PRECOZ 3

Con mi cabeza hacia la pared y fingiendo estar dormido, sentí su pene rozando mi rajita con cierta torpeza y timidez. Leonardo estaba tan cerca de mi, que sentía su respiración en mi nuca.

Mi cuerpo estaba en un éxtasis total, eran muchas cosas a la vez, su piel rozando la mía, su respiración tan cerca de mi cuello, su pene erecto abriéndose paso por mis nalguitas y el solo hecho de que fuera mi medio hermano. Todo eso junto hacían estremecer mi cuerpo y mi piel se erizó, mi pequeño pene estaba a punto de explotar y mi rostro totalmente acalorado.

Leonardo cogió las cobijas y quedamos tapados hasta el cuello mientras con su mano hurgaba mi huequito y se ensalivaba el dedo y volvía a acariciar en círculos mi huequito que a esas alturas y con esa excitación estaba mas que dispuesto a recibir lo que viniera.

Leonardo entre libidinoso y preocupado acercó su boca a mi oído y me preguntò:

- ¿Daniel estas despierto?, casi en susurro; pero no recibió ninguna respuesta de parte mía. El hecho de hacerme el dormido le añadía picante a la situación para mi.

Al constatar que estaba "profundamente dormido" y totalmente decidido, colocó la punta de su verga en mi huequito no sin antes echarme una manotada de saliva y otro poco en la cabeza de su verga que era de un tamaño considerable.

Hecho esto, comenzó a tratar de meterme su pene y yo dentro de mi actuación de dormido hice cierto movimiento para que mi cuerpo quedara en mejor posición para la situación. Por alguna razón ya que nunca jamas había tenido sexo anal, es mas, nunca había tenido sexo de ninguna índole, entendía mas o menos lo que se proponía Leonardo conmigo.

Lentamente y con mucha dificultad su miembro se fue introduciendo, pero esto mas que placer me provocaba dolor, un dolor que a esas alturas no creí pudiera resistir. Justo cuando hizo un envión fuerte sentí como si me desgarraran el culito y pegué un grito ahogado.

- ¡¡¡ahhh!!!

Leonardo rápidamente tapo mi boca y se detuvo en el intento, pero la cabeza de su pene ya estaba dentro de mi.

- Quédate así quietico Daniel para que te pase el dolor.
- No puedo, sacala - le suplicaba angustiado
- No espera ya se te pasara el dolor.
- No no puedo, sacala, sacala, me duele mucho, sacala.

Estábamos en esa disyuntiva cuando escuchamos la voz de mi hermano Oscar 5 años mayor que yo.

- ¿Que pasa Daniel? -

Leonardo en un acto reflejo se metió por completo debajo de la cobija y al hacer esto sacó violentamente su pene de dentro de mi culito, yo me tape la boca para no gritar.

- ¿Daniel? ahh este bobo seguro esta teniendo pesadillas otra vez.

Y yo totalmente adolorido y con lagrimas en mis ojos totalmente inmóvil, como cuando te han contado un relato de espantos y duermes solo en tu cuarto y se cae un libro del estante a media noche, de ese tamaño era mi terror.
Como por media hora tanto Leonardo como yo permanecimos inmóvil, que ya me dolía el cuerpo por la tensión y la quietud. Cuando nos percatamos de que Oscar empezó a roncar; Leonardo sin cruzar ni una sola palabra conmigo se levanto muy sigiloso y salio de mi cuarto rumbo al suyo. Yo me pasaba el dedo por mi culito que sentía bastante húmedo y allí inmóvil quedè profundamente dormido.

- Daniel mi amor levántate, Daniel - Me repetià una voz como salida de un túnel, poco a poco fui abriendo los ojos y era mi mamá que me llamaba para que me alistara para el colegio.

- Ya voy mamá - mientras me retorcía en la cama desperezándome
- Bueno apúrate hijo que se te hace tarde, Oscar ya se esta bañando si quieres dile que te deje entrar para que se apuren los dos.
- ok mamá ya voy

Me levante de la cama mientras mi mamá salia del cuarto rumbo a la cocina y pude notar que la sabana tenia unas gotas rojas. !!!Oh por Dios, era sangre¡¡¡... De inmediato recogí la sabana subì las escaleras rápido a la terraza en el segundo piso alistè detergente y sumergí la sabana en la lavadora y la encendí.

- Daniel que haces- me gritò desde el pie de la escalera mamá.

Yo haciéndome el apenado mientras bajaba.

- Eh... mamá es que me orine la sabana anoche y la metì a la lavadora.

Mi madre comprensiva y conciliadora me abrazó

- Papi ya estas grande para eso, pero no importa no tenias que hacerlo, ves apúrate y métete al baño. ¿OSCAR CUANDO PIENSAS SALIR DEL BAÑO, DEJA ENTRAR A TU HERMANO? gritó mi mamá.

- Ya mamá ya casi salgo, pilas enano entra- dijo esto mientras dejaba la puerta entreabierta.

Me quitè mi interior y rodé la cortina del baño y ahí estaba mi hermano Oscar a quien nunca había visto con otros ojos diferentes a los de un hermano a su otro hermano. Pero esta vez y con todo lo que había sucedido últimamente con Leonardo se había despertado en mi un morbo sin igual y Oscar lo veìa en estos momentos bellisimo, con un cuerpo muy bien definido y con algo de musculatura que le daban un aire muy varonil, pero eran sus hermosas nalgas bien paradas y blancas como dos melones las que alborotaron mis pensamientos, nunca habìa detallado que mi hermano tenia una preciosa cola y al girar y notar su pene semierecto lleno de pelitos alrededor, propio de un adolescente cuando enjabona su instrumento, me provocó agacharme allí mismo y engullirme de un tajo su hermoso miembro.

- Por Dios me encantarla que Oscar me hiciera todo lo que me hace Leonardo o porque nò, los dos a la vez- fue un pensamiento fugaz que paso por mi cabeza en ese instante.

- Te vas a bañar si o no enano o te vas a quedar toda la mañana allí parado como un tarado.

Acto seguido me metí bajo la ducha y como nos tocaba pelearnos el chorrito de agua nuestros cuerpos se rozaban y eso me producía inmenso placer, algo de lo cual se percatò Oscar.

- Jajajajaja, se le parò al enano este de solo verme ¿serà que se va a volver mariquita?.

Enfadado lo empujè y casi se cae.

- DEJA DE DECIRME MARIQUITA O SE LO DIGO A MI MAMÀ - le espete con fuerza.

- Niños salgan ya, que se les hace tarde, dejen de jugar.

Al llegar al colegio todo era un trajìn; los niños que traen los papas, los profesores, llamando a la calma a los niños y niñas, alguno que otro bravucón molestando a algún nerd. Y en medio de ese trajín llegaba Jose Luis, un chico 8 años mayor que yo, que las niñas se morían por tener; era el típico niño lindo del que todos quieren ser amigos y todas quieren ser novias.

Embobado viéndolo en esa sudadera donde se le marcaba un bulto que se movía al compas de sus pasos era para mi todo un Dios salido de los Olimpos. Sin percatarme que se acercaba a paso rapido hacia mì y con su mano recogió mi mandíbula.

- Cierra la boca se te sale la baba - acto seguido me guiñò un ojo con cierta picardìa.

Y nuevamente mi pequeño pene despertó que no quedò de otra que sentarme a esperar que pasara la reacciòn. Pero se que Jose Luis ya lo había advertido cuanto me gustaba, pues mientras se alejaba no dejaba de sonreírme de una forma casi que lujuriosa e insinuante.

- ¿Dios que me està pasando?...