Un joven de 18 años deja correr sus instintos con su caliente hermana
Relato
SILVANA, MI HERMANA, LA CALENTONA.
Cuando yo contaba con 18 años, como todo chico a esa edad, empezaba a sentir irrefrenables deseos carnales por el sexo femenino, ya que todas las mujeres me parecían deseables, las jóvenes por ser jóvenes y las más mayores por tener ese atractivo de la experiencia. Me hacía pajas continuamente, pensando en todas las chicas que pasaban por mi mente: mi vecina, mis compañeras del instituto, alguna amiga de mi hermana, las estrellas de la televisión, en fin, andaba muy caliente.
El caso es que por entonces despertó en mi una gran atracción por mi hermana Silvana, que tenía 19 años y estaba buenísima (y sigue estándolo). Todos mis amigos me decían que tenía una hermana que no me la merecía de lo buena que estaba, que tenía un culo de locura, etc. El caso es que, quizá alentado por ellos, me fijé en ella, más como mujer que como hermana y poco a poco me di cuenta de lo que tenía en casa.
Silvana es alta, más que yo, con el pelo castaño, largo, casi hasta media espalda, sus ojos son muy bonitos, color caramelo, sus labios grandes, muy sensuales y con un color rosado que los hace muy deseables, tiene una cara preciosa, sus tetas redondas, grandes, duras y muy bien puestas, su culo impresionante, sus piernas preciosas, largas, muy bien formadas y con unos muslos divinos. En fin, era y es una terrible hembra.
Yo ya había empezado a observar más a Silvana, pero la primera vez que saltó la chispa en mi y deseé a mi hermana como mujer, en un instinto animal incontrolable, fue una mañana de verano, en uno de esos días que yo me levantaba con una calentura matinal propia de un adolescente. Nada más saltar de la cama, pasé por la cocina y estaba ella, preparándose el desayuno. Llevaba un camisón muy corto y justo cuando yo pasaba por la puerta la encontré agachada frente a la heladera buscando algo, la vista de sus largas piernas junto a su postura enseñando su bombachita metida bien en la raya de su precioso culo, me pusieron como un toro, pues se me puso dura como una piedra. Por un momento sentí el instinto de meterle mano, pero no lo he hice, claro. Espiando, escondido tras la puerta, observé todos sus movimientos, consiguiendo una erección mayor de lo habitual. Por primera vez me hice una paja monumental en el baño pensando en mi hermana, sintiendo un gusto mayor que otras veces, hasta que los chorros de semen llegaron a salpicar mi cara.
Así, poco a poco, cada día que pasaba la deseaba más y más, y me atormentaba con la idea de acariciarla, besarla y metérsela hasta el fondo. Por un lado yo pensaba que aquello no estaba bien, pero mi pija no pensaba lo mismo. Cogerme a mi hermana no estaba bien, pero espiarla y hacerme unas cuantas pajas no podía molestar a nadie.
Otro día Silvana me había vuelto a poner muy caliente, se había comprado unas calzas para hacer gimnasia muy ajustadas, color crema y cuando yo estaba en mi cuarto tumbado en la cama oyendo música, entró de repente con esas calzas. Se colocó muy cerca de mi y dándose un giro me preguntó:
- ¿como me quedan?".
Sus sensuales movimientos consiguieron una nueva erección de mi pija. Contesté un poco atontado observando sus muslos apretados bajo esa ceñida prenda y como su culo se mostraba más redondo y respingón respondí:
"te queda muy bien"
"¿No me marcan mucho aquí?"
Me hizo esa pregunta inocentemente señalando su concha. Bueno, yo creía que iba a reventar, mientras mi pene palpitaba de excitación. Se notaba que no llevaba puesta bombachita pues su concha se marcaba preciosa, algo abultada y la tela se metía un poco en su raya, lo que unido al color de la calza color carne, parecía estar desnuda de cintura para abajo. Intenté contestar con naturalidad:
- "No, la verdad es que te queda muy bien, en serio".
Luego salió de mi cuarto meneando las caderas con movimientos enloquecedores, se volvió hacia mi al llegar a la puerta y me sonrió con malicia. Estaba seguro que había notado mi erección y ella sabía que me ponía caliente, que me tenía loco y me provocaba aún más sabiéndolo. Nada más cerrar la puerta, saqué mi aprisionada pija y me masturbé otra vez con ganas y es que no me la quitaba de la cabeza.
Comencé a espiarla todas las veces que podía.
Recuerdo la primera vez que la vi completamente desnuda.
Aprovechando que ella estaba en clases de gimnasia me escondí en el ropero 5 minutos antes de su llegada. Cuando entró en la habitación mi corazón latía aceleradamente, cuando escuché que encendía la radio abrí un par de centímetros la puerta donde estaba oculto.
Allí estaba ella cantando y moviéndose por toda la habitación al compás de la música mientras se quitaba la ropa. Primero se sacó la remera, quedando en corpiño blanco. Continuó con las apretadas calzas que dejaron al descubierto un magnífico culo, apenas cubierto por una bombachita minúscula. A todo esto yo ya tenía mi verga dura como el acero, fuera de mis diminutos pantalones y sobándomela de lo lindo.
Cuando se quitó el corpiño quedé sin aliento. Sus tetas eran realmente grandes, blancas, firmes, con un par de areolas oscuras y de gran diámetro; los pezones erectos apuntaban desafiantes hacia delante. Le calculé que medirían dos centímetros de largo.
Cuando la vi de frente noté un gran bulto oscuro en su entrepierna. Se sacó la bombachita y apareció ante mis ojos la concha mas peluda que jamás había visto en ninguna revista o película erótica.
Era enorme la cantidad de pelos negros que mi hermana tenía en la concha, una verdadera selva de pendejos que hacían que mi sangre hirviera y mi mano no pueda dejar de pajearme.
Se quedó desnuda revisando los cajones donde guardaba la ropa interior. Yo la tenía a menos de dos metros y la veía de perfil, un espectáculo alucinante. Observaba las curvas de su abultado culo, la enormidad de sus tetas turgentes que parecían desafiar a la ley de gravedad y el felpudo negro que tenía entre las piernas cuyos pelos se proyectaban varios centímetros hacia delante. A todo esto mi mano no descansaba. Se dio la vuelta y se dirigió hacia el baño, abrió el agua de la ducha y volvió al cuarto.
Al verla de frente con las tetas oscilando por los movimientos de sus pasos y ese triángulo peludo y negro no aguanté más y descargué toda mi leche sobre una toalla que había preparado para tal fin.
Cuando se quitaba uno de los anillos que traía, uno se le cayó y rodó debajo de la cama. Mi hermana se agachó para recogerlo; se puso en cuatro patas pegando las tetas contra el piso y levantando bien el culo. A todo esto yo ya estaba de vuelta al palo y la tenía a poco más de un metro de distancia. En aquella posición mi hermana se había acercado a la ventana por donde entraba gran cantidad de luz que me permitió admirarle su suculento culo. Desde mi posición le veía claramente el orificio del ojete de un color amaromado, unos centímetros más abajo comenzaban los pendejos negros como protegiendo esa adorable concha rosada y apretada. A los pocos segundos tuve otra acabada con tanta cantidad de leche como la primera. Cuando mi hermana hubo encontrado su anillo y luego de meterse en el baño aproveche para salir e ir a mi habitación. Me hubiera quedado para verla salir pero estaba agotado y dentro del ropero hacía mucho calor.
Esa noche tuve que hacerme otra paja al pensar en mi hermana Silvana. Recordaba su cuerpo desnudo y muy bronceado donde contrastaban las grandes tetas y el culo de una blancura inmaculada y un triángulo, también blanco, dentro del cual había otro de menor tamaño formado por los abundantes pelos negros de la concha.
A la mañana siguiente, el día amaneció muy caluroso y de nuevo Silvana me sorprendió acercándose a mi cuarto vestida tan solo con un camisón de seda brillante de color gris muy corto de tirantes. Yo todavía estaba tumbado en la cama, desnudo bajo las sábanas, pues el calor era sofocante.
- "Buenos días Raúl"
- "Hola" dije yo.
Su espléndida figura se ensalzaba con ese minúsculo camisón que formaba arrugas con sus movimientos y pensar que debajo estaba en bolas me electrizaba. Con su habitual sonrisa me dijo:
- "Bueno, levántate ya, que quiero lavar las sábanas".
- "Si, ahora voy".
- "No vamos, apurate y levantate ya que las quiero poner a lavar ahora".
- "bueno, pero salí un momento, es que estoy sin ropa".
- "Vaya, ¿te va a dar vergüenza que te vea tu hermana desnudo?".
- "Bueno yo...".
Yo notaba que mi hermana se había levantado más excitada de lo normal, quizá por el calor o por el hecho de que estuviéramos solos en casa o quien sabe por que, pero quería verme en bolas, estaba claro.
- "Vamos Raúl".
- "Pero es que...".
- "¿que pasa?, ¿tenés la pija parada?".
Rió a carcajadas otra vez por mi situación, ya que era cierto lo que decía.
Luego me dijo:
- "Somos hermanos, no creo que nos vayamos a asustar por vernos desnudos... Total ya nos hemos visto otras veces".
- "Si, pero ...".
- "¿Cual es el problema?, ¿te quedas más tranquilo si me desnudo yo también?".
Esa frase hizo que todo mi cuerpo se estremeciera y los pelos se me pusieron de punta.
Pregunté incrédulo:
- "¿Como?".
- "Si tonto, ¿que si querés verme desnuda a mi?".
- "Si, claro que me gustaría".
- "Si es una tontería hombre, es la cosa más natural del mundo, al fin y al cabo somos hermanos. ¿Pues no te he bañado yo miles de veces cuando eras más pequeño?".
- "Ya, pero ya no somos pendejos".
De nuevo sus risas.
- "Te excitaría mucho verme en pelotas ¿verdad?".
Como lo sabía la muy calentona. Yo no podía más, estaba totalmente empalmado y muy caliente.
- "Si que me gustaría verte desnuda...".
- "Pues no hay problema hombre...".
Se puso en pie, se quitó un tirante del camisón, luego el otro y la vaporosa tela cayó rápidamente a sus pies. ¡Que maravilla! ¡Que preciosidad!. Creo que me quedé con la boca abierta observándola, me quedé embobado, atontado, alelado. Que cuerpo más perfecto tenía: su preciosa cara, sus redondas tetas con sus rosados pezones, su cintura plana, sus anchas caderas, sus muslos, sus piernas, su hermoso pubis peludo. Mi hermana tenía cuerpo de diosa, o al menos a mi me lo parecía. Ella insistió:
- "Bueno, ¿que tal?".
Creo que yo me quedé inmovilizado porque mi cuerpo no respondía.
- "Estas buenísima Silvana”.
- "Gracias hermano, pero ahora te toca a ti".
Intenté salir de la cama con naturalidad, pero en el fondo estaba algo cortado. Cuando lo hice, evidentemente mi pija estaba como una piedra. Me senté en la cama y ella sonrió observando mi miembro.
- "Con 16 años, vaya choto que tenés".
- "¿Te gusta?".
- "Si, está muy bien, es más grande que algunos de los que he visto".
- ¿Has visto muchos?".
Ella se rió.
- "Bueno no demasiados, pero si he visto alguno, desde luego el tuyo supera la media"
- "Con ese cuerpo que tienes hermanita, habrás destrozado a más de uno"
Volvió a reírse, con esa linda sonrisa que la hacía aun más hermosa y más deseable. No quitaba la vista de mi pija. Luego se sentó a mi lado y me dijo:
- "¿Te excita verme así?.
- "Si, mucho, ¿no se nota?".
- "Ja, ja, ja... te vas a pajear ¿no? ".
- "Claro Silvana, me calentas muchísimo".
- "Lo cierto es que me gusta que te pongas caliente por mi culpa... Se me ocurre una idea, como papá y mamá no están y como hace tanto calor podemos ir desnudos por la casa, así no te perdés detalle y te lo pasarás en grande viéndome desnuda y yo a vos, porque también me gusta verte desnudo ¿que te parece?".
Era increíble, mi hermanita, ese sueño que tenía en la cabeza desde hacía tiempo, se me iba a mostrar enterita en bolas, solo para mi. Contesté entusiasmado:
- "Me parece genial".
Así lo hicimos, aunque al principio yo estaba algo nervioso, luego fue mucho más divertido, pues de vez en cuando tenía cerca a mi hermanita sin ropa y eso provocaba una y otra erección en mi verga. A ella eso le gustaba y le excitaba, yo estaba en la gloria.
Mientras desayunábamos, ella se levantaba continuamente y se paseaba delante mío con su espléndido cuerpo desnudo provocándome, agachándose cuando metía la ropa en la lavadora, acercándose a mi, preparando la comida y ella disfrutaba también observándome y mirando mi verga dura.
Alguna vez pasaba muy cerca de mi y nuestros cuerpos se rozaban, cada roce era como un chispazo. Era algo extraño y divertido a la vez, pues nunca lo habíamos hecho, pero a los dos nos gustaba.
Después de comer (también desnudos), nos sentamos a tomar unos bombones helados en el sofá mientras veíamos la tele. Ella sacaba y metía su helado de la boca, succionándolo con la boca y con la lengua mientras sus ojos me miraban lascivos. Me provocaba con esos gestos, con esas miradas y además tenerla desnuda a unos centímetros de mí, era lo mejor que me podía pasar en la vida. Mi pija volvía a ponerse a tope. Ella se quedó mirando mi tieso aparato:
- "Vaya erección tienes Raúl ¿todavía no te has pajeado hoy?".
- "No aún no".
- "Pues no deberías quedarte con esa calentura".
Me decía eso con esa boquita brillante por el helado y con sus labios carnosos en forma de corazón que yo deseaba tener rodeando mi pija. Yo miraba su desnudez boquiabierto. Ella me guiñó un ojo.
- "¿te parezco sexy?".
- "¿sexy?, creo que tienes un cuerpo perfecto".
- "¿te parezco más atractiva que otras chicas?".
- "Claro, eres la mujer de mis sueños".
- "Pero soy tu hermana.".
- "Pero...es que tu me provocas Silvana".
De nuevo su risa.
- "¿De veras?, dime ¿como te provoco?".
- "Si, me vuelves loco, con tu cuerpo, con tus andares, con tus posturas, con tus insinuaciones, al final tengo que ir al baño y me pajeo como loco, como nunca lo había hecho, te imagino como te desnudas ante mi y como me acaricias y como te meto la pija en tu concha tan peluda...".
A Silvana se le dilataban las pupilas y las mejillas se le sonrosaban, algo que denotaba su excitación. Su cara resplandecía y su excitación iba en aumento. De nuevo me sorprendió.
- te gusta mi concha así como está, tan peluda, sin depilar?
Decía esto mientras separaba un poco las piernas y se acariciaba los enrulados pelos negros.
- Realmente me calienta muchísimo.
- "¿Te gustaría pajearte viéndome así, totalmente desnuda?".
- "No, es que me da vergüenza".
- "¿Por que?, no seas tonto, ¿no te hacés miles de pajas imaginándome?, pues aprovecha y hazlo viéndome, a mi no me importa, además me gustaría verte haciéndote una paja".
Claro que quería, pero sentía cierto reparo de hacerlo delante de ella, nunca me había pajeado delante de nadie.
- "Me da vergüenza...".
- "Vamos, me gustaría verte y me excita saber que lo haces por mi".
De nuevo su frase me sorprendió y me excitó mucho. Contesté ruborizado.
- "No me atrevo".
- "¿Querés que yo te provoque? ¿pongo alguna pose sexy? ¿querés que me pajee yo también?".
Sin dejarme responder mi hermana se tumbó boca arriba en el sofá y comenzó a pasar la lengua por sus labios en una pose muy erótica, con una mano se acariciaba las tetas y se pellizcaba los pezones, con la otra iba bajando por su cintura hasta llegar a su concha, abrió sus piernas y empezó a estimularse con dos dedos el clítoris y los labios vaginales. ¡Vaya panorama!.
Dudé en principio, pero con aquella escena, mi mano obedeció a mi hermana y comencé a masturbarme suavemente, con lentitud, disfrutando de lo que tenía delante, observando su hermoso cuerpo y viéndola como se pajeaba. Silvana arqueaba su espalda para mostrarme con mucha sensualidad todo su cuerpo, abriendo ligeramente las piernas, para que yo pudiera ver bien su palpitante concha. Me percaté que su raya estaba brillante debido a lo caliente que estaba.
- "que pija más linda tienes Raúl, como me gusta verte haciéndote la paja".
- "A mi también me gusta verte como te acaricias".
Ella cerraba los ojos, soltando gemidos y jadeos. Su cuerpo brillaba por el sudor. Mi pija estaba a punto de reventar. Silvana empezó a respirar más profundamente, sus labios parecían hincharse y sus pezones estaban erectos. De repente su respiración se hizo entrecortada, jadeó con más fuerza lo que me hizo entender que estaba teniendo un orgasmo, lo cual me llevó a acabar a mi, soltando varios chorros de semen que cayeron por la alfombra y el sofá.
Silvana se quedó tumbada un rato recuperándose y yo también. Ella me sonrió:
- "Ha sido bonito ¿verdad?".
- "Ya lo creo".
- "¿Mejor que imaginarme?".
- "Desde luego. ¿Y tu? Lo has pasado en grande ¿no?".
- "Si, he tenido un orgasmo genial".
Ella tuvo que marcharse, pues había quedado con unas amigas, se duchó, se vistió y me dio un beso en los labios.
-"Tenemos que repetirlo mi amor".
La estuve esperando toda la tarde, pero llegó a casa muy tarde, a eso de las 11 de la noche. Yo estaba desnudo, sentado en el sofá. Al verme me preguntó:
- "¿Me estabas esperando?".
- "Si Silvana, tengo ganas de verte desnuda otra vez".
- "Ven, me voy a dar un baño, estoy empapada de sudor".
La acompañé hasta el baño y preparó el agua. Llevaba una minifalda de cuadros y una blusa blanca anudada a la cintura, su ombligo parecía llamarme para que me lo comiera. Mientras se soltaba la trenza que llevaba en el pelo me pregunto:
- ¿Te has masturbado ya ?.
- "No, quiero hacerlo viéndote".
- "Ja, ja, ja, te gusta más así ¿eh?".
- "Si, mucho".
- "¿querés desnudarme vos?".
Bueno, ya estaba otra vez, me iba a matar con tanto placer, ¿como podía negarme a algo así?
- "Si, claro".
Primero le quité el nudo de la blusa y uno a uno le fui quitando los botones y dejé caer al suelo la prenda. Llevaba un corpiño color blanco que a duras penas le tapaban los pezones, pues la mitad de las grandes areolas se veían por encima del límite del corpiño . Se dio la vuelta se sostuvo la melena y con alguna dificultad le desabroché los broches del corpiño. Volvió a ponerse frente a mi y me sonreía. A todo esto mi nabo estaba apuntando al cielo y a ella le encantaba verme así. Le bajé un tirante, luego el otro y el corpiño cayó al suelo también. Sus erectos pezones me miraban. Le solté la cremallera de la pollera que estaba en un costado y se deslizó hasta el suelo. Su bombachita, blanca, eran muy pequeña y podía verle los pelos de la concha, no solo porque la tela era transparente, sino porque los pendejos escapaban por todos lados. Me quedé un rato parado.
- "¿ que esperás?".
Obedecí como un niño bueno y mientras me agachaba iba bajando la bombachita por los muslos. Tenía esa preciosa concha peluda a 20 centímetros de mi cara y podía oler el intenso perfume a hembra caliente que despedía su sexo.
La desnudé pasando unos momentos más que excitantes. Quien me lo hubiera dicho unos días antes, ni yo mismo me lo hubiera creído. Me agarró de la mano con la suya, una suave y pequeña mano que terminaba en unos preciosos dedos y unas afiladas y bonitas uñas, me encantaban sus manos.
- "Vení, vamos a ducharnos juntos".
Pasamos juntos a la bañera tomados de la mano. Agarró la ducha de mano y comenzó a mojarse con el agua templada, su cuerpo brillaba y el agua se deslizaba por su piel formando unos ríos de los que yo deseaba beber. Después me mojó a mi con la ducha quedándonos empapados. Mi pija seguía firme y dura sin importarle el agua que le caía encima. Tomó un poco de gel en una de sus manos, hizo que me girara de espaldas a ella y comenzó a enjabonarme el pelo, dándome pequeños masajes, después hizo lo mismo con mi espalda. Sus caricias eran suaves, tiernas, sensuales, sus finas manos eras captadas por todos los poros de mi piel. Bajó sus manos por mi cintura y enjabonó mi culo para luego meter su mano por la raya, hasta llegar a mi ano. Pegué un salto, pues era una especie de cosquilleo y de gusto a la vez. En alguna de sus lentas y concienzudas pasadas por mi culo aplicándome el jabón, sus tetas rozaban mi espalda, pudiendo notar como se me clavaban sus duros pezones. Me enjabonó los muslos, me dio la vuelta, yo estaba como un títere, me dejaba hacer lo que ella quisiera.
- "Cuanto hacía que no te bañaba Raúl".
- "Si, hace mucho tiempo, pero me gusta más así, los dos juntos en la bañera".
Rió otra vez. Se lleno las manos nuevamente de gel y me hizo una nueva aplicación por los hombros, el pecho, el ombligo, los brazos... Se agachó para lavarme los muslos y las piernas y subió con su mano hasta mis huevos, los sobó con dulzura. Mi pija rebotaba y yo notaba un gusto enorme en todo mi cuerpo. Me agarró la pija con su mano, cuando lo hice me tuve que agarrar a los grifos pues aquello hizo tambalearme, me echó la piel hacia atrás y con la otra mano me enjabono suavemente el glande. Se recreó con mi pija que tenía una dureza mayor de la habitual, yo creía que iba a estallar como un petardo. Vaya masaje que me hizo la muy puta. Dio una palmada en mi culo y dijo:
- "Te toca a vos".
No lo dudé ni un segundo, tomando algo de gel en mi mano, comencé a acariciar su cuerpo, primero su espalda suave y brillante, le enjaboné el pelo metiendo mis dedos en sus suaves cabellos, acaricié su cintura, sus brazos, su culo... hice lo mismo que ella, metí mi mano entre sus glúteos y llegué hasta su ojete, ella soltó un gemido. Se dio la vuelta y se la veía impaciente para que le diera unos masajes por delante, lo hice encantado. Enjaboné sus hombros, sus brazos, su cintura, le dediqué un buen masaje a sus tetas y a sus pezones, cosa que le agradó mucho, pues cerraba los ojos y apoyaba su mano en mi hombro. Baje por sus muslos, primero por la parte externa y luego desde los tobillos fui subiendo lentamente, muy lentamente, acariciando la parte interna de sus muslos rozando sus ingles.
Cuando llegué a la concha tuve que utilizar mas jabón para sus pendejos. Enjaboné esa concha con total dedicación, después los enjuagué y vi como brillaban los pelos. Pasé toda mi mano por los labios de la concha que estaban duros de placer.
Luego metí un dedo entre los labios siguiendo toda su longitud. Mi hermana seguía con los ojos cerrados, comenzó a jadear y a respirar muy fuerte. Quité mi mano de su concha, pero ella me agarró la mano y me dijo:
- "No me dejes así, sigue Raúl, por favor".
Yo ya estaba de pie y le puse la pija entre los muslos de manera que quedara encajada entre estos y la concha. Ella al notar esto apretó los muslos y comenzó a mover las caderas hacia delante y hacia atrás mientras gemía de placer. Yo le tomé por las nalgas sobándolas con todas las ganas, hasta que se las separé y le metí un dedo en el ojete. Mi pija frotaba contra sus labios vulvares y contra su clítoris. Mientras le miraba las enormes tetas como se bamboleaban al compás de nuestros movimientos tuve un orgasmo fenomenal, inundando de espesa leche toda su concha y sus muslos. Yo seguí bombeando y disfrutando de su fantástico cuerpo. Ella, entre gritos de placer y violentos movimientos de cadera, llegó al orgasmo y continuó con los ojos cerrados sintiendo en lo más hondo de su cuerpo todo el placer que mi pija le había dado.
Luego abrió los ojos y en un susurro me dijo:
- "Que gusto me has dado hermanito".
Todavía estabamos con algo de jabón, pero no nos importaba ya que estabamos disfrutando como nunca, al menos yo. La pija se puso dura de nuevo y no pude evitar empezar a pajearme teniendo a Silvana tan cerca, tan hermosa, tan sensual, tan caliente, pero ella separó mi mano de mi pija y la agarró con su mano.
- "Déjame a mi, quiero hacértelo yo".
Me pajeaba lentamente, con mucho cariño, con mucha suavidad, haciendo que mi glande apareciera grande y brillante cada vez que la piel de mi verga bajaba. Que bonito ver su mano agarrándome la pija. Ella apoyó su espalda en la pared, subió una pierna hasta ponerla en el borde de la bañera.
- "Acercate más a mi Raúl e imaginá que me estás garchando.”
- "Si".
Yo casi no podía hablar. Me acerqué a ella hasta casi quedarnos pegados y siguió pajeándome a mayor velocidad. Puso la punta de mi pija a pocos milímetros de su concha, mi glande rozaba los renegridos pelos de su entrepierna y alguna vez rozaba sus labios. Sus tetas acariciaban mi pecho y yo creía morirme de placer:
-" ¡que gusto Silvana, que gusto...!".
Sus labios se comieron literalmente los míos en un beso ardiente. Su lengua buscó la mía dentro de mi boca. Siguió masturbándome. Yo cerré los ojos y no pude aguantar más.
- "Acabo, Silvana acabo...".
Apenas dije eso, cuando de mi pija salieron varios chorros de semen que chocaron contra su peluda concha, sus muslos, llegando alguna gota hasta sus pechos. Seguimos besándonos y mordiéndonos los labios. Yo me sentía sencillamente en el cielo. La mejor paja que nunca me hubiera podido hacer yo. Fue maravilloso.
Volvimos a besarnos abrazados, pegando nuestros cuerpos, jugando con nuestras lenguas y acariciando nuestros desnudos cuerpos.
- "Silvana, ¿puedo dormir contigo esta noche?".
- "Claro que si tonto".
Asi fue, después de habernos secado mutuamente, nos acostamos en la cama de mis padres abrazados, yo pegué mi pecho contra su espalda y enseguida me quedé dormido.
Cuando me desperté por la mañana, debían ser las 7 más o menos, Silvana continuaba dormida frente a mi. Levanté las sábanas para observarla mejor. Que guapa y que buena estaba la condenada. Acaricie sus tetas, su pelo, después su concha, cuando se despertó. Se estiró adormilada.
- "Hola hermanito, ¿que tal has dormido?".
- "Como nunca".
- "Anoche lo pasamos bien ¿eh?".
- "Creo que nunca voy a olvidar ese momento".
- "Ja, ja , ja ... Yo todavía estoy caliente, me diste un gusto enorme, ¿sabes?".
Mi pija volvió a ponerse como un palo al oírle decir aquello. Me quedé observando su desnudez, con todo detalle, fijándome en sus ojos, su pelo, su cara de putona, sus tetas, sus piernas, su ardiente concha peluda todo, todo, todo.
- "Tu no eres consciente de lo buena que estas, ¿sabes? , vuelves locos a los tipos y a mi más que a ninguno, estás hecha una yegua hermana".
Mis palabras también la excitaban y se tumbó boca arriba en la cama tocándose todo su cuerpo ofreciéndome un panorama que cualquier hombre hubiera deseado, tener a una preciosidad tumbada junto a ti sobándose por todos lados. Después se incorporó, observó como yo me pajeaba viéndola, acerco su cara a la mía y me besó en los labios. Sacó la lengua y dibujo el contorno de mis labios con ella, después estabamos besándonos, mordiéndonos.... Se separó de mi y me sonrió. Su sonrisa, estando desnuda, se me hacía aun más resplandeciente. Señalando mi pija me preguntó:
- "¿quieres que te lo haga yo?".
Estaba claro que mi hermana estaba muy caliente.
- "¿Te gustaría chuparme las tetas?".
- "Si que me gustaría".
- "bueno, entonces acomodate” .
Me tumbé boca arriba, ella se incorporó y abriendo las piernas se sentó sobre mis rodillas, su sexo estaba a pocos centímetros del mío, siguió pajeándome y sus tetas quedaron a la altura de mi boca. Se agarró al cabecero de la cama con una mano y me sobó sus tetas en la cara. Mis labios y mi lengua empezaron a lamer aquellas magníficas protuberancias mamarias que sabían deliciosas. Mis dientes rozaban sus pezones y me lengua jugueteó con uno de ellos, lo que produjo que mi hermana soltara un intenso gemido.
Ella seguía masturbándome, cada vez con mayor velocidad, mientras yo cerraba los ojos y sentía aquel profundo gusto en mi interior. Abrí un momento los ojos y ella no apartaba la mirada de mi verga que parecía gustarle y no se decidía pero parecía que deseaba comérselo. Mi sueño se estaba cumpliendo y no sabía como iba a acabar todo aquello, aunque camino llevaba de ser maravilloso. De pronto, casi sin poder controlarlo tuve un orgasmo y mi semen bañó de nuevo su desnudo cuerpo, ella se esparció toda la leche por el cuerpo como si fuera una pomada. Después volvió a besarme dulcemente en los labios.
- "Tengo que irme a trabajar Raúl, esta noche te haré otro regalo, ¿de acuerdo?".
- "Si Silvana, te esperaré impaciente".
Se duchó, se vistió y se fue a trabajar. Todo ese día estuve nervioso y excitado pensando en el "regalo" que me iba a dar mi hermana.
Llegó a casa sobre las 9 de la noche y yo estaba esperándola otra vez desnudo, tumbado en el sofá. Al entrar en el salón me preguntó:
- "¿he tardado mucho?".
- "Me ha parecido una eternidad".
- “esperame unos segundos que subo a cambiarme y ya estoy con vos”.
Me senté en el sofá para esperarla y verla mejor.
Bajó las escaleras y al verla, la pija se me puso como una roca.
Tenía puesta una corta pollera negra, medias negras, zapatos de tacón de igual color y una camisa blanca. Fue hasta el equipo de audio, puso una música muy sensual y contoneándose al compás de la misma se acercó hasta el sofá donde yo estaba.
Yo observaba todos sus movimientos mudo pero con la boca abierta y la pija dura.
Se colocó de pie frente a mi y muy lentamente y sin dejar de moverse al ritmo de la música comenzó a desnudarse.
Primero se desabrocho la camisa, tomándose todo el tiempo del mundo, se dio la vuelta, dándome la espalda y se quitó la camisa. Debajo llevaba un corpiño colorado. Cuando se volvió hacia mi la pija me dio un respingo. El corpiño tenía dos agujeros por donde asomaban los pezones rodeados de las oscuras areolas.
Rápidamente comencé a sobarme la pija sin dejar de mirar aquel hermoso par de tetas, notando como se le paraban los pezones, ayudados por Silvana que los pellizcaba delicadamente.
- te gustan mis tetas, verdad hermano. Veo como se te puso la verga de solo verlas. Seguí sobándote la pija que me calienta muchísimo.
Silvana decía esto mientras que con una mano comenzó a bajar el cierre de la pollera y con la otra continuaba toqueteándose los pezones.
Terminó de desabrocharse la pollera y esta cayó al piso. Me apreté la pija al ver que tenía puesto un erótico portaligas negro y una bombachita colorada transparente.
Se acercó a mí y me puso una teta cerca de la boca. Sin decir nada le chupé los pezones durante algunos segundos. Se apartó un par de metros de mí y dándome la espalda comenzó a bajarse la bombachita. Cuando terminó de sacársela me la tiro a la cara, yo la tomé y la llevé hacia mi cara oliéndola, sintiendo el exquisito olor a hembra. A todo esto Silvana se había quitado también el corpiño y camina sensualmente por todos lados. Con los zapatos de taco alto, las medias y el portaligas tenia una figura realmente espectacular.
Yo ya estaba totalmente desnudo pajeándome, Silvana se acercó a donde yo estaba, me dio la espalda y se agachó hasta que su culo se topó con mi pija. Maravillosamente, con su culo me franeleaba la verga, los pelos de la concha me hacían cosquillas en los huevos y yo estaba que explotaba de placer.
Sin cambiar de posición me agarró la pija, la colocó en la entrada de la concha y se fue agachando lentamente hasta tenerla toda adentro, comenzando un movimiento de arriba abajo, un meta y saca alucinante cada vez mas rápido hasta que no pude mas y le avisé que estaba por acabar. Ella me pidió que aguantase unos segundos mas así acabábamos juntos. Esperé esos interminables momentos y cuando noté que Silvana acababa yo descargué toda mi leche dentro de su caliente concha.
Nuestros encuentros continuaron durante años siempre cargados del erotismo y la calentura del primer momento.
Relato erótico enviado por Anonymous el 14 de December de 2007 a las 13:35:08 - Relato porno leído 783777 veces
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thevintage
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Comentarios enviados para este relato
lugui
(9 de February de 2011 a las 06:40) dice:
CONTINUACION PLEASE!!! jelipz
(8 de February de 2011 a las 17:26) dice:
muy buen relato pero continualo sta exitante katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:14) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF jotasilga
(14 de February de 2011 a las 13:04) dice:
muy bueno, aunque algo fantastico
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