En mi corta vida había pasado por nada, ni tan siquiera parecido a lo que me sucedió, ese día.
Relato
Yo me encontraba de lo más aburrida, pasando mis vacaciones de verano, en la hacienda de la familia de Mirna, una amiga mía, y compañera de estudios. Lo cierto es que ya a los pocos días, ya Mirna y sus primitos me tenían cansada, ya que cada vez que ella, y sus primos me invitaban a “pasear”. Era para irnos a beber cerveza en el pueblo, besarnos, y dejar que me manosearan todo mi cuerpo, finalmente para no llegar a nada. Pero hacer eso todos los días, no era mi idea de divertirme.
Por lo que apenas pude, bien temprano salía sola a caminar, y caminando sola, al pasar por una zona boscosa, como vi que Mirna y sus primitos se acercaban en el auto, decidí ocultarme de ellos en el bosque, donde al rato de estar caminando sin rumbo fijo, me encontré una poza, y sin pensarlo mucho, debido al fuerte calor que hacía, decidí meterme para refrescarme, además el sitio estaba tan retirado y oculto que dudaba que alguien me fuera a ver. Por lo que sin pensarlo mucho, después de que me quité toda mi ropa me metí en la poza.
Yo la verdad es que pensé que había encontrado un pequeño paraíso, en el que me podía bañar completamente desnuda, tomar algo de sol, y aprovechar la soledad, para descansar y relajarme completamente. Fue como a la hora, de estar en ese lugar, que de momento veo que se acerca a la orilla de la poza, un hombre mayor, muy bien vestido. Quien descaradamente se me quedó viendo. Yo bien molesta, traté de ocultar mi desnudes con mis brazos, y antes de que él fuera a decirme algo, yo comencé a insultarlo, diciéndole. ¿Qué me ve viejo sucio?
El señor se sonrió, y aparentemente sin molestarse conmigo por lo que le dije, me dijo entiendo porque me llamas viejo, ¿Pero, sucio? Yo pensaba responderle de inmediato. Porque yo estoy desnuda, y me está mirando. Pero antes de que yo dijera algo, él de inmediato me dijo, será porque te encuentras desnudas, que me dices eso, entonces si lo piensas bien, aquí la sucia eres tú. Ya que yo no veo nada de sucio, en admirar el bello, y hermoso cuerpo desnudo de una linda joven como tú.
Al escucharlo decirme eso, yo que pensaba atravesar lo más rápido posible la poza, y agarrar mi ropa que se encontraba al otro lado. Me detuve, quedándome de pie en la orilla en que me encontraba, de inmediato dejé de tratar de ocultar mi evidente desnudez con mis brazos. Su manera de mirarme, o mejor dicho de admirar mi cuerpo, como que sumado a lo que terminaba de decirme, me hizo actuar de manera distinta.
Yo a mis 18 años, me encantó que ese anciano, me hablase de esa manera. Por lo que tranquilizándome completamente, en lugar salir corriendo e irme a vestir, me senté en la orilla, en el mismo lugar en que me encontraba sentada cuando lo vi a él. El viejo manteniendo su distancia me dijo, ahora si nos entendemos, yo te aseguro que no haré nada, que te incomode, ni me acercaré a ti, a menos que tú me lo permitas. Además son tan pocas las oportunidades de apreciar una obra de arte de la naturaleza, como lo es tú escultural cuerpo, que no haría nada, que pusiera en juego el placer de disfrutar de tan hermoso y perfecto paisaje.
Yo a todas estas, sentí que sus palabras eran sinceras, por lo que la idea de volverme a vestir de inmediato, abandonó mi mente. Yo me sentí de lo más cómoda, completamente desnuda frente a ese viejo. Mientras que él sin dejar de verme, pero de una manera muy especial, lejos de atemorizarme, me hizo sentir una mayor confianza. De inmediato él continuó diciéndome, en ti se reúnen los verdaderos elementos de la belleza, además de joven, se ve que eres inteligente, y que tiene conciencia plena de lo hermosa que eres. Por lo que me atrevería a decir, que estás bien orgullosa de todo ti.
Yo la verdad es que todo lo que él había dicho, era en gran parte verdad. Así que mientras él continuó diciendo, desde la punta de los finos, y bien formados dedos de tus pies, hasta tu larga, y abundante hermosa cabellera, yo puedo dar fe que eso es cierto. Tomando en cuenta, lo tersa de tu piel, lo bien formado que se encuentran tus senos, y tu plano vientre, así como tus llamativos ojos, no hay parte de tu cuerpo que alguien en su sano juicio no admire.
Yo la verdad, me dije a mi misma, mira el viejito zalamero este, seguramente le dice a todas las chicas lo mismo. Fue cuando él como si hubiera podido escuchar mis pensamientos me dijo. Y te juro por lo más sagrado que hay, que en mi vida había visto una hermosa belleza como la tuya. Yo me encontraba súper emocionada por las palabras que me decía el viejito ese, cuando de momento, se me ocurrió tapar con ambas manos sobre mis entre piernas. Diciéndole. Quizás todo lo que dice sea cierto, pero siempre he escuchado decir, que esto, y señalando con mis labios, mi coño, continúe diciendo, según he escuchado, es lo menos lindo que tiene una mujer. Fue cuando simpático anciano, sonriendo, me respondió. Todo lo contrario, para los verdaderos conocedores de la belleza femenina, y yo me precio ser uno de ellos, esa es una de las partes más hermosas, y sublimes del cuerpo de femenino. Yo me quede boquiabierta al escucharlo decirme eso. Por lo que él continuó diciéndome.
Solo un perfecto imbécil, o alguien que jamás los haya conocido como yo, se atrevería a decir semejante estupidez, la vulva de la mujer es de una rara belleza, y por lo poco que puedo apreciar desde aquí, la tuya no es la excepción. Son tan bellas y sublimes que hay quienes las comparan con exóticas, y ricas frutas como el caimito, un durazno fresco, y abierto, es algo bello, y al igual que dichas frutas, aparte de ser hermosos son sumamente sabrosos. Es tan bello, que de la misma manera que en Japón, y en otras culturas le rinden culto, al miembro masculino. Desde la antigüedad hay culturas que le rendían culto, a la vulva femenina. Yo a todas estas, me sentía tan cómoda estando completamente desnuda frente a ese hombre, escuchándolo decir todas esas lindas cosas, que separé ligeramente mis piernas, dirigiendo curiosamente la vista a mi propio coño.
Pero al levantar la mirada me encontré con que el viejo, no sé cómo lo hizo, pero había atravesado prácticamente toda la charca, y se encontraba a menos de un paso de mi, sin tan siquiera mojarse el ruedo de sus blancos, e impecables pantalones de hilo. Sin llegar a tocarme señalando mi coño, con el dedo índice de su mano derecha, me dijo. Pero eso no lo es todo, pasa uno de tus dedos, por sobre la piel alrededor de tu vulva, yo sin pensarlo mucho realmente, hice lo que él me dijo, al tiempo que él, uniendo sus dedos índice y anular de su mano izquierda, le pasó ligeramente su dedo índice de su mano derecha, diciéndome. Siente la suavidad de tu piel.
Yo así lo hice, y en mi vida en infinidad de ocasiones, y por un sin número de razones, me había tocado yo misma mi coño, como cualquier otra mujer, pero en ese instante, el pasar mis dedos sobre mi vulva, tal y como el viejo me lo indicaba, me hizo sentir una especie de sabroso y relajante cosquilleo. De inmediato me dijo, separa los labios de tu vagina, y suavemente rosa tu intimidad con la yema de tus dedos, y dime si eso no es de lo más relajante. Yo casi como una autómata, hice lo que él me había indicado, y esa especie de sabroso escalofrió, recorrió todo mi cuerpo.
No había dejado yo de pasar mis dedos, por dentro de mi coño, cuando el anciano de blanca cabellera se quitó el sombreo que tenía, y colocándolo sobre una roca cercana, me dijo. Observas esa pequeña protuberancia, carnosa, que se aloja internamente en la parte superior de tu vulva. Suavemente apriétala y dime que sientes. Yo hice lo que él me estaba diciendo, y la verdad es que sentí otra ola de placer recorriendo mi cuerpo. Yo por espacio de varios segundos, seguí acariciando mi clítoris, con los ojos cerrados, y con mis piernas bien abiertas, sentada frente a frente al viejo, quien al yo abrir mis ojos ya se encontraba, prácticamente agachado entre mis piernas.
Fue cuando lo escuché preguntarme de la manera más dulce, que si yo le permitía acariciar mi vulva. Como ya les dije, me sentía tan cómoda frente a él estando por completo desnuda, que decirle que no en esos momentos me parecía una tontería. Por lo que, sin decir una sola palabra, pero asentando con mi cabeza de manera afirmativa le dije que sí. Cuando sentí sus cálidos dedos acariciando, suavemente los labios de mi vagina, pensé que me derretía.
Él continuó produciendo en mí un tremendo placer, a medida que sus gruesos y firmes dedos los fue enterrando divinamente dentro de mi coño, hasta que comenzó a rozar de manera repetida, y constante, mi clítoris. Yo me encontraba extasiada, recibiendo ese delicioso masaje tanto por dentro, como por fuera de mi vulva, cuando de momento, él se llevó sus húmedos dedos a su propia nariz y aspirando con fuerza, dejó que el olor de los fluidos de mi vagina, que seguramente se habían impregnado en sus dedos, penetrase por sus fosas nasales.
De inmediato dijo, el aroma de mujer, es lo más excitante en la vida de un hombre. Yo estaba verdaderamente impresionada, de cómo yo había dejado, o permitido que ese viejo, hubiera llegado a tanto, yo pensé en decirle que se retirase, cuando él acercando su rostro a mi coño, me dijo de manera única. ¿Me permites besarte? Lo cierto es que en infinidad de ocasiones había fantaseado, con que alguno de los chicos con los que yo salía, no tan solo me besara el coño, sino como dicen en la calle, que me lo mamase. Por lo que cuando escuché al viejo, prácticamente pidiéndome permiso para besar mi coño, no pude decirle que no.
Nada más le bastó verme a los ojos, para asegurarse que yo había consentido con que me besara, entre las piernas, y si él quería hacerme algo más que lo hiciera. Fue cuando comencé a sentir sus labios, su lengua, así como el resto de su boca, entrando en contacto con mi abierto coño. En cosa de pocos segundo, no tan solo beso, sino que también lamió, y hasta se dedicó a chupar divinamente todo mi coño. Yo prácticamente me había dejado caer hacia atrás, manteniendo mis piernas bien abiertas, y disfrutando de todo lo que el viejo me hacía con su boca, y hasta con sus dedos.
Fue tanta la excitación, que en cosa de poco tiempo disfruté de un sinfín de múltiples orgasmos, haciendo que estallase por todo mi cuerpo el deseo de ser penetrada por él. Yo coloque mis manos sobre su blanca y larga cabellera, y mientras más restregaba su cara contra mi propio coño, le rogué, y le pedí una, y mil veces que me penetrase.
Yo estaba súper excitadísima, y de momento veo que el anciano, se despojó tanto de su blanca chaqueta de hilo, como de su camisa, y corbata frente a mí, se bajó sus blancos pantalones, y tras quitárselos junto con unos largos y también muy blancos interiores. Dirigió su erecto miembro, directo a mi coño. Recostada sobre la arena de la orilla de la poza, sentí como fui divinamente penetrada por aquel anciano, sus labios besaron los míos, sus manos acariciaron mis senos, mientras que yo sin dejar de mover mis caderas, disfrutaba plenamente de todo aquello que él me hacía.
Mi excitación era tal, que no quería que se detuviera, y hasta estaba dispuesta a que si me pedía que le diera el culo, sin reparo alguno de mi parte también aflojárselo. Pero su manera de besarme, al mismo tiempo que introducía su vigorosa lengua dentro de mi boca, así como de la misma forma que acariciaba el resto de mi cuerpo, a medida que no dejaba de penetrarme divinamente, tras largo rato, rindió el fruto de hacerme disfrutar del más largo y profundo éxtasis, que en mi corta vida yo hubiera disfrutado. Por mi parte no dejé de mover mis caderas intensamente, a medida que sentía como entraba y salía su sabroso, y vigoroso miembro de mi coño, una y otra vez.
Yo quedé tan satisfecha, y tan agotada como extenuada, que apenas lo sentí venirse dentro de mí coño, caí en un profundo sueño. Cuando me desperté ya había comenzado a oscurecer, por lo que rápidamente, lavé mi coño dentro adentro de la poza, y a medida que lo fui haciendo, como por arte de magia, recordé, o mejor dicho reviví los intensos momentos en que el anciano y yo estuvimos tirados sobre la arena de la posa, disfrutando mutuamente.
Cuando terminé de asearme, y de vestirme, ya había oscurecido, pero gracias a que había luna llena, no me fue difícil encontrar el camino. Cuando regresé a la casa de la familia de Mirna, a mi amiga y sus primos, el padre de Mirna, los estaba regañando en un gran salón de la casa que desde que llegamos siempre había estado cerrado. Al parecer mi amiga y sus primos, se fueron a beber, desde bien temprano, y en medio de la borrachera que agarraron los cuatro, a Mirna su madre y su padre, la encontraron bailando, y desnudándose en medio del bar. La situación para mí era bien incomoda, sobre todo cuando su papá a cada rato me ponía a mí de ejemplo, de lo que era una juiciosa chica.
Fue cuando vi por primera vez, un inmenso cuadro de cuerpo entero, en que se encontraba la viva imagen del viejo que estuvo acompañándome en la poza, y que me hizo disfrutar de tan gratos momentos. Después de que todo se calmó, y la mamá de Mirna dejó de llorar, y tanto ella como sus primos, antes de retirarse a sus respectivas habitaciones se comprometieron a no beber más. Se me ocurrió preguntarle al papá de mi amiga, ¿quién era el señor del cuadro?
Fue el padre de mi amiga, quien orgullosamente me dijo. Ese era Don Rafael, mi bisabuelo, al que le decían el pico de oro, además de ser el primer dueño de la hacienda, fue político, y aunque a mi familia no le agrade, también es el responsable de que gran parte del pequeño pueblo sean descendientes de él, y por ende parientes míos, por eso fue que el dueño del bar, que también al igual que yo es bisnieto de Don Rafael nos llamase, cuando Mirna se emborrachó.
Yo me quedé perpleja, no dije nada de la experiencia que pasé, en la poza, que luego me enteré que el viejo la llamó la poza del amor, ya que al parecer era el sitio predilecto del viejo, para llevarse a sus muchas enamoradas.
Hola soy Silvana, tengo 22 años y esta es una historia real.
Todo empezó el día en que mis padres decidieron hacer algunas reparaciones en la casa.
Para esto se contrató a un maestro albañil de unos 50 años y cuatro ayudantes, uno de ellos carpintero, hijo del maestro albañil, de 17 años.
Esto de los arreglos de la casa me ayudo pues mis padres decidieron irse de viaje con mi hermana y mi hermano por lo que yo aproveché para decirles que me quedaría en Buenos Aires por razones de estudio, y así los mantendría al tanto de los trabajos en casa.
Relato erótico enviado por thevintage el 14 de February de 2011 a las 22:49:24 - Relato porno leído 90952 veces
A continuación aprovechando la admisión de estas historias en esta web, yo les relatare este caliente relato, la cual trata de una aventura con un profesor de mi hijo. ¡Espero les guste!
Relato erótico enviado por putita golosa el 16 de March de 2011 a las 00:31:26 - Relato porno leído 55646 veces
Una noche del verano pasado mi hermana de 15 hermosos años trajo a dormir a dos amigas suyas , Julia y Sandra ambas tambien de 15 años yo las conocia del colegio pero nunca pense que estuvieran tan buenas y fueran tan guarras
Relato erótico enviado por Anonymous el 21 de August de 2006 a las 17:36:42 - Relato porno leído 37798 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:23) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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