El apasionado día en que sin importarme que le fui infiel a mi esposa, me cogí y disfrute de un caliente momento con una vecina de donde vivo y lo mas rico que la muy puta se trago toda mi leche como la verdadera puta que es.
Relato
Teresa una bella mujer de unos treinta y seis años de edad a quien le hice el amor desenfrenadamente. Ella es blanca, posee pelo negro largo, ojos negros hermosos, labios sensuales y una mirada de toda una dama aunque un poco seria. Goza de un buen cuerpo, sus pechos los tiene muy bien dotados, luce unas hermosas piernas, unas nalgas de puta y una vagina bien sabrosa, jugosa y lo mas mejor estrecha aunque algo peludita. Teresa es una mujer maravillosa no solo en lo físico sino también en su forma de ser, es muy trabajadora, ama de casa muy positiva, educada y madre soltera, es viuda según me conto, a primera vista se ve una mujer muy seria y reservada pero cuando empiezas a romper el hielo con ella descubres que es una mujer muy alegre y hasta algo bromista, se desempeña como vendedora en una zapatería de lujo, no tiene carrera pero eso no le quita respeto y éxito, ella ha sabido sacar adelante su hijo de unos ocho años de edad y eso hace que la admire profundamente. La conocí en la unidad habitacional donde ya hace tiempo vivo con mi familia, mi esposa y mis dos hijos, debo decir que tampoco soy profesional, solo soy empleado en una farmacia y de vez en cuando taxista, por eso nunca he podido obtener un hogar mas respetable para mi familia y solo puedo pagar un departamento en una unidad habitacional de clase media, debo enfatizar que hasta ese momento jamás le había hecho infiel a mi esposa, eso a pesar de que ya me habían venido gustando otras mujeres con quien también había deseado tener amoríos y aventuras pero no me había ganado la tentación hasta el día de hoy. Teresa se había mudado desde hace unos tres meses con su hijo al departamento 124 a lado de donde vivo el 121, al principio no le tomaba mucha importancia pero al paso del tiempo resulto que mi esposa se hizo amiga de ella y algunas veces la invitaba a casa a cenar, cada vez que la veía sentía algo especial dentro de mi, me despertaba la calentura cada que le veía sus nalgas con pantalones ajustados que usaba o sus hermosas piernas de puta cuando llevaba falda corta, la verdad noto que gana buen sueldo pues para ser solo una vendedora de zapatos, viste bien como si fuera una profesional o quizá en su trabajo le piden buena presentación eso no importa, lo importante es que luce como toda una seductora mujer.
Al paso del tiempo mis ganas fueron creciendo mas al grado de fantasear a todo momento con ella, hasta cuando le hacia el amor a mi esposa estaba viéndola a ella, días después comencé a seguirla, incluso en unas ocasiones conseguí que aceptara cenar conmigo y hasta tuve que pedir prestamos para llevarla a un restauran algo caro para que ella se sintiera cómoda conmigo y lo conseguí ella acepto, poco a poco la atracción mutua se fue dando entre nosotros, yo sabia que le gustaba tanto como yo a ella puesto que sin hablar de mas soy un hombre atractivo y con un cuerpo respetable, tengo treinta y ocho años de edad. Incluso en una ocasión ella me dijo -Que lastima que eres casado, sino... Sino que? Le dije sonriendo, pero ella se intimido y desvió la conversación, yo sabia que ella quería hacer el amor conmigo pero el hecho de que yo fuera un hombre casado arruinaba las cosas y de hecho igual yo me sentía mal por estar coqueteando con otra mujer y pidiéndome prestado para llevarla a lugares caros cosa que nunca lo había hecho con mi esposa. Poco a poco nuestra relación iba llegando a mas extremos, ya nos empezábamos a besar e incluso a acariciarnos, yo hasta un par de veces la manosee su intimidad y en una de ellas ella si vino bien rico tanto que mi mano quedo húmeda de sus deliciosos jugos vaginales. Era un hecho que ambos nos habíamos hecho amantes desenfrenados aunque aun no habíamos podido hacer el amor. Debo decir que no podía evitar sentir culpa pero el deseo era mas grande que el remordimiento y el deseo fue el que gano.
Esa tarde de martes, eran las 5:30 pm. Mi esposa aun no regresaba del trabajo y mis hijos aun estaban en la escuela puesto que estudian por la tarde, la verdad estaba muy caliente, ya me había masturbado pero eso no sirvió para bajarme la calentura, ese día estaba decidido a que como fuera iba a hacerla mía. Por mensaje de texto le pregunte si podía ir a su casa y para mi mas hermosa sorpresa ella me dijo que si, que su hijo se había ido a jugar con sus amigos y que estaba sola en su departamento, no saben lo bien que me sentí, al instante mi verga se paro de pensar que al fin iba a poder cogérmela esa misma tarde. Teresa estaba hermosa y muy sensual, estaba vestida con una blusa blanca escotada, tenia una falda negra corta que hacia lucir sus preciosas piernas de mujer, portaba un saco color rojo y unas zapatillas de tacón alto negras. Al instante que nos vimos nuestras miradas dijeron mas que mil palabras, ambos iniciamos a besarnos apasionadamente como queriéndonos devorar, ella me dijo -No tenemos mucho tiempo mi amor, mi hijo no tardara- -Descuida seré breve!- Le dije quedito al oído, como loco desesperadamente desabotone su blusa para ver y lamer sus pechos de mujer bien ricos, ambos estábamos como poseídos de tanta lujuria, pasión y deseo intenso. En ese momento ella tomo la iniciativa, se alejo unos metros de mi y haciendo movimientos sensuales ella misma se subió su falda totalmente y se tocaba su intimidad ella misma sobre sus bragas negras, sin esperar mas la tome y estando ella de pie muy lentamente le fui bajando sus bragas hasta que se las quite totalmente, me puse de pie y mientras volví a besarla yo introduje mis dedos en su vagina bien mojada ya, le estaba penetrando con brusquedad tanto y sentía como tenia una vagina estrecha pues me costaba meterle bien mis dedos, ella gemía despacio. Pero por fin había llegado el glorioso momento, libere mi pene bien duro ya, ella se sentó sobre un escritorio que tiene en su sala y separo sus piernas, yo me acerque a oler su vagina riquísima con algunos pelitos, escupí en ella y me dispuse a hacerla mía, coloque mi pene contra su vagina. A pesar de la lubricación me costo un poco penetrarla pero lentamente sus labios vaginales me dieron libre paso hasta que después de unos segundos ya tenia mi pene completamente metido dentro su intimidad, sentí rico como sus labios vaginales apretaban mi pene, lentamente inicie a moverme y ella se chupaba los labios de placer mientras repetía despacio. Si, si, sigue mi amor! Estas palabras me dieron mas ganas y aumente la velocidad, no se imaginan el placer que ella me estaba dando, ni siquiera mi esposa me había dado tanto placer como ella.
La estuve haciendo el amor unos 15 minutos nada mas pero fueron momentos de gloria para ambos, no fue hasta que ella me dijo después de sentir como había explotado en un intenso orgasmo. Me dijo -Sácamela por favor- Por un momento pensé que se había retractado por alguna razón pero no, mi mas rica sorpresa al instante que se la saque ella tomo mi pene en sus manos, lo masturbo bien bonito y me la chupo, el placer fue tan grande que a los pocos minutos me vacié en su cara, la muy puta se chupaba de sus labios mi semen como si fuera miel, sin duda fue algo maravilloso pues descubrí que detrás de esa imagen de mujer seria y decente que tiene es en realidad una puta golosa.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513699 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 299906 veces
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