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PUTITA - De cómo me inicié 1ra Parte

PuntoH Relato enviado por : PuntoH el 19/09/2014. Lecturas: 9088

etiquetas relato PUTITA - De cómo me inicié 1ra Parte   putas .
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Resumen
El día en que descubrí lo que hacen dos cuerpos desnudos mi inocencia se rompió. Bastó con hojear la revista porno que escondía papá, para que se despertara el deseo y el morbo sexual en mí.

Soy prostituta, y aunque usted no lo crea, orgullosa de serlo.



Relato
Mi despertar sexual fue precoz. Desde pequeña me gustaban los hombres y más específicamente lo que cuelga de su entre-pierna. La primera vez que vi un pene fue cuando encontré una revista porno que mi padre ocultaba. Ahí se despertó en mí el morbo sexual, el deseo de la carne. Al hojearla y ver hombres y mujeres desnudos en poses sexuales me excitaba y por lo demás me masturbaba sabrosamente, incluso llegaba a lamer las fotos de esas vergas erectas con la fantasía de que pronto tendría no solo una, sino varias vergas reales a mi disposición.

Fue así como me propuse seducir a los chicos de mi barrio y junto a ellos perder mi virginidad. Partí por cambiar mi atuendo por prendas provocativas, ya me había desarrollado y la voluptuosidad de mis pechos y mi cola me favorecían como para que los muchachos se convirtieran en presa fácil de mis encantos y esclavos de mis pervertidas intenciones.

Cada vez que cruzaba la calle me encargaba de exagerar mis movimientos de caderas y menearlas como quien ofrece una mercadería. Rápidamente captaba la atención de ellos, e incluso podía llegar a sentir como me devoraban con la mirada y uno que otro más osado se atrevía a piropearme. Yo en mi interno deseaba que me digieran cosas sucias, que me preguntaran –“cuánto cobraba ” – que me trataran como la puta del barrio. Esa fantasía me prendía, me incitaba a provocar a los machos como una perra en celos.

Esa noche estaba decidida a probar todas las vergas que estuvieran a disposición para mí. Caminé con convicción hacia la esquina donde ellos se juntaban, y a un par de metros los desafié a que me siguieran y me hicieran su putita. Me adentré en un callejón oscuro, y pude sentir los pasos de los muchachos que venían tras de mí. Entre ellos Mauricio, él sin ser el más guapo del grupo era el más fornido; siempre me gustó, pero no podía seducirlo porque era un tanto tímido. Tenía espalda ancha y brazos musculosos, pectorales inflados y con el detalle que me excitaba: era peludo. Lo que más resaltaba de su rostro eran sus cejas frondosas, pero además tenía otra parte de su cuerpo que resaltaba; y eso era… su tremendo bulto. Cuando usaba jeans se marcaba todo su paquete quedando abultado bajo el pantalón un monte que se podía distinguir a metros de distancia. Yo trataba de ser lo más discreta posible, pero siempre que me hallaba cerca de él le miraba el paquete, y llegaba a mi casa a tocarme pensando en él y su gran miembro.

Cuando llego a la parte final del callejón pude observar de reojo que los chicos ya estaban muy cerca de mí, entonces, apoyada en una pared me comencé a pasar la mano por mi concha masturbándome sin pudor alguno. Los cuatro muchachos me rodean, primero observando la escena de provocación y luego tomando parte en ella, en la medida que me fueron tocando y despojándome de mi ropa, iban apareciendo las vergas erectas fuera de los pantalones. Y ahí pude confirmar que efectivamente era Mauricio quien la tenía más grande. No obstante era Pedro el líder y el más osado por lo demás. Éste se encargó de dejarme completamente desnuda y sin cursar palabra me toma de la cintura y se comienza a frotar en mí, la sensación fue exquisita, aunque todavía no se consumaba ninguna penetración, ya podía sentir un satisfactorio placer sexual. No fue mucho el tiempo que transcurrió para que los otros también tomaran parte en la acción. Bruno me tocaba las tetas y apretaba mis duros pezones al tiempo que se masturbaba. El Rusio me toma por atrás y se frotaba en mí culo como queriendo competir con Pedro. Mientras Mauricio me acariciaba el rostro y penetraba mi boca con sus dedos enormes y gruesos. Yo lamía tal cual como si me estuviera comiendo una verga y Mauricio continuaba introduciéndolos mientras se masajeaba ese delicioso cipote totalmente empalmado. Fue así que me agache y decidí que al primero que se la chuparía sería a Mauricio. Pedro intento obligarme que fuera a él, pero Mauricio como era más fuerte se encargó de apartarlo para que consumara esa primera mamada en su miembro duro. Así son los machos cuando se trata de poseer a una hembra, se pelean los liderazgos y ese tipo de cosas.

Tome con mi mano el vergón de Mauricio, estaba caliente, e hinchado, se podía palpar un tronco venoso y mi mano se deslizaba con facilidad dado todo el líquido pre-seminal que estaba lubricando. Comencé por lamérselo para luego abrir mi boca en grande y empezar a tragármelo. Era una sensación tan morbosa sentir que me comía una verga igual e incluso más rica de las que había visto en las revistas porno; gracias a las cuales por otra parte sabía muy bien que es lo que tenía que hacer. Mauricio empujaba haciendo unos movimientos pélvicos deliciosos. La tenía tan grande que me llegaba hasta la garganta atragantándome a ratos. Fue en uno de esos atracones en que retiro la verga de Mauricio de mi boca y Pedro aprovecha la ocasión para ponerme a mamar la suya. No me resistí a hacerlo porque aunque me encantaba la verga de Mauricio, ese día quería probar una variedad de miembros de machos. La verga de Pedro no era tan larga como la de Mauricio, pero la tenía gruesa y por lo demás también deliciosa, me dedique a chupar y chupar cada vez con más alevosía y calentura. Los cuatro con los pantalones abajo me rodearon ofreciéndome sus miembros erectos y jugosos a mi plena disposición. Yo al centro desnuda tal cual putita de rodillas, agarraba las vergas y me las iba comiendo al son del lengüeteo una a una, luego lamía dos al mismo tiempo y en su momento tenía las cuatro vergas presionando sobre la comisura de mi boca, que se expandía al máximo tratando de acaparar la mayor cantidad de glandes posibles.

Me sentía loca y desesperada por devorarme esas vergas exquisitas. Las chupaba con fuerza al tiempo que las masturbaba para conseguir el néctar que brota de un miembro satisfecho. Definitivamente una de las escenas que más me calentaba de las revistas porno, era precisamente cuando los machos vaciaban su leche en la boca de las maracas, y éstas se la tomaban poniendo sus caras de putita satisfecha. Era a eso lo que yo quería llegar, y no estaba muy lejos de conseguirlo pues los chicos cada vez bramaban y rujían como animal, comenzándose a masturbar por sí solos para conseguir escupir la leche contenida en sus ricos miembros. Yo los incitaba a escupirme en la cara y vaciarme en la boca toda la leche, quería probar, quería saborearla, quería tragármela a como de lugar.

Mientras se lo hacía a Bruno, pude sentir los espasmos de éste, esa era señal de que estaba a punto de eyacular. Él efectivamente fue el primero en correrse y torpemente comenzó a derramar su leche por todas partes, impidiéndome probarla, pues por más que estiraba mi lengua apuntando hacia su verga, sus chorros se le escapaban no pudiendo conducirlos hasta mi rostro. Casi al mismo tiempo el Rusio lanza un grito y comienza a regarme con su esperma, al menos esta vez si pude alcanzar a saborear parte de la corrida. Si bien lo había visto en las revistas nunca lo había probado. Era un líquido viscoso y pegagoso. El de el Rusio particularmente un poco dulce.

Aún faltaban Pedro y Mauricio…CONTINUARÁ

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:29) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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