Soy Leotrigo

Me fui a casa del ingeniero Rubén un hombre de 35 años, no muy empeñoso y a veces bueno para andar de juerga olvidando responsabilidades, como por ejemplo con su esposa Mirtha. Esta era una mujer de 33 años hacendosa y muy casera, con sus dos hijas ocho y cinco años las cuales concibió en la época en que su matrimonio era esplendoroso y su marido trabajaba con su padre el cual murió hace cuatro años y Rubén quedo a la deriva.
En esta casa me llevaba muy bien durante mi estadía, sobre todo los primeros días que eran días de invierno y la salamandra que nos daba la calefacción estaba sin leña…, llegue me fui al huerto y busque ramas que se habían caído años anteriores y con el hacha recordando viejos tiempos recorte para la calefacción, me gane la admiración y agradecimientos de Mirtha esa hacendosa mujer que me regaloneo esa tarde con unos panqueques rellenos, por supuestos estaban deliciosos y yo no los comía desde el tiempo de mi abuela.

Mirtha cada vez que estaba con algún problema recurría a mi si podía solucionárselos, que un enchufe, que un cajón no cerraba, que una ventana fallaba, etc. Nos hicimos compinches y camaradas ante nuestros problemas.

Por eso al mes de estar con ellos esta me empezó a contar sus problemas y casi sin darse cuenta me revelaba situaciones personales de ella y como le afectaban, entre ellos el que su marido fuera tan bueno para las juergas…

A los dos meses éramos conocedores y solidarios en nuestros problemas. Por eso cuando ella me revela de su situación personal en la cama con su marido, mis hormonas me exigieron que se los solucionara con amor y cariño. Ese viernes para variar su marido salió con sus hermanos de parrandas y ella quedó abandonada de cariño conyugal, como buena madre se escudo actuando en beneficio de sus hijas hasta que estas se acostaron y se acomodaron al sueño.

Vi. luz en la cocina bien tarde y me asomé, ahí estaba en camisón de dormir Mirtha haciendo como que miraba televisión, pero en verdad lloraba…, me acerque a ella y le peí que me digiera el problema, sonrío y me dice no te preocupes que ya lo solucionaré, no le creí y me quede a su lado a los diez minutos hablo, mi marido me dice se va de juerga con sus hermanos, en verdad no hace nada malo, pero abandona a su familia sobre todo a su mujer…, sabes me dice que en este mes ni una vez me ha solicitado mis favores como hembra en la cama, no me ha usado carnalmente durante mas de un mes y yo…, me mira y sonríe, yo …no soy de madera… necesito al macho, soy joven y mis hormonas me lo piden… necesito un semental…

La abrazo y acaricio y ella se estremece, cuidado me dice que te puedes quemar…, soy una brasa ardiente…la comprendo y la atraigo hacia mi cuerpo se sacude y tiembla entre mis brazos, mirándome con unos ojos llenos de pasión… estaba excitada de satisfacerse sexualmente… necesitaba en esos momentos un macho.

Palpé su ansiedad y su necesidad la tome entre mis brazos y la lleve a mi recamara no se opuso necesitaba de un macho y sabía que yo la iba a cubrir saciándola, al acostrla saque su camisón y desnuda la acomode en mi cama desnudándome me refugié a su lado, ella siseaba ansiosa y perturbada por lo que iba a realizar, pero no reclamo y se abrió de piernas para que la penetrara sin problemas después cruzó sus piernas por sobre mi trasero mientras su cuerpo bailaba al compás de los deseos de su cuerpo moviéndose en un exquisito baile que cinco minutos mas tarde dieron frutos de la entrega aparatosa de sus hormonas al apareamiento que estaba acogiendo y gozando con placer entrega sus fluidos del coito, me abraza y besa acariciándome me mira, sabe que no he vaciado mi leche y que no me calmaré hasta llenarla con mis espermas su vagina…, se acomoda y me acompaña en la entrega para recibir diez minutos después mi tibio semen en sus entrañas abrazándome y diciéndome eres mi amante, desde ahora seremos amantes, eso si debemos cuidarnos y que nadie sospeche que los dos nos acostamos juntos para copular y sacia nuestras necesidades eróticas. Espero que no se lo comentes a mi marido y a nadie…, sé callar le digo solo tú y yo lo sabremos, eso si te aseguro que te acompañaré a la cama a copular muchas veces mas. Seré tu marido secreto.

Ahora me voy a mi cama nos pueden pillar dice, la acompaño y la beso al salir, ella me sonríe diciéndome en bromas eres mi semental secreto.

No se si durmió bien lo que soy yo como un soñador estuve soñando con ella y dormí como un bebé.

Me levanto a l día siguiente sábado debemos ir a trabajar con Rubén, Mirtha me sirve un delicioso desayuno y me permite meter mis manos por entre sus piernas cuando me sirve la leche, acariciándolas sin que sus hijas se den cuenta y acercándose a mis oídos me dice fresco.

Voy donde Rubén y le digo que tenemos que ir donde la señora que el se comprometió a cambiarle unas lámparas, no me dice estoy acabado anda tú… y como llevo las herramientas le digo…. Sabes manejar ahí están las llaves llévatela

Salí solo al cambio de lámparas y así ese mes fueron varias mis salidas, mientas este se recuperaba de sus farras…, Mirtha me lo agradecía con su mirada, y una vez que estuvo cerca me dijo después te pago yo tus sacrificios en la cama…

A fines de mes pudimos darnos el placer de cohabitar ambos en su recamara, Rubén tuvo reunión de empresa en la capital y no podía volver hasta el otro día. Esa noche Mirtha a costó temprano a las nenas y apago las luces para que se durmieran y luego me llevo a su dormitorio que noche…, esta mujer era una doña hembra, no debería ser ignorada, sino cortejada y galanteada, además su marido debería tenerla carnalmente satisfecha y no así, sin un macho que la monte compensando a ese hermoso cuerpo y estos senos los cuales lo único que piden es oprímanme, bésenme, acarícienme, chúpenme… pellizco uno de sus pezones, brinca y se estremece, mirándome a los ojos, mis labios besaban su cuello, sus hombros, llegaron a sus senos los succioné, los chupé… Mm. que delicia…, la jale y ubique en posición de misionero, colocándola en posición idónea, todavía no estaba suficientemente lubricada para la tarea, pero poco a poco me encontré que engullía por completo mi miembro, este ingresaba llenando su vagina... me sentía totalmente estimulado. Comencé a moverme. En esa posición ella era una mera espectadora, pero disfrutaba de mi ritmo arrítmico, a veces la metía deprisa, a veces despacio, a veces ligero, a veces profundo... Yo contemplaba absorta donde nuestros cuerpos se fusionaban..., disfrutaba entregándose a los deleites del sexo conmigo, la gozaba saciando sus ímpetus sexuales con mi órgano reproductor…, al tiempo que me saciaba de todos mis anhelos y comencé a llenarla, de manera espectacular, mientras advertía mi espeso líquido rebalsándome, regándola toda su vagina, pronto paré mis movimientos y tomándola por la cintura enterré hasta el fondo mi miembro viril, se estremeció Mirtha y gritó de placer mientras inundaba toda su cuevita con borbotones de mi semen. Ella mientras, me regaloneaba besándome mi oreja, en verdad eres un experto me dijo, me cuestan mis orgasmos, pero tú lo lograste a la primera mojándome como nadie jamás lo había hecho..., buscado mis labios me besa con lengua. Seguimos abrazados unos minutos, me resuella en las orejas y me dice…, tienes que tener cuidado semental yo no me cuido y tu me inundas con tu esperma, me puedes embarazar…, Que delicia sentía, en verdad me gustaba estar apareándome con ella y ella chillaba con mi pene en su vagina, la penetraba con mucha fuerza, la cama se movía por la fuerza de mis embestidas.
Como después de tres cuarto de hora se regocijó dentro de mi, y yo como mujer saciada tuve un tercer orgasmo al sentir los chorros y chorros de semen que descargaban dentro de mi. Con sus embestidas aun mas fuertes por su clímax y las mías, sentimos algo fantástico… El solo decía siempre serás mía, te voy a preñar para que me recuerdes.
Esa noche dormimos felices abrazados y gozosos de poder aparearnos y nos deleitábamos el hecho de pertenecernos mutuamente el uno al otro
Finalicé mis estudios en esa casa siendo, sin que lo supiera el ingeniero, el macho semental de la casa y su mujer una dama cortejada, saciada y carnalmente satisfecha con una tercera hija fecundada por mí en su camada.

Al egresar me ofrecen trabajo en una minería en las cuales debería estar veinte días en la mina y diez de descanso en casa, converso los pro y contra con Rubén y este se entusiasma y también se contrata en la minera, con las mismas condiciones…, teníamos diferentes turnos…, cuando él estaba en la mina yo estaba en su casa, al revés cuando me tocaba turno… ya comentaré de eso.