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Que viva Boloņa

Relato enviado por : SIR el 10/11/2005. Lecturas: 4186

etiquetas relato Que viva Boloņa .
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Resumen
Lo que sucediķ en un tunel largo 18 Km.y medio


Relato

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QUE VIVA BOLOŅA!

EL TUNEL ESTABA LARGO 18 KILOMETROS Y MEDIO

Yo, Richard Hutchinson, 22 aņos,soy estudiante

en la Universidad del Michigan y beneficiario de una beca por investigaciones acerca de los grandes pintores del Renacimiento italiano y de su influencia sobre los artistas de los siglos de oro de Espaņa. Por estos estudios yo he visitado los mās ricos museos de Florencia, de Venecia y Roma: al presente -en el mes de Julio- tengo que disfrutar de merecitas vacaciones en una playa cerca de la ciudad de Rimini.

Esta es una tranquila y familiar playa donde recųpero mis energėas fėsicas por medio de largas nadadas en el Mar Adriatico, de competiciones de voleibol y de kilométricos paseos a la orilla del mar, mirando de un lado las ninfas marinas surgientes del agua verdusca y del otro las ninfas terestres extendidas al sol caliente.

Pero yo deseaba no sōlo hacer ejercicio fėsico, mas aun continuar a cultivar mi cerebro, por lo que, siendo ya buen conocedor del italiano, del francés, del espaņol y obviamente del inglés, decidė de pōnerme a estudiar el alemān. La costa romaņola estā repleta de veraneantes y turistas alemanes, mas a fin de disfrutar de una conversaciōn necesitaba conocer por lo menos los principios bāsicos de la gramātica de este idioma.

Pedė a un compaņero de voleibol, estudiante en un instituto linguėstico, y tuve tal suerte que el me seņalō una dama extendida en una tumbona cercana al bar de la playa y dijo." Ves allė aquella mujer casi desnuda? Sie ist meine deutsche Leherin (*= Ella es mi profesora de alemān). Hay quien dice que estā obsesionada por el sexo, pero come docente es super."

Yo regresé a mi asiento en la barra del bar de la playa y me puso a mirar aquel tipo de hembra. Extendida sobre la tumbona con un libro en una mano sin leerlo, los ojos cerrados, se abandonaba a las radiaciones solares llevando un escaso tanga color verde esmeraldo y un sostén del mismo color tan reducido que él sostenėa bien poco de sus desbordantes pechos. Esta vista trastornō mis entraņas aun recordando las palabras de mi amigo, por lo que preguntaba a mi mismo como pudiera presentarme a aquella dama con un bulto anterior, pidiendo:"Vuestra Merced se dignarėa en darme algunas lecciones de alemān?"

Mi cerebro universitario hallō una oportuna soluciōn. Sobre una mona tarjeta postal escribė mi pregunta y aņadė unos complidos; luego llamé el ayudante del baņero y con el gasto de un euro lo encargué de entregar mi mensaje y de esperar la respuesta.

La tarjeta regresō con el adjunto de tres palabras:"Morgens acht Uhr(*= maņana a las ocho!)". Teutōnico.

La noche casi no pude adormecerme pensando en ella, me levanté temprano, llevé un traje de lino y fui a la barra, muy ansioso de descubrir como mi profesora se habrėa vestido. A las ocho menos un minuto ella entrō en el comedor del bar y marchō a la mās lejana mesita llevando un kimono azul decorado de bordados āureos que la tapaba desde el cuello hasta los pies.

Sin preliminares ella empezō su lecciōn estimulante, lųcida, compendiosa – a cabo de un mes, pensé, mi cerebro se habrā apoderado del alemān bāsico.

Después de la tercera lecciōn ella me dijo bastante amigablemente:"Hace tres dias que tenemos comunicaciōn pedagōgiica y no nos conocemos de ninguna manera. Hoy el sol enciende la arena y ahoga la respiraciōn. Le gustarėa a mi discėpulo una gira de altura en un "patino" de remos lejos de la playa para respirar un aliento de brisa marina?"

"Esa es la propuesta mās atrayente que yo he recibido en toda mi vida."

La barquita fue empujada por el baņero en el agua , yo me puse a los remos, ella se extendiō enfrente mio sobre el puente disfrutando los rayos ardientes del sol. Tanto nos alejamos de la playa que no se veėan mās ni la gente ni las ombrillas. Deseaba aquella extrana mujer, que ahora llevaba un minibikini color cereza, alcanzar la Croacia?"

Estųvimos en silencio por un largo rato. Entonces, cansado, yo me parč de remar.

Pues ella preguntō: "Quién te regalō eso pelo negro azabache?"

"Mi madre, por cierto, que es griega."

"Y tus ojos azules turqueza?"

"Mi padre, supongo, que es de Detroit, Michigan."

"Alguién te dijo que eres un joven fascinador?"

"Alguna lo dijo."

"Y como vives tu vida sexual?"

Esta pregunta me cojō de sorpresa y me vino a la mente lo que me habėa confiado mi compaņero de voleibol.

"Mās bien satisfactoria ", respondė para concluir una plātica que no sabėa con cual tono conducir."

Por otro lado mi respuesta fue totalmente falsa, dado que durante aquellos seis meses en Italia por mi intensėsimo estudio y continuos viajes (los gloriosos pintores a los que me dedicaba eran un mar al servicio de todos los prėncipes y prelatos rinascimentales) que no tuve ninguna oportunidad para liarme con alguna linda italianita y tenėa demasiado miedo del SIDA enrollandome con cualquier puta negra o slava o albanesa de que las rutas estaban repletas. Tres o cuatro ejaculaciones espontāneas soņando las mās hermosas Venuses pintadas que habėa contemplado fueron todo mi tributo al sexo.

*****

Pero una vez me ocurriō una extraordinaria aventura. De Venecia tenėa que ir a Roma y cojė un tren de largo recorrido, donde me senté en un compartimiento de segunda clase en que estaba sōlo una pareja de ancianos adormecidos, ella con su cabeza sobre su espalda : ambos roncaban un poquito. Las cortinas de la ventanilla y de la puerta estaban cerradas y sōlo la tenue luz azulada estaba encendida. Lentamente mirando esfilar ante los ojos de mi memoria las maravillosas pinturas de Tiziano, Tintoretto, Veronese y muchos otros pintores que habėa admirados en Venecia y otras ciudades del Veneto me adormecė tranquilamente y me desperté sōlo cuando el tren se parō por un largo rato en la estaciōn de Boloņa y un montōn de gente subiō en nuestro vagōn. Afortunadamente la cortina de la puerta y la obscuridad del interior no fueron violadas y sōlo en el momento de la partida una mujer jadeante entrō en nuestro compartimiento. Los dos viejecitos continuaron su conciertito; creo que no se habrėan despertado ni siquiera por un asalto al tren. La dama llenō de perfume todo lo compartimiento , puso su sombrero y su neceser encima de la rejilla, se sentō en un lugar al lado de la ventanilla , apoyō la cabeza a la pared y pareciō deseosa de una buena dormida.

La luz azulada no permetėa ver mucho, mas yo no sabėa darme cuenta del hecho que una seņora con aquel perfume, un sombrero, un traje de etiqueta (tal parecėa a mė) viajase en una segunda clase. El sueņo con sus visiones me habėa acompaņado por toda la primera parte de mi viaje; ahora sōlo la curiosidad de descubrir algo mās de aquella mujer me daba compaņėa.

Entre las estaciones de Boloņa y Florencia, pero mās cerca de Florencia, hay un tųnel largo dieciocho kilōmetros y medio, por lo que a beneficio de los viajeros las luces blancas fueron encendidas en todos los vagones. La pareja roncaba. La seņora , cuyo vestido era verdaderamente largo y de seda negra, no hizo ningųn movimiento, por lo que yo me levanté y apagué aquella vivida luz blanca.

El tren ni siquiera habėa recorrido un kilōmetro que yo sentė una mano liviana sin dificultad buscar el cursor de mi cremallera que ligeramente fue abierta en toda su longitud. La respuesta de la parte interesada fue inmediata, duramente padeciendo el contraste con mi ropa ėntima y exterior, mas aquella mano, cierto gracias a no poca experiencia adquirida, deslizō en la hendidura de los calzoncillos y desbloqueō el prisonero, que sin duda tenėa buena presencia e hizo tan satisfactoria impresiōn que me fue negada una vista completa del rostro de la libertadora inmediatamente tumbado sobre el āquila desasnidada,

Yo no me avergonzé de ninguna manera de mi total pasividad, porque en primer lugar no sabėa cual iniciativa tomar en precencia de aquel vestido etiquetoso de seda negra y ademās la sensaciōn percibida por mi ave en aquella cavidad tibia y hųmeda con el concurso de labios, lengua y toda la mucosa oral , lamiendo, mamando, succionando, estaba tan placentera que yo me insimismaba con un goce egoista. Sōlo me preocupaba lo que habrėa pasado al cantar del pājaro,siendo la garganta de ella repleta. Por esto iba buscando un paņuelo, que no fue absolutamente necesario, porque todo sucediō en una manera lindėsima : chorros suculentos, tragos adecuados, captura de las ųltimas gotas por apretones manuales y bucales , despučs de que un paņuelito perfumado limpiō de la saliva el ave que fue repuesto en su nido y la jaula fue cerrada.

En aquel momento el tren salėa del tųnel. Cuando el tren redujo su velocidad entrando a la estaciōn de Florencia, la encantadora se levantō – bello rostro, maquillaje aųn perfecto – recojė su sombrero y su maletėn y, besandome en el cuello, me susurō en la oreja: "Un souvenir de Boloņa".

Yo puedo ser testigo de lo que todo el mundo sabe, que las boloņesas son las mās exquisitas mamadoras del mundo.

*****

El dramātico desarrollo de las relaciones con mi profesora os relataré otra vez.



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:10) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:47) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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