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Siempre quise ser nena…

Relato enviado por : Narrador el 12/07/2008. Lecturas: 13862

etiquetas relato Siempre quise ser nena… .
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Resumen
Hola mi nombre masculino era Mario, pero ahora prefiero ser llamada Irene. Desde que tengo uso de razón siempre quise ser nena, pero después de bastantes sermones de mi padre y mi madre, desde bien joven decidí no volver a tocar el tema con ellos. Así que pase gran parte de mi adolescencia, reprimiendo mis deseos de ser una nena más.


Relato
Mi último año en el colegio, pase por par de situaciones que me llevaron a tener relaciones sexuales con uno de mis compañeros de clase y un maestro, en contra de mi voluntad, por lo menos al principio.
A pesar de lo mucho que reprimía mi verdadero yo, un día en que recién y habíamos terminado un partido de futbol, todos los chicos nos encontrábamos en las duchas, cuando uno de ellos no sé quien realmente, comenzó a imitar a una chica, y después de ese lo siguió otro y así lo hicieron varios chicos, hasta que incluso yo también lo hice, pero apenas por unos segundos.

Bueno yo no le di mayor importancia, pero al parecer Efraín uno de mis compañeros de clase y capitán del equipo, si se fijó en mi. Y desde ese día comenzó a realizarme insinuaciones, se fijaba cuando yo entraba al baño y segundos después él entraba, me buscaba conversación, al tiempo que mantenía su miembro entre sus manos haciendo que estaba orinando, en la fila se colocaba tras de mí y descaradamente comenzaba a pasar su cosa por sobre mis nalgas, claro que de inmediato me pedía disculpas diciéndome que era que lo habían empujado. Bien como dice el dicho, tantas veces va el cántaro al rio hasta que se rompe.

Eso fue lo que me pasó a mí, Efraín me insistió tanto diciéndome, que yo me debía ver bien lindo usando ropa de chica, que le agradaría verme algún día así vestido para comerme el culito, y un sinfín de cosas como esas. Una tarde que me invitó a su casa y que para estudiar, al llegar me di cuenta de que nos encontrábamos los dos solos en su casa, y cuando nos dirigíamos a su habitación sentí que me dio un agarrón de nalgas que me estremeció todo. Aunque hice el que me había molestado, al llegar a su habitación, encontré sobre su cama unas pantis, sostén y un vestidito.

Fue cuando arrinconándome contra una de las esquinas de su habitación me volvió a repetir, yo me debía ver bien linda usando ropa de chica, que le agradaría verme así vestida, para comerme el culito. De momento sentí esa tremenda excitación, mi corazón se me quería salir por la boca, y pensé después de todo él siempre me ha gustado, por lo que finalmente, cedí al a presión que me estaba montando. Cuando le pedí que me dejara a solas para vestirme, Efraín de inmediato salió de la habitación, me desnudé completamente, y más rápido que inmediatamente, me vestí con esas ropas. Procurando ocultar mi miembro y testículos entre mis piernas.

Al terminar lo llamé y apenas apareció en la puerta de su cuarto me agarró entre sus brazos, diciéndome que me veía linda y bella como una estrella. Sus manos me comenzaron a tocar las nalgas y su boca a besar mi cuello. Yo estaba que me desmoronaba entre sus brazos, me acostó boca abajo en el borde de su cama, y tras levantarme la fada y medio bajar las bragas, comencé a sentir por primera vez en mi vida una verdadera verga tocándome las nalgas. Efraín se puso algo de saliva, y cuando menos lo pensaba comenzó a penetrarme. Eso me dolió bastante, tanto que en cierto momento comencé a pedirle desesperadamente que me lo sacase, pero él ignoró mis suplicas, y continuó apretando su cuerpo contra el mío, hasta que ambos llegamos a estar bien pegados. Por un rato se quedó quieto, mientras que yo comencé a sentir algo bien raro, a pesar de ese tremendo dolor primerizo, eso me estaba comenzando a gustar.

Efraín después de esperar un breve rato, continuó eso de meter y sacar su verga de mi culo, cosa que a pesar del dolor sentido, para mí fue algo increíble el placer que sentía, cada vez que me apretaba más y más contra su cuerpo. Yo comencé a mover mis caderas, mientras que él me mordisqueaba la nuca, y me decía lo sabroso que yo tenía mi culito, que era su princesa, y él mi rey. Es verdad que suena un poco cursi, pero que mucho me gustó escucharle decir eso. Efraín desde ese día a parte de darme tan sabrosamente por el culo, también me puso a mamar. Lo único que él me exigía, para que nos pusiéramos hacer todo eso, era que me vistiera de chica. Cosa que desde luego yo encantada de la vida hacía, cada vez que se nos presentaba una oportunidad.

Una tarde me citó, para que fuéramos a caminar por el parque, lo único era que me debía vestir de chica, y caminar a su lado a plena luz del día, o mejor dicho de la tarde. Nada más bastó que él me lo dijera, para que yo sumisamente hiciera lo que él me ordenaba, así que después de cambiarme de ropa en el patio de su casa, salimos a caminar por el parque, me brindo un helado, y tomaditos de la mano recorrimos todo el parque, claro que yo me había arreglado lo suficiente como para que nadie me reconociera. Ya comenzaba a anochecer cuando me insinuó que le agradaría que lo hiciéramos a la luz de la luna, realmente no había luna esa noche, pero igual la idea me gusto, por lo que nos ocultamos un rato tras unos arbustos y comenzamos a besarnos, como de costumbre, entre besos y caricias y las muchas cosas que me fue diciendo, finalmente me recosté sobre la hierba y él me quitó las pantis, separó mis piernas y luego mis nalgas. Pero justo en el instante que comenzaba a metérmelo por mi culito, escuchamos una ronca voz diciendo. ¿Qué están haciendo ahí?

El susto fue tal que Efraín simplemente desapareció, dejándome tirada en el suelo con las piernas abiertas y mi culo al aire. El susto a mi me paralizó, y cuando finalmente pude reaccionar, dirigiendo la vista al lugar de donde provenía la voz, veo que se me acerca un vagabundo, La verdad es que nada más de verlo me volvía a asustar, mientras que él se me fue acercando, y al tiempo que me observaba las nalgas, sacaba su verga del pantalón. Yo traté de escaparme, pero fue inútil, nada más sentí que me puso una manos encima me quedé nuevamente paralizada. Fue cuando introduciendo su mano entre mis piernas, de inmediato dijo. Ha pero si eres un mariconcito. Bueno eso no importa, lo que yo deseo es meter mi verga y lo demás es cuento.

La verga de ese tipo era mucho más grande y gruesa que la de Efraín, aunque todo barbudo y bien sucio, cuando lo vi detenidamente, creo que me enamoré de él. Así que cuando se comenzó a colocar sobre mi cuerpo, yo gustosamente paré mi culito, ofreciéndoselo sin resistencia alguna. Fue cuando lo escuche decirme, así me gusta que las chicas se porten, me terminó de conquistar. De inmediato comencé a sentir como la cabeza de su verga se comenzaba abrir paso entre mis nalgas, sin dejar de decirme lo linda que era mis nalguitas. Me tomó por mi cabello que para esa época siempre lo llevaba largo. Me lo jaló, al tiempo que yo comencé a disfrutar de lo que él me estaba haciendo. Entre sus metidas y sacadas, a diferencia de Efraín, metió una de sus manos entre mis piernas y agarrándome mi pene comenzó acariciarlo, al principio suavemente, a medida que me seguía dando sabrosamente por el culo, fue apretando más y más mi verga entre sus dedos.

Yo estaba que quería gritar de placer, pero me contuve no fuera a ser que llegase el guardia del parque. Él finalmente se vino dentro de mi culo, al tiempo que sabrosamente me hizo acabar entre sus dedos. Después de eso sencillamente se levantó, y se limpio su verga y sus manos con mis pantis, para después de eso desaparecer entre los arbustos, dejándome tirada en el suelo, pero bastante satisfecha por lo que me había hecho. Lo malo de todo eso, fue que Efraín no volvió a ordenarme que me acostase con él, pienso yo que por la vergüenza de haber salido corriendo. Esa noche me costó algo de trabajo entrar a casa, ya que tuve que esperar a que los viejos se durmieran.

La otra ocasión en que me vestí de chica, aunque Efraín se había cambiado de colegio, y no me atreví volver al parque para encontrar al vagabundo, me quedé con esas locas ganas de aparte de vestirme de chica, dejar que me dieran por dé tras. Por lo que cuando llegó el carnaval, aproveché de vestirme de chica, perdón disfrazarme de mujer. Aunque con toda intención, realmente no procuré esmerarme mucho, el solo hecho de andar con una vestido puesto y bastante sobre maquillado, aunque calzara zapatillas de goma y medias de hombre, ya para mí eso era más que suficiente.

Yo pensaba regresar a casa y dar por terminada la fiesta, cuando me encontré con uno de los maestros. Él me ofreció llevarme a casa, pero me dijo que antes necesitaba ir a su apartamento a chequear algo. Ya en el estacionamiento de su edificio, me invitó a subir, para no quedarme solo en su auto, al llegar a su apartamento y una vez dentro, muy cortésmente me ofreció de beber. Yo empecé con un simple trago y creo que finalmente terminé con toda la botella. Pero a medida que seguía bebiendo, me fui sintiendo tan relajada que deje de ocultar mi verdadera manera de ser, hablaba y comportaba como siempre he querido hacerlo, como toda una mujer. El maestro acercándose a mí, al tiempo que me decía que el disfraz me quedaba bien, de no ser por las zapatillas de goma y las medias. Con toda tranquilidad me las quitó. Después de lo cual me invitó para que le diera mi opinión sobre una ropa que le había comprado a su novia.

Al entrar a esa habitación, abrió el closet que se encontraba completamente lleno de ropa femenina, y tomando un vestidito al azar, dejándolo sobre la cama, me preguntó, que te parece este. Antes de que yo respondiera, abrió una de las gavetas de otro mueble y sacó varias braguitas, de distintos colores y modelos, y de inmediato abrió otra gaveta de la que extrajo algunos sostenes. Después de lo cual me comentó, no se pero si te los pones para ver cómo te quedan, de seguro me puedes dar tu opinión más sincera. Yo olvidándome de querer aparentar lo que no era, vuelta loca tome la ropa y le pedí que me dejase a solas para ponérmela. Después de vestirme al verme en el espejo, me di cuenta de que tenía mucho maquillaje y me lo retiré todo, después me peiné mi abundante melena y tras ponerme unos zapatos de tacos altos salí de la habitación. El maestro al verme se volcó en elogios, diciéndome que definitivamente a mi me quedaba mucho mejor la ropa que a su novia. Yo me sentía orgullosa, por las tantas cosas lindas que me fue diciendo, a medida que sus manos comenzaron acariciar mi cuerpo.

Yo estaba tan y tan envuelta entre sus caricias y besos, que casi ni me di cuenta cuando sacando su verga me puso a mamar. Yo me dejé de tonterías y al ver su miembro frente a mi boca, sin reparo alguno comencé a lamerlo suavemente, desde su colorado y llamativo glande hasta sus testículos. Por un buen rato nada más me dediqué a eso, disfrutando de lo erecto de todo su tallo, y como mi lengua y labios lo recorrían completamente. El maestro después de un buen rato, me tomó por el cabello, conduciendo mi boca hasta la punta de su miembro, la que sin demora comencé a mamar con calma, disfrutándomela completamente. Hasta el momento que levantando la vista y sin hablar con mis ojos como que le hubiera dicho que deseaba que me penetrase, ya que casi de inmediato, sin dejar de acariciar mi cuerpo, y sobre todo mis nalgas, se fue colocando tras de mí, diciéndome lo linda que eran mis curvas, y de cuando en cuando propinándome una ardiente y sabrosa nalgada.

Yo estaba desesperada por sentir su miembro dentro de mí, casi que lloraba del desespero, porque finalmente me penetrase. Cuando sus manos separaron mis nalgas, y sentí como sus dedos rozaron mi esfínter, dejé escapar un profundo gemido. Tanto era mi deseo de que me penetrase, que cuando comenzó a introducir su glande dentro de mi cuerpo, creo que ni lo sentí. Casi de inmediato comencé a menear mis caderas buscando el sentirlo más y más dentro de mí. Sus manos me tomaron por las caderas y apretándome contra su cuerpo, fue que disfruté del placer de ser penetrada. Pensaran que exagero cuando les digo que se me han corrido las lágrimas, pero no por dolor sino de placer. Él por su parte no dejaba de sacar y meter su miembro dentro de mí, mientras que yo movía todo mi cuerpo procurando proporciónale todo el placer posible de mi parte, mi esfínter lo abría y cerraba a voluntad, a medida que él continuaba metiendo y sacando su verga de mi culo. Hasta que después de un buen rato tanto él como yo aceleramos nuestros movimientos, y yo sin tan siquiera tocar mi miembro me vine, al igual que él lo hizo dentro de mí.

Con el maestro disfrute de muchos encuentros, hasta que un día que me lo tenía bien enterrado hasta el fondo, de momento se abrió la puerta y apareció su tan mentada novia, que hasta ese momento yo pensaba que era una mentira. Se pueden imaginar el alboroto que se formó, llorando le dio de golpes al maestro, mientras que yo como pude, recogí mis ropas y salí volando de ese apartamento, en las escaleras como pude me volví a poner el disfraz y mis zapatillas de goma, ya estaba en la calle y pensaba irme directo a casa, cuando de momento siento que esa mujer corría tras de mi insultándome y diciéndole a todo el mundo que se le atravesaba, ese que va ahí vestido de mujer, se estaba acostando con mi novio, que . Yo en medio de todo, en lugar de dirigirme a mi casa, me dirigí al centro de la ciudad, donde me le perdí. Al maestro lo volví a ver, y actuó como si nada hubiera pasado, me saludo de lo más tranquilo, pero al salir de clases me comentó, te espero este fin de semana que viene. Claro que después de esa experiencia con su novia, más nunca volví a pasar por su apartamento.

Pero no se crean que lo mío era vestirme de nena, para abrirle las nalgas al primero que me las pidiera. No que va, después de esas experiencias, decidí comportarme como una chica decente, y no es que el acostarse con un chico sea indecente, pero al llegar a la universidad, salí del closet. Pero esforzándome lo más que pude en realmente llegar a ser una mujer. Por lo que cuando me dijeron que finalmente me podía operar, me sentí la persona más dichosa del mundo. Solo que había un pequeño inconveniente, algo casi sin importancia, que consistía en el pago de las cuentas médicas y hospitalarias. Eso sin decir de los medicamentos y altas dosis de estrógeno que debía consumir.

Yo pensé seriamente en suicidarme, sino podía llegar a ser una mujer. Fue cuando mi doctor, que tenía bien clara mi pobre situación económica, me ofreció una alternativa, diciéndome. Yo conozco un caballero, que con gusto puede que te pague la operación, pero… Al escuchar ese pero… me imaginé, que después debería trabajar como puta, para pagar esa deuda por el resto de mi vida, y aun y así no me importaba. Pero estaba equivocada, aunque no por mucho realmente. El tal caballero, lo que deseaba era que yo por espacio de unos cinco años, viviera con él, y otras cuatro chicas más. Sin demora acepté, y tras las correspondientes terapias, me fueron realizando las distintas operaciones, hasta que una de las últimas operaciones fue mi total castración.

Al salir de la sala de operaciones, aun toda adolorida, pero bien contenta del paso que había dado. Y con los efectos de la terapia de hormonas ya había comenzado a dar resultado. Actualmente en nada me parezco a aquel delicado chico, al que más de uno le dio por el culo. Ya han pasado dos de mis cinco años, y les quiero decir que bien ha valido la pena por todo lo que he pasado.

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es rico usar hilos mas si te ven y te tocan mas si te miran y luego no te quieren dejar de coger lee mi relado
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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:26) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

zuska (14 de October de 2011 a las 14:26) dice: ya me gustaria encontrar alguien que me ofreciera una oportunidad asi


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