Mi nombre es Daniel, es la primera vez que escribo, solo para contarles lo que para mí es una excelente experiencia de sexo junto a la persona que amo.
Tengo un poco más de cuarenta años, llegando a los cincuenta, la mitad de todos estos años los pasé junto a Graciela, la mujer que me llena el corazón.
Mucho se dice sobre las relaciones de pareja, la convivencia, los problemas, las desavenencias, y la verdad es que hay que remar mucho para llevar el bote a puerto seguro.
No pudo quejarme de ella, es una dama durante el día, es una puta durante la noche, era demasiado inocente y pura cuando la conocí, y su entrega y la confianza que en mi deposita ha hecho posible que la pervierta, que se asumiera como mujer, que juegue de igual a igual, que descubra que el sexo con amor es lo más maravilloso que existe sobre la tierra.
Modestia aparte, también hago lo mío para mantener ‘la llama encendida’, trato de ser atento, compañero, confidente, escuchar sus problemas si quiere contarlos, mantenerme a su lado en silencio si no quiere hablar, me gusta decirle cosas bonitas, ser un tanto ‘toquetón’, disimuladamente, en lugares públicos, ó delante de familiares y amigos, las flores y cenas románticas no son gastos, son inversiones. La abrazo cuando tiene frío, seco sus lágrimas cuando está triste, no hay un día que me duerma sin besarla y recordarle cuanto la amo y lo importante que es ella en mi vida.
Nos conocemos demasiado, con solo mirarla se en que está pensando, se cuando hablar, se cuando callarme
Como es ella? cabellos largos, rubia, siempre me gustaron las rubias, delgada, alta, de contextura de modelo, ojos verdes redondos y saltones, naricita pequeña, boca grande de gruesos labios, pechos pequeños, diminuta cintura, cola perfecta y piernas bien torneadas, ama de casa, profesional, inteligente, perfecta a mi modo, a mis necesidades.
La aburre la rutina, tiene necesidad de estar probando cosas nuevas, en la vida y en la cama.
Sin grandes pretensiones, feliz con lo que tiene, de esas mujeres que están pendientes de todo y de todos, de buen corazón.
La consecuencia de todo lo expresado serán narradas en las líneas que siguen a continuación
Tenemos dos hijos adolescentes, lo que complica bastante nuestros encuentros íntimos, generalmente se quedan despiertos hasta muy tarde y no podemos encontrar el momento justo, a ella le cuesta demasiado, mas siendo mujer, está pendiente de lo que pasa en la otra habitación y le es imposible concentrarse, la entiendo, claro que la entiendo, para nosotros es más fácil, pero ellas necesitan que el universo esté en perfecta armonía…
Todo empezó el Viernes por la noche, puesto que el Sábado iríamos a una piscina del club de barrio, me pidió que afeitar sus ingles, para lucir su traje de baño. Esta era una práctica habitual entre nosotros, dado lo incómodo que le resultaba siempre era yo quien ponía prolija su intimidad. Mi costumbre, era abusar de la situación depilándola casi por completo, apenas dejando una delgada línea de bellos sobre su clítoris, cortados al ras.
Era parte de nuestro amor, ella estaba acostumbrada a estar depilada, además se beneficiaba de la situación porque sabía que eso me enloquecía y le pegaba terribles chupadas de concha que la dejaban extenuada…
Pero esa noche, no pasaría nada, estaba hermosa, pero por los motivos antes escritos me dijo que ‘no podía’.
Además, solo estaba con una pequeñísima cola less verde fluo, con sus hermosos glúteos al desnudo. Nos metimos bajo las sábanas, yo estaba como un toro embravecido, con mi verga dura, durísima, recordándola depilada, nos pusimos en cucharita, ella siempre lo hace para que caliente sus nalgas y sus pies, la situación era que provocativamente refregaba su trasero en mi verga mientras que mis brazos pasaban sobre su cuerpo y mis manos acariciabas sus pechos desnudos, nos dormimos en esa posición, besando su nuca acariciado por sus delicados cabellos.
Me desperté cuando las primeras luces del amanecer se colaban por la ventana aclarando levemente el cuarto, miré el reloj, daban las seis de la mañana, Graciela dormía boca abajo, su culo lucía majestuoso, hermoso, con las líneas blancas marcadas del diminuto traje de baño que usaba, a pesar de la edad su piel era perfecta, no había pozos, ni celulitis, me enloquecía con solo verla, mi verga estaba tan dura como de costumbre.
Ella se movió lentamente, abrió los ojos y me dijo
Buen día amor… si querés, voy al baño, me lavo los dientes, hago pis y vuelvo…
Obviamente no hacía falta que le respondiera, ella fue primero, luego fui yo y a mi regreso estaba esperándome en una postura más que sensual, antes de meterme a la cama ya había dejado mi calzoncillo en el piso a lo que ella respondió sonriendo al notar mi apuro.
Nos encontramos frente a frente, nos miramos, nos besamos apasionadamente, labios contra labios, lengua contra lengua, como si se tratara de la primera vez, como si fuéramos amantes.
El calor nos invadía, sentía su busto apretarse excitado contra mi pecho, cerraba los ojos mientras yo acariciaba su larga cabellera.
Mis manos no alcanzaban a recorrer tanta belleza, las yemas de mis dedos pasaban por su espalda, por sus nalgas, por sus muslos, subía por delante, rozando apenas la tela de su tanga, tocando los pocos bellos que había dejado en su pubis, pasando cerca de su clítoris, seguía subiendo, por su vientre, tomando luego con dulzura sus pequeños pechos entre mis manos, apenas sintiendo sus afilados pezones entre mis dedos.
Sentía su respiración agitada, la temperatura subía como en el mismo infierno mientras nuestros labios seguían pegados corrí sutilmente la colaless, acaricié con mis dedos su puerta trasera, luego pasé hacia adelante, por sus labios depilados, introduciéndolos en su cueva húmeda y caliente, acariciando los pliegues internos de su sexo, la sentí estremecerse entre mis brazos, los primeros gemidos escaparon de su boca.
Tomó la iniciativa, de repente besó mi pecho, beso tras beso, cada beso era un poco más abajo, sabía dónde iba, y eso me enloquecía, llegó entre mis piernas, sus labios húmedos besaron mi pija, uno tras otro, su lengua la recorrió como a un helado, desde mis testículos hasta la punta, una y otra vez, su mirada estaba clavada en la mía, luego fue a la punta, y valiéndose con solo su boca la introdujo por completo, me hizo sentir como mi glande acariciaba su garganta…
Casi la arranco de donde estaba porque sabía cómo terminaría sino lo hacía, la traje sobre mí haciendo que se sentara sobre mi verga, arrodillada con una pierna a cada lado, mientras corría su tanga ella tomaba mi miembro y lo apuntaba en su zanja, entró limpio, perfecto hasta el fondo, comencé a moverme en su interior mientras besaba y lamía sus pechos, que hermoso era cogerla, entre gemidos y gemidos le pregunté
Querés que hagamos algo especial?
Como qué?
No sé, lo que quieras, elegí lo que quieras…
Mmmm... y si traes al amigo?
Quien era el amigo? Bueno, así llamábamos a un gran dildo que yo le había regalado, era raro que lo use, pero cuando estaba realmente encendida no había quien la pare, yo tengo un pene normal de unos quince por tres, pero ese juguete tenía veintidós por seis, era palabra mayor.
No esperé a que lo repitiera, se apartó quitándose la tanga al tiempo que yo me coloqué el arnés con el juguete, haciendo que apoyara en mi pubis, al costado de mi verga, le puse un preservativo y suficiente lubricante para que la ayudara en la penetración.
Volvió sobre mí, la dejaba que tome la iniciativa para que se acomodara a gusto y no hacerla sufrir, la tomé de las caderas mientras ella se comía al amigo.
La dejé que se moviera a voluntad, solo la observaba y cada tanto lamía sus hermosos pezones, llevé mis manos por su precioso culo y los dedos a la entrada de su concha notando que solo ‘se había comido’ la mitad del juguete.
Cuando supe que las cosas se habían acomodado tomé la iniciativa y fui yo quien empezó a moverse desde abajo haciendo progresivamente las penetraciones más profundas, mis dedos en la entrada me daban idea del progreso, hasta lograr que la puta se comiera todo el juguete, de repente la base del arnés hacía tope en su entrada.
Y yo me enloquecía al observarla, Graciela se había apretado contra mi cuerpo, con mi verga le arrancaba rítmicos jadeos, ahora con el amigo eran rítmicos gritos, me llenaba el oído, su cara se transformaba, sus ojos cerrados, su boca sedienta, sus fosas nasales hinchadas, sus uñas se clavaban inconscientemente en mi piel, no hacía falta que me dijera que le gustaba, sus gestos me lo decían…
La obligué a bajar sus piernas apretando sus glúteos hacia abajo, su pierna derecha quedó entre las mías y a su vez mi pierna derecha entre las de ellas, ya no podía evitarlo, tenía todo el juguete adentro y su clítoris se refregaba contra mi cuerpo, mis dedos aprovechaban el lubricante del dildo para abrir su trasero, mis dedos se colaban en su anillo marrón abriéndolo progresivamente, Graciela gritaba regalándome orgasmos, unos tras otro, no hay placer más grande para mí que mi ser amado me regale enormes orgasmos, se separó de mi lado de repente, agitada, transpirada…
Basta mi amor… basta! no puedo más… me vas a matar…
Te gustó?
Si… si… me gustó…
De uno a diez, cuanto te gustó?
Ocho…
Ocho?
Nueve…
Nueve?
Está bien, diez, puto! Me partiste el útero en dos, me encantó, me enloqueció, eso querías saber?
Volví a la carga haciéndola poner en cuatro patas, puse la mano en su espalda obligándola a apoyar su pecho y su cara en el colchón, sus hermosas caderas se ensancharon, sus glúteos bronceados me seducían, su pequeña cintura me excitaba, su enorme concha pedía más pija. Poniendo mi verga a un costado enterré nuevamente el juguete, hasta el fondo, tenía el control, la veía morder la almohada y apretar la sábana con los puños, trataba de escaparse pero yo la sujetaba con firmeza de los huesos de la cadera, era mi prisionera, casi gimiendo me pidió:
Poneme tu pija en mi culo…
Como pude acomodé mi miembro sobre al arnés, mientras el dildo ocupaba su argolla empujé mi glande sobre su esfínter, para ser honesto mi verga entra en su trasero sin problemas, estaba enloquecido, su anillo apretaba mi sexo, me moví tras ella haciéndole una auténtica doble penetración, que puta que tenía por esposa, mis movimientos hacían que los dos intrusos entraran y salieran al mismo tiempo, ella gritaba fuera de control me sentía demasiado caliente, venía mi orgasmo, mi pija se sentía apretada por el juguete que se movía al otro lado, Graciela me pedía balbuceando entre gemidos
Te gusta… mmm… ay!... llename… mmm… el culo… mmm… de leche… mmm!
No aguanté mas y me sentí inundar su trasero, dejando todo mi semen en el, como me gustaba hacerle el culo...
Me retiré lo suficiente para sacar mi verga, su esfínter estaba abierto y comenzaba a chorrear leche, ella solo se tiró abatida hacia adelante, como dándome a entender que habíamos terminado y esto hubiera sido así de no haber sido por mi maldad…
Casi sin darle tiempo a reaccionar tomé el lubricante para untar su culo, me puse tras ella recostando mi pecho en su espalda, como para inmovilizarla, me recriminó la actitud:
Que hacés? basta, ya está…
Tomé el juguete y lo apunté en su esfínter
Pará! pará! Es muy grande, en el culo no… pará
Pero hacía oído sordo a sus palabras, empujando lentamente dejándome vencer por mi propio peso, a pesar de sus quejas la iba penetrando por su trasero, su rostro me regalaba una mezcla de dolor y placer, sabía que le gustaba, pronto se lo había metido en el culo y sus protestas se transformaban en gestos de placer, me encantaba prostituirla…
La hice poner nuevamente en cuatro patas apuntando su orto contra un espejo del cuarto, me saqué el arnés, desprendí el dildo y lo introduje nuevamente en su culo abierto, me arrodillé ante su rostro y enterré mi verga en su boca.
Esa fue la nueva situación, ella me chupaba la pija mientras yo le hacía el culo con el juguete, observando el cuadro en el reflejo del espejo, cada tanto se lo sacaba y veía su enorme cráter, una pelota de tenis podría ingresar en el y lo que me enloquecía es que no era el culo de una puta, era el culo de mi esposa, de mi ser amado, y era solo mío…
Además cuando se lo sacaba para mirar Graciela dejaba de chuparme la verga reclamando…
-Si me lo sacás no te la chupo…
Quién podría resistirse ante los encantos de terrible mujer? siguió chupando y chupando, ahora mi esperma caliente inundaba su boca ante su rostro de puta caliente, me arrancó hasta la última gota.
Graciela soltó mi pija, me miró fijamente, me mostró su lengua y sus muelas cubiertas por el espeso líquido para luego tragarlo todo.
Nos besamos apasionadamente, en su boca había sabor a mí.
Ahora si terminábamos una espectacular jornada de sexo, una vez más me convencía que no había nada mejor que sexo con amor, sexo con alma, sexo con fuego.
Había demasiado que limpiar y acomodar, el tiempo había pasado, no había mejor forma para comenzar un nuevo día…