Levanté mi falda, abriendo un poco las piernas, para que cayeras ahí en medio, a degustar mis líquidos. Traté de acallarme… minutos de gloria.
Relato
Estuvimos largo rato charlando mientras todos estaban en el comedor, haciendo una especie de sobremesa. Durante toda la comida, mirabas con disimulo ese triangulo que se formaba a través de mi falda, por el vidrio de la mesa. Yo sabía que intentabas adivinar el color de mis bragas, así que a propósito crucé las piernas para que veas que debajo de la falda no estaba usando nada… al ver tu rubor de descubrir mis labios vaginales, me excité muchísimo, pero lo disimulé, pues no iba a permitir que todos notaran lo que sucedía entre nosotros.
Cuando todos se fueron a sus habitaciones y quedamos tú y yo a solas en la sala, me paré frente a ti… quería tentarte, ver como crecía tu pene con el vaivén de mi cuerpo, sabiendo que todos estaban dentro. Noté tu nerviosismo, me senté a tu lado, inventamos una conversación a moderada voz, que aparente ser inocente. Era muy excitante disimular una charla, mientras metías tu mano en mi entrepierna, para comprobar cómo estaba goteando, disfrutando dicho peligroso juego, pues sería muy embarazoso que mi padre llegara y viera a su futuro yerno jugueteando debajo de la falda de su hija. Pero qué emocionante resultaba, ese peligro de que en cualquier momento pudieran salir, así que para añadir más picante a la situación, saqué de entre mi blusa mi brasier, quedando mis pezones solo cubiertos por el fino tejido de la tela de mi blusa, que transparentaban su forma y su color.
Me levanté de tu lado, quería ver formarse una carpa, avancé varios pasos, siempre hablando en voz alta cosas sin interés, que hicieran creer a los de adentro que nada sucedía en la sala. Estratégicamente me levanté, de manera que el comienzo de mis glúteos sea evidente desde tu perspectiva. Y al darme la vuelta, pudiste ver que mis pezones estaban totalmente erectos, convertidos en chupones que ansiaban ser saboreados.
La tensión erótica era insostenible. Lo notaba por el temblor en tu voz. Metí mi mano bajo mi falda, embebí mi dedo de mis propios jugos y te di a probar. Aquello fue detonante para que, en voz alta, me pidieras te acompañe a buscar cigarrillos en el carro. Una vez dentro, dimos una vuelta al estacionamiento casi desierto que está tras de mi casa, desde donde tendríamos la privacidad de echarnos un polvo ahí mismo. Levanté mi falda, abriendo un poco las piernas, para que cayeras ahí en medio, a degustar mis líquidos. Traté de acallarme… minutos de gloria después cambiamos roles, esta vez yo me dispuse a probar de tu falo, toda su longitud, de arriba a abajo, apretando con mis labios la sensibilidad de su punta caliente, duro como el acero, caliente como el fuego, vibrante, hasta hacerlo estallar dentro de mí, y beber hasta la última gota de tu placer.
Así, en pocos minutos regresamos, oliendo a tabaco y semen, riendo como si nada hubiese pasado, aun con el temblor del orgasmo que alternativamente nos prodigamos, de forma exhibicionista en el estacionamiento de atrás de mi casa.
A mis 12 años, con unas chavas de 12 13 y 14, algo nuevo para mi, mi iniciacion hacia el sexo, practicamente una orgia con ellas y con mis amigos, simplemente algo que recordare por el resto de mis dias.
Relato erótico enviado por Anonymous el 08 de June de 2004 a las 09:55:40 - Relato porno leído 464932 veces
La lleve a su recamara dentro los aposentos de la iglesia, ella repetía que era una locura pero también ya estaba caliente, lo note por su humedad que tenía ya en su vagina, ella me dijo que nunca había estado con un hombre y que no sabía ni como se hacía el sexo más yo le dije, “No te preocupes mamacita yo te guio” le subí totalmente su vestido y le abrí sus sexys piernas.
Relato erótico enviado por reycolegial el 07 de September de 2009 a las 16:44:00 - Relato porno leído 200971 veces