salir de pobre no siempre cuesta 3

Bueno, un mes pasó sin verle la cara a dios jajaja. Mi abuelo y yo aviamos acordado vernos solo en mi apartamento durante un tiempo. La experiencia del cine fue genial, pero no daba mucha oportunidad a la variedad y eso quería yo. Por eso después de tal veda le pedí que fuera a mi apartamento temprano, esperando esta vez controlar yo la situación. Y como antes el viejo me gano.
- Hola hija, espero no sea muy temprano para visitarte – dijo cuando conteste al portero electrónico
- No abuelo, espera me bajo a abrirte yo… no molestes al encargado – le dije y baje a toda prisa
Yo le había dicho que viniera temprano, pero a las 7 de la mañana me pareció mucho. Yo apenas me había levantado y seguía media dormida. Baje tan apurada en el ascensor que no me acorde que tenía el piyama, o algo así, esa noche había dormido con una remera casi trasparente y un pantalón de algodón pegadito pero fresco. Cuando salí del ascensor me di cuenta de cómo estaba vestida, por la cara del encargado de recepción, debería tener unos 40 años el hombre y casi sele caía la baba al verme, me puse muy nerviosa y fui corriendo a abrirle a mi abuelo.
- Hola abu, entra rápido que hace frio hoy – le dije y casi arrastrándolo lo lleve al ascensor, al entrar dije – disculpa abuelo, no me di cuenta de cambiarme –
- No te preocupes hija – me respondió agarrándome la cadera – es lindo verte así y el encargado también se alegro parece –
Yo me puse aun más nerviosa, ¿qué pensarían en el edificio? Yo siempre tuve un comportamiento muy correcto, jamás di semejante espectáculo ni en la puerta de mi departamento. Pero al ver a mi abuelo note que ese sería un día largo, él no dejaba de ver mi remera y cuando quise decirle algo me beso.
Mierda pensé, si algún vecino nos veía todo el edificio se enteraría en unos minutos. Pero no podía despegarlo, tampoco trate, besa tan bien mi abuelo. Cuando salimos del ascensor mi abu ya estaba con el típico bulto y yo solo pedía entrar a mi apartamento antes de que nadie nos viera. Por suerte logramos llegar a tiempo, cuando cerraba yo mi puerta la del fondo del pasillo se estaba abriendo.
- Llegamos justo – dije con alivio
- Si hija, muy justo – replico mi abuelo
No termino de decirlo que ya lo tenía sobre mí, cerré la puerta dándole la espalda y él me aplasta contra ella. En segundo mi remera termino a la altura de mis hombros, dejando mis pechos contra la madera, y sentí sobre mi pantaloncito la verga de mi abuelo. Gire la cabeza y dije.
- ¿abu cuando la sacaste?
- Mientras cerrabas hija- respondió mordisqueándome la oreja – no deberías bajar la guardia así vestida –
Sus manos me separaron las piernas un poco y corrieron el pantalón que era un poco flexible y no se hiso esperar el pijaso. La metió casi entera de una sola vez, yo me tuve que tapar la boca para no gritar a todo pulmón y mi abuelo empezó a empujarla poco a poco. Escuche un ruido en el pasillo y mire por la mirilla de la puerta, mi vecina y su hijo estaban parados fuera.
- Hola Ana ¿estás en casa? – dijo mi vecina, cuyo nombre no diré
Obviamente no respondí, mientras mi abuelo me penetraba lento. La vecina golpeo suavemente la puerta y volvió a saludar, cuando no respondí golpeo con más fuerza esperando una respuesta. Yo agonizaba por no emitir un solo ruido y mi abuelo ya había metido su miembro entero en mi conchita. El viejo empezó a sobarme las tetas sin piedad y mordía desde atrás el bulto que ahora era mi remera.
- Mamá, mira bajo la puerta hay sombras – dijo para mi horror el hijo de mi vecina – seguro Ana está en casa –
- ¿Ana pasa algo que no respondes? –
- No nada vecina – respondí yo con el mayor esfuerzo para sonar normal – abu pare un segundo – murmure – ¿que necesitabas vecina?
Mi abuelo no dejaba en paz mis pechos y su respiración en mi nuca me estaba excitando más. Mire por la mirilla y vi que él chico sacaba algo de la mochila.
- Necesito preguntarte algo Ana, es para mí nene que tiene que entregar un trabajo hoy –
- ¿no pueden pasar más tarde? En este momento no puedo – respondí casi mordiéndome la lengua
- Es que nos pasamos toda la noche y esta pregunta no la pudimos responder – me dijo mi vecina- lo tiene que entregar en unas horas –
- Dame un minuto nada mas – gire otra vez la cabeza y susurre – abuelo soltadme unos minutos y después hacemos lo que quieras –
Mi abuelo solo negó con la cabeza y empezó a moverse despacio, para emporar todo una mano empezó a jugar con mi clítoris mientras su boca soltaba mi remera para agarrar mi oreja. Yo apenas podía evitar el gemir y ahora me resultaría imposible. Tenía que hacer que mi vecina se fuera o sabría que estaba haciendo y dado que el de recepción vio que solo subió mi abuelo, se destaparía todo. Trague saliva y tratando de ignorar los ricos masajes y el sabroso movimiento que me estaban dando dije con la voz más natural del mundo.
- Disculpa no encuentro mi bata y estoy a medio vestir ¿Cuál es la pregunta que no lograron responder? –
- Déjame ver – respondió mi vecina y después de unos interminables segundos dijo - ¿Por qué motivo no es bueno bañar a un gato domestico? –
Cuando escuche la pregunta casi la mando a cagar, pero como yo siempre ayudaba a su hijo en tareas de ese tipo no podía, sabría que algo pasaba. Tome aire y respondí lo más sería posible.
- Por que segregan una encima en su pelaje que les ayuda en su sistema inmunológico – me tape la boca para ahogar un gemido, espere y seguí media trabada – al bañarlos se les quita esa enzima, es mejor dejar que se limpien solos dentro de lo pooo posible –
El responder esa pregunta me costó lágrimas y mi vecina siguió diciéndome algo que no pude entenderle bien, pero tras un ratito se despidió y se fue. Yo casi atragantada le balbucee un hasta luego y me concentre en la urgencia detrás de mí, o mejor dicho, dentro de mí.
Para entonces mi abuelo ya me cogía fuerte, lento pero fuertecito. En el cine había sido muy diferente, suave y lento. Ahora era más rápido y entraba con dureza en mi cuerpo, yo no podía creer que el viejo me estuviera haciendo de todo mientras había alguien del otro lado de la puerta. Pero cuando se fue mi vecina me dijo al oído.
- Ahora concéntrate un poco que voy a hacerte gemir quieras o no pendeja –
Sus manos se agarraron fuertes a mis nalgas por encima del pantalón, las yemas de sus dedos casi seme clavaban. Pero lo que impresionaba era la forma en que empezó a cogerme. La fuerza era tremenda y la velocidad increíble. Yo empecé a jadear con cada embestida y el viejo parecía inmutable, su respiración era agitada pero no denotaba esfuerzo. Con cada pijaso mis talones se levantaban, mis pechos se aplastaban contra la puerta y mi concha temblaba, yo no creía que con sus años tuviera tal embestida.
Tras unos minutos yo ya ni apoyaba los talones y empecé a gemir suave, note que mi abu estaba por acabar pero seguía bombeándome como si fuera de mi edad. Yo estaba que tocaba el cielo y el viejo bufaba y gemía como toro en celo. Su respiración caliente y agitada en mi nuca solo me hacia desear que dure horas. Pero de un momento a otro los pijasos pararon y mi abuelo acabo dentro de mí sin importarle nada ni dar aviso alguno.
Las manos del viejo se apoyaron en la puerta y descanso un instante contra mi cuerpo, la saco despacio y empezó a caminar hacia el sofá. Cuando me separe de la puerta vi que donde un segundo antes estaba apoyada mi boca estaba todo chirriado de baba, mi baba, y a la altura de mi conchita se notaban unos hijos finos de un líquido, lo toque para ver que podía ser y eran mis jugos. No sé en qué momento yo tuve un orgasmo que mancho la puerta. ¿Tanto placer me dio mi abuelo que no note algo así? Yo no sabía que pensar, pero lo mire con mucha intriga, sin saber como el viejo podía a su edad cogerme tan duramente.
Fui a buscar algo para limpiar la puerta, mientras mi abuelo en el sofá parecía incapaz de respirar. Cuando termine me acerque a él para ver si estaba bien…
Y por ahora lo dejare en este punto, sobra decir que el día solo empezaba. Pero si es muy largo no es divertido de leer. De sus comentarios depende que siga escribiendo asique los espero besos