Según mi esposo, a la casa le subió el voltaje y le bajó el ampere… ( CON fotos)

Bueno como no quería pasar una acalorada noche, busqué en la guía los servicios de un electricista. Cual no fue mi sorpresa que el técnico que vino a reparar el problema, resultó ser uno de mis novios, de cuando yo estudiaba en la escuela. Fernando apenas abrí la puerta me reconoció, y yo a él. No había cambiado mucho, quizás un poco más grueso, pero la misma cara de sinvergüenza.
La última vez que nos vimos, fue hacía ya varios años, saliendo del motel, al que acostumbrábamos a ir. Me preguntó ¿estas casada? de inmediato le respondí que si, y noté en su rostro, un moin de contrariedad. Pero no se que me impulsó de inmediato decirle, sonriendo de la manera más seductora que pude hacerlo. Si lo estoy, y mi esposo justo salió hace dos hora de viaje para NY. Así que su avión ya debe estar despegando. Al escuchar eso, en el rostro de Fernando se dibujó una gran sonrisa.

Después de eso, casi sin volvernos a decir nada, me dio una fuerte abrazo, acompañado por un profundo beso, con todo y lengua, al tiempo que cerrábamos la puerta de la calle. Lo gracioso de todo es que Fernando y yo no terminamos precisamente, sencillamente nos dejamos de ver, ya que yo tenía mi novio formal, y estaba por casarme con él, o sea con Julian. Además según me enteré luego, él había preñado a una de mis mejores amigas, razón por la cual se desapareció.

Pero a medida que me besaba, introduciendo su lengua dentro de mi boca, y me apretaba entre sus fuertes brazos, comencé a sentir sus grandes manos metiéndose bajo mi falda, hasta hábilmente agarrar mi coño, por encima de mis bragas. Fernando sabía de sobra cual era mi punto débil, y de inmediato lo recordó, y explotó. Presionando todo mi clítoris, con sus dedos, hasta que yo, no pudiendo aguantar más me dejé caer al piso. Pero al levantar la vista, me encontré con todo su erecto miembro ya fuera del pantalón.

Y tal cual lo hacía cuando eramos novios, de inmediato, sin vergüenza alguna, me dediqué a mamar su polla. El rostro de Fernando reflejaba lo mucho que eso le gustaba. Yo pasaba mi lengua a lo largo de su parado tallo, para luego tal como si fuera un helado freza, ponerme a lamer su colorado glande. Hasta el punto en que él mismo retiró mi boca de su verga.

Sin demora alguna cuando sacó de mi boca su parada verga, yo de inmediato como en nuestros mejores tiempos, ni tan siquiera me bajé las bragas, ya que él con sus dedos, se encargó de colocarlas a un lado, mientras me penetraba sabrosamente. Yo no lo podía creer, era como si los dos hubiéramos vuelto al pasado. Ya que de esa misma manera actuábamos dentro de la habitación del motel.

El sentir el entrar, y salir de su parado miembro, de mi hambriento coño, hizo que yo moviera con más fuerzas mis caderas, y con mi coño apretase su verga, como se que a él le gustaba que yo lo hiciera.

A medida que seguimos disfrutándonos mutuamente, Fernando como era su costumbre se fue quitando su ropa, mientras que yo continuaba vestida, lo que para esos momentos, al igual que hace unos cuantos años atrás, morbosamente me gustaba y mucho. El verlo completamente desnudo, sin que yo me quitase nada de ropa, quizás para otras personas les resulte raro, pero tanto para Fernando, como para mi, es algo de lo más excitante. El ver sus blancas, y redondas nalgas, así como su parada verga, sin nada de ropa encima, es algo que siempre me ha gustado. Yo disfruto, y mucho el tener sexo con él estando vestida. Cosa que con mi marido Julian, nunca he podido llegar a disfrutar.

Así seguimos revolcándonos sobre la alfombra de la sala, dejando que él metiera y sacara toda su caliente y parada verga de mi lubricado coño. Gimiendo de gusto, cada vez que Fernando me apretaba entre sus fuertes brazos, y me empujaba todo su miembro dentro de mi coño, una y otra vez.

Reconosco que en ocasiones que le he sido infiel a mi marido, por diversas razones, me he arrepentido. Pero esa vez, no fue una de ellas. El sentir los fuertes empujones de su caliente verga dentro de mi bastaba, para que yo no me arrepintiese de lo que estaba haciendo. No como la vez que me acosté con un tipo americano, que apenas me la metió se vino, y para colmo hasta intentó golpearme, culpándome a mi de su poco aguante.

Pero en esos momentos con mi ex novio, la pasamos de lo mejor. Tan es así que cuando comencé a sentir sus dedos acariciando el esfínter de mi culo, supe de inmediato, cuales eran sus intenciones. Y sin oponer la menor resistencia, dejé que me enterrase toda su sabrosa verga dentro de mi culo, al tiempo que yo no dejaba de mover mis caderas como una verdadera loca, de placer, ya que a la vez Fernando me volvió a agarrar mi coño, y me lo apretaba deliciosamente mientras continuaba dándome por el culo.

Yo perdí la cuenta de el numero de veces que llegué a disfrutar de un sinfín de multiples orgasmos. Hasta que ambos quedamos sumamente agotados tendidos sobre la alfombra de la sala, pero tremendamente satisfechos. Al rato cuando nos pusimos de pie, fue cuando mi ex novio me preguntó, para que yo necesitaba un electricista. La verdad es, que ya en esos momentos, se me había olvidado el problema. Le dije el motivo, él asi tan desnudo como se encontraba, se fue a la cocina, revisó la caja de los swuiches eléctricos, y al poco rato regresó diciéndome. Al parecer alguien conectó algún aparato eléctrico que consume mucha corriente, al mismo tiempo en que estaban los aires prendidos, y eso hizo que se cayeran los swiches eléctricos. Con que no lo vuelvan hacer, basta. De imediato pensé, seguro fue culpa de Julian, que se pone a ver sus películas, y las escucha a todo volumen.

Bueno como mi esposo no iba a regresar en varios días, Fernando se quedó acompañándome en casa, completamente desnudo, para satisfacer mi gusto, y de paso revisó todas las conexiones eléctricas sin cobrarme ni un centavo.