Te voy a dar, lo que no le he dado a nadie… ( CON fotos)

Lo cierto es que Amatista, o la tremenda Ama como le decimos en la oficina, No hay cosa que no haya hecho en una cama, con la mayoría de nosotros. Incluso hasta dejar, que le den por el culo. Yo me acuerdo la primera vez que salí con ella, parecía que no rompía un plato, pero cuando la conocí más profundamente, me di cuenta que sin esforzarse mucho Amatista, rompe la vajilla completa.

Esa primera vez fue algo único, para mí. Ya que yo recién, y había comenzado en la firma. Y desde tomé posesión de mi escritorio, casi de inmediato, Amatista prácticamente se me metió por los ojos. Cuando no era que me traía café, o los periódicos, era que yo sin esforzarme mucho, a cada rato, le veía sus sabrosas nalgas, o su coño, apenas cubierto por lo que llaman un hilo dental. Ya que la condenada, se las ingeniaba de todas las maneras conocidas, y otras no tanto, para que yo la viera. Cuando no era que estaba recogiendo, alguna tontería que seguramente ella misma había dejado caer intencionalmente, separando sus largas y bien torneadas piernas, al tiempo que me daba la espalda, se inclinaba hacia adelante, pero sin flexionar sus rodillas, con el fin de recoger lo que supuestamente se le había caído. Por lo que sumado, a que por lo general, A por no decir que siempre, Amatista andaba con esas pequeñas minifaldas, mostrando sus paradas, y bien formadas nalgas, en todo momento, por toda la oficina.

Bueno como dicen, tanto va el cántaro al rio hasta que se rompe. Yo la invité a cenar, y ella aceptó gustosa, luego la invité a bailar, y ella aceptó gustosa, ya cerca de las doce de la noche, la invité a mi apartamento, y Amatista aceptó gustosa. Pero cuando ya nos estábamos besando en el sofá, y comencé a acariciar su cuerpo, y sin prisa fui introduciendo una de mis manos, dentro de su coño.

La cosa es que al sacar la mano, estaba toda llena de su sangre, la muy puta le comenzó a bajar el periodo, y al parecer ni cuenta se había dado. Claro que, fue algo que a los dos nos tumbó la inspiración. Desde luego que Amatista se terminó de quitar las manchadas pantis, me pidió el baño prestado, y ya para ese momento, yo había perdido las esperanzas de acostarme con ella.

Cuando la vi salir completamente desnuda de mi baño, mojada de pies a cabeza, pidiendo que le prestase una toalla, para secarse. Yo desde luego que le presté la toalla. Pero cuando ella en un tono melosamente seductor, me dijo. Bueno cuando no hay pan, buenas son las galletas. Yo la verdad es que como que no la entendí al principio, hasta que dándome la espalda, y mostrándome sus paradas nalgas, me preguntó entre rizas. Y separando sus nalgas, con ambas manos, dejando, que su apretado esfínter, quedase completamente al descubierto. Te gustaría comerme mi galletita.
A lo que yo sin responderle, me le fui acercando, hasta que la abracé, y le dije, que nos fuéramos a mi cama. Ella contoneando sus firmes caderas, caminó frente a mí, como mostrándome su valiosa mercancía. En cosa de segundos, yo ya estaba tan desnudo como ella. Amatista se recostó boca abajo sobre mi cama, y levantando su culo, me lo ofreció en bandeja de plata.
Yo nada más de verla ya tenía toda mi verga duramente parada, y al momento en que comencé a penetrarla, ella sin dejar de gemir, comenzó a mover sus caderas, de lado a lado. Cuando sentí que ya todo mi miembro se encontraba sabrosamente clavado dentro de su apretado culo, comencé a disfrutar de lo lindo, ya que la Amatista, sin dejar de menear su cintura, comenzó a producirme un rico placer como hacía tiempo que no sentía.

Por un buen y largo rato, a medida que yo enterraba y sacaba casi toda mi verga de su sabroso culo. Ella no cesaba de gemir, y de repetir una y otra vez, que le diera más duro, que deseaba que le partiera el culo en dos.

Yo desde luego procuré en desempeñarme lo mejor que pude, hasta que después de un largo rato, de meter y sacar mi verga de su cuerpo, comencé a venirme por completo dentro de su culo. Luego hicimos otras cosas, como el ponerla a mamar mi verga, y dejar que le chupase sus paradas tetas. Hasta que ya no pudiendo contenerme más, le llené por dentro todo su culo con mi leche.

Amatista y yo estuvimos saliendo en repetidas ocasiones, hasta que un día, ella me dijo así de repente, que se iba a casar. Bueno ya meses después en la boda, algunos de los que nos acostamos con ella, apenas se marcharon para el hotel a pasar su luna de miel. Comenzamos a charlar que también conocíamos a la tremenda Ama.