Una comida de trabajo termina convirtiéndose en una interesante charla sobre sexo y fantasías… Se harán realidad esas fantasías…?
Relato
Había quedado en el hotel con Martín, acababa de montar su propia empresa y me había citado, para mostrarme sus instalaciones y exponerme los productos que iba a ofrecer, ya que estaba interesado en que colaborara con él pasándole algunos clientes, no voy a decir el tipo de negocio, pero sí que los servicios que él ofrecía eran necesarios para mis clientes.
Yo estaba alojada en un hotel muy acogedor, con todo tipo de detalles, era pequeño, pero lujoso, un lugar encantador. Me recogió allí y me llevó directamente a conocer las oficinas y el resto del equipo, estuvimos viendo contratos, cláusulas y todo tipo de cifras que quedarían pendientes de revisar con los clientes. Terminamos cerca de mediodía y me propuso que comiéramos juntos, nos habíamos conocido hacía mucho tiempo cuando él trabajaba en otra empresa que colaboraba con nosotros, acepté la propuesta ya que llevábamos mucho tiempo sin vernos y nos fuimos al hotel a comer.
Martín tiene en torno a los treinta años es un hombre alto, no demasiado fuerte aunque se nota que se cuida, muy moreno tanto de piel como de pelo y con los ojos claros, reúne todos los requisitos para tener candidatas a montones, porque además es simpático, con sentido del humor y le encanta "comer la oreja" a las mujeres, sin embargo nunca se ha comprometido y es tan sumamente discreto con sus líos, que nadie sabe nada. Yo… bueno, ya me he descrito en varias ocasiones, mi edad no la diré, aunque soy más joven que él y, a diferencia de él, sí tengo pareja conocida. Pero nada tenía de malo salir a comer con alguien del trabajo.
Cuando llegamos al hotel le pedí que me dejara cinco minutos para subir a la habitación, el día era lluvioso y, como mujer y presumida que soy, necesitaba retocarme lo que el mal tiempo había descompuesto. Una vez arriba mientras me retocaba el maquillaje y me peinaba decidí cambiarme el traje que llevaba y ponerme ropa más cómoda ya que nuestra jornada laboral había terminado. La ropa escogida no tenía nada de especial, me puse una falda marrón chocolate por encima de la rodilla y una camisa blanca, medias transparentes y unas botas altas del mismo tono que la falda, me recogí el pelo y como no íbamos a salir del hotel no cogí ninguna chaqueta ni nada.
Cuando llegué a donde Martín me esperaba vi como me miró sorprendido, pero no dijo nada. Pasamos al restaurante y comenzamos a charlar, me prohibió hablar de trabajo y comentó que le había encantado que me cambiara de ropa ya que de este modo se perdía el aire de seriedad que siempre había entre nosotros y podríamos conocernos algo más.
La comida transcurrió aparentemente tranquila, contándonos partes de nuestras vidas, pero podía notar como de vez en cuando Martín miraba los botones desabrochados de mi camisa, yo sabía que se podía entrever mi ropa interior de ese modo y aquella situación estaba provocando que mi imaginación comenzara a jugar con ese hombre que tenía delante, para colmo de lo que mi mente estaba empezando a forjar, surgió el tema sexo, quise evitarlo pero él me dijo que si a esas alturas me iba a dar corte hablar de eso. Pasamos a un saloncito a tomar café y me propuso una especie de juego para conocernos mejor, cada uno formulaba una pregunta, por turnos, pero nunca el otro podía repetir esa pregunta.
En la conversación salieron todo tipo de cosas, posturas, juegos, seducir o ser seducido, experiencias, cosas hechas, lugares raros, número de parejas… todo iba con relativa normalidad hasta que surgió el tema fantasías, él había hecho la pregunta y yo debía contestarle, le dije que tenía, entre otras, una fantasía muy simple, meterme en la cama con alguien desconocido mientras escuchaba de llover, le dije que era una romántica por naturaleza y que me gustaría tener ese momento que yo consideraba tan íntimo con alguien que no estuviera sentimentalmente ligado a mi, lo normal sería haberlo hecho con alguien como mi novio, pero en el mundo de las fantasías lo "normal" no existe.
Rápidamente fui yo quien pregunté y le dije que me contara una situación morbosa que le gustaría repetir. Me explicó que en una ocasión, en una reunión de negocios una mujer madura que estaba sentada frente a él comenzó a abrir las piernas muy sutilmente hasta que él se dio cuenta de que no llevaba bragas, la situación no pasó de ahí pero me dijo que le había excitado mucho…
Llegados a ese punto de la conversación yo también estaba excitada y él estaba cada vez más cerca de mí en el pequeño sofá del salón donde estábamos sentados tomando el café. El camarero se acercó hacia nosotros para ver si queríamos tomar una copa y Martín pidió un licor que yo no conocía, ya que era propio del lugar y que quería que lo probara, mientras me explicaba en qué consistía el licor puso una mano sobre mi pierna… yo le dejé hacer mientras rápidamente sopesaba las consecuencias que podía tener si ocurría algo con él… estaba caliente, nadie me conocía en aquel lugar y sabía que él sería discreto y que posiblemente nunca conocería a nadie de mi entorno personal… porqué no dejarle seguir hasta ver donde llegaba… aunque, pensándolo bien y ya que estaba dispuesta a llegar al límite, porqué no desatar yo el juego…? Me gustaba llevar las riendas y estaba dispuesta a ponerlo loco igual que él me ponía a mi…
Cuando el camarero llegó me levanté y me fui al baño, Martín se quedó un poco extrañado, debió pensar que me estaba asustando al haber notado sus insinuaciones con la mano sobre mi pierna, aunque no sabía cuan equivocado estaba…
Volví del baño con un botón de la camisa más desabrochado, me volví a sentar a su lado, muy cerquita de él y brindé con el licor, dejé que se diera cuenta de que mi escote era más grande, pero me levanté lo suficientemente rápido para que no notara que me había quitado el sujetador… no… aún no quería que se diera cuenta.
Él cada vez estaba más desconcertado, cuando se estaba acercando a mí me había levantado y ahora estaba sentada en el sillón de enfrente, no entendía nada, hasta que se dio cuenta de cual era mi juego, repetir la escena de aquella mujer madura… poco a poco y con mucha discreción comencé a abrir las piernas, las cerraba otra vez como si tuviera alguna timidez al hacer eso, hasta que en un determinado momento le mostré mi coño al completo por debajo de la falda, me había quitado también el tanga y me encantaba ver como su entrepierna iba creciendo cada vez más.
Con las piernas abiertas lo suficiente para que viera mi coño y mirándole fijamente a los ojos puse un dedo en mis labios y dejé que se entreviera la punta de mi lengua, en ese instante desvié la mirada hacia su pantalón y el hecho de que le mirara con tanto descaro le excitó aún más.
Me pidió que me sentara a su lado de nuevo, me besó en el cuello, cerca de la oreja y vio como mis pezones se ponían de punta bajo la camisa sin sujetador… volvió a besarme y me dijo que le encantaría hacer realidad mi fantasía, que era un "desconocido", hacía frío y estaba lloviendo a mares… me susurró que quería perderse bajo las sábanas conmigo…
Subimos a la habitación, ya eran las cinco de la tarde, abrí la cortina, el entorno era como yo lo soñaba… un hombre con quien nunca había hecho el amor, la luz grisácea entrando por la ventana y dejando la habitación casi en penumbra y muchas horas por delante para disfrutar. Se puso detrás de mi mientras yo miraba por la ventana, cogiéndome por la cintura con una mano, mientras con la otra subía mi falda y tocaba mis piernas, con desesperación, con la pasión de la excitación producida por el momento… en esa postura alcanzó la línea de vello de mi pubis con las manos, deslizándolas por toda su extensión, estaba muy mojada e introdujo un dedo en ella mientras besaba mi cuello, me encantaba sentir su respiración en mi nuca… cuando sintió por mis jadeos que estaba a punto de tener un orgasmo paró… tenía ganas de jugar conmigo, quería retrasar ese orgasmo para que lo viviera con más intensidad… sacó la mano de mi entrepierna y continuando de pie detrás de mi cogió mis pechos con sendas manos… los agarraba… los acariciaba… pellizcaba mis pezones… me volvía loca de placer mientras notaba como ponía su polla dura como nunca entre mis nalgas y frotaba con fuerza…
Me di la vuelta, terminé de quitarme la ropa y se la quité a él, le tendí sobre la cama y fui recorriendo lenta pero apasionadamente su boca… su cuello… sus pechos… y así descendiendo hasta que llegué a aquel falo que estaba desesperándome por sentirlo dentro… lo besé, lo lamí, lo chupé, le hice llegar casi al éxtasis, pero decidí hacer lo mismo que él… hacer esperar un poco más el límite del placer…
Al notar que paraba de jugar me tendió sobre la cama me puso boca abajo, colocó la almohada bajo mi vientre y comenzó a embestirme desde atrás, nunca me había sentido tan llena y tan excitada… estallé en un orgasmo largo e intenso… cuando sentí que él salía de mi y noté su líquido caliente sobre mi espalda…
Tomé una ducha caliente mientras él me esperaba en la cama, después nos quedamos escuchando la lluvia entre las sábanas, desnudos, sintiendo el calor de nuestra piel, entregándonos a la pasión del momento y del lugar una vez tras otra hasta que llegó el amanecer…
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513739 veces