Si eres infiel, mira con quien… Parte 1 de ( CON fotos)

Yo acostumbraba al principio, a tener uno que otro encuentro íntimo, con uno de mis compañeros de trabajo. Lo cierto es que todo comenzó como un inocente juego, entre Luis y yo. Ya que como tenemos el mismo apellido, pero sin relación familiar alguna, simplemente por pura casualidad, siempre durante las celebraciones de la empresa, nos colocaban en la misma mesa. Y en una de esas celebraciones, alguien de la mesa, nos preguntó si éramos esposos, a lo que por joder, tanto Luis como yo respondimos que sí. Y así comenzó el vacilón, yo desde luego que no le comenté nada a mi esposo, no se fuera a molestar. Pero a medida que el tiempo fue pasando, tanto Luis como yo, seguíamos tomándoles el pelo a varias personas dentro de la firma. Hasta que tuvimos que ir a representar a la empresa a una convención.

Bueno en ese momento la broma se volteó contra nosotros, ya que alguien en recursos humanos, por ahorrarle unos centavos a la empresa, nos separó la misma habitación. Con la errada idea, de que Luis y yo, si éramos marido y mujer. Por suerte como Anselmo mi verdadero esposo, tiene su propia firma de negocios, y no podía dejar de atenderla, no me acompañó a la convención. Y por su parte Luis, creo que su esposa es maestra de escuela, por lo que debió quedarse dando clases. La cosa es que cuando ambos llegamos a registrarnos al hotel, no encontramos con que a los dos nos habían dado la misma habitación, como si fuéramos esposos realmente. Tratamos de arreglar el entuerto, pero no se pudo hacer nada que no fuera compartir la misma habitación, ya que debido a la convención no había otras habitaciones disponibles.

Bueno Luis y yo llegamos al acuerdo de compartir la habitación, él supuestamente dormiría en un sofá, y yo en la cama. Bueno lo que no tomamos en cuenta fue que durante las noches, después de la cena, había música, y baile. Esa primera noche bebimos, escuchamos la música, y bailamos. Pero a medida que lo fuimos haciendo, como que tanto Luis como yo nos tomamos algunas libertades. Y con el vacilón de que supuestamente éramos esposos, al principio nos dimos uno que otro besito de piquito, pero a medida que seguimos bailando, bien pegaditos. Los besos y las caricias se fueron haciendo más, y más excitantes, al punto que yo a medida que bailaba un apretado bolero con Luis, aun por encima de nuestras ropas, yo restregaba mi coño, contra el caliente y duro bulto que sentía entre sus piernas.

Por lo que de momento, en medio de la pista de baile, ambos nos quedamos viéndonos, directo a los ojos. No hizo falta de que nos dijéramos nada, regresamos a nuestra mesa, yo tomé mi cartera, mientras él firmaba el tique de la cuenta. Subimos por el ascensor, envueltos en un solo beso, y apenas entramos a nuestra habitación, seguimos besándonos, y acariciándonos mutuamente, al mismo tiempo que nos quitábamos la ropa. Yo la verdad es que no estaba tan bebida, como para no saber lo que estaba haciendo, y él por su parte, al igual que yo, apenas y si se dio unos pocos tragos. Por lo que la excusa, de que estábamos borrachos, y no sabíamos lo que estábamos haciendo, la verdad es que no sería válida. La realidad es que yo en ese instante lo que deseaba era acostarme con Luis, y supongo que Luis también deseaba acostarse conmigo.

De algo que de inmediato me di cuenta, es que en ocasiones, el desnudarme frente a mi propio esposo, es algo que me cuesta trabajo. Pero al hacerlo frente a Luis, como posteriormente hacerlo con otros hombres, me sentí de lo mejor al momento de quitarme la toda la ropa. No sentí ni una sola pisca de pudor, ni me ruboricé al comenzar quedarme desnuda ante él, es más les confieso que me agradó, y me gustó mucho hacerlo. Solo de observar, lo excitado que Luis actuaba al ver como yo me desnudaba, hizo que lo hiciera de la manera más seductora que pude hacerlo. Pero una vez ya completamente desnuda, me provocó actuar de la manera más vulgar que pude, por lo que apenas dejé toda mi ropa a un lado, separando mis piernas me agarré mis coño con una mano, y mis senos, con la otra manos, e hice como si se los estuviera ofreciendo a él.

Luis al verme haciendo eso, por su parte, apenas pudo me volvió abrazar, y a besar por todas partes, y así ambos terminamos sobre la cama en la que supuestamente iba a dormir yo sola. Entre besos, y caricias Luis me recostó sobre la cama, y de momento separando mis piernas, colocó su rostro entre ellas, y para mi mayor sorpresa, comenzó a besar mi coño. Lo besó, lo lamió, me lo chupo, y hasta mordisqueó los labios de mi vulva, así como mi clítoris de manera que nunca nadie, ni mi propio esposo lo había hecho. Yo estaba que estallaba del placer que sentí. Por lo que cuando después de que me hizo disfrutar de yo no sé cuantos orgasmos, y dirigió su erecto miembro a mi coño, yo me sentí la mujer más feliz del mundo.

A medida que Luis me fue penetrando, yo fui moviendo mis caderas, como nunca antes lo había hecho. Y cuando entre besos, y caricias a medida que no dejaba de penetrarme una y otra vez, me dijo que deseaba darme por el culito, yo sin pensarlo le dije que sí, cuando él quisiera. Cosa que a mi esposo jamás ni nunca se le ha ocurrido pedirme, porque quizás sabe que seguramente le diría que no, y que no fuera tan cochino. Pero con Luis, al igual que posteriormente me ha sucedido con otros hombres, poco me importó lo que me pidiera, o quisiera hacerme. Ya que durante toda la noche que estuvimos revolcándonos en la cama, nuevamente les digo que me sentí ser la mujer más feliz del mundo.

Es verdad que al despertarnos al siguiente día, los dos nos sentimos culpables, y hasta dijimos que eso no volvería a suceder, pero la verdad es que durante los restantes días que estuvimos compartiendo juntos la habitación, no hubo momento en que no aprovechásemos, los dos para volver a tener un sexo salvaje, entre nosotros. Ese mismo medio día al terminar el almuerzo, supuestamente nos íbamos a cambiar de ropa, lo que hicimos fue quedarnos en la habitación volviendo a tener sexo, de manera salvaje.

Cuando regresamos de la convención, quedamos que en que no volveríamos a tener nada. Pero ya como al cuarto día, en que Luis y yo nos encontramos en el cuarto de la fotocopia, hicimos un fabuloso rapidito. En otra ocasión, Luis se escondió bajo mi escritorio, y mientras supuestamente revisaba un contrato, me ha dado una soberana mamada de coño. De igual manera que yo en otra ocasión, le di una tremenda mamada, mientras él atendía por teléfono al presidente de la empresa. Bueno la cosa es que, esos fueron mis primeros pasos al serle infiel a mi esposo.