuro, cepillé mi pelo café lacio hasta el hombro, me puse la calza negra sin calzón y me tallaba perfecta, luego la camiseta algo holgada pero remarcaba mis pezones sin sostén y mis ancas y de una manera muy femenina y sensual, y me calcé unas zapatillas de medio tacón color blanco, del color del "rompe viento" que por último me encimé; para salir con un pequeño neceser color marfil y un pequeño morral de cuero color hueso.
En la central camionera, los maleteros se ofrecieron ayudarme, y ante mi negativa; tan sólo oí algunos silbidos fiu fiu fiu, y un ¡qué buena está! Yo me sentí halagada y más segura, y comencé a tangonearme como lo que soy, una verdadera puta.
En la tercer casilla del DF a Taxco, la penúltima, ahí se orilló el autobús para cambiar una llanta y nos dieron 20 minutos para bajar a tomar algo o ir albaño, yo me bajé en seguida y fui hacia el baño de mujeres, pero los dos excusados estaban hechos un horror, por lo que salí de inmediato y me dirijí hacia tras de una barda; ahí; me bajé la calza y me senté a horcajadas para orinar... salió un abundante chorro que parecía interminable hasta que poco a poco fue menguando y por fin terminó; me limpié muy bien el chocho con dos servilletas y luego me subí la calza palpando mis caderas... ¡y sorpresivamente a esa hora salió por entre unos arbustos y árboles un soldado seguido por otro compañero! Los dos delgados y morenos como de mi estatura.
Qué hace usted señorita. Me dijo el primero.
Una necesidad fisiológica... y sin darme tiempo de concluir habló el otro soldado.
Para eso están los baños, además la basura debe tirarse en su lugar. Y levantó las dos servilletas con que me limpié guardándolas en el bolsillo de su pantalón; cosa que me agradó por parte de aquel soldado fetichista.
Es que están muy sucios. Me justifiqué.
¿A ver? Por favor señorita, muéstrenos alguna identificación oficial, su credencial de elector de preferencia. Dijo el primer soldado.
Como les dije que mi identificación la tenía en el autobús me acompañaron a traerla, abajo, ellos vieron el nombre de Elvio en lugar de mi nombre Elvia. Y con ese pretexto me apartaron según para esclarecer mi identificación. Yo les dije que era Tv salida del clóset pero no me creyeron.
¿Es usted Travesti o transexual? Dijo el primer soldado.
Ha de ser transexual. Dijo el otro. Porque no tiene pito ni guevos... y sacó su celular donde me fotografió desde que me bajé la calza y me senté hacer de la pipí... y otras, donde me limpié mi coñito y me acomodé la calza.
Yo impactada no sabía qué decir, y me dejé llevar por ellos a un centenar de metros, subimos a un viejo camión verde aceituna, según para esperar al teniente y saber con certeza mi identidad. Lo obvio era que querían cojerme, y yo sin resistencia me dispuse a lo que fuera con tal de que me dejaran en libertad.
A ver bájese la calza. Ordenó el segundo soldado agresivamente. Yo no obedecí y me hice la desentendida.
Por favor señorita. Dijo el soldado educado. Tenemos que cerciorarnos de su identidad, no se ofenda pero bájese la calza. Entonces me decidí y me bajé la calza a la altura de las rodillas, dejando mi pubis al descubierto y ante la mirada morbosa de los soldados.
¡Ya ves! Dijo el soldado grosero. No tiene verga ni güevos, o sólo que los traiga metidos en el culo ¿A ver? Volteate y agáchate abriendo las piernas.
Yo nuevamente no le hice caso y me quedé inmóvil.
Por favor señorita, permítanos ver bien su identidad, volteese y agáchese con las piernas separadas.
No, pues así sí, de buen modo ni quien diga nada; y ya medio caliente me voltee y agaché hasta donde pude abriendo las piernas enseñándoles mi culo abierto.
¡Está re buenota! Dijo el grosero, y me pareció lindo ¡qué culote y qué nalgotas. Y agachándose a lo más completó. No tiene güevos y parece que tiene panocha, y si es trans o lo que sea ¡está bien mamasota!
Sus comentarios me pusieron al cien, pero tenía que hacerme la digna.
Pues nomás con que se discuta. Dijo el grosero a su compañero. Y luego hacia mí.
La verdad estás bien buena y bien querida, nos deberías de discutir un taco y te dejamos ir sin tanto lío.
Pero por qué, si no hice nada. Protesté. Además puedo gritar y decir que me quieren violar.
Ja ja ja no digas tonterías. El soldado grosero. Aquí nadie te haría caso, y si queremos te podemos cojer y desaparecer como tantas zorras desaparecen por estos lugares, al fin tú eres una linda zorrita que le gusta la verga ¿o no?
Yo lo ignoré, pero me acordé de los tantos feminicidios y me puse muy nerviosa a temblar de miedo, por lo que el soldado educado intervino.
No sienta temor señorita, yo respondo por usted, a ustede nadie la toca sin su consentimiento. Pero mire, nosotros somos dos pobres hombres que si tuviéramos la gracia de recibir sus lindos favores, no lo olvidaríamos por el resto de nuestra miserable vida ¿sí preciosa? Regálenos un poco de todo lo que tiene de sobra ¿sí lindura?
Casi desnuda ante ellos, y ya con alta temperatura no me hice más del rogar, pues empecé a sentir algo emocionante ser culeada por aquellos desconocidos.
Bueno, pero con condón.
El educado sacó un condón de su cartera como rayo, y el otro se fue a conseguir uno y algo de crema para lubricarme el culo. El soldado educado se acercó a mí, con sus yemas me acarició los pezones que se levantaron al contacto, me besó y yo correspondí a sus lengüetazos, me acarició los flúteos con behemencia y me metió en el ano cuidadosamente uno de sus dedos, luego me volví a voltear y apoyé mis manos en un asiento trasero, me chupó el culo a lo largo y ancho y hasta el fondo, me ensalivó el ano y yo le di una rápida mamada y se la escupí para que me la metiera de un tiro, al cabo la tenía más chica (como una pulgada) y más delgada que mi Yany.
En eso que me acordé de mi marido, y me imaginé que el soldado era Yany, en ese instante me lo clavó todo de un jalón, y luego empezaron a rebotar en mis nalgas sus huevos a la vez que me daba de nalgadas.
Qué buenota está señorita, tiene usted un culote, qué nalgotas señorita. Y mete y saca su verga que la verdad estaba disfrutando. Cuando de repente volvió el otro soldado con un tercer hombre. Un soldado prieto alto y flaco, y entrando al camión y sacándose la verga. El soldado grosero con una verguita delgada y parada como de 14 Cm, pero el otro de tipo costeño con un vergón colgando como de 15 Cm y grueso como el tubo de cartó del papel para baño. con unos huevotes como de avestruz, que la mera verdad hasta se me antojó; pero lo que me urgía era salir de ese atolladero.
El soldado que me estaba culeando casi se chorreaba, y el soldado grosero se acercó para que se la mamara, y yo ya caliente se la chupé hasta que su compañero se vino. Entonces el soldado grosero, agarró el condón que el otro se quitó y se fue a lavarlo al baño. Mientras el vergón quería cojerme, pero como no tenía condón me negué. Además alegué que ese no había sido el trato. Cosa que respaldó el primer soldado. El soldado grosero volvió con el condón que por cierto ni lo llenaba, y me lo metió pero ni lo sentí porque se vino en dos o tres metidas precozmente.
Ahora mámasela a él. Dijo el soldado grosero refiriéndose al soldado prieto y vergón. Yo sí quería pero me hice que no, y les reclamé airadamente.
Yo que tengo verija ya cumplí con mi palabra, ya me culearon ustedes dos. Ahora, ustedes que tienen muchos huevos cumplan con su palabra. El soldado educado tomó a bien lo que dije y me respaldó, por tanto me bajó del camión y me acompañó a tomar otra corrida para Taxco.
En Taxco no demoré, compré lo que debía y volvía al DF... Llegué entrando la noche. Yany ya me esperaba, y tuve que confesarle mi Odisea. Él, muy comprensivo no se enojó, sino al contrario , me colmó de mimos y caricias y esa noche cojimos como poseídos.
Yadira y yo que me llamo Luis, llevamos varios años de casados, pero no nos consideramos una pareja común y corriente, ya que desde que éramos novios nos dimos cuenta que tanto ella como yo somos personas de mente abierta, ella no se considera dueña de mi cuerpo, ni yo tampoco me considero dueño del suyo, por lo que si nos place en algún momento llegar a tener relaciones con otra persona, las disfrutamos abiertamente, sin que por ello el amor que nos sentimos mutuamente se vea lesionado o disminuido. En ocasiones tanto ella como yo también le damos rienda suelta a nuestras fantasías, con la completa colaboración tanto mía como de parte de ella.
Relato erótico enviado por narrador el 13 de March de 2011 a las 21:45:11 - Relato porno leído 120861 veces