Cuando escuché a mi esposo, decirle esas palabras a nuestro vecino, aparte de que casi me muero de la vergüenza, no me quedó la menor duda de que Mario, mi marido estaba bien borracho. Lo peor de todo es que Humberto nuestro vecino, sonriendo, le dijo que sí, al tiempo que le entregó las llaves del auto.
Relato
Todo comenzó cuando Humberto llegó a su casa, manejando lo que para mí es simple, y llanamente un viejo auto deportivo. Pero que por lo visto para Mario mi esposo, así como para Humberto el dueño del auto, es todo un clásico, lo que quizás mal traducido sonaría como un auto musculoso, o como le dicen en ingles muscle car. Se trata de un Ford Mustang Shelby GT500KR Cobra Jet 428 7.0-liter V8 engine de 1968. De color Champan. Todos esos datos los saqué, de una revista que recibe mi esposo.
Como en casa estábamos celebrando nuestro decimo tercer aniversario de boda, por medio de una fiesta, Mario desde bien temprano, con la excusa de que no tenía que manejar de regreso a casa, comenzó a beber. Ya cerca de las once de la noche, llegó nuestro vecino Humberto, mi esposo, y yo lo invitamos a la fiesta. Y al poco rato, que mi esposo me sale con eso, para colmo diciéndolo frente a todos los invitados. Ustedes se podrán imaginar la vergüenza que sus palabras me hicieron sentir.
Al resto de los presentes, las palabras de Mario, le causaron gracia, y no faltó quien no se riera de lo que él acababa de decir. Mientras que yo, me sentí sumamente indignada, y menos preciada por mi propio esposo, y justo el día de nuestro aniversario.
Fue cuando Humberto, de manera cortes se me acercó, y me dijo, no tomes en serio las palabras del vecino, refiriéndose a mi marido, además con lo borracho que se encuentra, difícilmente mañana se acordará de la estupidez que termina de hacer.
Así que tranquila vecina, no se preocupe por mí, que lo del cambio de seguro es tan solo de boca, ya verá como mañana, el pobre quizás ni se acuerde de lo que dijo.
Realmente las palabras de Humberto en parte me reconfortaron, pero al mismo tiempo, me sentí más molesta con mi esposo, tanto que lo único que se me ocurrió en ese instante para vengarme de lo que Mario, había acabado de hacerme, fue decirle al vecino.
Humberto dime la verdad, y sin que más nadie lo sepa, a ti no te gustaría llevarme a tu cama esta noche. Mi vecino que se estaba tomando un trago de ron, al escucharme se lo terminó de bajar de un solo viaje, para luego decirme. Bueno la verdad sea dicha, Lucy, eso a mí me encantaría hacerlo. Pero el detalle es que seguramente a tú esposo mañana, la idea ya no le parezca tan buena. Yo sonriéndome de manera seductora, le respondí. Bueno, la verdad es que él no tiene porque enterarse, de lo que ocurra entre nosotros dos.
Ya al poco rato los invitados comenzaron a marcharse, y uno a uno se fue despidiendo de mí, y de nuestro vecino, de Mario no se pudieron despedir por lo menos como es debido de Mario, ya que él se quedó dormido en medio de la sala. Ya una vez que nos quedamos Humberto, y yo a solas, con Mario durmiendo su borrachera, entre mi vecino, y yo lo llevamos a nuestro dormitorio. Lo acostamos en la cama, y bajamos a la sala.
Fue cuando Humberto acercándose me preguntó si era en serio lo que yo le había dicho, antes de que se marchase la gente de la fiesta. A lo que yo bien resuelta, y con algunas copas de más en mi cabeza, le respondí que sí.
Sonriendo Humberto de inmediato, me escoltó hasta su casa, su esposa se encontraba de viaje, ya que es asistente de vuelos internacionales, de una línea aérea, y regresaría durante la próxima semana. Ya dentro de su casa, Humberto y yo comenzamos a besarnos, como hacía mucho tiempo ningún otro hombre me besaba incluyendo, al aguado de mi esposo.
A medida que seguimos besándonos, y él acariciando todo mi cuerpo, me fue quitando la ropa sin prisa, con calma, como quien está dispuesto a pasar un largo rato con su pareja. Yo de momento me encontré completamente desnuda frente a mi vecino, que se encontraba completamente vestido. Y tras darme un trago a pico de botella, se me ocurrió hacer algo para que él jamás me olvidase, esa noche a él.
Por lo que me puse a gatear cual si fuera una gata en celo a su alrededor, ronroneando, y rosando con mi desnudo cuerpo sus piernas. Hasta que poniéndome de rodillas frente a él, con mis manos extraje su miembro del pantalón. Por un corto rato, juguetee con su miembro entre mis dedos, y cuando su verga comenzó a pararse, y ponerse bien dura, me la llevé a la boca.
Por un largo rato me dediqué a darle una tremenda mamada, pero sin llegar hacer que se viniera, ya que deseaba sentir su poderosa verga dentro de mi coño. Así que cuando Humberto lo quiso, en su propia cama me recostó, separó mis piernas, y deliciosamente comencé a sentir como su tremenda verga comenzó a deslizarse dentro de mi húmedo, y bien lubricado coño. Yo casi de inmediato comencé a mover mis caderas, como si me fuera la vida en ello, mientras que él no dejaba de enterrar una y otra vez su poderosa verga dentro de mi cuerpo.
Esa noche mi vecino Humberto, y yo hicimos de todo, aparte de que me hizo disfrutar de múltiples orgasmos como hacía tiempo que no disfrutaba. En varias ocasiones le volví a mamar su sabrosa, y bien dispuesta verga. Y para finalizar hasta lo dejé que me diera por el culo las veces que quiso.
Cuando mi esposo al día siguiente se despertó con un tremendo dolor de cabeza, al ver al condenado auto, parado frente a nuestra casa, salió corriendo como un desesperado. Casi llorando, pasó a mi lado, que estaba en la cocina preparando el desayuno. Al verme se detuvo en seco, se quedó callado, pero de inmediato, llorando comenzó a pedirme disculpas por lo que él había hecho. Yo le dije, no te preocupes que Humberto el vecino, sabía de sobra que tú estabas borracho, y es más hasta se disculpó en tú nombre, diciéndome que todo era culpa del mucho ron que tú habías bebido.
Pero yo le pedí de favor que dejase el auto estacionado para que tú lo vieras, a ver si agarras vergüenza, y la próxima vez no te emborraches, ni te portes como un imbécil a decir estupideces. Mario estaba tan avergonzado, y se sentía tan mal por lo que dijo la noche anterior, que el resto de la semana no paraba de pedirme perdón, a cada rato.
Bueno, yo perdoné a Mario, si desde luego que sí. Pero la sorpresa me la dio después Humberto, al decirme que le encantaría acostarse con migo junto con su esposa, cuando esta regresara de viaje. Cosa que apenas se nos presentó la ocasión lo hicimos, desde luego sin que mi esposo se enterase…
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 515279 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 301071 veces
Si te ha gustado Te cambio a mi mujer por tu auto… ( CON fotos) vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Te cambio a mi mujer por tu auto… ( CON fotos).
narrador
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:31) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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