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Soy una madre controladora… ( CON fotos)

Relato enviado por : narrador el 12/09/2014. Lecturas: 18121

etiquetas relato Soy una madre controladora… ( CON fotos)   Amor filial .
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Resumen

Bueno eso es lo que constantemente me dicen mis hermanas y mis amigas, por la forma en que trato a mi hijo Eduardo. Pero prefiero ser así, a que venga una cualquiera, y apropósito se deje preñar por mi hijo, para asegurarse su futuro...



Relato
Lo digo porque ya le sucedió una vez, y no quiero que vuelva a suceder. Por lo que como Eduardo depende tanto de mí, económica, y emocionalmente. Yo me he tomado ciertas atribuciones, para evitar que eso vuelva a suceder, aunque gracias a Dios, mi nieta se la ganamos a su madre en los tribunales, y para mi mayor satisfacción, es como una fotocopia mía, en todos los aspectos.
Pero regresando a mi pobre Eduardo, él, como ya les dije depende tanto de mí, que no se atreve hacer nada que me haga enfadar. Pero recientemente comencé a verlo algo distraído, cuando le presenté a mi nueva asistente. Mejor dicho, muy interesado en ella, y aunque Eduardo, tan solo tiene 28 años, y mi asistente es una mujer como de unos cuarenta años, me di cuenta de que sexualmente Rosa María le llamaba la atención a mi hijo, sin que ella se lo propusiera. Ya ustedes saben cómo son los hombres, nada más piensan en sexo, y mi hijo no es la excepción.
Por lo que decidí que mi nueva asistente, no regresaría a nuestra casa, no la despedí, sino que alejé la tentación, lo suficiente como para que mi hijo no fuera hacer una de las suyas. Como cuando se fue con la madre de mi nieta, que para esos momentos era una simple sirvienta en casa.
Desde luego que Eduardo reaccionó, molestándose con migo, diciéndome que yo era la causante de que su matrimonio hubiera fracasado, en fin le dio un ataque de histeria. Sin dejar de llorar, me echó en cara de que yo fuera la responsable de que, la que era su mujer lo dejase. Yo estaba a punto de derrumbarme, cuando lo único que se me ocurrió fue darle una soberana cachetada, para que se tranquilizara, cosa que hizo de inmediato, pero sin dejar de llorar.
En esos momentos mi nieta se encontraba en casa de sus abuelos maternos, pasando el fin de semana, como parte del trato al que llegamos con su madre. Yo en esos momentos, me devanaba los sesos, pensando que podía hacer para controlar a Eduardo, así que me puse analizar la situación. Rápidamente me di cuenta de que aunque mi asistente no era una jovencita, tenía muy buen cuerpo, y una excelente presencia, por lo que deduje que Eduardo, definitivamente había quedado muy impresionado por ella, aunque si apenas intercambiaron unas pocas palabras, por lo que entendí, que su desespero atendía más a algo desde el punto de vista sexual, que emocional.
De momento, justo cuando yo pasaba, frente al gran espejo de cuerpo entero, que tenemos en la sala, aparte de yo misma fijarme en mi figura, también me di cuenta de la manera en que mi propio hijo me estaba observando. Sus ojos parecían querer salirse de sus orbitas, pero al voltearme a verlo de frente, Eduardo de inmediato cambió la vista, clavándola en el piso de la sala. En ese instante me di cuenta, de que hasta yo le llamaba la atención a mi propio hijo.
Claro que eso alagó mi ego, pero al mismo tiempo me causó algo de temor, ya que aunque mi nieta apenas, y tiene unos pocos años, y me dice mamá. Su padre, al que ella trata como si fuera su hermano mayor, y llama por su nombre, en lugar de decirle papá. En un desespero de esos, que le estaban dando a él, podía hacerle algún daño a la nena.
Fue cuando decidí hacer algo extremo, subí a mi habitación, dejando a mi hijo llorando en el medio de la sala. Me quité toda la ropa, me di una buena ducha, y luego me puse algunas de mis prendas intimas más atrevidas. Después de eso, bajé a la sala, cubierta con una transparente bata de dormir. Eduardo se encontraba frente al televisor, con sus ojos rojos de tanto llorar, pero sin ver ningún programa. Yo preparé un par de tragos, y acercándome seductoramente a él, le dije. Eduardo bébete esto, que te caerá bien. Nada más por su manera de quedárseme viendo con su boca bien abierta, supe que había logrado el primer objetivo de mi plan, que era el llamar su atención.
Eduardo sin apartar la vista de mi cuerpo, comenzó a beber, mientras que yo en un tono bien conciliador, le fui diciendo. Eduardito, hijo mío, tú sabes lo mucho que yo te amo, y que sería incapaz de causarte ningún tipo de dolor, por eso cuando me acusaste injustamente del fracaso de tu matrimonio, me has causado un inmenso dolor a mí. Yo entiendo que tú tienes como hombre, un sin número de necesidades, pero, por ti y mi linda nieta a la que tanto quiero, no puedo darme el lujo, de poner en peligro tu felicidad y la de ella. Halla fuera, hay un sin número de mujeres deseosas de echarte mano, ¿y para qué? Para que las mantengas, y todo lo que nos ha costado tanto trabajo tener, después de que tu padre falleciera, lo perderíamos en un abrir, y cerrar de ojos, acuérdate de la amarga experiencia que tuvimos con la madre de mi nieta. Que cuando se dio cuenta de que no podía sacarte más dinero, me entregó la custodia de la nena, a cambio del dinero que le ofrecimos.
A medida que yo seguía hablándole a mi hijo, Eduardo no dejó de observarme, seductoramente comencé a caminar a su alrededor, permitiendo que se diera cuenta que bajo la transparente bata de dormir, apenas y tenía puestas alguna prenda intima.
No es por nada, pero a mis cincuenta y tantos años, tengo muy buen cuerpo, y me mantengo en muy buena forma, no tan solo llevando una saludable dieta mediterránea, sino que también haciendo ejercicios a diarios, y por qué no cuando, hace falta que me haga una cirugía, no pierdo tiempo pensándolo. No por algo soy una de las diseñadoras de mayor excito en este continente, y visto a las mujeres más ricas, y poderosas. Imagínense que yo fuera una vieja gorda, o una flaca pellejuda, ¿Quién iba a comprar mis propias creaciones? Desde luego que no mis actuales clientas.
Pero regresando a mi hijo, Eduardo no quitaba sus ojos ni de mis senos, ni de mis nalgas. Por lo que al tiempo que yo seguía caminando seductoramente en torno a él, al darme cuenta de que ya se había bebido todo su trago, le serví otro trago, el cual de inmediato mi hijo continuó bebiéndose. Eduardo no dejaba de observarme, y para asegurarme que mi plan iba por buen camino, tomé asiento frente a él en el sofá de la sala.
Apenas me senté, lo hice de manera aparentemente descuidada, dejando mis largas piernas abiertas, permitiendo que sin mucho esfuerzo, Eduardo me pudiera ver prácticamente todo mi depilado coño. Casi de inmediato sus ojos se clavaron entre mis piernas, y se puede que sentí sus grandes ojos marrones escudriñando toda mi vulva, aun por encima de la transparente tela de mis pequeñas y ajustadas pantis.
Conociendo a Eduardo como lo conozco, sabía de sobra que él no se atrevería a dar el primer paso, por lo que ya bien decidida le dije. Eduardo, yo se que tú tienes una necesidades, y yo como tu madre, estoy en la mejor disposición de llegar a cubrirlas, como he cubierto otras necesidades que se te han presentado en la vida. Por lo que hazte a ti mismo el favor, de ya mismo quitarte toda la ropa.
Mi hijo me vio sorprendido, se quedó sin saber que hacer n como responder. Hasta que yo nuevamente, pero en un tono de voz mucho más seductor le continué diciendo. Por favor Eduardito, lindo, y bello, no te hagas de rogar, y ya quítate toda tu ropa. Eduardo sumisamente, y sin protestar, me obedeció de inmediato. Ya una vez completamente desnudo le dije acércate. Y Eduardo lentamente se fue acercando al tiempo que me di cuenta de que su miembro comenzó a ponerse bien erecto.
Ya cuando se encontraba a menos de un paso de mi, como entendí, que no era cosa de abrir mis piernas, y dejar que mi propio hijo me penetrase, así porque sí. Le ordené que se arrodillase frente a mí, cosa que de inmediato Eduardo realizó. Yo me puse de pie, y dejé que mi transparente bata, callera sobre la alfombra de la sala, luego tomándome mi tiempo, le ordené que me fuera bajando, lentamente la pequeña braga de encajes, que tenía puestas yo en ese momento.
Cuando mi braga llegó hasta mis tobillos, y mi hijo me la fue sacando de mis pies, tomé nuevamente asiento en el sofá. Al tiempo que mantenía mis piernas bien separadas, coloqué una de mis manos tras su nuca, y de manera firme pero lenta, fui moviendo la cabeza de mi hijo, hasta que su boca, hizo contacto con mi depilado coño.
Nada más me bastó decirle que se dedicase a mamar mi coño, para que Eduardo, divinamente comenzara hacerlo. Sentí su húmeda lengua contra mi clítoris, como con sus labios me lo fue chupando, hasta que comenzó arrancarme profundos gemidos de placer, sus blancos dientes mordisqueaban sabrosamente todos mis labios vaginales, tanto los superiores como los inferiores.
Con ambas manos colocadas sobre su cabeza, la comencé a restregar una y otra vez contra mi húmedo y caliente coño, al tiempo que sentía la fuerte respiración saliendo de la nariz de mi hijo, como chocaba contra la piel de todo mi coño, en infinidad de ocasiones. Arrancándome, gemidos, risas, y hasta llanto de la alegría que me hizo sentir, al momento en que disfruté de múltiples orgasmos que mi hijo con toda su boca, nariz y hasta con sus manos me hizo sentir.
Yo quedé sumamente satisfecha, pero de inmediato me acordé que no bastaba con que yo lo disfrutase tal y como lo estaba haciendo, sino que la idea principal era que mi hijo también lo disfrutase tanto o más que yo. Por lo que cuando vi que Eduardo, tímidamente frente a mí comenzaba a masturbarse, le ordené detenerse.
Yo me acomodé a lo largo del sofá, separé mis piernas, y haciéndole señas, de que se acercase, con mi dedo índice de mi mano derecha. Mi hijo se me fue acercando, al punto que yo misma agarré su erecta verga, con mi mano, y la fui dirigiendo directamente a mi húmedo, y caliente coño, que deseaba recibir dentro de si, aquel largo, y grueso musculo de mi hijo.
No bien Eduardo comenzó a penetrarme, yo con una energía inaudita, comencé a mover mis caderas, al tiempo que sentí como toda su verga entraba y salía de mi vulva, sus labios buscaron los míos, encontrándolos de inmediato. Su sabrosa lengua jugueteó con la mía dentro de mi boca, al tiempo que sus manos luego de prácticamente arrebatarme el sostén, me apretaban un sinfín de veces contra su cuerpo.
Mi hijo y yo prácticamente nos convertimos en un solo cuerpo sobre el sofá, podía sentir como todos, y cada una de sus fuertes embates, llegaban a lo más profundo de mí ser. Yo no sé si fue por ociosidad mía, o por qué, precisamente. Pero después de un buen rato de estar sintiendo su sabrosa verga dentro de mi coño, le pedí que me lo introdujera por el culo.
Lo que en cosa de un abrir y cerrar de ojos, mi hijo cumpliendo al pie de la letra mis deseos, realizó. Lo mejor de todo es que al tiempo que divinamente Eduardo me comenzó a dar por el culo, fui sintiendo como mi esfínter se fue abriendo, y apretando su sabrosa verga, al tiempo que una de sus manos me agarró con fuerza por mi coño, haciéndome ver las estrellas del placer.
Yo sigo teniendo el control, en mi casa, y después de discutirlo con él, entre ambos decidimos que lo mejor que podíamos hacer, era devolverle mi nieta a su madre. Así los dos tendríamos mucho más tiempo para nosotros. Aunque ocasionalmente, su mamá en agradecimiento, la trae de día a casa, llevándosela antes de que caiga la noche. Por su parte mi hijo, como que ha madurado, y bastante, tanto que ya estoy pensando en nombrarlo gerente general de la firma.



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:31) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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