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PUTITO.La absolucion.

Relato enviado por : leroyal el 19/02/2012. Lecturas: 4589

etiquetas relato PUTITO.La absolucion.   Gay .
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Resumen
Aventuras sexuales de un jovenzuelo.
Segunda parte.



Relato
PUTITO. Ego te absolvo.
Me acosté sin comer y desnudo, como acostumbraba. No tuve sueños ni dolor.
Cuando desperté mi abuela había recogido mis ropas usadas. Hallo el calzoncillo, endurecido en las partes donde había secado la leche de Ferdi. Imagino que el demonio de la masturbación había tomado posesión de su nieto. Trate de inventar explicaciones. No me creyó y ordeno que me fuera a confesar.
Los curas eran amigos suyos y si no obedecía lo descubriría. Así que, me resigne y fui a la iglesia esperando que el secreto de confesión me amparara. Ingenuidad infantil.
Era un cura español, bajo, corpulento, de movimientos bruscos y llamado Ambrosio. En mi inocencia yo pensaba que simplemente le era simpático, aunque si hubiera tenido más experiencia me hubiera dado cuenta que su manera de mirar mis nalgas y aprovechar cualquier circunstancia para meter sus dedos entre los botones de mi camisa y sobar mis pezones evidenciaba un sentimiento mas allá de la simpatía y muy cercano al deseo. Para mí solo era un cura cariñoso que le gustaba mirar la parte de atrás de mis pantalones cortos, para verificar su limpieza, y le gustaba hacerme cosquillas en mi pecho.
Cuando comencé a confesarle mi escena con Ferdi (lo mas somera e inocentemente posible sin llegar a mentir) note que sus movimientos bruscos se exacerbaron, saco un pañuelo para secar el sudor que le comenzó a correr, volteo su cara hacia mí y me miro con una expresión indescriptible que me asusto. Él lo noto y sonriendo me dijo que no me angustiara, que esas cosas sucedían a menudo entre chicos, que pasáramos a la sacristía pues debía explicarme ciertas cosas aun en secreto de confesión. Salimos del confesionario, me tomo por el hombro y con sus dedos cosquilleaba mi cara.
Espere sentado en una silla hasta que la sacristía quedo sola al mediodía. Mientras, el cura fue a mi casa y le dijo a mi abuela que no se inquietara por mí, pues me retendría el resto de la tarde en penitencia. Me trajo algo de comer y pasamos a sus aposentos después de cerrada la iglesia.
Dijo: Todo lo que has hecho pecaminosamente, quedara borrado al repetirlo conmigo que soy hombre de dios. Dios así lo exige. Sin pedirme permiso, me desvistió completamente mientras murmuraba una letanía ininteligible. Me sentí exorcizado. La sensación que le produjo mi cuerpo desnudo, cálido y tembloroso al ser tocado por sus manos ansiosas le hizo relamerse y sus ojos explotaban de deseo.
Me besaba cada poro de mi cuerpo, frotaba mis nalgas y el ojete con fruición. Su lengua incursiono en mi grieta. Al principio tenía miedo y estaba paralizado dejándome hacer, pero su actitud paternal y sobre todo sus toqueteos me fueron suavizando. Al entrar nuevamente su lengua en mi agujero (que aun tenia leche de Ferdi) solté toda prevención y un suspiro de placer. No pude ver su expresión pero sus manos temblaron, un dedo rechoncho penetro mi hoyuelo al tiempo que lo lamia con su lengua húmeda, caliente y sabia. Ya había dejado toda alarma y relajado colaboraba con su inspección a mi interior casi virginal.
Me soltó y comenzó a desvestirse, cuando me voltee a verle: mis piernas temblaron de terror y un desfallecimiento recorrió mis entrañas, porque quedo expuesta ante mí su tremenda tranca, mis ojos no podía abrirse más por la estupefacción. Era algo gigantesco, las bolas, el pelero, era el doble en el sentido estricto de lo que me metió Ferdi. Parecía uno de mis brazos, pero más gordo. Su cabeza era tan grande que cuando me dijo que me arrodillara y procediera a besarla, la vi más de cerca y supe que nunca entraría por mi boca. Pero, Ambrosio era un hombre de gran experiencia en estos asuntos y tenia grandes recursos.
Me acaricio, me hablo, me amenazo con el infierno, me convenció y trate de introducirla abriendo mis mandíbulas al máximo. La acariciaba con la lengua mientras sobaba su enorme tallo sin poder abarcarlo. Así estuvimos un rato. Luego se tendió en la cama y me puse sobre el haciendo un sesenta y nueve. Ambrosio comenzó a comerme mi botoncito con sus labios, su lengua y sus dedos, eso me puso tremendamente excitado. Reasumí la mamada con mayor ahínco y menos evasivas pues mi propio placer me impulsaba a dar placer. Tuve mi primer espasmo eyaculatorio y deposite unas gotas de semen en su pecho. El, aprovecho esta distención para introducir un objeto en mi hoyuelo, no me dio tiempo de pensar en eso pues en ese momento hicieron efecto en su palo mis caricias y este, comenzó a escupir borbotones de semen con potencia digna de semejante arma. Por mi posición y su tamaño no pude sacarla a tiempo de mi boca y los primeros chorros me salieron por la nariz ahogándome momentáneamente, luego rodaron por mi garganta y bañaron mi cara pero no deje ni un momento de aferrarme a ese tronco venoso y gigantesco.
Mi culito también había sido trabajado con técnicas desconocidas por mí, pues lo sentía abierto y lubricado. Luego supe que me había inyectado lubricante con una especie de consolador. Por mi parte, estaba erotizado por todo lo que pasaba, el olor y el sabor del semen, el miedo, los cuerpos desnudos, el frenesí del amor, las caricias, las palabras que me pedían fortaleza por el dolor que iba a sentir, pero que también un gran placer me invadiría, que no temas, que yo sé lo que hago, que es necesario que suceda, que es un sacrificio por dios.
Me moví hasta quedar con su súper falo a la altura de mis nalgas temblorosas de miedo y deseo, mi hoyo rezumaba vaselina, siempre encima suyo, mirando su cara coloque su tremenda cabeza en mi entrada., la excitación no me dejaba dudar, tenía que hacerlo. Trate de empujar y solo entro una mínima porción, el me guiaba. Métela poco a poco cada vez más. No lo dudes. Ella entrara. Un poco más cada vez-me decía. Cada vez entraba sentía que entraba mas. Sigue así muchacho valiente- me alentaba.
Mi agujero distendido al máximo me ardía, me dolía y con todo, seguía tratando, mi excitación me hacía perder la perspectiva de lo que me estaba haciendo, sus palabras balbuceadas me prometían el cielo en la tierra. De pronto mi orificio cedió. Toda la cabeza de forma brutal penetro en mi, el dolor fue grande y por un efecto reflejo mi anillo se cerró en la base de su glande como para contener la invasión. El movimiento penetrativo ceso y me quede quieto sin atrever a moverme ni aflojar el apretón que mi culo mantenía sobre la base de su cabeza. Solo ella había penetrado y me sentía totalmente lleno con su latir que indicaba que ella había tomado posesión de mi interior.
Algo mágico comenzó a suceder, en lo más recóndito de mi abdomen, en el borde interno de mi perineo, se empezaron a producir pequeñas sensaciones de placer, como burbujas que explotaban dentro produciendo deleite que me aumentaba al compas del latir de la cabeza que ahora estaba alojada en mí. Afloje la opresión de mi agujero dejando que penetrara un poco del tallo, el burbujear aumento. Ambrosio sonrió y me dijo: déjalo entrar hasta donde halles lo más sabroso para ti. Deje que resbalara, cada vez un poquito más. Su cabeza alucinante llego al propio centro de mis sensaciones enloquecedoras. Una punzada de placer sacudió mi cuerpo por completo. Había llegado. Me susurro: No la metas mucho más adentro.
Comencé a moverme lentamente arriba y abajo, con miedo, pero cada vez que entraba tocaba ese punto mágico y mi agrado aumentaba hasta que en un momento eyacule y en mi desesperación por más satisfacción perdí el control del movimiento de su falo y busque hundírmelo más de lo que me cabía. Me hubiera partido si el mismo Ambrosio no le hubiera puesto coto a mis movimientos con sus manos.
Mi placer no se detenía, y el suyo aumentaba a ritmo acelerado, sorpresivamente grito, volteo los ojos y jadeando incoherencias se derramo dentro de mí. Nuevamente perdí el control de mis enloquecidas caderas, sus movimientos buscaban inconscientemente darme mayor placer del que ya sentía y casi me enterré la mitad. No sentía dolor, todo era placer y sensaciones inconcebibles al máximo. El cura bruscamente lo saco y una catarata de semen baño su vientre. Me sentí inmediatamente vacio y mi agujero distendido al máximo. No hubo sangre, ni quejas. Solo un suspiro al unisonó. Ambrosio había demostrado una vez más su experiencia en el negocio que más le gustaba. Los chicos.
Me baño, me dio una crema que debía usar tres días, finalizados los cuales estaría bien. No podía volver a tener sexo hasta dentro de un mes. Que siempre me confesara con él y no con otro, que pasara dos veces a la semana por la iglesia a tomarme un teterito (mamar), que con el no lo haría nunca más pues era peligroso repetir por la distención que me causaba. Un besito, unas monedas y que dios te bendiga.
Pase más de un mes descansando mi colita, todas las semanas fui a la iglesia y alguna ocasión tuve de tomar mi teterito.
Pasado el mes quería probar si mi colita estaba en forma.
Fin de la segunda parte.




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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:33) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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