UN MASAJE ESPECIAL

Estaba pagando caro aquel pequeño accidente, sentía que mi cabeza me estallaba, era una delicia con aflicción, era una verdadera tortura a la que jamás pense estaría sometido.
Sobre la misma camilla plegable de masajes de Paty, pagaba por aquel accidente del que no tuve más culpa que los pensamientos pecaminosos que hicieron saltar mi pene por un momento.
De pecho contra la camilla, las rodillas dobladas sobre mis nalgas, las piernas abiertas, los tobillos amarrados a mi cuello. ¿Como acepté la propuesta de Elisa?
Cuando me pregunto si me gustaría hacer realidad mi fantasía y le dije que sí, nunca le pregunté de donde sacó la idea que esa era mi fantasía, aunque de cualquier forma sentía mucho placer, pero también temor, me sentía indefenso, desolado.
No sabía que mi esposa pudiera ser tan experta o mejor dicho tan puta.
A tres puyas no hay toro valiente, y que valiente podía ser yo con tres mujeres, a quienes no había visto más que la piernas, y estuvieran jugueteando conmigo de esa forma, sabía que una de ellas era Elisa, intuía que la otra era Paty, pero la tercera no tenía ni idea.
Erguía mi cabeza hacia atras cuando sentía la lengua entre los dedos de los pies, el escalofrío me corria por todos los huesos hasta la base del craneo. Una boca grande se tragaba los dedos de mis pies y los chupaba con ahínco, los tenía completamente llenos de saliva. Mientras en mi espalda se derretían los cubitos de hielo que habían dejado en toda la línea de mi columna vertebral, creo que tomaban vodka, porque cuando el agua de deshielo me llegó al ojete sentí un poco de ardor, como si me hubiesen vertido alcohol puro.
A veces cierro los ojos y vuelvo a sentir todas aquellas sensaciones que bloqueban mis pensamientos, me chupaban un pie, me levantaban los cubitos del hielo y me pasaban la lengua por toda la espalda y el cuello, me mordían las nalgas con mucha fuerza aquel dolor a veces era tan fuerte que no podía sentir otra cosa, cerraba los ojos y pensaba me van a comer vivo, me van a arrancar un pedazo de carne.
El pañuelo amarrado a mi boca por tanta saliva y lagrimas se había reducido a una cuerda más angosta, por lo que podía respirar mejor. Jadeante deseaba desesperadamente pedir que parasen.
Solo podia oir sus carcajadas y sus comentarios burlones, éste es tu marido, al que le gusta el sexo desmedido, bueno ahora le va a gustar mas, ahora sabrá lo que es bueno, etc.
Una mano se deslizó por mi vientre y saco mi pene hacia atras de un tiron, los pelos de mi entrepierna se me reventaron, estaba medio erecto, y con los huevos inflados hacia arriba, se disponían a hacer algo malevolo con ellos, pero oí la dulce voz de mi esposa que les decía:
No... los huevos no los lastimen que son mis joyas.
Una voz desconocida y un poco gruesa dijo, Sí, tus joyas y las de muchas.
Una boca se pasaba de un pié a otro pié pasando por todos mi dedos, ya no sentía cosquillas, me resultaba agradable, los chupaba uno por uno.
De pronto sentí algo caliente que vertían sobre mis nalgas, bueno la verdad sentía algo que quemaba, porque no podía distinguir si era frio o caliente, la sensación es casi la misma y yo no estaba en condiciones mentales de distinguir.
Aquella especie de gel, me quemaba fuertemente era amelcochada y me estaba llegado al culo.
Pense que quizás querían depilarme y me vertían cera caliente, pero casi de inmediato me llegó el olor chocolaaaaaaaate, que me estaba quemando el culo, los huevos y la verga.
Me separaron las piernas y sentí que se me quemaban las entrañas, si las entrañas, algo me estaba penetrando el ojete. Cerre los ojos y con aquel enorme dolor sentía como un trozo caliente rompía mi culo, pense que consolador más grande puta.
No sabía si me dolía más lo quemado o la reventada, pero la verdad era una mezcla de placer con dolor inimaginable o mejor dicho inolvidable, son momentos de los que puedo recordar cada sensación, son momentos internos o íntimos. Sentí aquella tranca apartar mis nalgas y entrar entre las paredes de mi ano, con un líquido viscoso que me adormecía la entrada de mi orificio, sentía delicioso y doloroso, con todo aquel dolor yo pedía que lo metieran más y las embestidas comenzaron, una delicada mano agarro la punta de mi pene que goteaba chocolate y lo restregaba, pero mi pene no estaba más erecto, yo estaba sumamente excitado, pero mi pene flácido.
Cada vez que salìa el tolete sentía desgarrarse mi culo, pero deseaba que no lo sacasen.
Oi la voz de Paty diciendo, este desgraciado ya se corrió me dejó la mano llena de leche con chocolate, no lo podía creer yo no había sentido ningún orgasmo, pero el semen lo estaba sacando con cada arremetida que me daban en el ano.
De pronto empece a sentir una sensación diferente alguna parte de aquella verga postiza tocaba un punto adentro de mi culo que hizo que se me parara el palo... bueno estaba torcido hacia abajo pero se puso duro, siguieronlos embates durante varios minutos y empece a sentir que me venía, el culo me palpitaba y apretaba la tranca que me entraba, la apretaba con muchas fuerzas y aún así entraba y salía, hasta que me alcanzo el climax tenía un orgasmo diferente no terminaba, seguía y seguía quería que aquello no parase, la verga se me ablandó de nuevo y yo quería que me siguieran follando.
Me desataron el pañuelo que tapaba mi boca y pense que al fín se habían recordado que tenía que respirar, pero de inmediato sentí mi boca y mi cara llena liquidos, al tiempo que me decían ahora te tomas tu chocolate con leche para que duermas tranquilo, era una verga de verdad, no era ninguna de plástico era Hector el espos de Paty, nunca lo había hecho pero como si fuese lo más natural del mundo chupe aquel pene hasta casi tragarmelo, comiéndome todo los residuos de chocolate y semen con olor a culo.
Bueno esa fue una sorpresa diferente, ahora vendría como acomodaríamos este acontecimiento en nuestras vidas; no no vendría eso. Elisa estaba siendo penetrada con un arnes por Paty y la fiesta aún no había terminado.