...Me acomodé entre sus rodillas, jugueteé un rato, usando mi glande, con su clítoris; hasta que de una, se lo metí hasta el fondo.
Katherinne, hizo un gemido de placer al sentir mi pija.
-“Haaaay que rico, ya está adentro”.-Dijo en tono de éxtasis.
Entonces empecé a “bombearla” a un buen ritmo...
Relato
Mi anterior relato contó la experiencia que tuve de hacer un trío con Paola y su amiga Claudia. Fue algo inolvidable y que nos marcó a los tres. Ya que ellas como dos buenas amigas, nunca se hubieran imaginado hacerse poseer con el mismo hombre en un mismo encuentro sexual.
En fin, como también comenté, las dos hicieron un pacto de alejarse de mí y de no revelar lo que pasó a nadie. La verdad, sólo cumplieron la segunda parte del pacto, pues cada una por su lado me buscó después de esa noche, para poder “echar el polvo”. Esas cuatro experiencias, dos con Paola y dos con Claudia, no las escribo aquí por haber sido similares a los encuentros que tuve con cada una en las anteriores oportunidades.
Lo que ahora voy a relatar fue algo que en definitiva, no me esperaba y que también es uno de los hechos que marcó mi vida al ser totalmente inverosímil.
Paola me había contado que tenía una hermana menor, de 16 años; un hermano mayor, ya casado que vivía aparte; y que su papá tenía como profesión la de ingeniero petrolero, por lo que viajaba mucho y estaba como 4 meses en su último trabajo lejos, sin volver a casa y con un contrato de varios meses más. Con lo que su mamá estaba sola todo ese tiempo.
Bueno, cuando me contó de su familia, me sentí alagado por la confianza que me tuvo y me sentí más cerca de ella, pese a que aún teníamos una relación “libre”.
Todo pasó luego de que le presté un libro y no me lo devolvía como 1 mes, después de darme largas, como: “mañana seguro”, “la semana que viene lo termino de leer”, “no seas desconfiado, te lo voy a dar”; y cosas así. Todo eso me llegó al “colmo” y decidí ir a su casa a pedírselo personalmente, pues ahí no me pondría pretextos.
Cabe aclarar que conocí su casa la noche en que luego de hacer el trío en el departamento de Claudia, la acompañé.
Me aparecí a eso de las 19:00. Toqué el timbre y salió a abrirme su hermana menor:
-“Si, ¿a quién busca?”.
-“Hola, busco a Paola, soy su compañero de la universidad”.-Le respondí.
-“No está, pero yo creo que ya regresa. A propósito soy su hermana Jessica”.-Me dijo con una carita y sonrisita de ángel.
-“Hola Jessica. Mucho gusto en conocerte. Yo soy…. “.-Le correspondí la auto presentación.
La verdad, la hermana de Paola, era idéntica a ella en versión adolecente. El mismo encaje de cara, la misma sonrisa, la voz; y lo principal, buenas tetas, nalgas paraditas y cinturita perfecta. En sí una hermosa niña. Con la diferencia de que parecía aún virgen. Escribo “parecía” porque uno nunca sabe.
-“Entra un momento si quieres. Hace mucho frío”.-Me dijo amablemente.
-“Gracias bonita”.-Le dije, entrando, al mismo tiempo que me sonreía por el alago.
Nos quedamos un momento en su patio, donde tenía un vestíbulo techado. Al parecer no podía dejarme entrar en su casa de buenas a primeras.
-“Voy a llamar a mi hermana a su celular”.-Dijo Jessica metiendo su mano al bolsillo y luego sacando su celular.
-“Parece ocupado, ahorita intento de nuevo”.-Me dijo.
-“Gracias”.-Le contesté.
Por azares del destino, se puso a llover, y pronto comenzó a caer granizo. Ni bien pasó eso, llegó una mujer con un paraguas, era su madre.
-“Hola mami, estoy con el amigo de Paola, la está esperando”.-Le saludó Jessica, a tiempo que me señalaba con la mirada.
-“Señora, buenas noches. Va disculpar que me aparezca así, pero necesito urgente ver a Paola y creí que ya había llegado”.-Le dije, lo más amable que pude.
-“Cómo está joven. Que pena con usted. Pase por favor está haciendo frío”.-Me contestó, invitándome a pasar.
Una vez adentro, se sacó el abrigo y dejó notar un espectacular par de senos; eran alucinantes, la justificación genética de los atributos de Paola; pues ella si heredó lo “bueno” de su madre. Está por demás decir que Jessica compartía esa herencia genética.
Además de buenas tetas, la doña se mantenía esbelta, buena figura y con la grasa abdominal controlada para su edad. Ahí recordé que Paola me contó que tenían bicicleta estacionaria y alguna máquina más para hacer ejercicios.
-“Mamá, me voy a terminar la tarea”.-Dijo Jessica, quien luego de despedirse de mí con un beso en la mejilla y un: “ha sido un gusto”. Se fue a su habitación, dejándome con su madre.
Luego contaré la historia de cómo me convertí en el “tutor” personal de Jessica de matemáticas y llegué también con ella a cosas “muy placenteras”.
-“Permiso, dame un minuto”.-Me dijo la madre de Paola, entrándose a la cocina.
Hasta ese momento, solo podía tener en mi cabeza la buena impresión que me había dejado la “señora”, pues estaba linda, pero ni me imaginaba que podría siquiera acercármele.
Al poco rato salió con sus tazas, té’s, café y panes.
-“Ven ala mesa, te invito un cafecito para el frío”.-Me invitó amablemente.
Hasta ese momento solo podía catalogar a la señora, como una madre decente y atenta con los compañeros de su hija. Así que me senté en la mesa con ella y comenzamos a conversar.
La charla se alargó durante mucho tiempo, ya que ella se empezó a sincerar con lo de su marido y también en parte le vino algo de tristeza; sentimiento que yo apacigüe en parte con mis palabras. Cabe resaltar que soy bueno aconsejando a las personas. Creo que una de las razones por las que tuve “suerte” con más de una mujer bonita, fue por la capacidad que tengo de dirigirme a ellas con una palabra alentadora, cuando la necesitan, y una palabra de alago cuando la merecen.
Se notó que la señora estaba conversando a gusto conmigo, hasta que me empezó a preguntar:
-“Y dime, ¿no te gusta Paola?”.
-“Hay señora. Su hija me encanta, pero creo que yo no entro en el perfil de sus gustos”.-Le respondí.
-“Hay esta mi hija, no sabe ni lo que quiere. La verdad me gustaría que tenga un novio como tú”.-Me dijo en tono de desilusión.
-“Me alaga por demás señora. Pero por ahora tengo su amistad y eso me basta”.-Le dije.
En eso, me invita al living, nos sentamos y me dice:
-“Disculpa, ¿te puedo invitar una copita?”.
-“Uy señora, va disculpar. Yo no tomo, Paola se lo puede decir. Le recibo cualquier otra cosa”.-Le dije.
-“Está bien, acompáñame con un refresco. ¿Te parece?”.-Me propuso ante mi negativa.
-“Seguro que sí, señora. Gracias”.-Le respondí.
Se sirvió una copa de brandy y a mí me dio refresco.
-“Sabes, algunas noches me sirvo una copita y me siento con mi música para no sentirme mal por mi esposo. Realmente me hace falta”.-Me dijo sincerándose de nuevo.
-“Hay señora, la verdad, debe ser duro estar lejos del ser amado”.-Le dije en tono de comprensión.
-“Pero ya no me digas señora. Me alagaría que me llames Katherinne o Katty”.-Me dijo sonriente, obviamente con algo de efecto incial del brandy.
-“Uy, imposible doña Katherinne. Mis principios no me permiten tutear a la madre de una compañera. Espero que me disculpe pero así me formé”.-Le contesté en gesto de seriedad.
Al parecer eso le cayó muy bien a la “señora”, pues creo que con eso logré “meterme” más en ella.
-“Y dime, ¿desde cuándo estás solo?. Porque lo estás, ¿verdad?. Yo hablándote de por qué no eres algo de mi hija y ni siquiera te lo he preguntado”.-Me dijo, entrando más en confianza por el brandy.
-“Si doña Katty, estoy solo ya algunos meses, pero estoy en “veremos” en la facultad. Hay alguna que otra chica que me gusta mucho”.-Le dije.
Ahí se empezó a destapar más:
-“Y dime, ¿nunca estuviste con una mujer mayor que tú?”.-Me dijo.
La verdad, yo no le quise mentir. Como comenté en un relato anterior, tuve aventuras con mujeres mucho mayores que yo, así que le dije:
-“Pues sí, tuve algunas enamoradas que eran mayores que yo”.
-“¿Enserio?, ¿más o menos con cuántos años?”.-Me dijo con un tono de algo de emoción.
-“Con varios. Tuve una que me llevaba casi 20 años”.-Le dije sorprendiéndola.
-“Vaya, que interesante”.-Me dijo, sirviéndose otro vaso de brandy.
-“Y dime. Disculpa que sea tan atrevida, pero ¿tenías intimidad con ella?”.-Me preguntó con un “aire” de malicia.
-“Disculpe doña Katty, pero me incomoda un poco seguir hablando de eso, al menos entrando a detalles”.-Le contesté “hecho al de principios”. La verdad, me estaba encendiendo hablar de sexo con la “doña”.
-“Hay, pero no te inmutes. No me veas como “vieja”; como la madre de tu amiga que te causa vergüenza. No creas que soy muy mayor. Yo tuve mi primer hijo a los 17 años. Así como lo oyes, el padre de mis hijos me robó cuando aún era todavía estudiante de ingeniería. A los 20 la tuve a Paola. De modo que si haces números te darás cuenta que tampoco soy una vieja”.-Me dijo convencida de ganarse mi confianza.
-“Ok doña Katty, pero recuerde que no la tutearé por mis principios”.-Le dije.
-“Muy bien. Eso voy a respetar. Pero ahora continúa con tu relato, no tengas vergüenza”.-Me dijo, resuelta a querer seguir oyendo lo que le cuente de mi pasado.
En ese momento decidí ser explícito con ella, ya que en otras, se me estaba insinuando.
-“Me costó un poco, pero al fin lo logré. Por alguna razón, no podía tener intimidad con ella. No se si por sentirme muy joven a su lado o algo así. Pero no podía al principio”.-Le empecé a contar mi experiencia.
-“Pero dime, ¿cómo lo lograste?, ¿pudiste a la larga hacer el amor con ella?”.-me empezó a interrogar bien interesada.
-“Si. Al final nos volvimos una pareja muy activa sexualmente. Imagínese, yo tenía 21 años, estaba con la “energía rebosante” y ella llevaba mucho tiempo sola y nos complementamos muy bien”.-Le respondí, ante su mirada de interés en demasía.
-“Vaya, que afortunada fue ella de tenerte. Seguro le arrancabas momentos de mucho placer”.-Me interrogó de nuevo con mucha curiosidad.
-“Pues, la verdad fueron muy intensos nuestros momentos íntimos, doña Katty”.-Le dije.
A medida que le contaba detalles de mi vida sexual con mi pareja mayor del pasado, Katherinne de mostraba más interesada y por qué no, se notaba que le excitaba mi historia.
-“Y dime, ¿no has pensado en estar de nuevo con alguien como ella? Es decir, ¿volver a tener una aventura con una mujer mayor a ti por algunos años?
En ese momento por mi cabeza vinieron muchas ideas, una de ellas era de que por qué no hacer mía a la madre de Paola, si se la veía tan “buenona”, con atributos deliciosos. Sabía que era una locura, pero perdí la sensatez.
-“Si, muchas veces me fijé en alguna mujer madura; pero que conservaba su atractivo. Alguien como usted. Linda, de buen carácter y capaz de provocar aún el deseo de cualquier hombre”.-Le dije calculando bien.
En eso, Katherinne, que estaba sentada a un costado de mí, en un sillón individual, se me acercó y se sentó en el mío, a mi lado.
-“¿Sabes una cosa?, por alguna razón siento que sería un gustito rico el tener algo contigo”.-Me dijo en un tono de lujuria, con acento de un poco “tomada”.
-“Pero qué está diciendo doña Katty. Soy el amigo de su hija y está mal lo que me está diciendo”.-Le dije disimulando. La verdad ya estaba bien antojado de ese par de lindas tetas que tenía delante y me parecía que pedían a gritos que las chupe.
-“Ey, no te pongas así. Tampoco eres el novio de mi hija. Ahí sí, estuviera mal que te hable así. Pero como no lo eres, no tienes que sentirte mal”.-Me contestó con frialdad.
-“Bueno. No puedo negar que me alaga que me diga esas cosas. Pero debemos considerar que estamos en su casa y Paola ya va llegar y…”.
-“Shhh, no te preocupes. Déjamelo a mí.”.-Me dijo interrumpiéndome.
Me tomó de la mano y me llevó nada más y nada menos que a su cuarto. Yo no lo podía creer, la madre de Paola, haciendo eso. Una vez que entramos, me dijo que me oculte en el ropero por favor hasta que regrese y esté segura de que no habrá “problemas”.
Yo, acepté. Después de todo me antojé tirar con esa doña tan bueeeeeeeena.
Todo apuntó a que se fue al cuarto de Jessica, al parecer le dijo que yo ya me había ido. También le dijo que estaba cansada y quería descansar. Inmediatamente regresó, cerró su puerta con llave y abrió la puerta del ropero.
-“Listo, Jessica está en su cuarto y no nos interrumpirá”.-Me dijo.
-“Doña Katty, pero no ha llegado Paola, tal vez quiera entrar”.-Le estaba argumentando, obviamente en voz bajísima.
-“No te preocupes. Paola llegará a su cuarto y no se enterará. Yo sabré luego cómo sacarte”.-Me dijo.
Algo de interesante era, que tenía baño privado para su habitación. Se entró luego de decirme al oído:
-“Ya vengo, precioso. Ponte cómodo en la cama”.
Katherinne se entró al baño y yo, algo confuso aún, decidí meterme a su cama.
Estaba linda, blanda, cómoda y tenía unos edredones de colores bonitos.
Me dije a mí mismo. “La vida se la vive a-ho-ra , así que no desperdiciaré esta propuesta”.
Me saqué el pantalón, la chamarra y la camisa, y me metí en la cama.
Katherinne se estaba tardando un montón, me estaba dando miedo de que se haga atrás. Sin embargo cuando escuché bien, pude distinguir el ruido de su ducha. Vaya, se estaba duchando para mí. Me quedé acostado sobre la cama, cuando me estaba empezando a dar sueño por la comodidad de la misma; en eso escucho sonar la puerta del baño y veo salir de ahí a Katherinne. Estaba hermosa, con 40 años, se veía linda. Llevaba un camisón de seda semitransparente, que seguro usaba en las noches “apasionadas” con su marido, lindo de color azul eléctrico. Se notaban perfectamente sus tetas, aunque en el pezón tenía una parte opaca que se lo cubría. La prenda de abajo era una tanga también azul eléctrica que le delineaba alucinantemente el monte de venus.
De solo verla, mi pene se puso “sólido” como roca. Ella se acercó mirándome a los ojos con deseo ardiente, se subió a la cama y empezamos a besarnos. Guaw, que rico besaba, yo no quise quedarme atrás y también le correspondía con pericia. Se notaba que lo disfrutaba ella.
Cayó de espaldas a la cama conmigo encima y poco a poco le desabroché el camisón hasta ir liberando sus poderosas tetas. De a poco metí primero una mano y le agarré una. Mmmmmmmm, que deliciosa se sentía, era grande y estaba durita. Ya anhelaba chupársela.
Cuando metí mi otra mano para agarrarle la otra teta, sonó la puerta:
Toc, toc. –“Mamá, ¿estás ahí?”.
Casi se me para el corazón al escuchar la voz de Paola. Su madre sin decirme nada, me señaló el ropero, apuntando mi ropa para que me meta con ella.
-“Si hija, ahorita te abro”.-Le contestó.
-“¿Por qué te cerraste con llave?”.-Le dijo Paola desde afuera.
-“Hay hija, me metí a la ducha y cerré sin darme cuenta”.-Le respondió Katherinne abriéndole la puerta.
-“Mami, dice Jessica que estuvo aquí mi amigo …… ¿Se fue?”.-Le preguntó a su madre.
-“Claro que se fue. Tanto tardas en llegar”.-Le respondió su madre.
Lo gracioso era que había una rendija en la puerta del ropero que dejaba ver bien la cama donde se metió Katherinne y se sentó Paola. Las podía ver bien a las dos. Ahí empecé a compararlas y pues, eran igualitas. Las dos, lindas. De seguro su madre en joven , era otra “rompe corazones”.
De pronto Paola le dice a su madre en un tono “guagualón”:
-“Mami, ¿me rascas mi espaldita?”.
-“Ya pues hija. A ver”.-Accede su madre.
En eso Paola, se desabotona la blusa que llevaba puesta y la deja abierta. Pude ver bien su brassier rosado, que presionaba sus lindas tetas. De ahí se lo desabrochó, para darle “vía libre” para que su madre le rasque. Era excitante, porque Paola se agarraba el borde del brassier contra su seno para que no se le caiga. Me empecé a acordar las veces que se los chupé y le excitaba a ella. Mi pene, estaba despertando de nuevo.
Luego de un momento, su madre le dice:
-“Listo, con eso ya se te pasaría la comezón”.
Paola se para y por unos segundos se suelta el brasier y pude verle un seno. Se lo acomoda y se lo abrocha; luego cierra su blusa.
-“Gracias mamita. ¿Qué dijo al irse mi amigo?”.-Le dijo Paola.
-“Que se verían mañana y por favor, le lleves su libro”.-Contestó su madre.
-“Bueno. Me voy a dormir, gracias mamita”.-Dijo Paola, besó en la frente a su madre y se fue.
Katherinne, se acostó un momento haciéndome una seña para que no salga aún. Después de unos minutos se paró. Fue a la puerta, espió y la cerró de nuevo con llave. Se acercó al ropero y me dijo:
“Ya puedes salir”.
Salí y la erección se me notaba por encima del calzoncillo licra.
Katherinne se me acercó, me tocó el pene por encima del calzoncillo y me besó. Yo le correspondí y de una, le di la vuelta. Con ella de espaldas a mí, la tomé de las tetas, primero sobre el camisón, ahí se lo desabroché y metiendo mis manos por debajo, se las agarré tomando contacto directo por primera vez con la piel de mis manos la tersa piel de sus poderosos melones.
Se los empecé a acariciar de arriba abajo, pellizcando su rico pezoncito duro.
Le empecé a besar el cuello, levantándole el cabello, ella no perdió tiempo y metió su mano bajo mi calzoncillo, empuñándome el pene erecto.
De pronto, dejó caer el camisón y se quedó solo con la tanga. Se dio la vuelta, me empezó a besar y me llevó al borde de la cama. Conmigo aún parado, se agachó, liberó mi pene y me empezó a hacer un oral que me enloquecía. MMMMmmmmmmmmm, que rico me la mamaba esa mujer, mucho mejor que su hija.
-“Es maravilloso. La tienes enorme. La quiero toda dentro de mí”.-Me dijo sacándose mi pija dura de la boca.
En eso se para, me sigue besando, se sienta en la cama y se saca la tanga. Ahí se vio su concha y sus pendejos alrededor. Katty se acostó frente a mí, separó las piernas y dobló las rodillas:
-“La quiero toda, por favor no dejes nada afuera”.
En un principio dudé sobre ponerme condón o no, pero al fin y al cabo ni con Paola había usado.
Me acomodé entre sus rodillas, jugueteé un rato, usando mi glande, con su clítoris; hasta que de una, se lo metí hasta el fondo.
Katherinne, hizo un gemido de placer al sentir mi pija.
-“Haaaay que rico, ya está adentro”.-Dijo en tono de éxtasis.
Entonces empecé a “bombearla” a un buen ritmo. Katherinne apretaba las sábanas, las almohadas, no aguantaba el poder gritar de placer. Yo mientras, disfrutaba de su caliente concha que me estaba empezando a dar placer.
-“Sigue, sigue. Quiero tu leche, dame tu lechecita caliente. Inúndame de tu placer”.-me decía con la respiración acelerada.
Sus palabras me excitaban. Y también me excitaba el parecido que tenía con Paola, me imaginaba en ratos tirando con ella. De pronto aceleré mis embestidas y sentí que mi semen iba a salir disparado:
-“Katty, me vacío. Aquí viene mi semen”.-Le dije.
-“Dámelo lindo, dámelo”.-Me dijo casi suplicante.
De pronto me detuve un segundo y sentí que mi pene disparaba un chorro grande de semen que iba a dar al fondo de la vagina de Katherinne, luego me moví y siguieron otros. Mi placer era increíble. Un señor orgasmo que sacudía mi ser.
Terminé y me dejé caer sobre ella.
-“Vaya, que rico haces el amor. Hasta tu semen parece más caliente que de otros. Pude sentir como me llenabas la vagina”.-Me dijo Katherinne de lo más normal.
Me acosté a su lado, la abracé y pensé en Paola. Pensaba en que estaba a pocos metros en otra habitación y que sería divino irla a poseer ahí.
Me quedé dormido unos minutos a lado de Katherinne. Aproximadamente dentro de una hora desperté. Ella estaba viendo la televisión.
-“Creo que debo irme”.-Le dije.
-“Espera”.-Me dijo.
En ese instante se metió bajo las sabanas, tomo mi aún dormido miembro y me lo empezó a chupar de nuevo.
Lo hizo con tal maestría que al poco rato se enduró de nuevo. Ella al sentirlo se subió, se montó sobre mí y mirándome a los ojos se penetró despacio hasta tenerlo todo adentro.
Poco a poco empezó a subir y bajar. Yo le tomé sus ricas tetas y de a poco me comencé a comer sus pezones.
Fue tan delicioso, ella gemía despacito y tuvo un orgasmo que me “bañó el pene”.
De pronto le dije:
-“Katty, quiero hacértelo en perrito”.
Ella no me dijo nada, pero se bajó de mí y se puso “de 4”.
Yo me acomodé por detrás y se la metí toda. Ella gimió de nuevo, y yo empecé a embestirla con fuerza y rapidez. Se sentía deliciosa su vagina. No duré mucho tiempo y sin hacer alarde le eyaculé todo lo que pude. Fue un orgasmo riquísimo.
Me acosté con la respiración acelerada, ella también a mi lado.
-“Nunca olvidaré esta noche en que me hiciste tan feliz. Cargo tu semen con mucha dicha, feliz de que me hayas disfrutado también”.-Me dijo.
-“Yo tampoco olvidaré lo riquísimo que sentí al hacerte mía”.-Le respondí.
Me paré, me vestí y Katherinne me ayudó a salir. Luego me contó que sus hijas oyeron, pero que a ellas les dijo que había ido por un vaso de leche. Sin embargo la única leche que ella tenía, era la mía, con la que le inundé la concha al hacerle tan exquisito sexo.
Luego de esa noche nos volvimos a encontrar, pero ya no en su casa. Teníamos un motel elegido, al cual íbamos luego de que ella me recogía en taxi de determinado lugar y determinada hora. Estuvimos mucho tiempo así, sin que ella sospechara que también me tiraba a su hija Paola y lo que fue peor aún, que me tiraba a su hija Jessica, luego de nombrarme su tutor de matemáticas.
Jejeje, en fin, les daba a la madre y a las dos hijas, sin que se enteraran. Pues era el amigo “con derechos”, el amante “prohibido” de la madre y luego el novio “secreto” de la hermana menor de “la diosa Paola”. Historias que quedo debiéndoselas para la próxima vez.
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Relato erótico enviado por Anonymous el 28 de August de 2008 a las 11:39:13 - Relato porno leído 87065 veces