Ser gay era muy complicado......... pensaba que vivía en un país que hacía de los homosexuales algo anormal y asocial, inaceptado por la sociedad toda. Ser travesti era peor aun y rechazado incluso por los gays.... Yo lo único que quería era poder vestirme de chica y salir a la calle. Vivía cerca de una calle llamada San Camilo que tenía una cuadra llena de burdeles de... travestis. A veces pasaba por allí y los veía sentados o paseando frente a sus casas. Se notaba que eran muy pobres y en el día no tenían mayor encanto. Pensaba que me hubiera gustado poder vivir allí y ser uno de ellos, vestirme de chica y ser una prostituta más, tener sexo con hombres que supieran que tenías pene y te hicieran feliz igual........ Seguí viviendo de hombre por muchos años y un día partí a Europa, llegué al puerto de Hamburgo y apenas pude partí a conocer el barrio de Saint Pauli. Allí veía las prostitutas en las vitrinas y supe que muchas de ellas eran travestis. Todas se veían hermosas y atrayentes. A pesar del frío se vestían muy sexys y llevaban ropa muy atractiva. Así me hubiera gustado vestirme siempre. Quería verme como una puta y que los hombres se excitaran apenas me vieran. Recorrí los negocios y comencé a comprar la ropa que me gustaba, medias, ligas, minis muy cortas que permitieran ver mis colaless, sostenes y petos transparentes, zapatos de taco alto, algún bolerito que me cubriera los hombros, algunas pelucas, bodys, en fin, cosas que me hicieran atractiva y deseable. Descubrí un local donde iban las chicas travestis a buscar hombres y una noche me depilé completamente, me vestí muy sexy, me maquillé y partí al sitio. Era la primera vez que salía a la calle. Pensaba que aquí nadie me conocía y eso me tranquilizaba. En el bar me senté en la barra y pedí una cuba libre. Al rato el barman me pone una segunda copa, cuando le pregunto porqué, él me dice que el señor que me indica me la había obsequiado. Al rato él se acerca a mí y me saluda, le agradezco la copa y le digo que soy travesti... él me dice que lo había notado, que una chica jamás se vestiría como yo lo hacía. Que mi vestuario era demasiado caliente y que desde que yo había entrado, él tuvo una erección y que en lo único que pensaba era en tener sexo conmigo y hacerme sentir una mujer, más bien una puta........... Después de un par de tragos más, me propuso que fuéramos a su departamento. Acepté de inmediato y nos fuimos. Al subir a su auto, mi excitación era enorme, él era un chico de unos 30 años, muy bien parecido, estaba feliz por lo que vendría...... Al llegar al departamento vi que este no era muy grande y que una gran cama con sabanas negras ocupaba la mayor habitación. Abrió una botella de champagna y tomamos la botella mientras nos besábamos y acariciábamos. Mi pene estaba muy erecto y a punto de estallar y liberarse del colaless que luchaba por mantenerlo cubierto. En un momento, él lo rozó y al verlo tan erguido lo sacó de su prisión. Luego me bajó el colaless y empezó a acariciar mi culo. Me puso en cuatro y me lamió mi ano, al rato estaba tan excitada que lo único que quería era sentirlo adentro mío. Me di la vuelta y se lo empecé a chupar entero. Me entraba hasta mi garganta pero me tenía loca. Él me volvió a mi posición de perrito y lentamente me empezó a penetrar. Yo enloquecía de placer. y me masturbaba mientras él se movía sin parar. De pronto gritó y sentí que algo caliente inundaba mi interior. Yo ya había terminado y le chupé su pene hasta que saqué todas las gotas de semen que aun salían. Él se ofreció a llevarme de vuelta al bar, se lo agradecí pero quería pasear en la calle. Salí y caminé, sentía que el viento helado se colaba por mi cuerpo, era otoño y hacía frío, sin embargo era excitante .... de pronto sentí que un auto paraba a mi costado, era un chico de unos 20 años, abrió la ventana y me preguntó si estaba trabajando. Le dije que no, que solo iba a buscar mi auto, me preguntó si me llevaba, le dije que sí y subí al auto. De pronto puso su mano entre mis piernas y sintió mi pene que había vuelto a excitarse, detuvo el auto al costado, tomó mi mano, la puso entre sus piernas y comenzó a abrirse la bragueta. Cuando apareció su pene me maravilló, nunca había visto algo así... debía medir unos 27 o 30 centímetros. Pensé que lo único que quería era que me penetrara, me preguntó si lo acompañaba a un hotel. Le dije que sí y partimos. Terminó varias veces y salimos de vuelta a mi auto como a las 6 de la mañana. Mi culo estaba definitivamente preparado para cualquier penetración futura y yo había tenido mi primera experiencia callejera.
Yadira y yo que me llamo Luis, llevamos varios años de casados, pero no nos consideramos una pareja común y corriente, ya que desde que éramos novios nos dimos cuenta que tanto ella como yo somos personas de mente abierta, ella no se considera dueña de mi cuerpo, ni yo tampoco me considero dueño del suyo, por lo que si nos place en algún momento llegar a tener relaciones con otra persona, las disfrutamos abiertamente, sin que por ello el amor que nos sentimos mutuamente se vea lesionado o disminuido. En ocasiones tanto ella como yo también le damos rienda suelta a nuestras fantasías, con la completa colaboración tanto mía como de parte de ella.
Relato erótico enviado por narrador el 13 de March de 2011 a las 21:45:11 - Relato porno leído 120861 veces