Mi nombre es Humberto, y hace cosa de unos meses, durante los carnavales, una compañera de clase, llamada Luisa me invitó a una fiesta de disfraces, en esos momentos y a la hora en que me invitó no tenía ni un centavo para comprar por lo menos un antifaz, cuando se lo comenté, ella me dijo que el único requisito para asistir a la fiesta era ir disfrazado de cualquier cosa, por lo que sin más ni más me dijo que la acompañase a su apartamento que comparte con Marisol una exuberante morena, muy simpática, pero que estudia odontología.
Relato
Ya en su apartamento entro a una habitación y a los pocos segundos salió con un vestido largo que a todas luces no era de ella, ya que era extremadamente grande, sin decirme nada me lo puso sobre mí ropa, y en cosa de unos segundos, armada con un lápiz de cejas, me maquillo el rostro, engrosando mucho mis cejas, y acentuando cuanta línea de expresión había en mi cara, luego prácticamente derramó un envase de talco sobre mi cabeza, para crear la impresión de un cabello canoso. Al verme al espejo no pude hacer otra cosa que morirme de la risa, ya que parecía una vieja chismosa. Y así como me encontraba, salimos de su apartamento y nos dirigimos a la fiesta.
Realmente en la fiesta era más que evidente que yo era un hombre, ya que hasta los pantalones se me veían por debajo del vestido, pero como nunca falta un jodedor. Uno de los participantes, bastante bajito, y gordo, se empeño en bailar conmigo, al que ya le había dicho que no iba a bailar con él, en varias ocasiones. Cuando Luisa y Marisol se me acercaron y me dijeron al oído, de manera seductora, que si bailaba con ese tipo aunque fuera una sola vez, ellas dos se acostarían conmigo, esa misma noche en su apartamento. Quizás fueron los tragos que bebí en la fiesta, más lo que las dos de manera muy seductora me ofrecieron que finalmente bailé una sola vez, con el tipo ese, al cual cada vez que quería pegárseme mucho, yo accidentalmente le daba un buen pisotón.
Cuando salimos de la fiesta, llegamos al apartamento de Luisa y Marisol casi a las dos de la mañana. Apenas entramos al apartamento, yo quise quitarme el disfraz de vieja que tenía puesto, pero las dos insistieron en que tal y como me encontraba nos pusiéramos a jugar, al tiempo que abrieron una botella de vodka, la que entre ellas dos y yo comenzamos a tomar a pico de botella, al tiempo que insistían que no me quitase el vestido, pero si se encargaron de quitarme los pantalones, lo cierto que quizás por lo morbosa de la situación acepté, y a medida que las besaba y ellas me fueron acariciando, también me quitaron la camisa, los interiores, las medias, pero dejándome finalmente el vestido puesto.
De no ser porque, después de que me subí el vestido y ya me encontraba penetrando a Marisol, Luisa levantó la parte trasera del vestido, dejando al descubierto mis nalgas y comenzó a pasar sus dedos por entre ellas, cosa a la que no le di importancia, no creo que sucediera lo que posteriormente sucedió. A medida que continúe penetrando a la morena, la Luisa siguió con el jueguito de estar tocando y acariciando mi culo, hasta el punto en que comenzó lentamente a introducirme algunos de sus dedos, embadurnados en vaselina, pero de forma tal que lejos de incomodarme y pedirle que me los sacara, dejé que continuase, y cuando en cierto momento, se dedicó a pasar su lengua por entre mis nalgas, cosa que disfruté muchísimo, y de momento me preguntó de manera bien sensual, si me dejaba que ella me diera por el culito, sin pensar realmente en lo que ella me había dicho le respondí, que si al tiempo que seguía clavándome salvajemente a Marisol.
A los pocos segundos, sentí como la rubia extraía sus dedos de mi ano, y en fracciones de segundos, me comenzó a presionar mi esfínter, con una cosa dura. Cuando instintivamente voltee a verla, lo que más me excitó fue el darme cuenta, que esa cosa estaba pegada al cuerpo de ella, era como si fuera un tipo de tras de mí, quien me estuviera clavando su verga en esos momentos. Aunque si me dolió algo, y hasta dejé de moverme mientras mantenía mi verga dentro del coño de la morena Marisol, cuando el cuerpo de Luisa estuvo en pleno contacto con mi espalda y nalgas, sentí toda esa cosa gruesa y larga completamente dentro de mi cuerpo. Yo de manera casi automática, comencé a mover mis caderas, sin dejar de a la vez continuar metiéndoselo y sacándoselo a Marisol, que gemía como una loca, y pedía que le dieran más y más duro.
En mi vida me había pasado algo así, pero el tener a la morena bajo mi cuerpo bien clavada con mi verga y a la vez que estuviera siendo penetrado por Luisa, haciéndome disfrutar de ese raro placer que hasta esos momentos desconocía, fue algo casi alucinante. Tanto Luisa como Marisol, hicieron conmigo esa noche los que les dio la gana, yo pude realmente echarle un buen polvo a Marisol y un buen rato más tarde otro buen polvo a la rubia Luisa, pero entre una cosa y otra, a las dos yo les mamé sus coños, y ellas me mamaron mi verga, pero eso no fue todo, apenas terminé con la morena, la rubia continuó dándome por el culo con su juguete, sin que yo me opusiera, después de un buen rato, las chicas cambiaron de lugar y fue Marisol la que continuó clavándome esa cosa por el culo, sin que yo protestase.
Yo pensaba que todo había terminado cuando ellas dos insistieron en que me quitase el camisón de vieja, y me pusiera alguno de sus vestidos, y parte del resto de la noche les estuve modelando algunas de sus propias prendas de vestir incluyendo hasta su ropa intima, entre lujuriosos agarrones, besos, y caricias, para luego sin llegar a quitarme uno de los vestidos que me habían puesto, las dos me volvieron a penetrar, y hasta me pusieron a mamar uno de los juguetes de ellas, mientras que la otra continuaba clavándome salvajemente por el culo.
Cuando al día siguiente desperté, me encontraba en la cama, con Marisol colocada sobre mí, y al moverme sentí como se fue saliendo la enorme cosa esa, que me tenía metida en mi culo. Era algo de plástico, de color negro, pegado al cuerpo de ella por medio de unas correas, yo aun algo desorientado me levanté y me encontré a la rubia saliendo del baño, y entre rizas me dio un beso, y me dijo que estaba abusando del maquillaje, que una chica tan joven como yo no debía maquillarse tanto. Aun semidormido y sin entender lo que me decía plenamente entré al baño y fue que vi todo mi rostro extremadamente maquillado, con una largas pestañas postizas, colorete, rimer, ojos delineados a la exageración. En fin las dos al parecer cuando me quedé dormido aprovecharon para divertirse, y aparte de maquillarme dando la impresión de que yo realmente fuera una chica, Marisol me volvió a clavar, su juguete.
Cuando salí del baño, aun envuelto en la toalla, me sentía algo avergonzado, pero mis dos amigas, al verme se me acercaron, me dieron unos cuantos besos, y me dijeron que habían disfrutado de una tremenda noche gracias a mí. Y que vestido de mujer me veía muy lindo. Lo cierto en que dejé de sentirme tan avergonzado, y me vestí. Pero justo antes de salir de su apartamento, Luisa la rubia me preguntó si me había gustado todo, a lo que yo ya sin tanta vergüenza le respondí que sí. Fue cuando me dijo que si yo lo deseaba, ellas dos me podían invitar a una fiesta muy especial, el siguiente fin de semana en alta mar en el yate de un amigo, el único requisito era, que si deseaba acompañarlas lo debía hacer vestido de mujer.
En principio la invitación la tomé a broma, pero cuando el viernes en la tarde me llamaron a mi teléfono, y me dijeron que la invitación continuaba en pie, algo dentro de mí, sin tan siquiera pensarlo me hizo decirles que, si las acompañaría a esa fiesta en el yate.
Ese mismo viernes pasé por el apartamento de ellas dos, y apenas entré, me ofrecieron un trago, y mientras charlábamos sobre la fiesta en el yate, me dijeron que me quitase la ropa, para ver que vestido me quedaba mejor. Como soy lampiño, pero tengo uno que otro vello disperso sobre mi cuerpo, entre las dos me depilaron, sin que yo me molestase por ello, mientras que yo continuaba bebiendo. Después de que me maquillaron, peinaron mi abundante cabellera, me pintaron las uñas de las manos y los pies, y además me vistieron con un conjunto de mini falda y chaqueta, al terminar y verme al espejo, prácticamente no me podía reconocer. Realmente parecía una chica, mis amigas me tomaron fotos, y así como estaba vestido, maquillado, y peinado. En ese momento, Luisa propuso que juagásemos la botella.
Les diré que yo perdí la mayoría de las veces, por lo que me impusieron como penitencia que actuase como una chica el resto del fin de semana, además cuando me vine a dar cuenta, mis dos amigas ya me tenían nuevamente bien clavado por el culo, cosa que lejos de molestarme disfrutaba, intensamente, al mismo tiempo que le mamaba el coño a una de ellas dos. Esa noche hasta me abrieron los agujeros de las orejas para colocarme un par de zarcillos y completar su obra de transformación.
A la mañana del sábado me desperté cerca de las diez de la mañana, y en cosa de media hora entre las dos me volvieron a vestir de chica, para ir a la fiesta de la que me hablaron en el yate de un conocido de ellas. Al llegar me sentía algo cortado, ya que aparte de mis dos amigas, se encontraba el dueño del yate, el gordito que en la fiesta de la pasada semana se empeño en bailar conmigo. Pero aparte de él estaba el capitán y un marinero. Yo procuré durante gran parte del día en no llamar mucho la atención, pero al caer la noche y encontrarnos mar afuera, mis amigas me ofrecieron un trago, y al poco rato ya me encontraba yo dando un show, bailando con ellas dos, moviendo mis caderas de manera bien llamativa, y hasta coqueteándole a los tres hombres que había a bordo.
Yo mismo en esos momentos, no podía creer que me estuviera comportando de esa manera. Mi único temor era que se dieran cuenta de que realmente no era una chica, y me fueran a golpear por ello, pero Luisa se me acercó y al yo comentarle mi temor, me dijo. No te preocupes Berta, por no llamarme Humberto, el gordo es del ambiente, y tanto el capitán como el marinero, te aseguro que no te van hacer daño.
Ya más tranquilo, continué bebiendo, bailando y dejando que tanto mis amigas como eso tres tipos, me tocasen por todas partes, mientras yo bailaba con ellos. Yo ni idea tengo de qué hora sería, pero en cierto momento el gordo, tan solo me insinuó ligeramente que deseaba hacerme el amor, y yo sin vergüenza alguna le ofrecí mis nalgas. a partir de ese instante, no tan solo le estuve mamando el coño a mis amigas, sino que también les mamé las verga a los tres hombres, y en un sin número de ocasiones todos me dieron por el culo, mientras que yo continuaba actuando y disfrutando mi papel de mujer.
Cuando me desperté, me encontraba en uno de los camarotes, lleno de lamparones de semen por todo mi cuerpo. Mi culito me dolía un poco, y recordaba ligeramente todas las cosas que hice, al salir del camarote Luisa me propuso que nos diéramos un chapuzón, pero que usara un lindo traje de baño que ella cargaba en sus manos. Tras tirarme al agua sin nada de ropa, ya después de que me limpié todo el semen que tenía sobre mi cuerpo, me puse gustosamente el traje de baño que Luisa me había ofrecido.
El resto del fin de semana, continué actuando como lo había estado haciendo la noche anterior, y en diferentes ocasiones, tanto el gordo dueño del yate, como su capitán y el marinero, me volvieron a clavar. Al regresar a tierra firme, mis amigas me llevaron a su casa, y fue cuando les confesé que había disfrutado tanto, que si por mi fuera continuaría vistiéndome y actuando como una mujer. Las dos se vieron, se sonrieron, y fue cuando me propusieron que me fuera a vivir con ellas dos, pero como chica. Cosa que acepté, actualmente estoy en un tratamiento de hormonas femeninas, y ya mis planos pechos se han ido transformando lentamente en pequeños pero llamativos senos. El gordo del Yate hoy en día me mantiene, y aparte de él he ido conociendo a otros señores que saben que era hombre, pero les encanta clavarme por el culo, y tratarme como si yo fuera una mujer.
Yadira y yo que me llamo Luis, llevamos varios años de casados, pero no nos consideramos una pareja común y corriente, ya que desde que éramos novios nos dimos cuenta que tanto ella como yo somos personas de mente abierta, ella no se considera dueña de mi cuerpo, ni yo tampoco me considero dueño del suyo, por lo que si nos place en algún momento llegar a tener relaciones con otra persona, las disfrutamos abiertamente, sin que por ello el amor que nos sentimos mutuamente se vea lesionado o disminuido. En ocasiones tanto ella como yo también le damos rienda suelta a nuestras fantasías, con la completa colaboración tanto mía como de parte de ella.
Relato erótico enviado por narrador el 13 de March de 2011 a las 21:45:11 - Relato porno leído 120861 veces
es rico usar hilos mas si te ven y te tocan mas si te miran y luego no te quieren dejar de coger lee mi relado
Relato erótico enviado por Anonymous el 02 de June de 2012 a las 22:38:28 - Relato porno leído 89635 veces
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