Hola mi nombre es Eduardo, tengo ya casi cuarenta a años, soy divorciado, y de un tiempo a esta fecha, me di cuenta de que me encanta vestirme, actuar y ser tratada como toda una mujer, aunque todo sea de manera bien discreta.
Relato
Todo comenzó después de que me divorcié al darme cuenta de que mi mujer me era infiel, tuve una gran confusión yo pensaba que era el mejor marido del mundo el hombre ideal para Gloria mi ex.
Bueno, yo no lo sabía pero Gloria aprovechando toda la confianza que yo le había dado durante nuestros diez años de matrimonio, comenzó desde el principio a serme infiel y engañarme hasta con uno de mis mejores amigos, de lo cual yo no sospechaba nada en lo absoluto. Luis se la pasaba en casa, siempre compartiendo conmigo, y en ocasiones ella me comentaba que Luis no le agradaba para nada, pero aun y así cuando él llegaba a casa, lo atendía de manera bien, sin ningún tipo de reproches o de malacrianzas.
Había días en que yo al regresar de mi trabajo ya Luis se encontraba en nuestra casa. Hasta que un día mientras él y yo nos dábamos unos tragos en un bar cercano, me dijo en tono bien serio. Eduardo no sé cómo decírtelo, sin que te llegue a doler o hacerte sentir mal, pero eres mi mejor amigo, y me duele mucho lo que tu mujer te hace. Al escucharlo decirme esas palabras, pensé lo peor y lo triste del caso es que acerté en gran parte. Luis continuó diciéndome secamente, tu mujer te engaña. Yo me quedé pasmado, sin querer creer lo que mi buen amigo me decía, y al mismo tiempo un raro y morboso sentimiento de placer se apoderó de mí.
Luis continuó y me dijo, desde hace más o menos un par de semanas, esta de novia y me consta que se está acostando con un oficial de la policía. Finalmente tuve el valor de preguntarle como él lo sabía, y me dijo que un día en que llegó más temprano que de costumbre a buscarme a casa, vio al policía saliendo de casa, y cuando le preguntó por curiosidad a Gloria, ella le respondió que unos chicos habían estado alborotando y ella llamó al cuartel. Al poco tiempo se los encontró a los dos caminando agarrados de mano, en el centro comercial, aunque ellos no se dieron cuenta de su presencia, y finalmente en otro momento, en que Luis me fue a buscar, la puerta de mi casa estaba abierta, y con la confianza que nos tenemos Luis decidió entrar.
No bien se encontraba en la sala, cuando escuchó que de mi habitación salían unos profundos gemidos, imaginándome erróneamente que éramos mi mujer y yo, ya estaba por irse cuando escuchó entre los fuertes gemidos y risas que salían de la habitación, la inconfundible voz del tipo ese diciéndole a Gloria que preparase el culo. Lo que a Luis le sorprendió escuchar, de manera bien discreta, se acercó a la puerta de nuestra alcoba, y asomándome sin que le llegasen a ver, vio a mi mujer montada en tu cama de espaldas a la puerta, completamente desnuda y en cuatro patas, recibiendo la verga del tipo ese por el culo, después de eso según Luis, se retiró sin hacer el menor ruido, pero desde ese instante me dijo que se había sentido muy mal por mí, además también se sintió mal por no haber tenido el valor de decírmelo desde el mismo día que los descubrió.
Sus palabras causaron en mí una muy rara sensación, entre odio y excitación, curiosidad y rabia, dolor y un raro placer, además no quería creer lo que mi buen amigo desinteresadamente me decía. En el fondo deseaba ver eso en persona, y a la vez no. Bueno, después de que Luis me dijo todo eso, me dediqué a tratar de corroborar sus palabras, y aunque de manera bien diplomática toqué el tema de la infidelidad hablando con mi mujer, ella pareció no darse por enterada. A los pocos días, después de que supuestamente había salido a trabajar, me aposté en el parque que se encuentra casi frente a mi casa, y oculto tras unos pequeños arbustos, después de esperar un largo rato, cuando ya estaba a punto de marcharme, vi llegar una patrulla, su conductor un policía que conocía de vista se bajó del auto y entró a mi casa como si fuera la de él. Esperé a medida que la curiosidad me comía por dentro, y después de un buen rato decidí entrar a casa.
No bien había traspasado la puerta cuando comencé a escuchar los fuertes gemidos de placer que daba mi mujer, las vulgaridades que decía pidiéndole a su amante que le diera más duro. Sigilosamente llegué a la puerta y me asomé. Fue cuando vi a Gloria acostada boca arriba en nuestra cama, sin nada de ropa, con sus piernas bien abiertas recibiendo la verga de su amante. Por un buen rato me quedé observándolos, hasta que ella se dio cuenta de mi presencia, y en lugar de avergonzarse. Actuó de manera descarada, sacando la verga de su amante del coño de ella, para luego arrodillándose frente a ese tipo y dedicarse descaradamente y sin vergüenza alguna a mamar la verga de él. Yo estaba entre extasiado y aturdido, pon podía dar crédito a lo que mis ojos veían tan claramente. Después de eso, me retiré de la puerta y me dirigí a la sala donde me quedé sentado, sin saber cómo actuar, mientras ellos dos continuaban teniendo sexo de manera salvaje en mi propia cama.
Al rato él salió ya nuevamente uniformado, me vio con una ligera sonrisa burlona en su rostro, y se marchó. No me hizo falta que le preguntase a Gloria que era lo que había pasado, ya que ella cuando salió de la habitación completamente desnuda, de manera voluntaria, me lo contó todo. Realmente el policía ese, no era su primer amante como yo tontamente había querido pensar, resultó ser el sexto, y entre sus varios amantes, el anterior al policía había sido mi amigo Luis a quien Gloria lo mandó de paseo. Quien en un sin número de muchísimas ocasiones se había acostado con ella. Gloria a medida que me fue contando todo con lujo de detalles, sin el más mínimo pudor de su parte, además el verla con sus piernas bien abiertas frente a mi tocándose el coño descaradamente y escucharla decirme todo eso me excitó sobre manera, tanto que sin pensarlo me le acerqué a Gloria, y en la misma sala acostados sobre el sofá donde ella se encontraba, tuvimos la más excitante y caliente relación sexual que yo hubiera tenido en años con ella, al tiempo que Gloria continuaba contándome todas sus aventuras. Al terminar, me sentí sumamente avergonzado, le dije que yo me olvidaría de todo lo sucedido, pero que no volviera hacerlo, y ella riéndose simplemente me respondió que no quería dejar a su amante, después de prácticamente discutir yo solo, ya que ella se limitó a verme con una irónica sonrisa en su rostro. Entonces le dije que estaba bien que yo aceptaba eso, pero con la condición de que fuera un poco más discreta y además me contase todo lo sucedido entre ella y su amante, cuando se encontrasen. Finalmente mi esposa riéndose de mí, esa misma tarde sin que yo se lo pidiera o pudiera hacer algo para impedírselo, se fue de la casa abandonándome.
El proceso de divorcio fue bien rápido, por mutuo consentimiento, vendimos la casa, y con lo que me quedó después de todo eso, me compré una más pequeña en un campo a las afueras de la ciudad. Ya estando en mi nueva casa, la primera noche qué me encontré solo entre esas cuatro paredes, decidí ponerme a organizar las cosas de la mudanza, cuando el primer paquete que agarré resultó ser ropa de mi ex, en principio pensé en botarla y después pensé en llevársela, con la tonta idea de que nos reconciliáramos, pero recordé dolorosamente que en el mismo tribunal, me dijo estando acompañada de su amante, que no la volviera a ver, o él se encargaría de arrestarme por molestarla.
Estando sentado en el cuarto donde revisaba todo eso, de momento sentí la gran necesidad de volver a ver a Gloria, pero ante el temor de ser arrestado por ese policía, lo único que se me ocurrió, fue desnudarme y ponerme alguno de sus vestidos. Mientras me miraba en el espejo, con un insinuante vestido puesto, que tanto me gustaba a mí que ella usara, me imaginaba que era a ella a quien veía. Lentamente se me ocurrió levantar la parte de la falda, y mirando mis propios muslos y nalgas como si fueran los de ella, de inmediato como un loco comencé a masturbarme. Prácticamente después de esa noche diariamente, apenas llegaba del trabajo, buscaba alguna de sus prendas de vestir y me las ponía, incluyendo hasta su ropa intima que encontré en otro paquete. Tratando de parecerme en lo más posible a Gloria.
Así poco a poco le fui tomando el gusto a ponerme ropa de mujer, mientras estaba en casa, la que después de un corto tiempo también comencé a comprar, así como la mayoría de los accesorios, como carteras, zapatos, maquillaje y uno que otro par de zarcillos, pulseras y collares, además de una frondosa peluca del mismo color y forma que el cabello de Gloria. También para esos momentos aprendí a depilar todo mi cuerpo, con la idea de recrear la ilusión de que era a ella la que yo miraba en el espejo. Pero me comencé a sentir mal, no por vestirme de mujer precisamente, sino más bien, no poder disfrutarlo más aun, hasta que un día mientras estaba comprando un hermoso conjunto de ropa intima, pasé frente a un sex shop, y más bien por curiosidad que por otra cosa, entré a ver. Ya dentro me encontré con algo que consideré una solución a la situación en que me encontraba. Se trataba de una serie, de los llamados consoladores, algunos de batería, otros hechos de manera y forma bien realista, la cosa es que salí de ese lugar cargando una gran cantidad de esos juguetes, incluyendo hasta varios tipos de cremas lubricantes.
Durante un par de meses en la soledad de mi casa, disfruté de todos y cada uno de esos aparatos. Hasta que comencé nuevamente a sentirme mal, por no poder llevar a cabo todo eso que yo hacía, pero de manera más real. Comencé a fantasear de cómo sería, el dejar que un hombre me hiciera el amor. Pero la verdad es que siempre he sido una persona muy miedosa, de muchas cosas, por no decir cobarde, como de lo que puedan pensar las demás personas sobre mí. Hasta me llegué a imaginar que estando con un hombre y este me entraba a golpes, al darse cuenta de mi verdadero yo, en fin mi mente era mi peor enemigo. Así pasé un buen tiempo, pero también fui tomando más y más confianza al vestirme de mujer, al punto que en ocasiones me dedicaba a limpiar el jardín de enfrente, así como mi patio trasero completamente vestido como si fuera Gloria, y la poca gente que pasaba ni cuenta se daba de eso.
Hasta el día que pasó un jardinero ofreciendo sus servicios, lo cierto es que no pensaba contratarlo, pero fue tanta su insistencia, que finalmente terminé aceptando su oferta. Cuando el comenzó a trabajar en el patio trasero, yo discretamente lo observaba desde la ventana de la cocina, y fue cuando vi que después de dar un corto vistazo a su alrededor, mientras cortaba la grama, se detuvo y sacó su miembro para ponerse a orinar de tras de una palma que tengo en ese lugar. Lo cierto es que me impresioné al verlo, y de momento hasta me imaginé, que me tenía en cuatro, clavándome esa estaca entre las nalgas.
Fui a mi habitación y sin pensarlo mucho, me cambie de ropa poniéndome un vestido mucho más seductor que la maltrecha bata casera que estaba usando, al bajar ya estaba discretamente maquillada además vestía un conjunto de falda y blusa, un poco reveladores, además de tacos bien altos, y un poquito de una suave fragancia, así contoneando lo más que pude mis caderas, me dirigí a él para preguntarle que si deseaba algo de tomar, y de inmediato antes de que me respondiera, le dije que tenía cerveza, o que si lo prefería le podía preparar un trago para que se refrescase. Luis que es como se llama el jardinero, es un hombre de unos cincuenta años, alto, robusto, bastante quemado por el sol, pero bien simpático. Tras dirigirme una mirada que sentí como si me desnudase, me respondió que le caería bien un trago pero con la condición, de que si no me molestaba lo acompañase, ya que no le agradaba beber solo. De la misma manera que llegué me retiré a la cocina, moviendo mis caderas de la manera más seductora, sintiendo su mirada clavada en ellas, preparé un par de fuertes tragos, de esos que llaman mentirita, mejor conocidos como Cuba libre. Mi intención realmente no era seducirlo, solamente deseaba sentirme admirada como mujer, aunque llegué a pensar en acostarme con él, lo cierto es que descarté esa loca idea, por miedo a pasar una vergüenza o salir golpeado.
Luis me dio las gracias y mientras los dos nos tomábamos el trago, lo invité a sentarse en las sillas del jardín y comenzamos a chalar, de cosas sin importancia, hasta que él me hizo saber que era viudo, y prácticamente me dijo que llevaba mucho tiempo sin acostarse con una mujer. El escuchar sus palabras me hizo sentir algo de miedo y vergüenza, y a la vez un deseo intenso de que me hiciera suya, prácticamente de que me violase.
Durante la conversación en más de una ocasión, Luis me comentó lo mucho que yo le recordaba a su difunta mujer, mi manera de caminar, mi forma de hablar y hasta en el vestir según él yo era el vivo retrato de su difunta esposa. Yo a medida que seguíamos charlando, haciéndome la tonta, supuestamente me levante de la silla para ponerme a ver detalladamente unas flores que tengo en esa parte del patio, y sin cuidarme mucho, dándole la espalda a él, me doble para recoger una de esas flores, dejando que viera mis nalgas apenas cubiertas por la pequeña falda del vestido que estaba usando en esos momentos. Sentí nuevamente su vista clavada en mi culo, pero yo seguí actuando como si no me hubiera dado cuenta de lo que estaba haciendo.
Cuando de momento sentí sus gruesas manos agarrándome por las caderas, y casi sentí que me desmayaba de la emoción. Yo me quedé paralizada, y más paralizada me quedé cuando sus gruesos dedos, me medio bajaron las pantis, dejando el hueco de mi culito a su entera disposición, casi de inmediato sentí su grueso miembro que presionaba contra mis esfínter, el dolor de la penetración no se hizo esperar, hasta el maquillaje se me corrió de las muchas lagrimas que derramé en ese momento. A medida que comenzó a sacar y meter su miembro dentro de mi cuerpo, comencé a sentirme como Gloria engañándome con alguno de sus tantos amantes, y disfrutar poco a poco, de estar entre sus fuertes brazos, de cómo me apretaba contra su cuerpo, y su boca buscaba la mía para besarla. Yo comencé a mover mi culo, de lado a lado, hasta que Luis de momento me dijo mamacita, no te molesta si te la agarró, en ese instante, no me cagué porque tenía toda su verga dentro de mi culo, aparte de su verga me entró un pánico tremendo, se iba a dar cuenta de que no era en realidad la mujer que él creía que yo era.
Sentí como sus dedos lentamente se fueron deslizando sobre la piel de mis muslos, hasta que ya en cosa de milésimas de segundo, me tocaría entre las piernas y se daría cuenta de mi engaño. Pero era a la vez tanto el placer que estaba sintiendo que la verdad no me preocupé por la paliza que me esperaba. Cuando sus dedos finalmente tocaron mi miembro, hubo un silencio sepulcral, yo estaba resignado a que fuera lo que Dios quisiera. Pero de momento, su mano me agarró mi miembro y al tiempo que continuaba clavándome su enorme verga, comenzó a masturbarme. Yo quedé loca y sin idea, a Luis por lo visto no le importaba ese pequeño detalle. Con mayor fuerza me apretaba, contra su cuerpo en medio del patio, dándome una sensación de seguridad nunca antes sentida por mí.
Por un buen rato mantuvimos esa posición, hasta que sacando su miembro de dentro de mi cuerpo, y colocando una de sus manos sobre uno de mis hombros me hizo arrodillar y frente a mi boca quedó su enorme cosa, la que yo misma me preguntaba cómo era posible que me la hubiera podido meter, todo ese pedazo de carne por el culo. Sin pérdida de tiempo me dediqué primero a pasar mi lengua por sobre su oscuro glande, para luego darme a la sabrosa tarea de comenzar a introducirlo dentro de mi boca y ponerme a mamar. Cosa que hice hasta que Luis se corrió dentro de mi boca por completo, en gran parte haciéndome tragar casi todo su semen.
Después de esa tarde, Luis ha seguido teniendo relaciones conmigo, pero yo por mi parte también he comenzado a salir con él. Como si fuéramos una pareja adulta, yo procuro no llamar mucho la atención, por lo que me visto discretamente, quien nos ve de seguro juraría que llevamos muchos años de casados. En ocasiones me ha llevado a bailar a uno que otro centro nocturno, pero lo que más me ha gustado, fue el día que me llevó a un pequeño bar localizado en la carretera. Completamente lleno de hombres, los que a pesar de mi discreta manera de vestir, no me quitaban la vista de encima.
Cuando le comenté a Luis, nerviosamente sobre eso me dijo, es que eres la única mujer presente amor, pero no te preocupes que te tengo una sorpresa. Yo me quedé llena de curiosidad, hasta que me llevó a un pequeño cuarto en la trastienda del negocio. Ahí nos esperaba un jovencito de unos 21 o 22 años, completamente desnudo, pero con una verga casi tan grande como la de Luis, al verme y después de que Luis le hizo una seña, se me acercó y como si me conociera de toda la vida comenzó a tocar todo mi cuerpo, levantando mi falda y bajándome las pantis. Para después de ponerse un condón colocarse tras de mí, y ensartarme con su erecto miembro, mientras que Luis gustosamente nos observaba.
A medida que ese chico me fue clavando todo su instrumento, yo comencé a disfrutarlo intensamente, hasta que Luis sacando su verga del pantalón me puso a mamar. Cuando yo más excitada me encontraba, entró otro joven como de 21, y apenas el primero terminó de venirse, sin esperar siquiera a que me acomodase, también se puso un condón y me clavó toda su verga dentro de mi culo, en esos momentos yo estaba que me moría de tanto placer. No bien el segundo había terminado, mientras que yo aun le mamaba su verga a Luis cuando entró un tercero. Que de igual manera que los otros dos también me clavaron su verga entre mis nalgas, pero quizás por la prisa no se puso el gorrito de latex. Esa noche cuando regresamos finalmente a casa, con algunas copas de más, tenía todo el culo bien abierto. Mis pantis quedaron manchadas, con el semen del último chico que de mis nalgas se escurría. Luis por lo visto no es nada celoso, después me comentó que ese había sido un regalo que él me había hecho. Eso me ha llevado a atreverme a salir sola, y comenzar a tomar hormonas femeninas de estrógeno para que mis senos se vayan desarrollando un poquito más.
Yadira y yo que me llamo Luis, llevamos varios años de casados, pero no nos consideramos una pareja común y corriente, ya que desde que éramos novios nos dimos cuenta que tanto ella como yo somos personas de mente abierta, ella no se considera dueña de mi cuerpo, ni yo tampoco me considero dueño del suyo, por lo que si nos place en algún momento llegar a tener relaciones con otra persona, las disfrutamos abiertamente, sin que por ello el amor que nos sentimos mutuamente se vea lesionado o disminuido. En ocasiones tanto ella como yo también le damos rienda suelta a nuestras fantasías, con la completa colaboración tanto mía como de parte de ella.
Relato erótico enviado por narrador el 13 de March de 2011 a las 21:45:11 - Relato porno leído 121178 veces