Tan solo hice lo, que dijo el cura… ( CON fotos)

Yo la verdad es que me sentí directamente aludida, por las palabras del Padre. Así que al salir de misa me pregunté a mi misma que podría hacer yo por una de esas pobres almas. Por costumbre, siempre antes de bajar los escalones de la Catedral, me encuentro con el viejo, que aparte de tener muchos años encima, es ciego, y cojo de la pierna derecha, pero eso no impide que toque el violín hábilmente, razón por la cual es uno de mis preferidos al momento de dar una limosna.
En un arranque de caridad, en lugar de darle la misma limosna de siempre, me acerque a su rostro, y en voz baja, le pregunté ¿si deseaba almorzar algo caliente en mi casa? Su respuesta fue un rotundo si, por lo que lo ayudé a ponerse de pie, y ayudándolo de esa manera lo llevé hasta mi auto. Bueno en el trayecto supe que se llamaba Darío, y que había perdido la pierna y la vista en un accidente de auto hace ya mucho tiempo, razón por la cual perdió su trabajo como maestro de música, y como uno de los violinistas de la Orquesta Sinfónica.

Ya en casa, le serví el almuerzo, y tras estar hablando con él, comencé a hacerle una que otra pregunta indiscreta. Por eso supe que su mujer lo abandonó y divorció posteriormente a que el salió o mejor dicho lo sacaron del hospital, al no poder pagar la cuenta medica. También me enteré de cómo gran parte de sus antiguos compañeros de orquesta le dieron la espalda, en fin toda una tragedia su vida. De momento quizás más llena de curiosidad que por otra cosa, le pregunté ¿desde cuando no se acostaba con una mujer? Su respuesta fue algo que me rompió el corazón, al escucharlo decir de manera quejumbrosa, al tiempo que entornaba sus ciegos ojos al cielo. Un seco hufff, desde que tuve el accidente, y eso último lo dijo casi llorando.

No sé si fue su respuesta, o el sentimiento con que las dijo, pero algo muy dentro de mí se conmovió. Y a medida que seguí sacándole conversación, de momento en mi cerebro surgió una loca idea. Lo cierto es que a pesar de ser un mendigo, y de que su ropa estaba llena de remiendos, también me di cuenta de que estaba limpio, y no apestaba como algunos otros menesterosos, como él. Así que a medida que él y yo seguíamos conversando, en mi mente, no dejaba de preguntarme a mi misma ¿cómo sería acostarme con ese tipo?, ¿qué tal lo haría, y si es que todavía se le podía parar? Y así mientras él comenzó a tocar suavemente su violín, en agradecimiento al almuerzo que yo le había invitado, yo procurando no hacer, el más mínimo ruido, comencé por ir quitándome toda mi ropa, hasta quedar completamente desnuda. Así que cuando terminé de desnudarme por completo, y aprovechando una pausa que se tomó, le agarré la mano y la verdad es que no sé cómo me atreví a preguntarle. ¿Darío le gustaría acostarse conmigo?

El viejo se sonrió maliciosamente, y me dijo señorita no sea mala, no juegue con migo de esa manera. A lo que yo le respondí moviendo su mano y colocándola sobre mis tetas, para luego deslizarla suavemente hasta mi recién depilado coño. El rostro del viejo, fue cambiando, a medida que su mano fue bajando de mis tetas hasta mi coño. De momento algo asustado me preguntó. ¿Pero es en serio? ¿De verdad quiere acostarse conmigo? Yo de manera bien resuelta, y sabiendo que ya no me podía echar para atrás, le respondí de la manera más sensual que pude, que si, al tiempo que retirando su mano y la mía de mi coño, me dediqué a bajar con cuidado, la cremallera de su pantalón.

Una vez que su miembro estuvo ante mis ojos, vi con cierto asombro de mi parte, como aquel pedazo de carne, comenzó a crecer, y eso que apenas se lo toqué. De inmediato lleno de alegría volvió a tocar su viejo violín, arrancándole hábilmente alegres sonidos musicales. Tras pasarle una pequeña toalla humedecida, sin perder tiempo me lo he llevado a la boca, y al mismo compas que tocaba yo le mamaba su parada verga.

Darío, a medida que yo seguía mama que mama, tocaba con su violín, poco a poco, le fui quitando los pantalones, y aunque les digo que en el momento de hacerlo, y aun sabiendo que era cojo de la pierna derecha, no dejé de impactarme al no vérsela cuando le quité el pantalón finalmente. Después de eso, el dejar de mamar, y ponerme de pie, mientras separaba mis piernas fue una misma cosa. Su parada verga estaba bien erecta, y a medida que yo me la fui introduciendo dentro de mi coño, fui sintiendo el agradecimiento de aquel viejo pordiosero, que dejó de tocar su instrumento, para poder agarrarse mejor de mí.

El sentir como su caliente miembro, se fue deslizando una, y otra vez dentro de mi lubricado coño, me hizo sentir la mujer más feliz del mundo. En cierto momento, a medida que cabalgaba como una loca sobre el viejo, sintiendo su sabrosa verga que me llegaba hasta lo más profundo de mi vagina. De momento, hasta pensé en contarle en confesión al padre, lo que él con sus palabras sobre la caridad, me había inspirado hacer. Por largo rato nos mantuvimos teniendo sexo, en algunos momentos, hasta ayudado por una de sus muletas para no perder el equilibrio.

Yo disfruté de un orgasmo salvaje, cuando sentí que Darío me apretó con fuerza contra su cuerpo, supe que él también había llegado al clímax. Bueno después de esa tarde, ocasionalmente recojo a Darío, y tras llevarlo a almorzar a casa o a cualquier buen restaurante, luego aprovecho, para seguir practicando la caridad con él….