También era su oído, cada tanto ella se ilusionaba con algún chico del otro pabellón, pero solo la cogían y listo, pero las mujeres no somos así, y yo sufría con ella.
Relato
Un día tuve que decidir entre mi familia y mi futuro, quería estudiar comunicación social y en la pequeña ciudad donde había vivido toda mi infancia y mi adolescencia era imposible hacerlo, por lo que o bien cambiaba mis pretensiones o bien me trasladaba a la capital dejando atrás a mis seres queridos.
Obviamente que para una chica muy ‘familiera’ como yo la decisión fue muy traumática, no era fácil de un día para el otro dar vuelta una página de mi vida, alejarme de papá, de mamá, de mis hermanos, de mis amigas, de mi barrio, de mi historia.
Y de alguna manera fueron mis padres los que me empujaron y desequilibraron los platillos de la balanza, ellos querían para mí un futuro mejor, ellos habían tenido una vida demasiado sacrificada, demasiado dura. Aun se me humedecen los ojos cuando recuerdo esa última mirada de mi familia en el andén, mientras el tren se ponía en marcha lentamente y si bien cada tanto vuelvo a mis tierras y nos mantenemos en contacto por la web, se extraña demasiado el contacto del día a día.
Capital Federal me resultó un mundo nuevo, comprendía que pequeña e inocente era mi tierra natal. Fui a parar a la ciudad universitaria donde los jóvenes de bajos recursos que provienen del interior encuentran un lugar para vivir mientras estudian.
El pabellón masculino estaba al frente y daba al norte, atrás, estaba el nuestro, y estaba preparado para que no se cruzaran ‘extraños’ de uno al otro lado, era difícil, pero no imposible. Los cuartos estaban diseñados para dos personas, así que casi todas teñíamos una compañera.
En mi primer año me tocó ocupar el cuarto con una joven un tanto mayor que yo, le faltaba poco para recibirse, era un tanto parca, y me trataba como a una niña, así que no teníamos mucho diálogo, cada una hacía su vida, solo lo justo y lo necesario.
Por suerte cuando comenzaba la primavera ella abandonó sus estudios, se dio cuenta que no era su vocación por lo que volvió a sus pagos, un alivio, prefería estar sola a mal acompañada.
El receso me permitió volver unos días a casa, a renovar el aire y al volver conocería a mi nueva compañera de cuarto, por tres años, los tres años más ricos que recuerde…
En ese momento tenía diecinueve, ella uno menos, cuando la vi por primera vez me impactó a primer golpe de vista, un poco más alta que yo, diría poco más de un metro setenta, unos largos cabellos rubios, en grande bucles llegando a media espalda, enormes ojos verdes y gruesas cejas que se asomaban apenas, casi tapadas por un coqueto sombrero, una nariz respingada y pómulos salientes en el que se marcaban sus rozagantes mejillas, labios perfectos, carnosos, moviéndose rítmicamente mientras mascaba un chicle dejando escapar de tanto en tanto un globo, un cuerpo delicadamente armonioso, un top apretado color rosa flúor con una estampa al frente de Hello Kitty que se deformaba entre los prominentes pechos, su vientre estaba descubierto, un piercing colgaba de su ombligo y su cintura era tan pequeña que daba envidia, abajo tenía un ancho pantalón floreado al tono con el sombrero, para mi gusto era horrible, sin embargo, me permitían adivinar unas anchas caderas, una cola hermosa y unas piernas de ensueño.
Con los dedos de su mano izquierda tomó el chicle para amasarlo, al tiempo que estiraba la derecha para saludarme y decirme:
Hola! soy Natasha, seremos compañeras! y tú eres…
Micaela, bienvenida! Ponte cómoda…
Fue mi respuesta mientras tendía mi mano y además le daba un beso en su mejilla, mi primer contacto…
La ayudé con sus cosas y sin saberlo a partir de ese momento comenzaron tres años diferentes en mi vida…
Natasha era de Rosario, una ciudad del norte, según ella donde están las chicas más bellas del país y si todas eran como ella era muy posible que no mintiera.
Ella no estudiaba lo mismo que yo, por lo que muchas veces nuestros horarios no coincidían y poco a poco nuestras vidas se cruzaron, pude entrar en su mundo, en sus secretos, conocer una bella joven, una persona diferente.
Disfrutábamos de los momentos en mutua compañía, salíamos juntas, a pasear, a cenar, ella sabía cómo vestirse y siempre se robaba todas las miradas, y ni hablar cuando íbamos a tomar sol a la terraza, usaba un traje de baño tan pero tan pequeño que hasta me daba vergüenza ajena, pero con ese cuerpazo, quien no se hubiera animado. Recuerdo un Domingo que habíamos ido a un balneario público donde solían ir de la televisión a filmar las chicas del momento, fue la atracción, la hicieron desfilar y cuando caía el sol ganó un bikini open con el que cerraban el día.
Pero ella no era solo ‘una chica bonita’, Natasha era más que una amiga, era alguien que sabía todos mis secretos, era alguien que siempre estaba atenta a mis caprichos, era alguien con quien podía hablar, fantasear, pensar.
Recuerdo una vez que debía dar un examen importante y yo tenía una fuerte gripe, estaba en cama con casi cuarenta grados de temperatura y por más que insistí e insistí no pude apartarla de mi lado, se quedó cuidándome como una madre, y ese pequeño detalle significó a la larga que no pudiera aprobar la materia.
En el cuarto ella era muy extrovertida, totalmente desinhibida, no tenía problemas en tomar una ducha y andar desnuda por la habitación, mis ojos la observaban en silencio, sus curvas perfectas, los pequeños espacios blancos que dejaba en su intimidad los diminutos trajes de baño contrastando con el cobrizo bronceado de su piel, era común que se sentara contra la ventana a plena luz del sol a depilar su vagina, siempre se depilaba, para ella era normal y no la cohibía mi atenta mirada.
También era su oído, cada tanto ella se ilusionaba con algún chico del otro pabellón, pero solo la cogían y listo, pero las mujeres no somos así, y yo sufría con ella.
Me río recordando lo desordenada que era, cuantas veces levanté sus pornográficas bombachas que dejaba olvidadas en el piso del baño, o al costado de su cama.
Y todo parecía estar bien, a mí me llamaba la atención que no le sorprendiera no verme jamás con un chico, tal vez no se animaba a preguntar, mi padre decía que no debes preguntar si no estás dispuesta a escuchar la respuesta, y creo que así era.
Un año atrás de su despedida se me empezaron a complicar las cosas, cuando me presentó a Kevin pensé que sería uno más en su larga lista, pero me equivoqué, el tema iba en serio, empezaron a salir y sentí como poco a poco perdía protagonismo en su vida, poco a poco él la estaba arrancando de mi lado y me estaba arrancando el corazón, en poco tiempo Natasha se volvería monotemática, que Kevin esto, que Kevin lo otro, sentí que lentamente él tomaba el lugar que yo deseaba tener, un lugar que nunca sería mío, mi muro de face estaba lleno de selfies de Natasha y el muro de Natasha se poblaba cada vez con más fotos de su nuevo amante, era duro dormirse sufriendo, apretando los párpados para dejar correr las lágrimas en un mar de silencio…
Una tarde ella llegó un poco dolorida, me sorprendió, se había hecho un tatuaje que partía en su pecho izquierdo, bajaba por todo su costado, por su cadera, por su muslo, terminando en su tobillo, eran delgadas líneas simulando una enredadera, con detalles de pequeñas flores
Te gusta? fue idea de Kevin! qué te parece?
Kevin, maldito Kevin, ni siquiera me había consultado…
Sentí el frío acero de la hoja del puñal clavarse lentamente en mi corazón cuando me decía que habían decidido abandonar los estudios e irse a vivir juntos, a formar una familia, a forjar un futuro, a esa altura muchas veces me mostraba poco tolerante con ella, agresiva, odiosa, la relación parecía enfriarse, pero que podía hacer, quería que fuese feliz, pero que había de mí? me había enamorado de la persona equivocada...
Mi tiempo se agotaba, no me quedaban muchas oportunidades, esa noche marcaría el quiebre, habíamos quedado en ir a un canto bar, ya habíamos ido un par de veces, un pequeño bodegón donde no entraban más de veinte personas, Natasha me había confesado que quería estar brillante esa noche, que como su ‘íntima amiga’ la ayudara, porque luego irían a hacer el amor y estaba dispuesta a regalarle su último y más preciado tesoro, si virginidad anal…
Se había bañado, se había depilado, se había peinado, iba de un lado a otro como histérica, pasando por mi vista una y otra vez, completamente desnuda, yo solo suspiraba…
Natasha se puso una tanga blanca casi invisible, apenas tapaba su lampiño pubis, perdiéndose entre sus nalgas, sacó cola apuntando para mi lado y preguntó pícaramente:
Le gustará?
Respondí con una sonrisa, como no iba a gustarle…
Se puso luego un ajustadísimo vestido straplees en un delicada licra ocre, tan pero tan corto que estaba al límite del precipicio, si lo levantaba un poco se le asomaban los glúteos, si lo bajaba un poco se le escapaban los pechos.
Se calzó los zapatos que se había comprado para esa noche, tenían unos finos tacos de veinte centímetros, no sé cómo diablos no se rompía un pie, pero que elegantes le quedaban! Como estilizaban sus piernas!. Se aseguró que todo estuviera bien, su maquillaje, sus largas uñas, sus aros, todo en ella estaba perfecto.
Ya en el lugar Kevin y ella estaban acaramelados en la barra, había algunos chicos más, compañeros de estudios, todos se divertían, todos menos yo…
Natasha estaba sentada en un alto taburete, con su trasero rebalsando por todos lados, con las piernas cruzadas, haciendo lo imposible para no quedar desnuda, él estaba parado a su lado, hablándole al oído y ella sonreía jocosamente, seguramente por las cosas sucias que le decía…
Cada tanto se besaban, se acariciaban llevando las manos más allá de lo permitido, pedí un wiski, ante la desconcertada mirada del barman, lo bebí casi sin respirar, me pareció asqueroso…
De pronto los chicos pidieron que Kevin subiera a cantar y ella quedó sola, supe que era mi momento, la miré con deseo, era perfecta, las luz de los faros esquivando sus rubios cabellos, sus uñas pintadas, sus ojos de gata, sus muslos macizos, sus alhajas, terminé mi segundo vaso de alcohol…
Voy a su encuentro, la sorprendo, me mira sin entender, la miro desafiante, hay gente en el lugar, no me importa, tomo sus piernas y las separo, el vestido corto me permite ver su hermosa concha tapada por la blanca tanga, me arrodillo a sus pies, me cuelo al medio, ella no quiere, me rechaza avergonzada, pero no puede, es una locura, siento su vergüenza, beso el calado de su prenda íntima, siento su aroma a mujer, nuestros compañeros se transforman en espectadores de lujo, alguno intenta intervenir pero como una perra rabiosa enseño mis dientes, nadie se meterá con nosotras, no lo permitiré.
Natasha no sale de su estupor, está a mitad del río, no sabe si entregarse ante la muchedumbre o desprenderme de su lado, no dejo de insistir, tengo mis manos en sus muslos, poco a poco se deja invadir, la siento aflojar sus piernas, las va separando, se deja llevar, acomoda más adelante su trasero de manera de dejar su sexo a mi alcance.
Corro su bombacha, al fin serás mía, sus labios depilados, suaves, los beso, se sienten tan bien, tan ricos, mi lengua va por su canal, su miel se mezcla con mi saliva, está exquisita, su botón está hinchado, apoyo mis labios en él, lo acaricio, lo recorro en círculos, una y otra vez, me encanta, si tan solo hubiera imaginado como lo deseaba, la acaricio con mis dedos, su túnel se abre, introduzco índice y mayor al mismo tiempo, está empapada en jugos, acaricio rítmicamente el interior de su concha, creo tocar la puerta de su útero, levanto la vista, está entregada, con sus ojos cerrados, su boca abierta, jadeo, sus pezones se muestran duros bajo la tela, tomo el vestido con mi mano libre, tiro hacia abajo, no es difícil, su tetas parece explotar al ser liberadas, la luz de la noche se refleja en ellas, Natasha comienza a acariciárselas, sus pezones están afilados, se los toca, los estira, los aprieta entre sus dedos, observo al auditorio, todos son testigos, en silencio, incrédulos de ver lo que ven, hasta Kevin está absorto, dejó de cantar, solo mira…
La siento venir, acelero el ritmo de mis dedos, me regala un orgasmo, su cuerpo se sacude, grita, sus piernas se cierran de repente, me aprietan como una prensa, besó su cuerpo, sus muslos, subo, ahora beso sus tetas, lamo sus pezones, soy su dueña, ella es mía, mi prisionera, subo un poco más, nuestras miradas se funden, me acerco, siento su respiración, poso mis labios sobre los suyos, cierro mis ojos, la beso con el corazón, nuestras lenguas se cruzan, tengo la sensación de desvanecerme, al fin es mía, quisiera desnudar mis pechos y acariciar los suyos, quisiera desnudar mi vagina y refregarla con la suya, unir nuestros sexos, gozar juntas, pero no tengo el suficiente valor, no soy tan desinhibida como ella…
Recuerdo que Kevin está ahí, lo miro desafiante, recuerdo lo que Natasha me había confiado, la tomo a Natasha del brazo, la hago parar apoyando su pecho en la barra, levanto su vestido para que las personas del lugar contemplen su perfecto trasero, como si fuera un show, separo sus piernas, bajo su tanga, voy por detrás, abro sus cachetes y paso la lengua por su esfínter, se contrae por instinto, repito, una y otra vez hasta que se familiariza con mi humedad, la acaricio, la siento gemir, pronto comienza a empujar hacia mi lado, busca que la penetre con mi lengua, se dificulta, es demasiado estrecho, insisto, poco a poco lo lleno de saliva, lo acaricio con la yema de mi dedo índice, me paro a su lado sin dejar de estimularla, corro su cabello y le susurro al oído:
Perra, te amo, siempre te amé…
Pero ella no puede articular palabra, está bloqueada por el placer, diviso unas botellas de bebidas a mi alcance, tomo una de pico generoso, lo apoyo en su entrada, presiono, se resiste, ella misma se toma sus cachetes para separarlos, empuja hacia atrás y yo hacia adelante, me pide que no pare, no lo hago, al fin cede, poco a poco, el pico de va perdiendo en su intimidad, su rostro refleja placer, al fin hace tope con el cuero de la botella, lo muevo lentamente, la inclino vaciando el contenido en su interior, estoy llegando a mi orgasmo sin tocarme, gimo con ella, saco la botella, el alcohol sale de su interior con fuerza, chorrea por sus piernas, me embriago con ella…
En ese momento Kevin me tomó del brazo, me sacudió con fuerzas y me dijo:
Micaela! che… Micaela… estás bien?
No entendí nada, las cosas me daban vueltas, tardé en comprender...
Lo miré confundida, mi amiga estaba a su lado, observando la situación, alcancé a escuchar cuando le dijo:
Bebió demasiado, ha estado rara últimamente…
Me reí, y me costó mantener el equilibrio, Dios, había sido tan real, era tarde, y ellos se iban…
Me acompañaron hasta el pabellón, incluso hasta el cuarto, me quedé sola, me dormí pensando en ella, me masturbé, lloré, tuve que asumirlo, nunca sería mía y debía ser feliz con su felicidad…
Tiempo después todo terminó, nos despedimos con lágrimas, ella dejaba a su mejor amiga, yo dejaba partir a mi amor imposible…
Terminé mis estudios, volví a mis pagos, hace largo rato que no nos vemos, aunque seguimos en contacto, por face, por whatsapp, por correos, y saben, está embarazada! primer hijo.
Supongo que algún día encontraré una compañera, aunque dudo que sea alguien como ella…
Si tienes comentarios o sugerencias me escribes con título ‘SOLO AMIGAS’
Ese viernes fue el mejor de todos, porque desde entonces nunca me separo de mi amiga Lorena Con la que mas de una vez, y desde entonces nos hemos enloquecido de placer juntas!!!!
Relato erótico enviado por Anonymous el 07 de February de 2009 a las 22:46:05 - Relato porno leído 304529 veces
Mi nombre es Antonia, pero mis amigas me llaman tan solo Ant, cuando llegué a casa de Valeria mi amiga, me encontraba llorosa, triste y bien deprimida ya que me novio, momentos antes, sin más ni más, me dijo que terminaba conmigo, y que no lo buscase más. No me dio razones, y simplemente se montó en su motora y se marchó. Dejándome toda confundida y sin saber qué hacer, fue que me di cuenta que me encontraba cerca de la casa de Valeria, y me llegué hasta su casa, buscando consuelo, pero al tocar la puerta, salió su madre la señora Estela, únicamente cubierta con una pequeña toalla de baño alrededor de su cuerpo, pero nada más al verme, sonriendo me dijo, que Valeria había salido con su padre y regresaba a la noche. Fue cuando sintiéndome más sola y abandonada, estallé en llanto, Estela al verme en esas condiciones, de inmediato me hizo entrar a su casa.
Relato erótico enviado por Narrador el 24 de October de 2009 a las 11:09:24 - Relato porno leído 127159 veces
Acariciándonos nuestras piernas hasta que ya estábamos lo suficiente calientes nos quitamos nuestros calzones y comenzamos a mamarnos nuestras vaginas y a besarnos.
Relato erótico enviado por Anonymous el 22 de July de 2009 a las 23:49:21 - Relato porno leído 110301 veces