Unos amigos deseaban concoer a mi mujer por la webcam y no les dejé con las ganas.
Relato
Todo estaba planeado.
Una pareja de amigos del MSN me estuvieron insistiendo en que querían conocer a mi mujer a través de la webcam, pero yo sabía que a ella nunca le habían atraído los chat, así que decidimos que vieran como era sin que ella se diese cuenta.
A esta pareja, a los que llamaremos Lucía y Pedro, les conocí a través de otro de mis relatos, fuimos charlando, nos contamos muchas confidencias, y a la vuelta de unos meses pensamos llevar a la práctica el plan que habíamos organizado entre los tres.
Mi mujer es morena, buen cuerpo, con un rostro precioso y aunque le apasiona el sexo, siempre ha sido muy tradicional, eso sí, al igual que a mí, los relatos eróticos la excitaban muchísimo.
Las 11 de la noche del pasado viernes 19 de febrero, el día H y la hora D, como dirían en una película bélica. Me senté frente a mi ordenador portátil, me conecté al MSN, e inmediatamente, la ventanita de mis amigos apareció ante mis ojos:
- Hola Jose
- Hola, ¿estáis los dos?
- Sí, impacientes. ¿Quieres vernos?
- Me encantaría –les contesté algo nervioso por la situación.
La webcam de ellos se conectó, y ambos estaban sonrientes y con poca ropa, se les notaba excitados ante lo que podría suceder en un rato. Pedro se encontraba de cintura para arriba sin nada puesto, me dijo que sólo llevaba un pantalón corto de deporte para estar más cómodo. Lucía, por su parte, una chiquita rubia y con el pelito corto, con cara de no haber roto nunca un plato, estaba con una camiseta playera. Ambos tenían nuestra misma edad, en torno a los 40 años.
- ¿Está tu chica cerca tuyo? – me preguntó Pedro, mientras le veía agarrar de la cintura a su mujer.
- No, ahora mismo se está cambiando de ropa en el dormitorio, pero ahora vendrá. Ya sabéis que ella no sabrá que estáis ahí, así que calladitos, sin escribir nada en el msn para que no se me active vuestra ventana.
- Por supuesto, si ya sabes que sólo queremos conocerla, nos has hablado tanto de ella, que tenemos curiosidad.
- Ya viene, os minimizo.
Apareció preciosa con un camisón negro que le llega por encima de las rodillas, finos tirantes y sin nada más de ropa, como a ella le gustaba estar por casa.
- Qué estás haciendo? – me preguntó mientras se dirigía a uno de los sillones a sentarse.
- Pues nada, mirando por internet unas páginas de relatos eróticos, si veo alguno interesante, si quieres, te aviso y lo leemos juntos.
- Vale, estupendo – me contestó con una mirada pícara.
Ni que decir tiene, que el relato ya había sido elegido a conciencia días atrás, uno de intercambios entre varias parejas con mucho movimiento entre todos ellos.
- Mira ven, estoy empezando uno que promete ser muy excitante.
Ella se levantó y se vino a mi lado. Yo permanecía sentado mientras mi mujer, de pié, empezaba a leerlo.
La verdad es que yo no seguía el relato, sólo de imaginarme que mis amigos estarían en esos momentos viendo a Yolanda, que así se llama, me calentaba más que cualquier relato que pudiera leer.
De repente, interesada por la historia, veo que apoya sus dos manos en la mesa y se inclina hacia delante para acercarse más a la pantalla. Vaya vista que tendrían al otro lado de la cámara, un estupendo escote que dejaba ver gran parte de sus tetas.
- ¿Te gusta? – la pregunté mientras metía mi mano derecha bajo el camisón, acariciándola el culito.
- Siiiiii, está muy bien. Me están entrando unos calores…
- Ya lo noto ya – le dije mientras mi mano se metía entre sus piernas desde atrás hacía su sexo, que se sentía muy húmedo.
- Sigue tocándome así, me gusta. – Me susurró.
- Ven, siéntate delante de la pantalla, encima de mí. - La comenté mientras con mis manos la agarraba de su cintura y la colocaba como yo quería. Una pierna a cada lado de las mías que permanecían juntas, y el camisón algo subido para que no se sentara sobre él.
Lo que me habría gustado, en esos momentos, era ver qué estaban haciendo mis amigos.
Yolanda comenzó a moverse inquieta sobre mí y a restregar su sexo sobre mi polla, que ya la tenía que estar sintiendo muy dura.
Mis manos se dirigieron hacia sus tetas, se las comencé a acariciar por encima de la poca ropa que llevaba, hasta que ella misma, se bajó los finos y negros tirantes de su camisón y ambas quedaron libres para que pudiera masajearlas a la vista de Pedro y Lucía.
Alejé algo la silla de la mesa y ahora comencé a masturbarla. Sus piernas abiertas y mis dedos recorriendo con pasión la rajita de su sexo. Yolanda ya no miraba el texto, se había echado encima mio hacia atrás, y con sus ojos cerrados disfrutaba del masaje.
No pude aguantar mucho más. La levanté y le pedí que se sentara ella ahora. Me quité el pantalón que llevaba y allí mismo, delante de la cámara, le puse mi polla frente a su cara.
No tardó ni tres segundos en cogerla y metérsela en la boca. Era tanta la excitación que tenía en esos momentos por toda la situación, que creí que no podría aguantar mucho más tiempo sin correrme, así que la pedí que dejara caer su camisón, y se colocara de pie frente al ordenador, con las piernas abiertas.
La tomé desde atrás y sin dificultad alguna, mi polla se introdujo en su interior. Una y otra vez. Sus tetas colgaban y casi golpeaban la pantalla, en cuya parte superior tiene acoplada la webcam.
Sus gemidos más intensos me indicaron que ella ya había alcanzado el orgasmo y yo estaba para explotar en ese momento.
- Quiero correrme sobre tu culo – Le dije con mi voz entrecortada por la excitación.
- Hazlo como gustes.
La coloqué de espaldas a la pantalla. Se tenía que ver precioso su bien dibujado y redondeado culo. La pedí que se inclinara algo hacia delante. Y así, con esas espectaculares vistas, y nunca mejor dicho, me masturbé hasta lanzar unos blancos chorros de semen sobre su piel.
Caí sentado en la misma silla en la que comenzó toda la historia. Yolanda me besó y se marchó al servicio. Escuché el ruido de la ducha. En esos momentos, aproveché para volver a poner la ventana del chat de mis amigos.
- ¿Qué tal? ¿os gustó mi mujer?
Ninguna respuesta.
- ¿Estáis ahí?
Me aparece una invitación para visualizar su webcam.
Y de repente, veo que ambos nos estaba imitando. En la misma postura en que yo había follado con mi mujer, Pedro estaba penetrando a Lucía. Su rostro era de un placer indescriptible. Me excité tanto de verla que sin poderme aguantar me fui hacia la ducha. Mi mujer iba a pensar que me habían puesto unas pilas alcalinas de máxima potencia, pero qué más da, momentos así no se viven todos los días.
Me gustaría conocer a otros amantes de relatos eróticos y vuestras opiniones, que podréis enviar a mi email xuxurrox@hotmail.com. También MSN.