Hasta el pasado año, mi esposo y yo se puede decir que éramos una pareja normal, aunque sin hijos. Pero resulta que Federico, o Fede, como me acostumbré a llamarlo, como de costumbre me llevó a cenar, y a mitad de la cena, yo lo notaba algo inquieto, y ansioso. Fue cuando sin más ni más me confesó que me había sido infiel, yo no podía o quería creer lo que él me decía. Hasta pensé que se trataba de una broma de mal gusto.
Relato
Pero al decirme que durante su último viaje de negocios, me había sido infiel con una vendedora, que lo sedujo, aprovechándose de que él había tomado de más. Y sin que yo se lo pidiera comenzó a darme por encima algunos detalles de lo sucedido. En ese instante ya no me quedó la menor duda de que todo lo que Fede me decía era cierto. Máxime cuando comenzó a decirme que él entendía que yo quisiera que se fuera de la casa.
Lo cierto es que en la manera en que me dijo todo, me dejó desarmada, quería gritar e insultarlo, pero ya no tenía gracia el que yo hiciera eso, el había confesado, y pedido que lo perdonase, además me dijo que él aceptaría cualquier imposición de mi parte, si lo perdonaba, y dejaba que se quedase en casa. Pero que si yo prefería que él se fuera, él lo entendería.
Lo cierto es que le dije que me diera unos días para pensarlo, y lo más que me encabronaba era que su manera de actuar, como ya dije me dejó desarmada. Desde luego que le impuse un sinfín de reglas, las que Fede, aceptó sin chistar, incluso ni se molestó cuando le pedí la llave de su auto, la tarjeta de crédito, y hasta las llaves de casa. Eso sin contar que le quedaba totalmente prohibido el hablar por teléfono sin decirme antes de quien se trataba, al igual que las salidas con sus amigos las eliminé, y hasta el control remoto del televisor tampoco lo podía tocar, en fin prácticamente me volví una dictadora.
La conducta de Fede, cambió totalmente, el alegre y despreocupado esposo se tornó en un sumido marido, que en la cama no me tocaba a menos que yo se lo ordenase. Pero aun y así no estaba contenta, aun tenía una gran sed de venganza, la que con ninguna de las penitencias que le impuse se me calmaba. Hasta que leyendo un artículo de prensa, sobre la infidelidad, encontré que un porcentaje tanto de hombres como de mujeres a los que les habían sido infieles sus respectivas parejas, según entendí, se sintieron mucho mejor, al también serles infieles, y vengarse de su pareja acostándose con otra persona. Eso era algo que desde que me enteré de su infidelidad, estuvo rondándome la cabeza.
Cuando le leí dicho artículo, pensé que de que esa manera yo finalmente me sentiría mejor, sin pensar en las consecuencias. Aunque Fede al principio como que no se dio cuenta de lo que yo buscaba, al releerle dicho artículo otra vez en voz alta, mi esposo cuando cayó en cuenta, el dolor que su rostro reflejaba, me terminó de convencer que eso era lo que debía hacer.
No le comenté más nada, y al llegar el viernes, sin decirle nada en lo absoluto, me vestí, y arregle de la manera más elegante y seductora que pude hacerlo. Al ver mi esposo que me había arreglado para salir, se disculpo conmigo, además diciéndome que en un dos por tres él se arreglaría. A lo que le respondí que no lo hiciera, que yo iba a salir sola a divertirme, de la misma manera que él lo había hecho, cuando me engaño. Bastó que dijera eso, para que Fede, se quedase en silencio, pero antes de salir de casa, me dijo. Nilda no lleves eso tan lejos que después no te puedas arrepentir. Pero yo no le hice el menor caso, salí de la casa, y en un taxi me dirigí a uno de los mejores hoteles de la ciudad.
La verdad es que cuando llegué ni idea tenía de lo que iba hacer, por lo que entré al casino, y como una tonta me puse a jugar en una tragamonedas. Una de las cosas que había pensado era regresar a la casa bien tarde, y decirle a mi esposo que me había acostado por lo menos con tres o quizás cuatro hombres. Pero luego pensé, que de una forma u otra él se daría cuenta de que eso no era cierto.
Así que mientras continué jugando en la maquina que me encontraba, pasó por mi lado un conocido nuestro, Alfredo. Quien al verme de inmediato se detuvo a saludarme. Y preguntarme por mi esposo, cuando le dije que andaba sola, como que todo en él cambió. De inmediato me invitó a la pista de baile. La verdad es que Alfredo, aunque algo mayor, es de esos tipos con cuerpo atlético, y con unas interesantes canas en su cien, además de que es sumamente rico. Si bien no es lindo, tiene ese algo diferente que llama la atención. Lo que sin pensarlo mucho acepté, además si le decía a Fede que me acosté con un completo desconocido, quizás no me creería, pero si le insinuaba que lo hice con Alfredo, aunque no fuera cierto, como mi esposo lo conoce y Alfredo tiene fama de Play Boy, lo más probable es que lograse que se sintiera tan mal como me sentía yo, desde que me enteré por él mismo, que él me había sido infiel.
Ya en la mesa Alfredo no pidió un par de tragos, fue esplendido, para comenzar pidió una costosa botella vino blanco, y a medida que fuimos balando y bebiendo ese delicioso y costoso vino, no sé de qué manera Alfredo dedujo, que Fede me había sido infiel, y que yo estaba pensando en vengarme, acostándome con otro hombre. Bueno quizás se me escapo decirle una que otro detalle, del porque Fede no me acompañaba esa noche, pero cuando Alfredo bailando conmigo apretándome contra su cuerpo, me invitó a que subiéramos a su habitación en el mismo hotel, no supe cómo decirle que no. Máxime cuando me comentó que si mi marido, en algún momento, le llegase a preguntar algo, él tan solo le respondería que un verdadero caballero no habla de sus relaciones, y menos con alguien como él. Que había engañado a su esposa.
Esas palabras me impresionaron, y tras terminar con la segunda botella, subimos a su habitación, en la que apenas llegamos, me comenzó a besar, y a medida que seguíamos besándonos, sus hábiles manos fueron acariciando todo mi cuerpo, de forma y manera tal que de momento y prácticamente sin darme cuenta me encontré completamente desnuda ante él. Yo en parte me moría de la vergüenza, pero a la vez me sentía tan y tan excitada por todo lo que estaba sucediendo, cuando él colocó sus manos, sobre mis hombros, y ejerciendo una ligera presión, hizo que me arrodillase frente a él, sumisamente así lo hice. Aun estando de pie frente a mí, Alfredo extrajo su miembro del pantalón, y colocándolo frente a mi boca, como que no me quedó más remedio que comenzar a pasar mi lengua a lo largo de todo su miembro, hasta que lentamente comencé a ir introduciendo su verga dentro de mi boca. Cosa que jamás ni nunca le había hecho a mi esposo, a pesar de las muchas ocasiones que me lo había insinuado. Yo fui mamando y chupando de manera lenta, el miembro de Alfredo, al tiempo que él me tenía bien sujeta por mi cabellera.
En cierto momento al ver de reojo mi imagen en uno de los espejos de la habitación, y verme arrodillada ante él, me pregunté ¿que como era posible que yo me hubiera dejado desnudar por completo por él, y le estuviera mamando su cosa, mientras que Alfredo aun permanecía completamente vestido? En esos momentos Alfredo me obligó a que le mamase con mayor fuerza y rapidez su verga, y al momento en que se vino, debido a que mantenía bien sujeto mi rostro contra su cuerpo, y su verga por completo se encontraba dentro de mi boca y garganta, al él acabar no me quedó más remedio que tragase todo su semen.
Después de eso, para mi mayor sorpresa, Alfredo ante mi extrajo de uno de sus bolsillos un pequeño envase de cristal con un polvito blanco y tras introducírselo por la nariz, lo compartió conmigo. Fue la primera vez que usé lo que él llamaba su polvito maravilla. En esos instantes estuve a punto de arrepentirme, pero como ya le había mamado su verga, y me encontraba completamente desnuda sobre la cama con mi piernas bien abiertas, dudaba mucho que mi eventual amante fuera a desistir, fue cuando caí en cuenta que lo cierto era, que ya ni tan siquiera pensaba en vengarme del pobre Fede, lo que realmente deseaba era acostarme con Alfredo. Por un rato mientras él se quitaba la ropa nos tomamos otra copa de vino, Alfredo continuó besándome y acariciándome descaradamente por todas partes. Y nuevamente me puso a mamar su verga, pero una vez que la volvió a tener como un hierro, separó mis piernas, y sin compasión alguna me ha enterrado toda su verga dentro de mi coño. Por unos instantes nuevamente pensé en el pobre de Federico, pero a medida que el miembro de Alfredo se deslizó por completo dentro de mi vulva, yo comencé a mover mis caderas de manera rítmica, al tiempo que Alfredo agarrando mis tetas me las chupaba de manera insistente, mordisqueando mis parados pezones, y arrancándome profundos gemidos de placer.
Quizás fue eso que me metí por la nariz, o el mucho vino que me tomé, pero no dejé de disfrutar como toda una puta de todo lo que mi amante me estaba haciendo. Sin importarme mucho los distintos moretones o chupones que me estaba dejando tanto en mis tetas como en mi cuello. En cierto momento, Alfredo sacó su miembro de mi coño, y en un dos por tres, me puso boca abajo, y nuevamente me volvió a enterrar toda su sabroso miembro dentro de mi coño, al tiempo que con una de sus manos agarraba una de mis tetas, y la otra la había colocado sobre mi monte de Venus y mi clítoris, apretándome con fuerza contra su cuerpo. Yo estaba extasiada pero de placer, pidiéndole desesperadamente, casi llorando pero de felicidad, que me diera más y más duro. Al punto que disfruté de un tremendo orgasmo, como creo que nunca antes lo había disfrutado.
Alfredo por su parte no dejaba de moverse sobre mí, y cuando más inspirada me encontraba, el muy desgraciado, ha sacado su verga de mi coño, y con la misma, sin previo aviso me la ha clavado dolorosamente por el culo. Yo vi las estrellas pero de dolor, y a pesar de que chillando, le pedí que no continuase, Alfredo diciéndome. Cállate puta, y continua moviendo ese culo, continuó enterrándome salvajemente su verga por mi culo. Cuando finalmente el dolor comenzó a pasárseme, y él continuó metiendo y sacando su miembro, yo no dejaba de llorar, hasta que nuevamente él me agarró con fuerza por mi coño, y apretándolo me obligó a que yo comenzara a mover mi culo, hasta que él volvió a venirse dentro de mí.
Yo me quedé tendida desnuda sobre la cama, llorando, recostada boca abajo, con mis piernas y culo bien abiertos y bastante adolorida. Hasta que Alfredo, de manera zalamera, ya completamente vestido me despertó diciéndome. Despiértate Nilda que te quiero llevar a una fiesta privada. Yo que aun estaba bastante tomada, me levanté dando tumbos, Alfredo me llevó al baño me metió bajo la ducha, y abrió la llave de agua fría, que en gran parte ayudó a que me despertara del todo. Yo pensaba retirarme a mi casa, pero no se de que manera me convenció de que lo acompañase, así que como pude con la ayuda de él me vestí, y terminé de peinarme en el auto, fue cuando me di cuenta de andaba sin mis pantis puestas, ya que con la prisa, pensé que se me habían quedado seguramente en la habitación.
Yo ignoraba a ciencia cierta, donde Alfredo me había llevado, ya que aun me encontraba muy mareada, pero al llegar a ese sitio, lo que vi fue una enorme y solitaria mansión, y me pareció escuchar a Alfredo decir que todavía era muy temprano, ya que apenas eran las doce de la noche. Una señora mayor nos abrió las puertas de la inmensa casona, y directamente pasamos a un salón en el que se encontraban otras personas, aunque más hombres que mujeres.
No habíamos terminado de llegar, cuando sin más ni más me han servido una copa de champan, y antes de que me diera cuenta, ya me la había tomado completamente yo sola. Alfredo por su parte, me dejó y se reunió con varios de esos hombres, pero al regresar, trayendo otra copa me dijo. Bueno Nilda que te parece si mientras bailas tú sola, te quitas toda la ropa. En ese instante, contrario al sentido común, no sé por qué razón me pareció una buena idea, para divertirnos. Así que al ritmo de una fuerte música, a medida que otra de las mujeres y yo fuimos bailando, nos fuimos quitando la ropa. En cierto momento pensé que seguramente me habían drogado con algo, pero a pesar de haber pensado eso, yo alegremente seguí desnudándome. Y como lo primero que me quité fue mi falda, raídamente todos se dieron cuenta de que andaba sin pantis.
Yo no sé qué fue lo que me dieron, pero a medida que iba bailando y quitándome el resto de la ropa la chica que bailaba junto a mí, comenzó a agarrarme por todas partes, sin que yo la rechazara, de momento me encontré con que las dos estábamos sin nada de ropa, besándonos y lamiendo mutuamente, el coño de la otra. Las dos nos encontrábamos tiradas sobre una roja alfombra, rodeadas por varios hombres y entre ellos Alfredo, que nos veían y nos decían cada vulgaridad. Yo estaba que aunque sabía lo que estaba haciendo, me resultaba sumamente gracioso, y cuando entre Alfredo y otros tres hombres, me cargaron en vilo y me llevaron a otra habitación, yo no opuse ninguna resistencia.
No bien me habían recostado sobre un sofá, cuando dos de ellos, me saltaron encima, y aun en contra de mi voluntad, ambos me penetraron, uno por el culo y el otro por el coño. Y aunque el dolor resultaba insoportable en parte, pienso que al poco rato ya como que me había acostumbrado, porque voluntariamente comencé a mover mis caderas, cuando un tercer tipo introdujo su gruesa verga dentro de mi boca. Durante el resto de la noche, varios de esos desconocidos hombres, se acostaron conmigo. Perdí la cuenta de los orgasmos que disfruté, así de cómo el número de vergas que me enterraron por la boca, el culo, o el coño. Al despertar a siguiente día, aun estaba desnuda, hedionda a sudor, semen, saliva, y quien sabe a qué más. Mi cabeza me quería estallar, y para colmo de males ni tan siquiera podía encontrar mi ropa.
Fue cuando la señora que nos abrió la puerta apareció, diciéndome que la siguiera, conduciéndome a un baño, donde me di una buena ducha caliente. Luego al salir me entregó, una toalla, mi ropa, así como mi cartera. Luego me dijo que había llamado a un taxi, y me dio un pequeño sobre, que Alfredo, según ella me había dejado. Dentro del sobre había una nota que decía. Nilda gracias, por hacernos pasar una deliciosa noche, ahí te deje algo de dinero, ya sabes que cuando quieras puedes contar con nosotros. Alfredo.
Camino a casa, caí en cuenta de que había sido, no tan solo drogada por Alfredo, sino que además aprovechándose de mí, me habían violado, sodomizado, y hasta participado en una orgía con un sin número de hombres y mujeres. Al llegar a casa, y Federico ver el estado en que me encontraba, no pude menos que ponerme a llorar al verlo. Muerta de vergüenza, cuando él me preguntó que me había sucedido, lo único que se me ocurrió decirle, fue que alguien, a quien no conocía, me invitó a una fiesta, donde me drogaron e hicieron conmigo lo que les dio la gana. Fede, me dijo tú te lo has buscado, así que ahora quiero que recojas todas tus cosas, y te vayas de la casa.
Yo no lo podía creer, bueno esa noche terminé en un hotel de segunda categoría, ya que la casa es de Federico. Actualmente me encuentro divorciada, y aunque trabajo, ocasionalmente cuando me hace falta algo de dinero extra, me pongo en contacto con Alfredo, quien me contrata, para atender a sus clientes y amigos, como aquella noche.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 515281 veces