Un sabado de agosto en el cine

Un sábado de agosto que llegamos al cine. Era más o menos las 3, pero hacia mucho calor. Nos dirigimos a la parte de atrás ya que tanto a mí como a mi marido nos gusta estar allí.

Al llegar a esa parte, miramos un poco donde sentarnos. No había mucha gente, unas parejas, un par de mujeres solas y unos hombres solos. Bueno, nosotros nos dirigimos a la parte más alta, justo allí no había nadie. Mi marido se sentó mientras que yo estaba mirando un poco a mi alrededor, cerca a unos 10 metros de nosotros había un hombre de unos 50 años.

Cuando mi marido me preguntó si me sentaría o que. Me senté mirando de reojo el hombre que estaba sentado solo, mientras que mi marido me acariciaba primero los hombros, la espalda bajando suavemente a mi culo y las piernas. Abrí un poco las piernas para que él llegara mejor, en este momento vi como el hombre que antes estaba sentado se inclinó un poco y nos miró.

Mi marido me dijo que iba al baño. De nuevo. Miré de reojo como el hombre estaba mirando así que Me incliné como para untar crema en mis piernas, A reojo veía como el me miraba, así que al terminar me di la vuelta y me incliné del todo para meter la crema en la bolsa dejando el hombre verme por detrás. Solo quería jugar, ni pensaba en otra cosa, así que me senté esperando a mi marido.

Cuando él llegó ya no pensaba en aquel hombre. A un rato sentía como mi marido pasaba su mano por mis piernas, subiendo a mis pechos y de nuevo bajando a mis piernas. Hmmmmm, que rico, miré un poco alrededor para ver si alguien nos estaba mirando. No había nadie cerca, además estaba obscuro, así que abrí un poco mis piernas para que mi marido pudiera tocarme mejor.

Sentía como se calentaba y como el morbo subía... Quería más, así que me levanté la espalda del asiento un poco, abrí las piernas y dejé el coño en todo su esplendor. Mi marido comenzó a masturbarme poco a poco, sentía como me estaba mojando. Cerré los ojos y gemía en mi interior. Al abrir los ojos de nuevo sonreía a mi marido y miraba a la película y me di cuenta que detrás de nosotros alguien nos estaba espiando.

Sin pensar mi reacción era cerrar las piernas y decir a mi marido que hay alguien allí. Bueno, dijo mi marido, relájate el solo está mirando, ... déjale que disfrute. Pensé un poco, me relajé y cerré los ojos y abrí las piernas. Mi marido comenzó de nuevo y esta vez esta un poco nerviosa pero me di cuenta que el morbo de saber que alguien me miraba hacía que estuviera muy mojada y con ganas de correrme.

Abrí los ojos y miraba donde había visto aquel hombre, y no la veía. Miré un poco alrededor donde él había estado y me di cuenta de que él estaba más cerca, a unos 5 asientos. Era aquel hombre que antes me miraba cuando unté la crema.

Estaba caliente así que abrí las piernas un poco más. Sentía como el morbo me estaba llevando a un orgasmo enorme. De repente el hombre se acercaba más mirándome con su polla muy dura. Verlo así me puso un poco nerviosa, pero creo que el morbo no me dejó cerrar las piernas, ... quería correrme mirando esa polla grande de aquel hombre.

Por un momento cerré los ojos y al abrirlos, el hombre estaba solo a unos 3 asientos de nosotros. Me miraba a la vez que se hacía una paja. Hmmm, verlo así con esa polla, mi marido metiendo los dedos en mi coño.

Todo eso hizo que comencé a correrme. Cuando terminé de correrme, miré a mi marido y al hombre, los dos me sonreían. Dije a mi marido que ahora le tocaba a él y comencé a masturbarle mirando como el hombre estaba con la polla a punto de reventar. De repente el hombre venía a nuestro lado, y sin preguntar se sentó a mi lado.

Estaba en medio de dos pollas duras, el hombre seguía con su paja mirando como yo pasaba mi mano por la polla de mi marido que estaba dura. Mi marido me dijo que si quería lo podría masturbar a él también. Sin pensar alargué mi mano y cogí su polla. Estaba con una polla en cada mano masturbándolas.

¡Como estaba la polla de aquel hombre, grande, dura! Mientras que les hacia la paja sentí como mi marido pasaba su mano por mi espalda, y de repente sentí como el hombre también lo hacia. Que placer sentir dos pollas duras y las manos pasando arriba a bajo. El hombre pasó de la espalda a mis pechos, mientras que mi marido bajó a mis piernas. Las abrí un poco y mi marido pasaba sus dedos por el clítoris.

El hombre al darse cuenta de eso bajó a mi entre pierna. Me puse nerviosa, pero cerré los ojos y dejé que me tocara. Mi marido me tocaba los pechos y el hombre pasaba sus dedos por el clítoris. Sentía que estaba cerca de correrme de nuevo.

Abrí los ojos y miraba a los dos, y dije que me iba a correr. El hombre metió 2 dedos en mi coño y en este momento sentía como el orgasmo invadía mi cuerpo y solté todo. Me corría, salió como un chorro y en este momento sentía como la polla del hombre palpitaba y el comenzó a correrse. Mi marido al verlo dijo que ahora me corro. No lo podía creer, ... me estaba corriendo mientras le estaba haciendo una paja a un desconocido que en este momento se corría.

Cuando terminaron de correrse, pasaba mis manos suavemente por las pollas, el hombre me dijo gracias, se levantó y se fue. Mi marido me preguntó si había corrido bien. Le dije que si, pero necesitaba más. De pronto, se me ocurre ver hacia atrás. Sorpresa asomando medio cuerpo apenas, veo a un muchacho que disfrutaba la sesión.

Alcancé a ver cómo movía el hombro y brazo derechos. Como si le temblaran. Un movimiento repetido y seguidito. Por supuesto que se la estaba haciéndose una paja, excitado por la escena. Aunque desde arriba no podía ver nada de mi panocha era obvio que se había calentado con lo que estábamos haciendo. Bajó el chico y se sentó delante de nosotros. Visiblemente nervioso, temblando vi cómo peló los ojos al ver directamente mi sexo ya que le quedaba a la altura de su cara con las piernas abiertas me subí la falda, mostrando el tremendo peludo chistó y al voltear vi cómo el chico pulsaba una gruesa y templada verga que me ofrecía desvergonzadamente. La sesión acabó porque ya teníamos tres mirones a unos cuantos asientos nos cambiamos de lugar y el chico aprovecho para sentarse junto a mi ya muy caliente, se atreve:

- ¿Le puedo mamar una chichita?- Me dio risa.
- Que si me puede mamar una chichita- , le dije a mi esposo-

Por respuesta mi esposo sonrió. Señal de aceptación.

- Órale, - le dije Se acercó a, me desabotonó la blusa y me sacó un seno que me mamó un buen rato ante la feliz complacencia de mi esposo, que me tenía sorprendida por su disposición.

Encarrilado, voltea y me pregunta:

- ¿Le puedo dar una mamada a su conchita? -

Como yo vi a mi esposo relajado y dispuesto, alcé los hombros y con un movimiento de cabeza di luz verde. El muchacho se tiró en el piso y se arrastró entre las butacas y bajo mi falda. Yo ardía en mi propia calentura. Otro latigazo de calentura me cimbró ¡Este sí sabe…!" Y es que pensé que se limitaría a besarme superficialmente el vello. ¡Grata sorpresa cuando sentí la lengua del muchacho meterse en mi hendidura y retozar como todo un experto!
Entre gemidos, estuve a punto de "venirme". Se paró y creyó que había llegado el momento cumbre.

- Ahora quiero meter mi pito. - Dijo así, socarronamente
- No, eso si no… pero mira, siéntate. -

Se sentó le metí la mano en la bragueta y le saque la verga de discreto tamaño, pero eso sí, dura y bien templada. Se la estuve sobando un rato y luego le pregunte:

- A ver cómo tienes los "esos"…-

Hurgue entre la bragueta y le palpa los huevos. Con una mano le frote los huevos y con la otra le sobe la verga. Fue demasiado. El chamaco, entre estertores, lanzó nutridos disparos de semen. Fue una tarde inolvidable.

Nos agradaría recibir sus comentarios, nuestro e-mail:
maryez69@yahoo. com. mx