Sandra continuó con su particular antojo… ( CON fotos)

Pero después de eso, pensé que el antojo se le quitaría. Pero no fue así, ya que sin que yo me enterase, por lo menos al principio, Sandra contactó a Luis, a espaldas mías. Para pedirle, no tan solo que volviera a tener sexo con ella, sino que además se buscase, un par de amigos, para en lugar de mantener un trio conmigo presente, hacer un cuarteto, sin mi persona. Cosa que desde luego, yo pienso que hubiera rechazado, porque eso implicaría, sumar a un desconocido, que quien sabe a quienes le contaría lo sucedido. El detalle como diría Cantinflas es, que yo ya daba por superado eso. Por lo que ni tan siquiera volví a tocar el tema, ni con Sandra, y mucho menos con mi entrenador Luis. Pero lo que mi esposa, Luis, y yo hicimos en el gimnasio, fue como la pequeña punta de un gran iceberg. Ya que para cuando me vine a enterar de todo, lo que sucedía a mis espaldas, Sandra, Luis, y sus dos amigos, se habían estado reuniendo, por lo menos dos o tres veces a la semana. Me imagino que se estarán preguntando ¿cómo fue que me enteré de todo? Muy sencillo, la misma Sandra, justo el mismo día en que la llevé a la clínica, durante ese día mientras estaba disfrutando de la compañía de Luis, y sus amigos. Le vinieron las primeras contracciones, pero en lugar de pedirles, a uno de ellos tres, que por lo menos la llevasen a la clínica. A mi mujer le dio por llamarme a mi trabajo, indicándome que la fuera a buscar, que ya había comenzado a sentir, las contracciones del parto, pero cuando le dije que si podía, fuera saliendo de la casa, Sandra me indicó que se encontraba en el gimnasio de Luis. Pero cuando le iba a preguntar que hacía ahí. Me colgó. A penas llegué en mi coche, vi a Sandra, muy sonreída acompañada de Luis, y por otros dos tipos que yo no conocía. Ya dentro del coche, dejó de sonreírse, y comenzó a quejarse por las contracciones, al tiempo que le pregunté de nuevo, que hacía en el gimnasio de Luis. Sandra poniendo cara de tragedia, comenzó a decirme llorando, que todo era por culpa mía, que si yo no la hubiera complacido en su absurdo antojo, ella no se hubiera atrevido, hacer todo lo que siguió haciendo, después de esa primera vez. Al principio yo ni idea tenía de lo que ella me decía, pero cuando me continuó diciendo, que después de esa primera experiencia, con Luis y conmigo. En lugar de calmar su antojo, lo que hizo eso, fue hacer que ella deseara con mayor fuerza, el continuar teniendo sexo, con más hombres a la vez. Pero que por miedo a lo que yo fuera a decir, o hacer, no me dijo nada. Hasta que realmente no pudo aguantarse más, y tras comunicarse con Luis, le pidió encarecidamente que la ayudase. A lo que él no supo cómo negarse. Así que en algunos días, después de que yo salía de mi sesión en el gimnasio, Sandra llegaba, para ser atendida personalmente tanto por Luis, como por sus dos amigos. Reconociéndome que la primera vez que regresó al Gimnasio de Luis, sin mí. Sentía tanta vergüenza, que de no haber sido, porque su antojo por sentir los miembros de otros hombres, penetrando su cuerpo, era muchísimo mayor, ella se hubiera retirado. Yo a todas estas, no podía dar crédito a lo que escuchaba mientras manejaba. Sandra me siguió diciendo, que esa primera vez, entre los tres la fueron desnudando, y acariciando todo su cuerpo, a medida que le iban quitando toda su ropa. Acariciando y besando tanto su vientre, como sus tetas, y sus muslos. De una manera que el solo roce de los dedos de ellos, sobre la piel de ella, la hacían sentir tanto placer, que no podía, o quería detenerlos. Tras lo cual, en cierto momento mientras los tres continuaban acariciándola, a Sandra le provocó ponerse a mamar una de esas vergas, que se encontraban a su total disposición. Y estaba de lo más centrada en ello, cuando uno de ellos, se dedicó de manera increíble a mamar el coño de Sandra. Haciéndola disfrutar de un increíble primer orgasmo de varios, que disfrutó en compañía de Luis, y sus amigos. Por un buen rato, mientras le mamaban su coño, mi mujer, por su parte continuó mamándole las vergas a ellos, hasta el momento en que ella misma deseosa de sentir dentro de su coño, el placer de tener una dentro, recostándose de lado, y separando sus piernas, les dijo. Que la penetrasen. Así uno a uno de ellos tres, la fue penetrando, ya fuera por el coño, o el culo, mientras que Sandra no paraba de seguir mamando, moviendo con gran fuerza sus caderas, y cuando no tenía una de esas tres vergas en su boca, les pedía que le dieran más y más duro. Por suerte llegamos a la clínica, y aunque Sandra continuaba describiendo detalladamente todo lo que Luis, y sus dos amigos le hicieron a ella, yo me concentré en buscar a una enfermera que me orientase. Hasta que finalmente encontré una, que junto con una silla de ruedas, me acompaño al coche a buscar a Sandra. Quien al verme, y sin importarle que estuviera acompañado de aquella enfermera, continuó contándome en detalle, y de manera obsesiva, todo lo que ella hizo en el gimnasio. La enfermera apenas la escuchó, quizás por tratar de evitar una situación me dijo. No le crea, de seguro los dolores de parto, la están haciendo decir todas esas cosas. Eso pasa, a menudo, cuando son primerizas. Yo mostré una sonrisa compasiva, y creo que eso tranquilizó a la enfermera, ya que Sandra seguía describiendo con lujo de detalles todo. Bueno, Sandra dio a Luz a nuestra hermosa hija, de eso ella no ha vuelto a decir nada, ni yo a preguntarle. Ya que en ciertos momentos a medida que la escuchaba, cuando la llevaba a la clínica, la verdad es que me excitó bastante. Y hasta me hubiera gustado estar presente observándola, sin que se diera cuenta de mi presencia….