Soy buzo aficionado, y acostumbraba a ir a una escondida playa, en compañía de María Teresa mi esposa, para dedicarme a pescar con arpón, y fotografiar el fondo marino. En ocasiones aunque ella me peleaba, por estar más tiempo bajo el agua, que con ella. Yo la verdad es que ni caso le hacía, cosa que la irritaba mucho según recuerdo. Pero en muchas de esas ocasiones, nos acompañaba Gerardo, un conocido mío, tan aficionado al buceo como yo. Pero en los últimos tres viajes que hicimos para pescar, por alguna u otra razón, Gerardo en último momento, no podía bucear, ya fuera porque accidentalmente se le abrió la válvula de su tanque, perdiendo todo el oxígeno.
Relato
En otra ocasión ya estando dentro del agua, y cuando nos habíamos comenzado a sumergir, la manguera que va pegada al regulador, no sé cómo, se rompió. En la tercera ocasión, Gerardo me había pedido que le llenase su tanque, y la verdad es que no sé cómo se me pasó el hacerlo, por lo que en esa ocasión tampoco pudo sumergirse conmigo. Así que yo deseoso de sacar una buena pieza, decidí bucear solo, en esas tres ocasiones, aunque las medidas de seguridad, recomiendan siempre bucear en compañía de otra persona. Por mi mismo fanatismo al buceo, decidía finalmente irme solo. Ya que al fin y al cabo, esa playa la conozco como la palma de mi mano. En las dos primeras ocasiones, en que buceé solo, cuando subía finalmente a la superficie, ya Gerardo se había marchado, y María Teresa tomaba el sol plácidamente. Pero en la tercera ocasión, bajé con un nuevo arpón de aire comprimido. Y no pasaron ni unos cinco minutos, cuando en el pedregal, que hay entre la orilla y el arrecife, apareció un inmenso mero guasa. Como nunca había visto uno antes, por esos fondos, lentamente se movía en lo más profundo, mientras que yo oculto tras el arrecife, esperé con toda mi calma, a que se encontrase al alcance de mi nuevo arpón. Por su tamaño, y peso calculo que ya debía tener por lo menos unos diez años. Ya que era prácticamente de mi tamaño, en cierto momento hasta pensé en dejarlo ir, temiendo que me fuera a dar mucha pelea, y no lo pudiera dominar. Pero finalmente me decidí, y tras apuntar con mucha calma, le disparé. La lanza del arpón lo atravesó, justo por donde yo quería. Aquel monstruo dio un fuerte coletazo, pero de inmediato se detuvo. Seguramente le había atravesado el corazón. Así que comencé a llevarlo hacía la orilla, con la ilusión de mostrárselo a María Teresa, y enseñarle a Gerardo de lo que se había perdido. Ya en la orilla saqué mi pequeña cámara en su caja plástica a prueba de agua, y dejando aquel gigante en la orilla me dediqué, a tomarme varias fotos, con la bestia esa a mi lado. Así que apenas me quité las chapaletas, busqué a mi mujer con la vista. Al principio no me di cuenta, pero al volver a dar otro vistazo, me llevé tremenda sorpresa. Escondidos entre las rocas, y tirados sobre la arena, se encontraban mi mujer, y mi amigo, completamente desnudos. En esos momentos María Teresa se encontraba sobre Gerardo, moviendo sus caderas, dejando que el miembro de él la penetrase limpiamente por su coño. Yo me quedé petrificado, sin saber qué hacer. Por un momento pensé en hasta en apuntarles con mi arpón, y atravesarlos a los dos. Pero por suerte para ellos, y para mí había dejado el arpón al lado del pescado. Lo único que se me ocurrió hacer, fue ponerme a tomarles varias fotos. Así que con la misma cámara que fotografié al mero, me fui acercando sin que se dieran cuenta de mi presencia, y cuando entendí que podía tomar las fotos, así lo hice. En cierto momento cambiaron de posición, colocándose María Teresa abajó, con sus piernas bien abiertas, mientras que Gerardo la volvía a penetrar nuevamente. Al tiempo que ella chillaba y gemía profundamente de placer. Como nunca la había escuchado gemir conmigo. Durante el tiempo que ambos permanecieron teniendo sexo sobre la arena, volvieron a cambiar de lugar. Y en cierto momento, el muy hijo de la gran puta de Gerardo, hasta la puso a mamar su verga, cosa que a mí la puta de mi mujer nunca había querido hacerme. Yo en cierto momento pensé que ya habían terminado, pero no fue así continuaron follando, mientras que yo seguía observando como las tetas de María Teresa de bamboleaban de lado a lado, al tiempo que Gerardo la sujetaba por sus caderas, penetrándola con su verga, como si fueran unos salvajes. Yo a todas estas, pensando que era lo que iba hacer, regresé al lado de mi trofeo. Sin la menor idea de cómo debía actuar. Al poco rato, los vi de reojo, que ambos se acercaban, con sus trajes de baños puestos, como si nada hubiera pasado entre ellos. Yo actué como el que recién y había salido del agua. Ellos al verme a mí, y desde luego a mi presa de inmediato se acercaron. En ese momento parecían estar bien sorprendidos por el tamaño de aquel pez, al poco rato aparecieron otras personas, y fue Gerardo quien hasta buscó un buen cuchillo para cortarlo. Tras filetearlo, María Teresa y él, después de sacar unos buenos filetes, repartieron el resto, entre los presentes. Ya en casa María Teresa y yo, después de sacarnos el agua salada, y la arena, al ella salir de la ducha, le mostré las fotos a mi mujer. Ella se sorprendió, no tanto por las fotos, sino porque yo no monté ningún espectáculo de celos, en medio de la playa. Fue cuando dejando caer la toalla que cubría su cuerpo, se me acercó seductoramente y para mi sorpresa tras agacharse, se dedicó a mamar mi verga. Bueno lo demás no se los cuento, porque no veo que haya necesidad de eso.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513553 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 299793 veces
Si te ha gustado Quería darle una sorpresa a mi esposa, pero el sorprendido fui yo…. ( CON fotos) vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 22:16) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:48) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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