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Un hogar de cuidado…

Relato enviado por : narrador el 16/07/2008. Lecturas: 6191

etiquetas relato Un hogar de cuidado… .
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Resumen
Bueno, para no hacer muy larga mi confesión les diré que soy una mujer de cincuenta y pico de años, viuda, madre de dos hijos, los que no veo de manera frecuente. Cuando mi ex tuvo a bien morirse, me dejó en la calle prácticamente, nada más una vieja casona, con infinidad de deudas. Fue gracias a una de mis nueras, la que me dio la idea de montar un hogar para pacientes mentales. Lo que después de completar los requisitos de ley, finalmente pude montar. Ignorando que eventualmente también conseguiría quien me montase a mí.



Relato
Bien, desde mis inicios, nada más acepté a personas muy mayores, que no me dieran mucho problema, ya fueran hombres o mujeres, la mayoría de ellos ya bastante seniles. Pero ocasionalmente tenía que meter en cintura a más de uno o una, ya que en ocasiones pienso que se les revolcaban las hormonas, ya que de momento tenían comportamientos sexuales. Pero mayormente eran las viejitas las que me daban esos sustos, al quitarse por completo la ropa y meterse en la cama de alguno de los otros viejecitos. Si por mi fuera las dejaba que hicieran lo que querían, pero como me habían advertido, que si por quien sabe que alguna de esas vieja quedaba embarazada, la que se jodería sería yo. Aunque la probabilidades de que eso sucediera, eran muy remotas, el solo hecho de pensar que podía perder mi negocio, me bastaba para actuar prontamente y vigilarlas con más cuidado. Hasta que descubrí en la internet unos juguetes, que se los entregó a ellas de cuando en cuando.

Salvo esas pequeñas situaciones, mi negocio, mejor dicho mi hogar, funcionaba de maravillas. Hasta que me llevaron a un chico de unos veinte años, con una seria condición de retardo mental, desde un principio me negué a recibirlo, excusándome que toda mi clientela era de personas mayores. Pero el que hizo la ley, hizo la trampa. Lo digo porque la administración de hogares para pacientes mentales, me presionó indicándome, que mi licencia era para todo tipo de pacientes, sin discrimen por edad sexo o condición. Debido a eso se me pagaba bastante bien, por cada uno de mis huéspedes.

Debido a eso, me vi en la imperiosa necesidad de aceptar Gualberto, alto moreno de porte delgado, con una cara de retardado, que a leguas cualquiera se daba cuenta de su condición. Según la persona a cargo del caso me dijo, Gualberto no tenía familia conocida, había estado siempre desde niño en instituciones de la administración, y su conducta era la de un niño de unos cuatro años. En otras palabras, sí Gualberto se adaptaba a mi hogar, lo tendría hasta el final de los tiempos, eso si no cerraba el hogar yo primero.

La verdad es que Gualberto, no me da problema alguno, hasta para que se bañe es bien tranquilo, yo le digo Gualber a bañarse y el entraba al baño, se quitaba solo su ropa y al terminar me llama diciéndome, Máma ya me bañe. Sabe hacer solo todas sus necesidades, hasta las más intimas sin que nadie lo vigilase, y come dentro de su condición de manera aceptable. Pero un día al entrar a su habitación como de costumbre, para despertarlo, me sorprendí al ver que por una parte, estaba durmiendo sin su pijama, y por otra parte tampoco estaba usando sabana alguna. Pero lo que más me llamó la atención, fue el ver su oscuro y erecto miembro. En otras ocasiones lo había visto desnudo, pero no así. Lo que quiero decir es que nunca se lo había visto en tales circunstancias.


Yo creo que desde ese instante, comencé a tener una serie de fantasías sexuales, en las qué en todas yo soñaba despierta teniendo una sabrosa relación con Gualberto. Al principio eso no me causó problema alguno, ya que yo misma terminaba autosatisfaciéndome, ocasionalmente mientras me bañaba a solas. Quizás por el tiempo que había estado sin marido alguno, reconocí que posiblemente me hacía falta un compañero, aunque fuera ocasional. Por lo que comencé a salir, con algunas amigas.


Pero todo lo que me encontraba, eran tipos con unos problemas tan serios, que nada más de escucharlos me recordaban a mi difunto esposo. No les diré que con uno que otro llegué acostarme, pero eso y nada casi fue lo mismo. Hasta llegué a pensar, a manera de broma, que yo tenía todos los números de la lotería de salir con todos los eyaculadores precoces de la ciudad. No hacían nada más que metérmelo, cuando ya se estaban viniendo. En fin me sentí sumamente frustrada por eso, al punto que hasta contraté un acompañante Gustavo, con el que salí a cenar, y luego a bailar, lo cierto es que el tipo se portó de maravilla, todo un caballero, un excelente conversador y por si fuera poco, al llegar a la habitación del hotel, me levantó del piso sin dificultad alguna, comenzamos a besarnos y con una habilidad tremenda me ha despojado del vestido que yo estaba usando, casi sin que yo misma me diera cuenta.


Gustavo continuó besándome una vez que me colocó sobre la cama, y lentamente fue bajando su rostro, al tiempo que hacía las delicias mías besando todo mi cuerpo, por un buen rato se detuvo sobre mis grandes senos, me los lamió, chupó, y hasta los mordisqueó de manera infinitamente sabrosa. Me sentía como nunca entre sus fuertes brazos, sin importarme en lo más mínimo que fuera algo más joven que yo. Cuando ya me encontraba deseosa de que finalmente me penetrase, sus calientes labios continuaron bajando por mi vientre, y aunque me moría de la vergüenza, cuando sus dedos comenzaron a bajar mis pantis y el medio fondo que estaba usando. Creo que me sentí morir, pero de la alegría cuando colocó su boca directamente sobre mí peludo coño y de manera tan sabrosa se dedicó a mamar y chupar por completo toda mi vulva.

Hacía tanto y tanto tiempo que no me hacían eso, que hasta había olvidado lo sabroso que se sentía. Gustavo no dejó de mamar mi coño hasta que me hizo alcanzar un tremendo orgasmo, al tiempo que yo colocando mis manos sobre su cabeza, la restregaba una y otra vez contra mí cuerpo. Yo estaba tan y tan satisfecha, que de él haberse retirado en ese momento me hubiera sentido dichosa por todo lo que me había hecho disfrutar esa noche. Pero no fue así, al entreabrir mis ojos, lo vi como se despojaba de su pantalón y ropa interior, luego separó mis piernas y con calma comenzó a introducir su miembro dentro de mi caliente y mojada vagina.

Creo que vi el cielo a medida que Gustavo continuaba penetrándome de esa manera, hasta lloré de la alegría de sentirme así tan viva. Gustavo se movía sabrosamente metiendo todo su instrumento dentro de mí, mientras que yo movía mi coño para atrás y para adelante como una verdadera loca. Al final en la cama me hizo sentir la mujer más feliz del mundo, pero al llegarme la cuenta de mi tarjeta de crédito, casi me da un ataque al corazón, aunque como dicen, para un buen gusto un buen susto.

Entendí que si deseaba darme otra vez un gusto como el que me di con Gustavo, debía abrir un nuevo piso, para que con las ganancias poder pagar mi nuevo gusto. Lo del piso no era problema, realmente hasta esos momentos, no aprovechaba el cien por ciento de toda la casona, nada más tenía que comprar más camas y hacer los arreglos necesarios para ello. Al primero que ubiqué en el piso de arriba, fue a Gualberto.

Pero una noche yo comencé a sentir, esos fuertes calentones que me acostumbran a dar, en condiciones normales, me daba un trago de vodka seco y metía bajo la ducha con alguno de los juguetes de los mismos que le compré a las viejitas, para que se quedasen tranquilas. Pero no sé que me pasaba esa noche, ya que sabía de sobra que aunque me había dado varios tragos de vodka, solamente eso no me calmaría. Por aquello de distraerme un poco, y pensar en otras cosas, decidí dar una vuelta por todo el hogar antes de acostarme, todo los viejecitos, dormían plácidamente, hasta las viejitas que en ocasiones se portaban medio traviesas, dormían plácidamente, al parecer las pastillas que les recetaban para dormir, les hacen tremendo efecto. Ya que no fastidian para nada. Yo misma mientras me depilaba mi coño, para pasar el rato, estuve a punto de tomar una de esas pastillas, pero me acordé de que no había revisado a Gualberto, por lo que subí a su habitación.

No sé cómo se me olvidó, darle su pastillita a Gualberto, antes de mandarlo a dormir un poco más temprano, ya que al entrar lo vi bien despierto y asomado por la ventana, completamente desnudo. Él al verme se comportó como un niño pequeño, tapándose su cosa con ambas manos, mientras que en su manera torpe de hablar me decía que ya se iba a poner el pijama para acostarse. Yo actuando de manera tranquila, lo tomé de la mano derecha, y procuré tranquilizarlo. Lo cierto es que se encontraba asustado, era como si lo hubiera agarrado haciendo algo que él sabía que no debía hacer. Cosa de la que en medio de todo, me aproveché un poco.


Con calma le dije que se tranquilizara, que luego se pusiera el pijama, que en esos momentos yo deseaba hablar con él. Al parecer mis palabras lo tranquilizaron y relajaron un poco, pero no del todo ya que aun mantenía oculto su miembro con su mano izquierda. Mientras que yo mantenía su mano derecha agarrada con suavidad entre mis dedos. Al momento de sentarnos sobre su cama, me volvió a repetir que tenía que ponerse su pijama, a lo que yo esbozando una sonrisa le pregunté por qué. Gualberto me respondió, todavía muy avergonzado, que estaba desnudo. Como si yo no me hubiera dado cuenta de ello, de inmediato le dije que eso no era nada malo, siempre y cuando lo hiciera únicamente en su habitación, y cuando se fuera acostar, o a bañar.

Gualberto al ver mi sonrisa se quedó más tranquilo, tanto que comenzó a quitar su mano de sobre su miembro, aun mustio y recogido. Yo continué sonriendo y más que afirmando que preguntando, le dije. Tú estarías más tranquilo si yo también me quitase mi bata de dormir. Antes de que Gualberto me diera respuesta alguna, como entendiendo que si se sentiría mucho mejor, me puse de pie y de inmediato, dejé que mí bata rodase hasta el piso de su habitación. Al verme completamente desnuda, los ojos de Gualberto se han abierto, como nunca antes yo los había visto. Pero de inmediato volví a tomar asiento a su lado, como si nada del otro mundo hubiera pasado. Ya Gualberto se sonreía de manera algo picara al verme.
Pero todavía sentía que él estaba algo nervioso, por lo que lo volví a tomar de la mano, y llevándomela a mis senos, sin darle tiempo a pensar, le volví a preguntar de manera afirmativa. Te gusta tocar mi piel. A lo que el chico, tartamudeando, finalmente me respondió que si. Yo abrí ligeramente mis piernas, mientras me acomodaba sobre su cama, dejando ante su vista todo mi rosado coño recién depilado y bien lavado.


Ya mi calentura era tal que poco me faltó para saltarle encima a Gualberto, pero pensé que de hacer eso, el pobre retardado se asustaría, y no era eso lo que yo deseaba en esos momentos. Así que continué hablándole de manera suave y seductora, aunque me parecía que él eso último como que no lo entendía mucho realmente. Hasta que se me ocurrió el decirle, que si le gustaría jugar al beso. Gualberto de inmediato me respondió que no sabía cómo se jugaba eso y le respondí que bien fácil, primero tu me besas aquí y al decir eso le mostré mi coño completamente abierto. Pero su reacción fue la propia de un niño pequeño, arrugando su cara y diciéndome que eso era sucio, pero yo ya había pensado en lo que le iba a decir. Bueno si tu quieres comienzo yo, pero primero vamos al baño, y en un dos por tres le lavé su instrumento, que en mis dedos ya había comenzado a tomar tamaño.

De regreso a su cama, le dije para que veas que eso no es sucio yo te lo voy a besar a ti primero, a lo que él no hizo comentario alguno. Así que con calma para no asustarlo, comencé por lamer su colorado glande y gran parte de su largo y grueso tallo. Que a medida que se lo lamí más grande y grueso se le ponía. Pero antes de que se fuera a entusiasmar demasiado, me detuve. Tras dejar de lamérselo, le dije con una sonrisa. Ahora te toca a ti. No creo que yo haya terminado de decírselo cuando Gualberto enterró su cara en mi coño. Fue algo sumamente delicioso el sentir su aliento, su lengua y hasta su saliva dentro de mi caliente vulva.


Toda la piel se me erizó en cosa de segundos, pero de la misma manera que yo había hecho, Gualberto se detuvo después de que me dio, unas cuantas sabrosas lamidas. Yo me quedé casi como si me faltase el aire, y de inmediato tomé su erecto miembro entre mis dedos y rápidamente lo dirigí a mi boca, y ya no se lo lamía, sino que se lo comencé a mamar lo mejor que pude. Pero con el temor de que se llegase a venir rápidamente, me volví a detener, y apenas dejé mi coño ante sus ojos Gualberto me lo volvió a mamar divinamente, pero cuando estaba a punto de separarse de mi coño, yo dirigí mi boca a su verga y sin perder tiempo se la seguí mamando, al tiempo que él continuaba mamando mi coño, divinamente. Ambos estábamos haciendo un lujurioso sesenta y nueve.


Pero en medio de mi locura, quise sentir su sabrosa verga dentro de mí, por lo que casi peleando para lograrlo, abriendo mis piernas dirigí su verga directamente a mi coño. A medida que mí coño se lo iba tragando el rostro de Gualberto cambió de expresión. Esa cara de niño tonto y retardado, se fue transformando en la de un hombre deseoso de seguir disfrutando de mi sexo. Con fuerza inusitada Gualberto me tomó por las caderas y empujaba su sabrosa verga dentro de mí. Por unos instantes temí que se viniera rápidamente, pero no fue así, como que a medida que más duro me lo enterraba, con mayor fuerza arremetía contra mí vulva.

Gualberto y yo esa noche cambiamos de posición en par de ocasiones, siendo cada una de ellas, mucho más excitante y caliente que la otra, yo disfruté de multiplex orgasmos, hasta que finalmente sentí como su caliente y abundante leche inundaba todo el interior de mi vulva. Cuando desperté, a mi lado se encontraba nuevamente el Gualberto que yo conocía, con su cara de retardado, durmiendo plácidamente a mi lado. Desde entonces, casi no hay noche en que Gualberto y yo nos dediquemos a jugar. De paso ya no estoy aceptando ancianos en mi hogar, desde entonces ya hemos recibido a un par de chicos con condiciones similares a la de Gualberto. Y yo desconocía, lo sabroso que se siente el jugar con tres chicos a la vez, es algo increíble.


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:26) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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