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SU HERMANO, MI NOVIO

DULCES.PLACERES Relato enviado por : DULCES.PLACERES el 23/11/2020. Lecturas: 1991

etiquetas relato SU HERMANO, MI NOVIO   Lesbianas .
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Resumen
Y sin quererlo, Celeste fue mi confidente, teníamos casi la misma edad, así que si no estaba con Luis estaba con ella, disfrutaba mucho de su compañía, éramos muy compinches.

Ella pasaba casi todo el día sola en la casa, mis suegros trabajaban, mi cuñada mayor también, y mi novio estudiaba a doble turno, por lo que ella era la pequeña consentida de la familia.

Celeste era como decirlo… una joven muy abierta sexualmente, me revolcaba con sus locuras, me hacía poner colorada cada tanto, hablando, imaginando, insinuando, siempre a la delantera…



Relato
SU HERMANO, MI NOVIO





Voy a empezar por aclarar de entrada para evitar cualquier malentendido, porque esta historia podría encajar en muchas partes, entonces prefiero explicar ahora para no crear falsas expectativas.

Podría ser una historia en incesto, pero en verdad acá no habrá incesto, tal vez solo en fantasías, podría ser una historia de lesbianismo, pero no soy lesbiana, de hecho las detesto, entiendo que podría también tener problema por la edad, pero esto sucedió hace ya muchos años, en mi adolescencia…



Mi nombre es Mariel, soy mujer, con los ovarios bien puestos, tengo cuarenta y dos recién cumplidos, hetero, dos hijos, dos divorcios, actualmente vivo sola, prefiero muchos hombres de ocasión a mis pies y no uno solo para vivir de rodillas ante él, me encantan las vergas, con los años y mi madurez me hice muy puta con los tipos que saben tratarme, y considero que aún estoy bastante buena como para que me den hermosas cogidas, no me importa el qué dirán, aprendí a vivir mi sexualidad y disfrutar como perra, pero vamos a lo que quiero contar.



Yo tenía dieciséis años, era una tierna niña inocente y estaba de novia con un chico del barrio, mi primer novio, a quien le había regalado mi virginidad.

En verdad conocía a Luis y su familia desde pequeña, fue de esas clásicas historias de vecinos de mucho tiempo, yo solía jugar con sus hermanas en la plaza, su mamá solía prepararme lindas chocolatadas y su papá siempre me cargaba con su hijo, me decía que iba a su casa porque me gustaba Luis, cosa que me enfurecía y me hacía rabiar, lo odiaba cuando hacía eso, cosas del destino, cuando crecí y lo vi con ojos de mujer, sus bromas se hicieron realidad.



Parada en ese momento mi vida, como dije yo tenía dieciséis, Luis mi novio, casi veinte, Natalia, su hermana mayor casi veinticinco, Vanessa, la segunda, veintitrés, y Celeste, la menor apenas quince.

La casa era amplia, con los cuartos en el piso superior, típico, de dormitorio matrimonial, una habitación improvisada y muy pequeña para Luis, el único varón, y al fondo el cuarto más grande para las tres hermanas.

Vanessa se había casado y había dejado el hogar de sus padres, por lo que Natalia la mayor, había reorganizado la habitación a su gusto, dividiendo la misma con un gran biombo, por el cual se había beneficiado ampliamente arrinconando a la joven Celeste, a fuerza de ser la hermana mayor.

Era evidente que ambas hermanas no se llevaban bien, diez años de diferencia eran muchos y cada vez que estaban juntas eran típicas peleas de perros y gatos.



Y sin quererlo, Celeste fue mi confidente, teníamos casi la misma edad, así que si no estaba con Luis estaba con ella, disfrutaba mucho de su compañía, éramos muy compinches.

Ella pasaba casi todo el día sola en la casa, mis suegros trabajaban, mi cuñada mayor también, y mi novio estudiaba a doble turno, por lo que ella era la pequeña consentida de la familia.

Celeste era como decirlo… una joven muy abierta sexualmente, me revolcaba con sus locuras, me hacía poner colorada cada tanto, hablando, imaginando, insinuando, siempre a la delantera…

Me hacía excitar con sus locuras, y nunca se lo dije pero más de una vez me masturbé a solas por su culpa, saben lo curioso de toda esta historia? que ella era virgen, pero tenía una imaginación que hubiera hecho sonrojar al mismo lucifer…



Su pequeño lado del cuarto era su bunker, yo siempre llegaba temprano a esperar por Luis, ella me recibía y subíamos presurosas las escaleras, solo era hablar, no mucho más, así que para todo el mundo, incluso mi novio, era normal que estuviera a diario con ella.

Una joven de fuerte carácter, para todos los que nos rodeaban éramos un excelente dúo, pero íntimamente estaba claro que Celeste siempre tenía el control, ella hacía y deshacía, ella armaba y desarmaba, yo solo la seguía en sus locuras y me sentí cómoda en ese papel de segundona.

Además recuerdo que era muy bonita, usaba el cabello lacio a media espalda, con unos ojos dulces de mirada tierna que cambiaban de color según el tiempo y la luz, y un cuerpecito tallado a mano, sus tetitas, más grandes que la media, llamaban la atención en los chicos del lugar, y una colita saltona que todos volteaban al verla pasar.



Poco a poco Celeste se fue metiendo como cuña en el medio de mi relación con Luis, y yo dejé que lo hiciera… de hablar de los chicos que nos gustaban pasamos a hablar casi con exclusividad de Luis, de ella y de mi…

Ella solo preguntaba y preguntaba, y se excitaba con eso, tenía como un fetiche muy marcado, hasta que un día cruzamos la línea…



Esa tarde había llegado más temprano que de costumbre, tuve que esperar en la puerta porque mi cuñada estaba tomando una ducha, me atendió apenas vestida, con un culotte celeste y una pequeño top blanco de algodón por el que se dibujaban sus pechos y se marcaban sus pezones, estaba descalza y refregándose el cabello aún húmedo con una toalla, como mujer puedo decir que se me hizo muy sexi esa imagen, subimos casi corriendo los escalones de la escalera, sus nalgas estaban semidesnudas, su ropa interior de algodón no era muy grande, no pude evitar reparar en ese detalle.

Ella se tiró sobre la cama como si fuera una piscina, y luego se acomodó en el rincón, en el ángulo que formaban las paredes con el colchón, y yo en la punta de la cama, al otro extremo.



Luego de unos rodeos Celeste fue directo al grano y empezó a preguntar



Mariel, quiero que me cuentes todos los detalles de lo que hace con mi hermano, todo…
Que queres que te cuente?
Mmm… no se… a ver… te gusta su verga?
Por qué preguntas? – dije yo tratando de no contestar
Vamos cuñada… se te nota en los ojos… tienes un brillo especial…
Si… tiene rica verga… - tratando de no entrar en detalles…
Sabes… yo a veces lo he espiado cuando se baña… y vi que tiene algo rico entre las piernas…
Lo espías a tu hermano?
Por qué no? imagino como te coge con eso y…


Yo notaba que a medida que charlábamos Celeste se iba perdiendo en su imaginación, pero como de costumbre era imposible cambiarla de postura



Y te gusta chupársela? Se la chupas mucho? A que sabe?
Si es rico… me encanta chupársela, soy mujer… y es bien rico, me excita…
Y te acaba en la boca? Y tragas su leche? a que sabe su leche?
Ya basta Celeste… me haces poner nerviosa…


Celeste me ametrallaba a preguntas, yo respondía una y ella ya tenía dos nuevas en mente, y parecía disfrutar mucho de lo poco que yo contaba, es que no quería contar, Luis se hubiera enojado mucho de haberse enterado.

Y mi cuñada empezó a perder el control, a retorcerse, a apretar sus piernas, pude notar como se habían marcado sus pezones por la excitación, enormes, bajo el blanco algodón



Basta Celeste! Ya no quiero seguir este juego…
Por qué? tienes miedo? No seas mala… sabes que yo nunca estuve con un chico y quiero fantasear…


Yo quería cortar con este juego, pero también sentía una rica excitación…



Y que se siente cuando te coge? es rico? imagino que la verga de mi hermano te hace gritar… a veces imagino que él me coge, incluso tuve sueños con él, sé que está mal, pero no puedo evitarlo… debes ser tan rico…


Ella estaba realmente caliente y parecía perder noción de tiempo y espacio, incluso parecía olvidar de donde estaba y con quien estaba, se relajó y abrió sus piernas ante mis ojos, su sexo estaba totalmente mojado, su ropa interior se había inundado y más hablaba más parecía mojarse incluso llegando a límites impensados, sentí una electricidad correr por mi ser sin saber porque me pasaba lo que me pasaba, ella mordía sus labios y noté que se moría por tocarse, sus tetas parecían explotar bajo el top, respiraba agitada. Celeste no se incomodaba ni se avergonzaba de que yo viera la entrepierna de su culotte todo mojado, por el contrario, parecía disfrutarlo y me invitaba a mirarla, y siguió preguntando



Contame cuñada… te chupa la concha? Supongo que debe ser exquisito… que tan bueno es mi hermano comiéndote el sexo?
Es muy bueno… es exquisito que te chupen la concha, me encanta cuando me la chupa y me vengo en su boca, me deja bien caliente para luego cogerme toda y hacerme gritar como puta…


No pude aguantar, solo dije lo que dije para arrinconarla y pervertirla, para que escuchara lo que quería escuchar, un ‘mmmm’ escapó de sus labios, y su ropa interior volvió a recibir una oleada de jugos, no podía dejar de observar su sexo, entre sus piernas, en esa zona parecía que hubiera metido su ropa interior en un balde con agua, me atraía toda esta loca situación, Celeste estaba al borde del abismo…

Abrió los ojos, como retomando la cordura, me miró fijamente, llevó las manos a su culote y en rápido movimiento se lo sacó, quedando desnuda de la cintura para abajo, se acercó a mí, me tomó dulcemente de la nuca y sugerentemente me llevó hacia ella



Dale Mariel… enseñame que se siente…


Era claro lo que quería…



Estás loca? realmente estás loca?


Pero ella solo se acomodó sobre un gran almohadón y abrió más sus piernas, no dijo palabras, solamente me tomó nuevamente y he hizo fuerzas hacia su sexo, me resistí levemente, pero sentía latir mis pezones en la intriga, y me acerqué lentamente, un tanto forzada, un tanto con curiosidad.

Dios, recuerdo que estaba entre sus piernas, ella se había depilado prolijamente para mí, su vagina se mostraba suave y lampiña y por cierto, embardunada en sus jugos, su aroma había calado profundo en mi olfato, lo que me hizo solo aumentar mis deseos de lujuria, solo cerré mis ojos, solo acerqué mis labios con temor, un beso sobre su tibio pubis, y otro, y otro, lento…

Acaricié sus piernas, sentí sus jadeos, sus contracciones, pasé mi lengua por sus labios, probé sus jugos, no me desagradó, por el contrario, estaba caliente, un sabor raro, lo mío era probar semen, pero esto no estaba nada mal, su miel llenó mi boca.



No sabía bien como chupar una concha, pero soy mujer, lo que si sabía era donde chupar, fui por su clítoris, estaba hinchado, lo apreté entre mis labios y pasé la lengua en derredor, era todo muy loco, sentía electricidad por todos mis poros, necesitaba tocarme, llevé la mano bajo mi corta falda, la pasé bajo mi tanga y empecé a frotarme a mí misma, metiendo rítmicamente los dedos mayor y anular en mi hueco, estaba chorreando…

Celeste perdía el control, la sentía contorsionarse y gemir, abrí los ojos unos segundos, la luz del sol pegaba de lleno en su aniñado rostro, se había levantado la corta remera y acariciaba sus hermosos y envidiables pechos, macizos como pelotas, apretaba sus pezones en círculos y le daba pequeños estirones, su rostro se desencajaba de placer, la sentí venir, los movimientos espasmódicos fueron tan fuertes que su cadera casi sale de control, me costó mantener mi boca pegada a su concha, incluso perdí la concentración en mi propia sexualidad…



Ella quedó exhausta, respiraba entrecortado, y yo me avergoncé de la situación, en qué diablos pensaba? Dicen que todos tenemos un costado homosexual y yo había sacado el mío…



Celeste quiso besarme en la boca, pero esto había sido demasiado para mí, al menos por esa tarde, miré la hora, Luis no tardaría en llegar, así que mejor dar todo por terminado…



Los días pasaron, las cosas cambiaron, para Celeste había sido el principio de algo, y asumo que me había gustado, pero ella tomo ese juego como una obsesión, me acorraló, cada día era esperarme, llevarme a su cuarto y obligarme a que le chupara la concha, y lo que había sido una loca excepción pasó a ser una aburrida rutina.

Poco a poco la relación se fue deteriorando, incluso con Luis, no podía verlo a los ojos sin ver lo que hacía a escondidas con su hermana y sentir el remordimiento en mi corazón, tuve miedo que Celeste abriera la boca y se armara un caos familiar, ella era obsesiva y noté que poco a poco empezó a competir con su hermano, se cortó el cabello a los hombros, y adoptó modales masculinos, tal vez en su hogar nadie podía notarlo, pero yo si…



Y no valieron las miles de maneras en que le dejé claro que lo mío eran los penes, ella no me escuchaba, jamás me escuchaba.

Corté por lo sano, amaba a Luis, y por ese amor lo dejé ir, preferí un adiós sin muchas explicaciones, una relación de pareja que nunca funcionaría, solo una despedida con pocas palabras…

Y con ello mi relación con esa familia, lamenté que Celeste se confundiera y asumiera que dejaba a su hermano por ella, ese fue su gran problema…

Pasaron los años, me mude de barrio, pero mis padres quedaron en él, supe que Luis se casó años más tarde con una doctora y se fue a vivir a Australia, a Celeste suelen verla cada tanto, mis padres dicen que engordó un montón, que está muy ‘varoncito’ y que todos saben que los suyo son las mujeres…





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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:42) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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